Liahona Noviembre 1987
Casados y solteros unidos en la fe
por Kathleen Lubeckso
Los miembros casados y los solteros pueden trabajar juntos para ayudar a que todos disfruten de las bendiciones de la actividad en la Iglesia.
George Merrill nunca se imaginó que le podría suceder a él. Había visto cómo le sucedía a otra gente mientras servía como presidente de estaca, presidente de misión y representante regional, pero a él lo tomó totalmente por sorpresa.
Después de treinta y ocho años de matrimonio, el hermano Merrill estaba solo otra vez; su esposa había fallecido.
“Si uno jamás ha perdido a su cónyuge, es muy difícil entender la situación”, dice. “Aun cuando no deseamos pensarlo, en un breve instante podríamos volver a quedar solos. Si pensamos en cómo sería, entenderíamos mejor por lo que pasan las personas solteras.” Hace tres años que el hermano Merrill perdió a su esposa; en la actualidad está casado en segundas nupcias.
Ser soltero se está haciendo muy común
La experiencia del hermano Merrill no es única. El vivir solo se está haciendo muy común en la Iglesia, especialmente entre las mujeres. En los Estados Unidos de América, aproximadamente un tercio de todos los miembros casados de la Iglesia estarán divorciados o viudos antes de cumplir los sesenta años. En algunas regiones específicas, este porcentaje es aún mayor.
“Se suponía que cualquier miembro de la Iglesia que deseaba casarse podía hacerlo”, dice Maríe Comwall, profesora asistente de sociología en la Universidad Brigham Young, en Provo, Utah. “Sin embargo, cada vez hay más Santos de los Ultimos Días solteros.
El perfil demográfico de la Iglesia también está cambiando. La cantidad de miembros divorciados va en aumento, aumentando así el número de padres solteros. No hay tantos solteros varones como mujeres y ahora se está haciendo más difícil para una gran cantidad de mujeres activas en la Iglesia casarse con miembros, especialmente en regiones donde predomina la gente que no es miembro de la Iglesia. Se enfrentan ante la posibilidad de no casarse o de casarse con alguien que no es miembro de la Iglesia. En los Estados Unidos, por cada 100 solteras activas de treinta años de edad o mayores, hay solamente 19 solteros activos.
A menudo se hace difícil ayudar al gran número de miembros solteros a que participen en los barrios y ramas comunes y corrientes. El ser aceptado como parte del barrio o de la rama es importante, además de tener oportunidades de servir a otros miembros.
La sensación de formar parte del grupo
El primer paso para lograr esa sensación de formar parte del grupo, dice Jolayne Wilson, es que los solteros tomen la iniciativa. “Al mudarme a mi nuevo barrio me hice el propósito de ir a hablar con el obispo a la semana de estar ahí. Le dije que estaba preparada para empezar a trabajar y ser parte del barrio. Al poco tiempo estaba trabajando como supervisora de las maestras visitantes, lo que me dio la oportunidad de conocer a mucha gente.
Me gustó mucho ese barrio porque era parte de él y porque los miembros me hicieron sentir bienvenida de inmediato, tratándome como un miembro valioso del barrio.
Elizabeth Shaw Smith, miembro de un barrio para solteros antes de su reciente matrimonio, descubrió la misma cosa: Si uno es amigable, la demás gente también lo será con uno. Si se va a la Iglesia preparado para trabajar, para cumplir con una responsabilidad, para hablar con la gente y dejar de preocuparse por uno mismo, la gente aceptará y responderá.
¿Cuáles son algunas de las maneras en que se puede ayudar a que los miembros solteros se sientan bienvenidos? Es difícil generalizar cómo les gustaría a todos ellos que se les tratara, dado que las necesidades varían, como sucede con la gente casada. Pero, en todo caso, a continuación se dan algunas sugerencias que pueden ayudar a que estos hermanos se sientan amados, aceptados y valiosos, sin importar de dónde sean.
- Trate a los solteros como amigos, iguales y adultos
La amistad no tiene límite de edad, nacionalidad o estado civil. Al trabajar unidos en el evangelio, la gente tiene grandes oportunidades de compartir la amistad y los intereses comunes.
Sin embargo, a veces hay actitudes inconscientes que la hacen más difícil. Por ejemplo: “Se supone que, por lo general, los hombres solteros son indignos”, dice Ralph Finlayson, un miembro soltero. “Hay personas que tienden a pensar que porque uno es soltero tiene que tener algún problema, y tal actitud puede ser dolorosa. Casi todas las personas solteras, incluyendo a los varones, preferirían formar parte de un buen matrimonio.”
