Somos activos en el evangelio?

Julio de 1978
¿Somos activos en el evangelio?
por Orson Scott Card

Orson Scott CardFinalmente comprendió cuán importante es ser activo, cuando murió su amigo. “Tenía la intención de ir al hospital a visitar a Luis”, dijo, “pero el martes por la tarde tenía que hacer mis visitas de orientación familiar y el miércoles tuve una reunión con el comité. El jueves era mi entrevista personal del Sacerdocio y mi esposa tenía que salir en seguida para llevar a patinar a sus alumnas de la clase de Abejitas; y el viernes por la noche lo pasé escribiendo mi discurso para la reunión sacramental.”

Y luego, el sábado de mañana, el hijo de Luis llamó por teléfono para darle la noticia. “Yo sé que usted y mi padre eran muy amigos”, dijo, “por eso pensé que le interesaría saber”. “¿Interesaría?”, ‘comentó él después.” “Me interesaría más que saber; quisiera volver atrás el reloj, volver atrás el almanaque, tomar las pocas horas que tendría que haber tomado para ir al hospital a hablar de los viejos tiempos, a recordarle a mi amigo el afecto que le tengo, darle un poco de consuelo en su último dolor, quizás en el temor o la soledad que sintiera antes de morir. ¡Pero yo estaba demasiado ocupado en la Iglesia!”

La experiencia le enseñó algo: Es posible ser tan activo en la Iglesia que uno se olvide de ser activo en el evangelio.

Pero quizás ésta sea una forma mejor de pensar al respecto: Las reuniones a las que asistimos son para prepararnos y deben ocupar sólo una pequeña parte de nuestras actividades de la Iglesia. En las reuniones es donde aprendemos a ser activos.

La actividad en el evangelio tiene tanto valor en nuestro hogar, entre nuestros amigos, en nuestro trabajo, en el vecindario, entre extraños o cuando oramos a solas, como en una reunión.

La Iglesia provee muchas oportunidades de actividad: los maestros orientadores y las maestras visitantes tienen magnificas oportunidades de servir a los demás; los maestros pueden elevar, inspirar, y renovar la fe de sus alumnos; los líderes de quorum pueden organizar a sus hermanos para llevar a cabo buenas obras.

Pero si nos detenemos allí, y nos sentimos satisfechos con tener un buen registro de asistencia que señale que somos suficientemente “activos”, en cierto sentido somos como el siervo que escondió su talento en la tierra. La Iglesia nos provee un cierto número de oportunidades, pero nosotros tenemos la responsabilidad de mejorarnos con ellas y de magnificarlas.

Si nuestras buenas obras están limitadas dentro de las paredes de la capilla, ¿estamos dejando que nuestra luz alumbre delante de los hombres?

¿Amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, o estamos tan dedicados a nuestras reuniones de la Iglesia que perdemos la oportunidad de socorrer al que necesita ayuda?

El Señor nos ha dado el día de reposo para edificar, mejorar, fortificar nuestro espíritu, y para que descansemos, a fin de que durante la semana podamos salir y vivir el evangelio.

“Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.” (1 Cor. 13:2. Cursiva agregada.)

Parafraseando esta escritura podemos decir: Y si asistiese fielmente a todas mis reuniones, y cumpliese con todos mis llamamientos, e hiciese las visitas de orientación familiar durante la primera semana del mes; y si en todo sentido soy un miembro de la Iglesia activo, mas no empleo tiempo en amar y servir a otros, entonces todavía no soy un santo, porque todavía no amo al Señor con todo mi corazón, y con toda mi alma, y con todas mis fuerzas, y con toda mi mente; y no amo a mi prójimo como a mí mismo.

Que el día santo sea un día para meditar sobre nuestras acciones. (¿Cuán activos hemos sido durante la semana sirviendo al Señor y a sus hijos?)

Que el día de reposo sea un día para asistir a las reuniones, compartir con los demás nuestro espíritu y nuestra comprensión sobre la mejor forma de servir al Señor.

Y luego utilicemos los otros seis días de cada semana como lo hizo Cristo: llevando felicidad a nuestro prójimo.

“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;

estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis mí.» (Mateo 25:35-36.)

Estamos rodeados de personas necesitadas, tanto espiritual como materialmente. Para ser activos en el Evangelio de Jesucristo, debemos dedicar tiempo de nuestra vida tan ocupada para suplir esas necesidades. Porque los dones que ofrecemos a los que nos rodean también los estamos ofreciendo a nuestro Salvador.

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2 Responses to Somos activos en el evangelio?

  1. Avatar de Desconocido Anónimo dice:

    Este Discurso debería no solo ser leido por los líderes sino también debería ser ENTENDIDO…lo estoy compartiendo con .mis contactos.
    Es un arma contra el enemigo que quiere tener «entretenidos» a sus hijos y no cultiven el amor al prójimo.

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  2. Avatar de John John dice:

    Pienso que debemos de pedir bajo oración que podamos entender este mensaje de e la manera como lo desea él Señor, porque es cierto el mismo Señor dijo: Que vendrán unos y le dirán Señor en tu nombre no echamos demonios y sanamos enfermos y él responderá apartaos de mi hacedores de maldad. Es cierto que no debemos justificar nuestra inasistencia espíritual en la iglesia, pero lo que aquí debemos entender es que en el poco tiempo que duran nuestras Reuniones debemos acumular el firme deseo de poner en práctica lo aprendido, si lo hacemos realmente los tesoros serán de los cielos y abundaremos en un discipulado semejante al del Salvador.

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