Conferencia General Abril 1978
Somos mayordomos…
presidente N. Eldon Tanner
de la Primera Presidencia
Mis queridos hermanos, he disfrutado mucho de esta reunión, en la que ciertamente ha estado el Espíritu del Señor. Quiero que el presidente Kimball sepa que él ha fortalecido mi determinación de aumentar mis esfuerzos para edificar el reino de Dios.
En verdad, esta mañana se nos ha nutrido con el espíritu de esta obra; se nos ha instruido sobre lo que debemos hacer y cómo debemos hacerlo. Sólo espero y ruego que el Espíritu del Señor nos acompañe al salir de aquí, y que podamos cumplir las instrucciones que hemos recibido, a fin de que El esté complacido con nuestra actuación.
Quisiera daros mi testimonio de que ésta es la Iglesia de Jesucristo. Deseo repetir esas palabras: Esta es la Iglesia de Jesucristo. Este es Su programa, nosotros somos Sus mayordomos y El nos pedirá cuentas de nuestra mayordomía.
Monte Bean dijo en una oportunidad:
«Todo lo que tenemos pertenece al Señor. Nosotros somos Sus mayordomos, y cualquier cosa que El o los líderes de la Iglesia quieran de mí, estaré dispuesto a darlo.»
Qué gran espíritu habría entre nosotros, si comprendiéramos que todo lo que tenemos para administrar, todo lo que reclamamos como nuestro, pertenece al Señor, y que tenemos la responsabilidad de cuidarlo en la misma forma en que El lo cuidaría.
Es mucho lo que se ha hecho, pero hay todavía mucho por hacer, y se hará mejor si seguimos los principios de la mayordomía. Creo que a eso se refería el presidente Kimball cuando dijo en nuestra última reunión de los Servicios de Bienestar:
«Hermanos… teniendo presente estos pensamientos, quisiera exhortaras a seguir adelante en esta gran obra, pues es mucho lo que depende de nuestra buena voluntad para reconocer, colectiva e individualmente, que nuestra presente actuación no es aceptable ni para nosotros, ni para el Señor.» (Liahona, febrero de 1978, pág. 113.)
Ruego humildemente, mis hermanos, que podamos comprender esto al representar al Señor en esta gran obra de bienestar. Y os doy mi testimonio de que es la obra del Señor. Es responsabilidad nuestra llevarla a cabo, y seremos bendecidos de acuerdo con la manera en que llevemos a cabo nuestro deber. Que podamos hacerlo bien, lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.
























