Liahona Septiembre 1987
Casa de Santidad, Casa del Señor
Por Richard M. Romney
El santo templo, la casa del Señor, se puede comparar a un oasis —un lugar de aliento y renovación en un mundo de sequía espiritual. Todo es paz en su interior; su estructura es una de belleza y reverencia, pero sobre todo, es un lugar en donde el Espíritu se comunica.
Los que ahí entran, dejan atrás las cosas del mundo; es ahí donde el hombre va en busca de entendimiento, a hacer promesas, a recibir bendiciones de Dios. Este es el lugar donde profetas y líderes del sacerdocio oran para recibir inspiración; es ahí donde se efectúan ordenanzas sagradas tales como el bautismo por los muertos; es ahí donde los matrimonios se hacen eternos y las familias son selladas para siempre.
Ya sea que pioneros diestros lo hayan esculpido de granito y adornado con fina madera, o que sus letras resplandecientes sobre su moderna torre blanca hayan sido cinceladas en español, chino o alemán, se ha dedicado gran cantidad de tiempo, destreza, energía y recursos simplemente para que exista.
Pero detrás de esos sacrificios se encuentran otros aún mayores: un corazón quebrantado y un espíritu contrito, autodominio, la devoción de toda una vida para buscar primeramente el reino de Dios, el abandono de apetitos temporales a cambio de las riquezas duraderas de la eternidad.
Este es el templo, una casa de santidad. Aquí el Señor se ha aparecido a profetas; aquí ha hecho convenios con sus hijos, tal como lo hizo en el antiguo Israel y en la América antigua. Y hoy, en la casa del Señor, continúa haciendo la misma cosa en todo el mundo.
“Regocíjese el corazón de vuestros herma’ nos, así corno el corazón de todo mi pueblo, que con su tuerza ha construido esta casa a mi nombre.
“Porque he aquí, he aceptado esta casa, y mi nombre estará aquí; y me manifestaré a mi pueblo en misericordia en esta casa.
“Sí, me manifestaré a mis siervos y les hablaré con mi propia voz, si mi pueblo guarda mis mandamientos y no profana esta santa casa.
“Sí, el corazón de millares y decenas de millares se regocijará en gran manera como consecuencia de las bendiciones que han de ser derramadas, y la investidura que mis siervos han recibido en esta casa.
“Y la fama de esta casa se extenderá hasta los países extranjeros; y éste es el principio de las bendiciones que se derramarán sobre la cabeza de mi pueblo.” (D. y C. 110:6-10.)
“. . . que sea ésta una casa de oración, una casa de ayuno, una casa de fe, una casa de gloria y de Dios, sí, tu casa;
“que todas las entradas de tu pueblo en esta casa sean en el nombre del Señor.” (D. y C. 109:16-17, de la oración dedicatoria del Templo de Kirtland.)
“Es razonable el hecho de que las relaciones familiares continúen después de la muerte. Es algo que añoramos. El Dios del cielo ha revelado una manera mediante la cual esto puede llevarse a cabo: las sagradas ordenanzas de la casa de Señor lo hacen posible. ’’ (Gordon B. Hinckley, ‘Why These Temples?’ en Temples of the Church of Jesús Christ of Latier-day Saiuts, 1981, pág. 6.)
“Aprenderéis acerca de la creación de este mundo y de cuando nuestros primeros padres fueron puestos en el Jardín de Edén. Sabréis cómo Satanás tentó a Adán y a Eva y cómo fueron expulsados del Jardín de Edén y de la presencia de Dios a nuestro mundo, con su oposición en todas las cosas. Aquí fue donde llegaron a conocer los gozos así como los dolores de la vida” (In His House, en Temples, pág. 11).
“En el templo organizamos la familia, la más pequeña y a la vez la más básica de todas las organizaciones en la Iglesia. No es una organización temporaria sino que es la única organización permanente y eterna sobre la tierra, ya que se hace ‘eterna’ mediante el poder sellador y la autoridad del sacerdocio. Existirá después de la muerte. Existirá por las eternidades como una organización permanente.» (A. Theodore Tuttle, ‘Prophecies and Promises’, en Temples, pág. 54.)
