La verdad y la revelación moderna

La verdad y la revelación moderna

por el presidente David O. McKay
Liahona Octubre 1965

El evangelio y las cosas espirituales debe­rían ocupar siempre el primer lugar en las mentes de los miembros de nuestra Iglesia. Si dedicáramos más tiempo a las cosas real­mente importantes de la vida, y menos a las cosas pasajeras; si resistiéramos las tenta­ciones que se presentan en nuestro camino y aplicáramos el evangelio en nuestro diario vivir, realmente llegaríamos a ser una Luz en el monte, una Luz que no se puede ocultar.

Si dedicáramos más tiempo a estudiar la revelación moderna que las Doctrinas y Convenios contienen, apreciaríamos más la magni­tud de la maravillosa obra que ha sido estable­cida en esta dispensación. Es muy común decir que la Iglesia es lo más maravilloso del mundo. Y lo es, pero a medida que penetramos más y más en su doctrina, nos damos cuenta a qué grado se adapta al individuo, a nuestra vida en el hogar, y a nuestras relaciones so­ciales. Cuando estudiamos la doctrina desde el punto de vista del ambiente en que vivimos o de los descubrimientos científicos, nuestros corazones se regocijan al ver la bondad de Dios al darnos el privilegio de conocer el evangelio de Jesucristo.

La revelación condene consejos

Casi podríamos decir que todos los pasajes de las Doctrinas y Convenios están repletos de admoniciones, y rebozan de inspiración y revelación para el hombre* Algunas veces esa revelación está concentrada en unas pocas pa­labras, pero si nos detenemos a analizarlas; podemos apreciar cuan íntimamente relacio­nadas están con la verdad. Tomemos por ejemplo la maravillosa y sencilla revelación en cuanto al gobierno del sacerdocio: “Nin­gún poder o influencia se puede ni se debe mantener, en virtud del sacerdocio, sino por persuasión, longanimidad, benignidad y man­sedumbre, y por amor sincero.” (Doc. y Con. 121:41.) Pensad solamente en la palabra “sincero”.

El amor que se simula no tiene ninguna influencia, pero el amor sincero tiene el poder de llegar al corazón. La revelación continúa: “Reprendiendo a veces con severidad,… y entonces demostrando amor crecido hacia aquel que has reprendido, no sea que te estime como su enemigo.” (Doc. y Con. 121:43.) ¡Qué maravi­llosa amonestación en cuanto al gobierno, no sólo en los quórumes del sacerdocio de la Iglesia, sino también en nuestra vida en el hogar y en todos los aspectos de nuestras relaciones con nuestros semejantes.

Considerad un momento las palabras del Señor en cuanto al valor de las almas: “Recordad que el valor de las almas es grande en la vista de Dios” (Doc. y Con. 18:10.) O la revelación en cuanto a las riquezas: “No busquéis riquezas sino sabiduría; y he aquí, los misterios de Dios os serán revelados y entonces seréis ricos. He aquí, rico es él que tiene la vida eterna.” (Doc. y Con. 6:7.)

La fidelidad produce fe y regocijo

Podemos seguir analizando revelación por revelación, tal como están expresadas en las Doctrinas y Convenios, lo que dará como resultado que el Santo de los Últimos Días logre una fe que lo haga regocijarse dentro de esta grande y maravillosa organización colocada entre los hom­bres para su salvación.

Yo no es de menor valor la revelación conocida como la Palabra de Sabiduría. Hay solamente uno o dos pequeños párrafos que se refieren al uso de bebidas fuertes: “Que si entre vosotros hay quien beba vino o bebidas alcohólicas, he aquí, nos es bueno. … (Doc. y Con. 89:5.) Simplemente unas pocas palabras que parecen no tener mucha importancia, pero allí están. Las bebidas alcohólicas no son buenas para el cuerpo. Esta revelación que fue dada hace 132 años, es la palabra de Dios, no sólo para las personas que son miembros de la Iglesia, sino para todos los habitantes de la tierra, doquiera que este libro haya sido publicado, doquiera que haya sido distribuido por los élderes de la Iglesia, la palabra de Dios ha sido proclamada al mundo.

Por revelación se dijo a la gente que estas bebi­das intoxicantes no son buenas, y sin embargo mu­chos rechazaron estas palabras. Han sido como la gente del Israel antiguo con los dioses de Baal. Elías vino entre ellos y les dijo: “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre los pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra” (7 Reyes 18:21.) En esa época, la gente también vaciló; muchos de ellos sabían que el Dios de Israel era omnipotente, que podía salvarlos, pero los otros dioses ofrecían placeres, indulgencia. La gente titubeó, y algunos trataron de servir y prestar obediencia a ambos dioses. El profeta Elías les dijo que dejaran de servir hoy a un Dios para volver mañana a las en­señanzas del otro. Vosotros sabéis de la prueba que se realizó, los resultados y la muerte que sobrevino a los sacerdotes de Baal.

Muchos vacilan entre dos opiniones

Durante 132 años la gente ha estado recibiendo la palabra de Dios, y se le ha dicho que prescinda del uso del tabaco y las bebidas fuertes, y aún así muchos desobedecen. ¿Por cuánto tiempo, Israel, dudarás entre dos opiniones? El Señor ha dicho que las bebidas alcohólicas no son buenas. Los hombres declaran: “No queremos que la gente beba más cer­veza; lo que queremos es más gente que beba cerve­za.” ¿Cuál de estas dos enseñanzas seguirá la gente? Una es la voz del Señor que declara que la cerveza, y otras bebidas alcohólicas no son buenas; la otra dice que sí que son buenas, y quiere que más gente desarrolle el gusto por ellas. “¿Hasta cuándo claudi­caréis vosotros entre dos mandamientos?”

¿Qué significado tiene para la raza humana la obediencia a la palabra de Dios y la abstención del uso de narcóticos y de bebidas alcohólicas? Signi­fica una humanidad más fuerte, intelectos más bri­llantes, organismos más vigorosos y perfectos, espo­sos mejores y más fieles, padres más cariñosos y dedicados; que la paternidad transmitirá a sus descendientes hábitos sanos y fuerza de voluntad para resistir las tentaciones; significa hogares felices, es­posas contentas, niños mejor vestidos y educados, una ciudadanía que se preocupa por edificar una nación vigorosa y libre. Significa salvación para todos en el Reino de Dios. ¿Os parece poco?

La tolerancia conduce a la depravación

Analicemos ahora lo que quiere decir tolerancia. Significa una humanidad débil, sin voluntad, orga­nismos que transmitirán enfermedades a las genera­ciones venideras, acortar la vida en un suicidio lento, desordenar las facultades mentales; es sinónimo de hogares deshechos, de viudas desconsoladas, niños indigentes, una sociedad débil; mutilación y muerte en nuestras carreteras. ¡Este es el significado de la tolerancia!

Los miembros de la Iglesia deben resolverse a vivir de acuerdo con las enseñanzas y consejos que se nos han dado. Deberíamos ser lo suficientemente fuertes para poner en práctica los principios que se nos enseñan y después de hacerlo, ver que podamos influir en nuestros hijos, recordando siem­pre que en la enseñanza de nuestros hijos, el ejemplo en el hogar es de más valor que las palabras. Los niños tienen derecho a nacer en un hogar decente, ya sea en una choza de barro o en un palacio, no importa dónde, lo que importa es que nazcan con fuerza, moral y rodeados de valiosas fuerzas espiri­tuales.

“¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él.”

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