Llamada a servir

Diciembre de 1981
Llamada a servir
Por JoAnn Jolley

Barbara Bradshaw Smith se mueve gentilmente entre las hermanas de la Iglesia, intercambiando saludos y abrazos cariñosos con mujeres de todo el mundo que la reconocen como Presidenta de un millón y medio de hermanas de la Sociedad dé Socorro. No es raro que éstas se sientan atraídas por su decoro y dulce personalidad.

Barbara B. SmithNo todas las mujeres tendrán la oportunidad de conocer a la hermana Smith, aunque a ella le gustaría que así fuera.

Barbara tiene un profundo interés por las mujeres de la Iglesia, dice su esposo con satisfacción: y es él quien reconoce una de las mayores cualidades de su esposa cuando comenta: Uno de nuestros hijos ha dicho que cuando la llaman a servir, toda la familia debería ser apartada con ella, porque todos estamos embarcados en el mismo servicio. Todos somos parte de lo que Barbara hace. En una forma u otra toda la familia, hijos, nietos, vecinos, amigos, y todos los que se relacionan con nosotros, terminan tomando parte activa en su llamamiento; y lo hacemos gustosos, en la misma forma en que ella nos ha apoyado y ayudado en los nuestros. Somos una familia muy unida.

La hermana Smith piensa que la Sociedad de Socorro, al igual que su familia, cumple su propósito principal cuando aprendemos a apreciar las bendiciones del Señor, a sonreír, a dedicarnos tiempo unos a otros, y a regocijarnos en este corto período que tenemos en la vida mortal. Debe ser un tiempo para servir y para regocijamos, con el Espíritu de Dios a nuestro alrededor; y si lo permitimos, Él nos acompañará.

El Señor siempre me ha bendecido, dice. No he tenido una vida negativa; ha sido una experiencia maravillosa y placentera. Claro que he tenido problemas, pero he sentido siempre que el Señor me ama y me ayudará a resolverlos.

Su hija, Catherine Faulkner, dice: Sus múltiples proyectos nunca fueron un problema para ella; a decir verdad, siempre nos hizo sentir parte de esas experiencias.

Es; una persona muy accesible, comenta la hermana Mayola R. Miltenberger, secretaria-tesorera general de la Sociedad de Socorro. Todos aquel líos que van a verla se sienten bienvenidos.

Lea hermana Marian R. Boyer, Primera Consejera en la presidencia de la Sociedad de Socorro, agrega: La fue visto llegar tarde a reuniones importantes a causa de su interés por el bienestar de otros.

La hermana Shirley W. Thomas,

Segunda Consejera en la presidencia, dice: Es siempre muy gentil; las personas la buscan para conocerla mejor y encontrar en ella fortaleza para su propia vida.

Todo comienza en el hogar:

Nunca está demasiado ocupada para dedicarse a su familia, dice su hija Shcrilynn Alba, la menor de los siete hijos del matrimonio Smith, actualmente casada y con dos hijos. Así era cuando estábamos creciendo, y es así hoy día. Siempre que la necesitamos, está presente. No puedo imaginarme el no tenerla para buscar su opinión y sus consejos.

Tiene un verdadero don para percibir las cosas buenas, dice otra de sus hijas, Lillian Alldredge. Cuando yo era pequeña, me llevaba a todas partes con ella, y me hablaba, y yo me sentía útil e importante. (Su interés y su preocupación por sus nietos es igual.) El otro día, agrega, les pregunté a mis hijos (el mayor tiene 10 años), qué dirían de la abuela Smith si les pidieran un breve comentario acerca de ella; y me contestaron: «Se toma el tiempo necesario para «estar con nosotros.»

El tiempo es muy valioso para la presidenta general de la Sociedad de Socorro porque tiene muchas cosas que hacer. Aún así, se esfuerza para poder incluir entre sus actividades reuniones familiares, viajes al templo, fiestas de cumpleaños para los nietos e invitaciones de sus hijos para comer con ellos.

Nos ayudamos los unos a los otros, dice el hermano Smith. Si uno tiene un problema, todos lo compartimos; si alguno logra un triunfo, es como si todos lo lográramos; cuando alguno de nosotros recibe un llamamiento, los demás compartimos la responsabilidad dentro de lo apropiado.

El esposo de la hermana Smith, con quien está casada desde hace casi cuarenta años, sirve actualmen­te como Representante Regional de la Iglesia, y describe cómo se han ayudado mutuamente a través de los años compartiendo responsabili­dades eclesiásticas y cívicas de gran importancia. Cuando ella fue llama­da a servir en la Sociedad de Soco­rro, recibió inmediatamente el apo­yo de su marido.