“Es bueno estar en el templo, la casa del Señor, un sitio donde el sacerdocio instruye, un sitio de paz, de convenios, de bendiciones y de revelación. . . El templo, con sus dones y bendiciones, está abierto a todos aquellos que obedecen los requisitos del evangelio de Jesucristo. . . Las ordenanzas que allí se efectúan son sagradas, no misteriosas. Todos los que aceptan el evangelio, lo obedecen y se conservan puros, pueden tomar parte en ellas.” (John A. Widtsoe, ‘Mirando hacia el Templo’, Liahona, marzo de 1968, pág. 17.)
“¿Cómo podré aceptar vuestros lavamientos, si no los efectuáis en una casa que hayáis erigido a mi nombre?
“Porque por esta causa le mandé a Moisés que edificara un tabernáculo. . . y que construyera una casa en la tierra de promisión, a fin de que se pudieran revelar las ordenanzas que habían estado ocultas desde antes que el mundo fuese.
“Por tanto, de cierto os digo que vuestras unciones y lavamientos y vuestros bautismos por los muertos, y vuestras asambleas solemnes. . . son conferidos mediante la ordenanza de mi santa casa, que a mi pueblo siempre se le manda construir a mi santo nombre.
“Y de cierto os digo, edifíquese esta casa a mi nombre, para que en ella pueda yo revelar mis ordenanzas a mi pueblo;
“porque me propongo revelar a mi iglesia cosas que han estado escondidas desde antes de la fundación del mundo, cosas que pertenecen a la dispensación del cumplimiento de los tiempos.
“Y le mostraré a mi siervo José todas las cosas concernientes a esta casa, y su sacerdocio. . . ” (D. y C. 124:37-42.)’
“Si vais al templo y tenéis presente que la enseñanza que allí se imparte es simbólica, y si vais con el debido espíritu, nunca saldréis de él sin que vuestra visión se haya ampliado, sin sentiros un poco más elevados, sin que vuestro conocimiento haya aumentado en lo tocante a las cosas espirituales. El plan de enseñanza es excelente; es inspirado. El Señor mismo, el Maestro de maestros. . . hablaba de las experiencias comunes tomadas de la vida de sus discípulos. . . Habló de la semilla de mostaza y de la perla. Deseaba enseñar a quienes le escuchaban, y por esa razón les hablaba de cosas sencillas en un sentido simbólico. . .
“El templo mismo llega a ser un símbolo. Si habéis visto de noche uno de los templos, totalmente iluminado, conocéis la impresión que esa vista produce. La casa del Señor, bañada de luz, destacándose en medio de la obscuridad nocturna, viene a ser un símbolo del poder y la inspiración del Evangelio de Jesucristo, que se eleva como un taro en un mundo que se hunde cada vez más en la obscuridad espiritual.” (Boyd K. Packer, El Santo Templo, folleto, 1982, págs. 7-8.)
“La mejor forma de prepararse es entender los principios básicos del evangelio, tales como la fe en el Señor, el arrepentimiento completo, el bautismo, la oración y el testimonio. Con este fundamento no es difícil entender. .. Todo en el templo se centra en la vida, misión y expiación de Jesucristo. Prácticamente todo lo que sucede en el templo testifica de su divinidad y nos enseña a seguir su ejemplo de amor, servicio, fidelidad y consagración. Todos los templos son literalmente una Casa del Señor, donde El y su Espíritu pueden morar.” (Preparación para asistir al templo, filmina, 1984.)
“De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?
“. .. ¿Qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan. . .
“Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales.
“Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria.
“Así también es la resurrección de los muertos…” (1 Corintios 15:29, 32, 40-42.)
“El velo fue retirado de nuestras mentes, y los ojos de nuestro entendimiento fueron abiertos.
“Vimos al Señor sobre el barandal del pulpito, delante de nosotros; y debajo de sus pies había un embaldosado de oro puro del color del ámbar.
“Sus ojos eran como llama de fuego; el cabello de su cabeza era blanco como la nieve pura; su semblante brillaba más que el resplandor del sol; y su voz era como sonido del estruendo de muchas aguas, sí, la voz de Jehová, que decía:
“Soy el primero y el último; soy el que vive, soy el que fue muerto; soy vuestro abogado ante el Padre.» (D. y C. 110:1-4.)
