Octubre de 1984
La recepción y aplicación de las verdades espirituales
Por el presidente Marion G. Romney
Primer Consejero en la Primera Presidencia
Siempre me he sentido impresionado e instruido cuando he contemplado la entrevista que tuvo el Maestro con Nicodemo, el miembro docto del Sanedrín judío que acudió a Jesús con el propósito de aprender más acerca de él, su identidad y su mensaje.
Nicodemo “vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él” (Juan 3:2).
En su búsqueda de la verdad, Nicodemo se sintió motivado a hacer preguntas y buscar conocimiento del Señor; sin embargo, en este momento, solamente alcanzaba a reconocer en el Hijo de Dios a un maestro superior a otros. Tal como lo indica su declaración, su conclusión se basaba en lo que había visto y oído de los milagros del Maestro. No obstante, Jesús inmediatamente enseñó a Nicodemo que el conocimiento que buscaba no debía basarse solamente en la evidencia de ver y oír de un milagro o de ver un gran suceso. Jesús rápidamente señaló la verdad de que no se podía descubrir, ver ni entrar en el reino de Dios sin la ayuda de un proceso de aprendizaje superior, un proceso sensible al mundo infinito de la realidad celestial y que está fuera del alcance del mundo de las percepciones sensoriales.
“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).
Ahora, aunque Nicodemo era un hombre educado, hábil y sabio, no podía comprender el concepto que le presentaba el Maestro. De hecho, se quedó perplejo, pues dijo: “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” (Juan 3:4).
Jesús persistió en su explicación, tratando de iluminar la mente de Nicodemo, y le explicó: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es» (Juan 3:6). Sin embargo, Nicodemo aún no había nacido del Espíritu, y por tanto carecía de la comprensión que se percibe a través de él. Simplemente no podía comprender que Jesús estaba diciendo que hay dos fuentes de conocimiento, dos procesos diferentes de aprendizaje: uno a través de los sentidos normales de la carne, y el otro a través de la voz del Espíritu.
La explicación que el apóstol Pablo dio a los corintios con respecto a este mismo tema enfocaba la misma verdad que explicó el Maestro al hablar con Nicodemo. Pablo dijo a los corintios: “Ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu. . .
“para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.
[Esto es, las cosas del Espíritu, las verdades eternas, el significado de los grandes acontecimientos y señales, y la verdad fundamental, no pueden obtenerse solamente a través de los procesos de aprendizaje de los hombres.] “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.
“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:4-5, 9-10, 14).
En la entrevista que tuvo Jesús con Nicodemo, el Maestro continuó instruyéndole con respecto a la fuente del conocimiento espiritual. Le dijo: “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
“El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu» (Juan 3:7-8).
Al meditar sobre este texto, quedé convencido de que con estas palabras el Maestro estaba afirmando que el conocimiento que hemos de obtener a través del don del Espíritu Santo, el renacimiento del que había hablado el Señor, puede ser tan cierto y seguro para nosotros como el viento que sopla, aun cuando no lo podemos ver. El Señor le estaba enseñando a Nicodemo que el proceso de aprender acerca de las cosas del Espíritu es real, aun cuando aquellos que no han nacido de nuevo no puedan comprender estas cosas.
En estos últimos días, el Señor reafirmó estas verdades básicas a través del profeta José Smith. En la oración dedicatoria del Templo de Kirtland, dada mediante una revelación a José Smith, el Profeta oró: “Y concede, Padre Santo, que todos los que adoren en esta casa aprendan palabras de sabiduría… y que busquen sabiduría, tanto por el estudio como por la fe, así como tú has dicho.”
¿Y con qué propósito?
“. . . que crezcan en ti y reciban la plenitud del Espíritu Santo; y se organicen de acuerdo con tus leyes y se preparen para recibir cuanto fuere necesario” (D. y C. 109: 14-15).
Esta oración establece claramente que el Señor considera que nuestro aprendizaje no está completo hasta que seamos guiados por el Espíritu Santo.
