Liahona Agosto 1962
La Gran Obra de la A.M.M.
Por el presidente David O. McKay
Verdaderamente, los miembros de la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días son individuos que se ayudan mutuamente en una vida de productividad-una vida orientada hacia la salvación del ser humano. Al decir salvación no me refiero a aquella gloriosa condición de la vida venidera en que habrán de cesar nuestras preocupaciones y necesidades, sino a la situación actual—aquí y ahora—que comprende tanto al individuo como a la familia y a la sociedad. Mediante el evangelio de Jesucristo y la perfecta organización de la Iglesia, revelados en esta dispensación al profeta José Smith, estamos ayudándonos espiritualmente unos a otros, aprovechando las innumerables oportunidades que tenemos de participar en los programas de su plan. Asimismo, a través del sistema unificado de escuelas y del Programa de Bienestar, estamos ayudándonos mutuamente en el campo educacional y temporal; prácticos y evidentes beneficios están, día a día, resultando del esfuerzo combinado de todos los Santos de los Últimos Días.
Con la asociación y la actividad en los distintos quórumes del sacerdocio, en las varias organizaciones auxiliares y en nuestras reuniones sociales y espirituales, estamos fomentando la hermandad humana. Por medio de nuestras Asociaciones de Mejoramiento Mutuo que, como las demás organizaciones auxiliares de la Iglesia, operan bajo la dirección del sacerdocio, estamos proveyendo a nuestra juventud de medios tendientes a asegurar una constante actividad y recreación sanas. Es de tal forma que la Iglesia fomenta la faz práctica y cotidiana de la vida.
El objetivo primordial de las Asociaciones de Mejoramiento Mutuo, es ayudar a llevar a cabo, bajo la inspiración y la guía del Señor, la inmortalidad y la vida eterna del hombre.
Nuestro directo e inmediato propósito, es depositar en los corazones de la juventud de Sión un firme y real testimonio de la divinidad de la obra de Dios, sin el cual no puede obtenerse la vida eterna, porque “. . . ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Juan 17:3.)
Nunca antes, en toda la historia de la Iglesia, ha habido tanta influencia insidiosa entre nuestra gente como en la actualidad, con respecto a la actividad. Nunca antes se ha visto una juventud tan amenazada como hoy. No creo ser una de esas personas pesimistas o que piensan que la juventud moderna es peor que la de ataño. En verdad, tengo tanta confianza en nuestros muchachos y jovencitas, como la que habréis tenido vosotros, padres y madres, en vuestros hijos e hijas hace veinte o más años. La mayoría de los jóvenes de hoy son tantos o más serios, piensan y consideran tanto o más la religión, y aman tanto o más la verdad que aquéllos de antaño. Pero las condiciones existentes en la actualidad son, en realidad, tanto o más graves que las de años anteriores. Hoy, es evidente la mayor cantidad de influencias malignas que tratan de desviar a la juventud por senderos prohibidos.
Aun algunos de nuestros jóvenes y señoritas piensan que las normas de la moralidad han cambiado. Pero os digo que las normas de moral de los Santos de los Últimos Días nunca cambiarán; no deben cambiar jamás. Las reglas morales de los que son del mundo podrán ser cambiadas, enmendadas o rebajadas, y hasta podrían sus influencias penetrar en nuestro propio ámbito social, pero nuestras normas han de mantenerse y conservarse por siempre. Para ello es menester que todo joven de la Iglesia conozca y comprenda cabalmente dichas normas.
¿Sobre quién descansa entonces esa responsabilidad? La A.M.M., con sus clases instructivas y con sus actividades en música, bailes, deportes y arte dramático—de las que participan no sólo los jóvenes, sino también los que quieren permanecer jóvenes—, tiende a establecer un medio de vida completo y deseable.
Uno de los deberes de la A.M.M. es presentar dramas que no solamente entretengan sino que asimismo sean edificantes y educativos—que realcen lo mejor de las relaciones humanas. Esto debiera llevarse a cabo por varias razones, pero principalmente por dos de ellas:
En primer lugar, los jóvenes, al memorizar sus conservaran en sus mentes algunos pasajes que podrían influir sanamente en sus vidas. Y la segunda y más importante razón es que, mediante estas obras dramáticas, podrán poner de manifiesto su íntima personalidad ante la concurrencia. Para la gente joven, especialmente, una obra bien escrita y distribuida, es no solo un espejo de la naturaleza”, sino la realidad misma.
Los dramas son una fase muy importante dentro de la obra de la A.M.M., y constituyen un eficaz instrumento para la creación y el cultivo de una firme preferencia por lo mejor y más elevado de la literatura y de la vida misma.
En una de Sus revelaciones modernas, el Señor declaró que la canción de los justos es una oración para nuestro Padre Celestial. (Doc. y Con. 25:12.) Os recomiendo que disfrutéis y cultivéis este arte divino que es la música. Tratad de inclinaros hacia la buena música, para que penetre vuestros corazones. La participación en las actividades y festivales musicales propiciados por la A.M.M., os ayudarán en ello.
Hace varios años, “la gran señora de la A.M.M.”, Ruth May Fox, escribió un poema que, habiéndosele puesto música, ha llegado a ser “el animoso himno de la Mutual.” Vosotros, los que amáis a la Asociación de Mejoramiento Mutuo, y que trabajáis en ella, reconoceréis enseguida estas inspiradas palabras:
“Constantes cual firmes montañas unidos en gran valor, en la Roca nos fundamos, la Roca del Salvador. . .
En honor y virtud plantada, y fe en nuestro Dios, su bandera desplegamos sobre la soledad. . .”
También yo quiero unir mi voz a la vuestra, oh juventud de Sión, para decir:
“Cantad, juventud bendita: ¡A vencer, a vencer, a vencer…!”

























Me bauticé en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, en el año 1971, pero todavía existía la A.M.M. Qué preciosa organización, aunque no participé en ella por razones de trabajo, pero la juventud era grandemente edificada y cultivada por ese medio. Gracias por publicar este magnífico artículo de un amado Profeta.
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