Conferencia General Octubre 1970
Sostened las manos del presidente de la iglesia

por el presidente Harold B. Lee
Primer Consejero en la Primera Presidencia y
Presidente del Consejo de los Doce
Antes de anunciar al presidente Smith como el siguiente y último orador, y con quien concluirá esta conferencia, me parece apropiado decir una o dos cosas.
Cuando la Iglesia fue organizada primeramente, de hecho, el día que fue organizada, el Señor estaba hablándole a la Iglesia. El no se refería solamente a los seis miembros que la constituían en ese momento; El estaba hablando acerca del presidente de la Iglesia que era el Profeta José Smith en ese tiempo. Y esto es lo que El dijo: «Por tanto, vosotros, la iglesia, andando delante de mí en toda santidad, daréis oído a todas sus palabras y mandamientos que os dará según los reciba;
«Porque recibiréis su palabra con toda fe y paciencia como si viniera de mi propia boca.
«Porque si hacéis estas cosas, no prevalecerán contra vosotros las puertas del infierno; sí, y el Señor Dios dispersará los poderes de las tinieblas de ante vosotros y hará sacudir los cielos para vuestro beneficio y para la gloria de su nombre» (D. y C. 21:46).
Tendremos algunas dificultades para llegar hasta el fin, antes de que el Señor venga a su Iglesia y a todo el mundo en esta última dispensación, la cual abrirá las puertas a la venida del Señor. El evangelio fue restaurado a fin de preparar al pueblo para recibirlo. El poder de Satanás aumentará, vemos las evidencias de esto por todos lados. Habrá dentro de la Iglesia destructivas intromisiones. Habrá, como ha dicho el presidente Tanner: «Hipócritas, que por fuera se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de toda inmundicia» (Mateo 23:27).
Veremos a aquellos que profesan ser miembros de la Iglesia, pero secretamente estarán planeando y tratando de inducir a la gente a no seguir a los líderes que el Señor ha puesto para presidirla. Ahora bien, la única seguridad que tenemos como miembros de esta Iglesia es hacer exactamente lo que el Señor dijo a la Iglesia en aquel día cuando fue organizada.
Debemos aprender a escuchar las palabras y mandamientos que el Señor nos da a través de sus profetas «como ellos los reciben, andando en santidad ante mí;… como si fuera de mi propia boca, con toda paciencia y fe» (D. y C. 21:4-5). Habrá algunas cosas que requieran paciencia y fe. Puede ser que no os guste lo que viene de las Autoridades de la Iglesia. Ya que puede contradecir vuestros puntos de vista políticos, vuestros puntos de vista sociales. Puede interferir en vuestra vida social. Pero si escucháis estas cosas, como si vinieran de la boca del Señor mismo, con paciencia y fe, la promesa es que las puertas del infierno no prevalecerán contra vosotros, sí, y el Señor Dios dispersará los poderes de la, obscuridad ante vosotros y sacudirá los cielos para vuestro bien y la gloria de su nombre. (D. y C. 21:6.)
Ahora tenemos un presidente de la Iglesia que ha llegado a una edad avanzada. Desde que fue establecido como presidente, hace seis meses, ha estado en México con la hermana Smith. Ha estado en el Templo de Arizona, donde dio las llaves del poder de sellar a una nueva presidencia del Templo. Ha estado en las Islas Hawai, donde celebró un aniversario más del colegio de la Iglesia en Hawai, y algunos de los primeros eventos en la historia de esos lugares.
En conexión con esta conferencia, ha habido un intenso trabajo para el Presidente de la Iglesia.
Hace una semana, el jueves, todas las Autoridades Generales, se reunieron en un salón alto del templo, en ayuno y oración, preparándose espiritualmente para esta conferencia. Yo creo que hemos sido testigos del derramamiento del Espíritu, lo cual es una evidencia de la respuesta del Señor a las oraciones que le fueron ofrecidas entonces. El presidente Smith se dirigió a las demás autoridades. El participó en la conferencia de la Sociedad de Socorro y habló a las hermanas. Habló en la conferencia de la Escuela Dominical. Se dirigió a ustedes en la primera sesión de esta conferencia. Se dirigió al sacerdocio en su reunión y se dirigirá nuevamente a ustedes en esta sesión.
Cuando pienso en el papel del presidente Tanner y en el mío propio, como sus consejeros, pienso en la ocasión de la vida de Moisés, en que los enemigos de la Iglesia fueron tal como son en estos días. Amenazaban con vencer, destruir y detener la obra de la Iglesia. Cuando Moisés se sentó sobre la cumbre del collado y levantó la vara de su autoridad o las llaves de su sacerdocio, Israel prevaleció sobre sus enemigos, pero como el día finalizaba, sus manos se pusieron pesadas y comenzaban a caer a sus lados. Pero ellos levantaron sus manos para que no se debilitaran y la vara no cayera. El pudo ser ayudado para que los enemigos de la Iglesia no prevalecieran sobre los santos del Altísimo Dios. (Éxodo 17:8-12.)
Yo pienso que ese es el papel que el presidente Tanner y yo tenemos que cumplir. Las manos del presidente Smith pueden estar muy cansadas. Ellas pueden tender a caer a sus lados algunas veces debido a sus pesadas responsabilidades, pero mientras las sostengamos y os guiemos bajo su dirección conjuntamente, las puertas del infierno no prevalecerán contra vosotros ni contra Israel. Su seguridad y la nuestra depende de si seguiremos o no a los que el Señor ha colocado para presidir sobre su Iglesia.
El sabe quién debe presidir sobre su Iglesia y no cometerá ningún error. El Señor no hace las cosas por accidente. El nunca ha hecho nada accidentalmente. Yo pienso que los científicos y todos los filósofos del mundo, nunca han descubierto o aprendido nada que Dios no supiera ya. Sus revelaciones son más poderosas, más significativas y más substanciases que todas las enseñanzas seculares del mundo.
Mantengamos nuestros ojos sobre el Presidente de la Iglesia y sostengamos sus manos, como el presidente Tanner y yo continuamos haciéndolo.
Presidente Smith, nosotros le honramos y sostenemos en tan alto cargo porque el Señor le ha puesto ahí. Ahora tendremos el placer, nuestro amado Presidente, de darle a usted la oportunidad de dejarnos su bendición al concluir esta gran conferencia.
