En otra ocasión el Señor dijo: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra,. . . conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32). Solamente a través del Espíritu Santo podemos obtener las verdades que pueden librarnos de nuestros pecados, culpa, conceptos falsos, entendimiento erróneo y hábitos y comportamiento improductivos.
En toda la historia del mundo no ha habido un día como el actual en que el aprendizaje secular haya estado tan avanzado y extenso. No obstante, muchos de los que nos rodean no gozan de las verdades y la libertad que proporcionan aquellas verdades que enseñó el Maestro. Al contrario, a muchos les parece que aquella verdad y la verdadera libertad no están dentro de su alcance.
El fundamento central del plan de salvación del Padre es que para obtener estas verdades y la paz, felicidad, seguridad y libertad que éstas proporcionan a sus adherentes dignos, debemos acudir a la fuente de conocimiento que está fuera del alcance de los procesos de aprendizaje comunes.
El camino que conduce a este conocimiento seguro es un deseo sincero de obtener la verdad de Dios, buscando tal verdad a través de la oración constante, mediante el estudio devoto de las Escrituras de Dios, y a través de un comportamiento recto y caritativo en nuestra vida diaria.
Sin embargo, el Señor sabe que no todos se ajustarán a estas normas, y por tal motivo nos recordó que “la luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no la comprenden” (D. y C. 88:49).
Pero si los Santos de los Últimos Días seguimos los pasos establecidos por el Señor y por sus profetas, podremos obtener y obtendremos comprensión con respecto a la gran dispensación de los últimos días en que vivimos, y de los grandes acontecimientos y tribulaciones preparatorios que han sido profetizados para los últimos días.
Desde el principio se ha revelado la verdad divina a la humanidad a través del don y el poder del Espíritu Santo. Comenzando con nuestro padre Adán, y continuando a través de todas las dispensaciones, se han comunicado las verdades celestiales a los profetas, quienes a su vez han enseñado y registrado estas verdades para el beneficio de aquellos que las aplicarán en sus vidas.
De esta fuente inagotable de verdad eterna hemos recibido conocimiento verdadero con respecto a la naturaleza de Dios y nuestra relación con él, sin el cual nadie puede comprender el propósito de la vida y sus acontecimientos importantes.
Como Santos de los Últimos Días, sabemos del amor que Dios tiene por sus hijos y de su deseo de que cada uno de nosotros aprendamos y utilicemos en nuestras vidas diarias los procesos de sensibilidad espiritual para que podamos recurrir a la fuente ¡limitada de conocimiento y guía que está al alcance de todos nosotros.
Necesitamos este conocimiento inspirado en nuestra vida diaria, al tratar de encontrar a Dios y aplicar sus enseñanzas, al tratar de encontrar a nuestros compañeros eternos, al desempeñar nuestras responsabilidades como padres, al ayudar a los que nos rodean a aprender las verdades del evangelio y encontrar a Dios por sí mismos, al buscar entendimiento en las Escrituras, al aplicar los consejos de los profetas actuales, al meditar sobre la importancia de esta última dispensación en que vivimos, y al tratar de perseverar fielmente hasta el fin. En todas estas cosas y muchas más, de hecho, en todos los aspectos de nuestra vida, necesitamos tener la guía y el conocimiento que solamente podemos obtener de la Fuente más segura.
Al tratar de acercarnos a Dios y experimentar los beneficios que se reciben como resultado de la aplicación de sus enseñanzas en nuestra vida, siempre debemos recordar que Dios espera que apliquemos el conocimiento en nuestra vida diaria a través del servicio a otros. Necesitamos recordar que “cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,
“y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.
“Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;
“estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
“Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?
“¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?
“¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
“Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
“Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
“Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;
“fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.
“Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?
“Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.
“E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mateo 25:31-46).
Debemos aprender a obtener la verdad y la comprensión a través del Espíritu Santo, pues esta verdad afecta fundamentalmente todos los aspectos de nuestra vida; y entonces, la prueba consistirá en aplicar con amor y caridad nuestro conocimiento, nuestra vida, nuestros actos y comportamiento a todos aquellos que estén dentro de nuestra influencia y diario vivir.
























