Enero de 1982
La enseñanza del evangelio que promueve un cambio.
Rex A. Skidmore
En un pequeño poblado en Sudamérica un grupo de turistas se dio cuenta de que ciertos descendientes de los Incas utilizaban pedazos de vidrio quebrado y tapas de hojalata para cortarles el pelaje a las ovejas. Los visitantes invitaron a algunos de los líderes locales para que concurrieran al centro de la aldea y observaran una demostración hechas con tijeras de metal. Los aldeanos descubrieron con interés que con aquel nuevo instrumento podían cortar el pelaje de las ovejas diez veces más rápidamente que con el sistema que ellos usaban. Dieron algo a trueque de las tijeras y desde ese entonces las han usado. La enseñanza eficaz dio como resultado cambios significativos.
De igual manera, en la Iglesia, la enseñanza eficaz puede proporcionar cambios útiles y positivos en la vida de niños, jóvenes y adultos. ¿Cuál es el propósito primordial de la enseñanza del evangelio? ¿Cuál debería ser?
El propósito no es llenar la mente de los miembros de la clase con información, ni lograr que el maestro demuestre todo el conocimiento que tiene, ni aumentar el conocimiento de los miembros sobre la Iglesia o el evangelio. La meta básica de la enseñanza en la Iglesia es ayudar a originar cambios en la vida de las personas. El objetivo es inspirar al individuo a que piense, sienta, y luego haga algo acerca de las verdades y los principios del evangelio.
Demasiados maestros enseñan solamente acerca del evangelio pasando por alto los pasos necesarios para que la gente pueda aplicar los principios del evangelio en su vida. No es suficiente, sino que la parte más importante de la enseñanza es alentar a que se aplique este principio.
La enseñanza eficaz tiene mucho que ver con lo que sepa el maestro en cuanto al conocimiento que tiene el alumno al entrar en el salón de clases y el grado de comprensión que posee. También, hay que reconocer que, a menos que el alumno haya cambiado en alguna manera al salir del salón, la enseñanza habrá sido una pérdida de tiempo. Es nuestra esperanza que cuando el joven abandone la clase, se sienta motivado y Como resultado demuestre un comportamiento diferente y mejor.
También esperamos que aumente su conocimiento de algunos de los principios del evangelio y los ponga en práctica en su vida diaria.
El aprendizaje eficaz y genuino comprende por lo menos tres pasos:
- Aumento de conocimiento. El resultado del aumento de conocimiento es un abandono de la enseñanza superflua acerca del evangelio. Aunque este conocimiento es importante, no es suficiente. El conocimiento de la historia de la Iglesia y los principios de ésta es necesario para progresar en el reino de Dios; es la base del éxito en la vida, pero es nada más que un comienzo.
- Sentimientos más firmes o cambio de actitud. Es importante que los alumnos desarrollen una actitud positiva hacia el evangelio y sus principios. Los maestros que ayudan a los miembros de la clase a fortalecer sus sentimientos en pro del bien y a aumentar su testimonio se hallan en el camino correcto.
- Acción. En cierto sentido este tercer paso es el más importante. Cada lección del evangelio, ya sea en el sacerdocio, en las organizaciones auxiliares, o en un seminario o en una clase de instituto, debe ayudar al alumno a modificar su forma de vida y a efectuar en ella cambios que valgan la pena.
Por ejemplo, si la lección trata de la oración, un buen maestro ayudará a los alumnos a comprender lo que es la oración, porque oramos y cómo orar con eficacia. También les ayudará a tener actitudes positivas hacia la oración, y a sentir que es importante hacerlo. Además los animará para que oren, hoy, mañana y siempre.
Sabiendo que la meta para la enseñanza eficaz del evangelio es lograr cambios beneficiosos en la vida de las personas, surge la pregunta: ¿Cómo pueden lograr esto los maestros?
Primero, el verdadero maestro del evangelio ayuda a sus alumnos a comprender la lección y el principio o idea que enseña. Si, por ejemplo, la lección trata del ayuno, les ayuda a comprender el principio, cómo lo obtuvimos y lo que significa en la vida de las personas. Al comprender para qué y por qué ayunan, desearán incorporar ese principio en su propia vida. Si no lo comprenden, indudablemente no le darán ninguna importancia.