El presidente Kimball vino a nuestro hogar y le dijo:»Barbara, he venido a llamarla para que sirva como Presidenta de la Sociedad de Socorro de la Iglesia». Luego se vol­vió hacia mí y me dijo: «¿Douglas, apoya usted a su esposa en este llamamiento?» En ese momento sentí que el Presidente de la Iglesia me estaba haciendo un llamamien­to, el de apoyar a mi esposa. Ese era mi cargo. Le dije al presidente Kimball que Barbara me habla apo­yado en mis llamamientos durante treinta y cinco años y que sería un honor para mí apoyarla en ése tan importante; y esto he tratado de hacer.

La mayoría de las mujeres de la Iglesia han escuchado o leído los discursos de la hermana Smith, y han observado la manera práctica y amable en que se desenvuelve al dirigir una charla fogonera o al ha­cer algún comentario a la prensa. Obviamente es una persona que ins­pira respeto; pero es cuando expre­sa con convicción sus sentimientos ante una pequeña congregación que uno siente su ternura y amor. Cuan­do toma la mano de una de las her­manas entre las suyas y le dice: «Es un placer para mí conocerla», aque­lla hermana sabe que lo que le ha dicho es cierto. Es muy fácil querer a Barbara Smith. Su hija Lilian dice:

Nos enseñó a dejar una habita­ción o un lugar en mejores condicio­nes que cuando lo encontramos, y su actitud hacia las personas es igual.

La hermana Smith tiene hondas convicciones con respecto a la Socie­dad de Socorro y a las mujeres en general. A continuación aparecen al­gunos de sus comentarios acerca de varios aspectos de interés para las mujeres Santos de los Últimos Días en todo el mundo.

La reorganización de la mesa di­rectiva de la Sociedad de Socorro de estaca
“Hemos cambiado algunas de las responsabilidades de la mesa directi­va de estaca para que las consejeras tengan a su cargo los programas de la Sociedad de Socorro, y la presi­dencia pueda dedicarse directamen­te a las hermanas sobre quienes pre­side. Esperamos que este cambio fortalezca a las hermanas miembros de la Sociedad de Socorro. El enfo­que se ha ensanchado para dar ma­yor ímpetu al trabajo de la Sociedad de Socorro. Se ha asignado a las hermanas miembros de la mesa di­rectiva para que supervisen muchos aspectos que anteriormente eran responsabilidad de la presidenta. Todas las personas en la mesa traba­jan directamente con uno de los as­pectos de interés: 1) activación y obra misional, 2) cursos de estudio y programa de desarrollo de la maes­tra, 3) ciencia del hogar y la guarde­ría, 4) capacitación de líderes, 5) música y recreación, 6) adultos solte­ros y transición, 7) bienestar, 8) ma­estras visitantes y servicio caritativo. Los barrios están siguiendo el mismo patrón, y eso nos complace mucho. Si tenemos más personas trabajando con los mismos fines ob­tendremos mejores resultados.”

El potencial de la Sociedad de Socorro.
“Creo que ninguna de nosotras realmente se da cuenta de la organi­zación tan maravillosa que es la Sociedad de Socorro. Una de las razo­nes por las que el Señor nos la ha dado es para que podamos adquirir el conocimiento y la inteligencia ne­cesarios para comportarnos apropia­damente en estos días. Y no es solamente el conocimiento que se ad­quiere por medio del aprendizaje académico, sino el que obtenemos cuando el Espíritu nos guía. Esta­mos en las fases preliminares. Tene­mos buenos cimientos porque en el pasado hemos tenido mujeres bue­nas y fuertes. Nuestra gran respon­sabilidad hoy día es obtener conocimiento para poder recibir las bendi­ciones del cielo.”

Los principios del evangelio
“No hay nada que me gustaría inculcar más en las mujeres de la Iglesia que la importancia de apren­der todos los principios del evange­lio para que los aplicaran a sus pro­pias circunstancias. El Señor no nos ha dado diferentes Escrituras, unas para las personas solteras y otras para las casadas. Sin embargo, mu­chas veces una persona soltera dice: ‘¿Por qué no tenemos lecciones que se apliquen más a nosotras?’ Pero la aplicabilidad no puede ser más para unos que para otros. Todas tenemos que aplicar a nuestras propias cir­cunstancias los principios del evan­gelio. Este es un precepto univer­sal. Lo triste es que nos limitamos a nosotras mismas con nuestra falta de comprensión en lugar de decir: ‘¿Por qué no aplicas ese principio a mis necesidades?, podríamos de­cir: ‘¿Cómo puedo yo aplicar este principio en mi vida?’ El Señor quie­re que aprendamos a aplicar estos principios en todo lo que hacemos.”

Las Mujeres Jóvenes que empie­zan a asistir a la Sociedad de Soco­rro
“Quiero que ellas sepan lo maravi­llosa que es la Sociedad de Socorro. Sé que algunas nunca han tenido ningún contacto con esta organiza­ción, pero espero que dediquen el tiempo necesario para descubrir la gran fortaleza de las mujeres mayo­res y que también se den cuenta de que pueden aportar mucho a esta sociedad. Pertenecerán a ella por el resto de su vida; no es un llamamien­to pasajero, sino que es una organi­zación que el Señor ha creado para fortalecerlas. Pueden sacar todo el provecho que quieran de la Socie­dad de Socorro, y además pueden dar mucho de sí.