“Iba varios pasos más adelante que mi abuelo [el presidente Lorenzo Snow] cuando me detuvo para decirme. . . ‘Fue aquí donde se me apareció el Señor Jesucristo al tiempo de la muerte del presidente Woodruff… Estaba parado aquí, a aproximadamente un metro del suelo; parecía como si estuviese sobre una plancha de oro puro.’
“Mi abuelo procedió a contarme cuán gloriosa es la imagen del Salvador y me describió Sus manos, pies, semblante y hermosas túnicas blancas, todo lo cual era de tan exquisita blancura y esplendor que casi ni podía mirarle.
“Entonces mi abuelo dijo:. . . ‘Quiero que recuerdes que éste es el testimonio de tu abuelo, que él te contó, por boca propia, que en verdad vio al Salvador aquí en el templo y habló con El cara a cara.’ ” (Allie Young Pond, diario personal.)
“El hombre que había preparado la argamasa (yeso) para el exterior de las paredes (del Templo de Kirtland) les había pedido a los Santos que donaran sus vasos de cristal y porcelana astillados para molerlos y mezclarlos con la argamasa. Los armarios y gabinetes donde guardaban la porcelana quedaron casi vacíos con el fin de preparar suficiente material que contuviera las brillantes partículas que resplandecían con los rayos del sol como si las paredes tuviesen incrustadas innumerables piedras preciosas.” (E. Cecil McGavin, Improvement Era, octubre de 1940, pág. 595.)
“Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.” (Salmos 27:4)
“En su templo todo proclama su gloria.” (Salmos 29:9.)
“Nos acordamos de tu misericordia, oh Dios, en medio de tu templo.” (Salmos 48:9.)
“Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones.
“Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas.” (Isaías 2:2-3.)
“Vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis.” (Malaquías 3:1; véase también 3 Nefi 24:1; D. y C. 36:8.)
“Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo. . . ” (Mateo 26:55.)
“Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones?” (Marcos 11:17).
“Y movido por el Espíritu, [Simeón] vino al templo” (Lucas 2:27).
“¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo…?”(1 Corintios 9:13.)
“Y yo, Nefi, edifiqué un templo, y lo construí según el modelo del templo de Salomón, salvo que no se construyó de tantos materiales preciosos, pues no se hallaban en el país; por tanto, no se pudo edificar como el templo de Salomón. Pero la manera de su construcción fue semejante a la del templo de Salomón; y su obra fue sumamente hermosa.” (2 Nefi 5:16.)
“. . . Espíritus selectos. . . fueron reservados para nacer en el cumplimiento de los tiempos, a fin de participar en la colocación de los cimientos de la gran obra de los últimos días,
“incluso la construcción de templos y la efectuación en ellos de las ordenanzas para la redención de los muertos. . . ” (D. y C. 138:53-54.)
“. . . Hemos suplicado larga y devotamente a favor de éstos, nuestros fieles hermanos, pasando muchas horas en la sala superior del Templo suplicando al Señor orientación divina.
“Él ha escuchado nuestras oraciones. . . ” (D. y C., Declaración Oficial 2.)
“El Señor ha decretado el establecimiento de Sión; ha decretado que se termine la construcción de este templo, ha decretado que se provea la salvación de los vivos y los muertos en estos valles de las montañas.
Y el Dios Todopoderoso ha decretado que el Diablo no frustrará esta obra.” (Wilford Woodruff, de un discurso pronunciado en una sesión dedicatoria del Templo de Salt Lake, abril de 1893.)
“Además, de cierto así dice el Señor: Continúese sin cesar la obra de mi templo, así como rodas las obras que os he señalado; y redóblense vuestra diligencia, perseverancia, paciencia y obras, y de ningún modo perderéis vuestro galardón, dice el Señor de las Huestes.” (D. y C. 127:4.)
“A fin de que todo lo que registréis, sea registrado en los cielos; lo que liguéis en la tierra, sea ligado en los cielos; lo que desatéis en la tierra, sea desatado en los cielos.” (D. y C. 127:7; véase también Mateo 16:19, 18:18.) □
