La gente por lo general desconfía de las cosas desconocidas y algunas veces hasta las teme. El aumento de conocimiento abre la puerta a la acción y prepara el camino para seguir adelante. De manera que, entonces, la enseñanza del evangelio es un paso importante hacia la acción, pero no es el punto culminante.
Segundo, el verdadero maestro ayuda a los miembros de su clase a que progresen por fortalecer y profundizar sus sentimientos y convicciones. Cuando les ayuda a sentir que el ayuno puede ser una bendición, tanto para el participante como para otros, está demostrando ser un maestro eficaz.
Una de las formas en las que el maestro puede ayudar es expresar su testimonio y convicciones a los miembros de la clase. El testimonio puede influir mucho en la vida de los demás.
En las ferias mundiales llevadas a cabo en Nueva York y en Tokio, muchas personas aceptaron el evangelio después de observar lo que exhibía la Iglesia Mormona. Muchos testificaron que lo que más influyó en ellos fue un misionero que, después de mostrarles todo lo que se hallaba en el pabellón, les dijo con sinceridad y amor: “Yo sé que el evangelio es verdadero. Este es mi testimonio, y ustedes pueden obtener uno si estudian el evangelio y lo ponen en práctica”.
Los maestros no deben “sobrepasarse” dando su testimonio, sino que deben hacerlo únicamente en los momentos apropiados. Las convicciones personales puedan tener gran significado en la vida de las personas si se expresan con sinceridad y en momentos especiales.
Otra manera de influir en los sentimientos de los miembros de la clase es relatar historias y experiencias interesantes que ilustren el principio o la idea que se está tratando de enseñar. En muchos casos, las personas se han sentido inspiradas a cambiar su forma de vida por una experiencia dramática que se ha comentado en la clase. Además de las experiencias del maestro, los alumnos pueden compartir, si se les permite, sus propias experiencias y testimonios.
Un adolescente dejó de fumar después de una clase de sacerdocio en la que se trató el tema de la Palabra de Sabiduría y en la cual el maestro describió vívidamente la experiencia personal de la forma en que su hermano había dejado de fumar. El relato demostró que un fumador puede dejar el vicio, y explicó los méritos de tal acción.
Un maestro eficiente se esfuerza por enriquecer sus lecciones con experiencias y relatos que aumenten los sentimientos y convicciones de los alumnos en cuanto a la importancia de vivir los principios del evangelio.
Tercero, el maestro eficiente, por su forma de enseñar, convence a los alumnos a cumplir con los objetivos de la lección. Esto puede hacerlo por invitación o asignación. En muchas ocasiones logramos dar este paso y luego nos detenemos; pero lo que verdaderamente necesitamos hacer es abrir la puerta para que los alumnos practiquen los principios que se han estudiado.
Un ejemplo de la importancia de este paso es una familia compuesta de cinco miembros que se convirtieron a la Iglesia. Habían vivido en un vecindario en donde residían muchos Santos de los Últimos Días, y habían aprendido mucho del evangelio. Luego se trasladaron a una zona donde existía una misión, y allí un joven misionero de la Iglesia los invitó a que asistieran a una reunión. Al poco tiempo fueron bautizados. Cuando se les preguntó por qué no se habían convertido antes, el padre de la familia contestó: “Nunca nadie nos invitó a hacerlo o a asistir a la Iglesia”.
El demostrar interés es una forma de motivación muy eficaz. Por ejemplo, se les puede pedir a los jovencitos de doce años que oren diariamente, paguen su diezmo o hagan una obra buena ayudando a sus vecinos necesitados. Estas asignaciones deben ser realistas y fáciles de lograr. Cuando una persona tiene una experiencia de algo de valor, no la va a olvidar fácilmente. Una invitación para tratar algo que valga la pena es muy importante para la enseñanza eficaz. También es esencial que exista una forma de mantener latente el interés para que lo que se planea hacer o el resultado que se obtenga de determinada acción no quede en el olvido.
Los maestros eficientes desempeñan un papel de gran magnitud al introducir estos pasos y así lograr cambios útiles en la vida de las personas. Como lo dijo Henry Brooks Adams: “La influencia del maestro es de carácter eterno y nunca se sabe hasta qué punto llegará”.
