“Conozco a un hombre con cinco hijos que fue relevado de su cargo en el barrio cuando se divorció”, cuenta el hermano Merrill. “Ese hombre se sintió rechazado por la Iglesia; llegó a pensar que incluso nadie quería sentarse a su lado.”
- Pida a los solteros que acepten llamamientos
“Sería bueno dar cargos importantes a los solteros capacitados y dignos”, dice el hermano Merrill. “Necesitan la oportunidad de rendir un servicio significativo.” “En mi estaca tenemos consejeros solteros en algunos obispados, varios integrantes del sumo consejo, y mujeres solteras que son presidentas de organizaciones auxiliares”, dice la hermana Smith. “Nuestros líderes locales del sacerdocio se han dado cuenta que los solteros son útiles, competentes y una gran fuente de recursos.”
- Incluya a los solteros en las actividades del barrio y la estaca
A veces no se toma en cuenta a los solteros y no se les invita a las fiestas de los quórumes, a las excursiones al templo o a otras actividades. O, si se les invita, con frecuencia se sienten incómodos al ir solos.
“Si el barrio efectuara fiestas del quorum de élderes o del grupo de los sumos sacerdotes, se debe invitar a las hermanas y hermanos solteros de las edades respectivas”, aconseja el hermano Merrill. “Y es importante invitarlos a que asistan con usted y su esposa, porque a veces son reacios a asistir solos, o piensan que la actividad es sólo para matrimonios.”
El hermano Merrill pone hincapié en que las necesidades de los solteros son un tanto diferentes a las de los casados. “Debemos proporcionarles la oportunidad de conocer a otros solteros en alguna actividad especial. Las conferencias, las charlas fogoneras y las actividades sociales están bien, pero los solteros necesitan la oportunidad de servir juntos, tal como lo hacen los matrimonios.”
- Sea consciente del hecho de que muchos adultos no están casados
“Somos una iglesia orientada hacia la vida familiar, y así es como debe ser”, dice el hermano Merrill, “pero a menudo decimos o hacemos cosas, sin pensar, que hacen que los solteros se alejen.”
En un barrio, sólo a las parejas de casados se les pedía ofrecer las oraciones en la reunión sacramental; en otro, se hacían los anuncios de prácticas deportivas para “adultos”, y para “solteros”. En otros barrios, tanto las maestras de la Sociedad de Socorro como los maestros de quórumes a menudo dirigen las lecciones hacia aquellos que están casados.
Una mujer soltera de casi cuarenta años de edad le teme a las entrevistas con la presidencia de la estaca para obtener una recomendación para entrar al templo, porque siempre le preguntan: “Es una mujer atractiva ¿por qué no se ha casado?” A esta pregunta le siguen otras específicas sobre su vida social. Es doloroso, porque a ella le gustaría estar casada, pero es algo que no depende sólo de ella.
“De la misma forma en que los matrimonios que no pueden tener hijos aprecian el que no se les hagan preguntas a cada rato sobre la razón por la que no los tienen, los miembros solteros aprecian la delicadeza de los que no les están preguntando constantemente sobre su soltería”, explica Marie Cornwall.
- Sea consciente de las necesidades especiales de los solteros
El hermano Merrill comenta que “los solteros pueden necesitar más atención que los matrimonios comunes. Muchos de ellos llegan a su hogar para encontrar una casa vacía; necesitan a alguien con quien pueden hacer algo o con quien conversar.”
Muchas personas solteras necesitan maestras visitantes o maestros orientadores que realmente se interesen por ellas. Por ejemplo, una madre sola puede necesitar maestros orientadores que sirvan como un modelo positivo para su hijo adolescente para invitarlo a actividades deportivas o sociales. Los hombres solos con hijos pueden necesitar ayuda para solucionar problemas, los cuales no están preparados para enfrentar solos; aquellos que tienen que vivir separados de sus hijos pueden sentirse terriblemente solos.
Las personas casadas a menudo piensan que los solteros tienen pocas responsabilidades y viven vidas simples, dice la hermana Cornwall; sin embargo, esto por lo general no es así. “Debido a que no tiene un compañero para compartir las tareas diarias, la persona soltera tiene que hacerlo todo, además de ganarse la vida. Estar a cargo de todo en el hogar es difícil, especialmente si la persona tiene hijos.”
Un barrio donde la gente sea sensible a las necesidades de los demás puede ser una gran ayuda, tanto para los miembros casados como para los solteros. El éxito empieza interesándose en los demás, trabajando unidos, haciendo posible la comunicación y aprendiendo a no ofenderse fácilmente. No existen principios del evangelio distintos para casados y solteros, sino que cada uno está ayudando activamente en la edificación del reino. El amor a Dios y a los semejantes es la base del progreso eterno. □
