Si me preguntaran qué puedo de­cir a las líderes acerca de estas jovencitas, les diría que deben darles responsabilidades inmediatamente. Deben llamarlas para trabajar en diferentes puestos; necesitan aprender y tienen mucho que dar. Ya puedo ver a nuestras jóvenes traba­jando en las presidencias, o como maestras, o formando parte de comi­tés. Puedo verlas convirtiéndose en miembros útiles de la gran herman­dad de la Iglesia.”

La Sociedad de Socorro y la obra misional
“Varios presidentes de misión, así como líderes del sacerdocio y de la Sociedad de Socorro, me han dicho que si ésta no incluye en sus activi­dades a las nuevas hermanas cuan­do están investigando la Iglesia o cuando son recién bautizadas y les brinda todo lo que tiene que ofre­cer, a menudo ellas se retiran. Pero si la Sociedad se interesa por estas hermanas y las tiene en cuenta en todo lo que hace, ellas adquieren la habilidad de fortalecer a sus fami­lias, y recibirán la estabilidad que necesitan durante este período en que se están acostumbrando a todas las cosas nuevas que van a ir for­mando parte de su vida. Casi nunca se retiran de la Iglesia si han senti­do el cariño y el interés de la Socie­dad de Socorro.

El hogar como fuente de inspira­ción para hacer lo bueno
“Todo lo que se lleva a cabo en el hogar hace que éste sea una fuente de inspiración para hacer lo bueno; es allí donde opera el sacerdocio, donde los niños reciben buenos ejemplos, donde empieza el servicio caritativo, y donde se aprenden y se viven todos los principios del evan­gelio. El hogar nos ayuda a desarrollar y a progresar, a desechar lo malo; y nos da el poder para obte­ner las bendiciones eternas.”

Las malas influencias en el mun­do de hoy

“Creo que el mayor mal a que nos enfrentamos son los esfuerzos para destruir el hogar, ya sea por medio del divorcio, del maltrato de los niños, de la inmoralidad y la depre­sión. Todas estas cosas amenazan con destruir el hogar y minan el autorrespeto. Debemos fortalecer el hogar para que no sucedan todas estas cosas. Los hogares en los que los padres están separados o divor­ciados privan a los hijos de una de las fuentes de fortaleza más impor­tantes para un individuo: el ejemplo del esposo y la esposa trabajando en unión.

La Sociedad de Socorro trabajan­do con el sacerdocio
“Los dos necesitan comprender que la otra organización tiene pun­tos fuertes, responsabilidades espe­ciales y un propósito importante en esta Iglesia organizada por Dios. Deben esforzarse por hacer resaltar mutuamente aquellas cosas que trae­rán mayores bendiciones para todos. Por ejemplo, yo creo que el sacerdocio necesita el apoyo de la Sociedad de Socorro para poder te­ner éxito; debemos orar por los líde­res del sacerdocio, y debemos estar siempre dispuestas a ayudarlos en lo que sea necesario. Eso es espe­cialmente significativo cuando pres­tamos servicio caritativo. Las muje­res tenemos muchas oportunidades de ser caritativas, y cuando pone­mos esto en práctica estamos apo­yando al sacerdocio. Quisiera ver esto más a menudo.”

Seamos “guardianas de nuestras hermanas”
“Una buena forma de servirnos unas a otras es buscar las buenas cualidades en lugar de las faltas (vé­ase D. y C. 88:124). De esa manera podemos ayudar a todas a ser mejo­res. La sociedad actual es egocentrista y hay una tendencia a encon­trar defectos en todas las personas. Me gustaría que esa actitud desapa­reciera y, en cambio, escuchar que todos dijéramos: “Usted es espe­cial”.

La caridad, el amor puro de Cris­to
“Caridad no es solamente hechos o palabras; es también la motivación para hacer estas cosas. Creo que Jesucristo nos ayuda a comprender el significado de hacer lo bueno; y cuando comprendemos por qué debe­mos tratar de reconocer las necesi­dades de otros y ayudarlos, nos ele­vamos un poquito de lo mediocre. Cuando tratamos de ser caritativos estamos tratando de asemejamos al Salvador. Creo que la caridad em­pieza a cimentarse cuando servimos a los demás y nuestras obras son una bendición para ellos.”

Las oraciones de la presidencia por las hermanas de la Iglesia.
“No se puede orar por las herma­nas todos los días sin sentir un gran amor por ellas. Pido al Señor que bendiga a todas las hermanas; que se unifiquen y que comprendan que la Sociedad de Socorro existe para ayudarles y para ofrecerles todas las oportunidades que necesitan para su desarrollo personal. Sobre todo, es mi oración que puedan amarse las unas a las otras.”

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