C. G. Octubre 1976
La obra más grande
por el élder Robert E. Wells
del Primer Quórum de los Setenta
La solicitud de… Juan de traer almas a Cristo hizo que el Salvador dijese que este apóstol había escogido la obra más grande.
El Salvador seleccionó un momento muy dramático para recalcar el valor de la obra misional. Después de haber concedido a sus apóstoles el deseo de su corazón, Pedro dijo que deseaba salir rápidamente de esta vida y estar con El en su reino; pero Juan el Amado quiso permanecer y traer almas a Cristo. Imaginemos la importancia de aquel hermoso momento en que Pedro escogió estar con Cristo en su reino en las alturas; y sin embargo, el Salvador se volvió y le dijo: «Juan mi amado, ha deseado poder hacer más, una obra más grande todavía entre los hombres. . .». (D. y C. 7.)
La obra más grande de mi vida ha sido la obra misional, la labor de evangelizar, y me siento grandemente honrado al ser incluido en este histórico Quórum misional de los Setenta.
En esta ocasión quisiera reconocer u aquellos que han representado tanto para mí en mi vida: a mi dulce compañera, que es una gran misionera y se regocija en servir al Señor; a mis hijos, a quienes amo y aprecio, y los cuales son una honra para mí y para mi esposa; a otra dulce compañera que hace tiempo ya, pasó al otro lado del velo; a los padres que honro y amo, y a un padre que también está del otro lado del velo; y al pueblo latinoamericano un pueblo de profecía y un pueblo de promesa, entre quienes he tenido el honor y el privilegio de trabajar y vivir durante más de un cuarto de siglo.
Y deseo dar mi testimonio de que nuestro Padre Celestial vive, nos ama y contesta nuestras oraciones; que Jesús es el Cristo, el Creador de este mundo, el Creador de mundos sin número, quien sufrió, murió por nuestros pecados y resucitó al tercer día, y se halla hoy a la cabeza de esta Iglesia que lleva su nombre.
Testifico que José Smith restauró el evangelio en estos postreros días, y que a nosotros, en la actualidad, nos guía y dirige un Profeta viviente del Señor, a quien ofrezco mi más cariñosa lealtad y obediencia, como lo hacen todos estos grandes hermanos que me rodean. Y lo declaro en el nombre de Jesucristo. Amén.
























