La Maternidad
Por el presidente David O. McKay
(El siguiente discurso fué pronunciado el Día de las Madres, en tributo a la maternidad, el 14 de mayo de 1944 por el presidente David O. McKay en la Escuela Dominical del Barrio Veintiséis (Pioneer Stake).
“Dice a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dice al discípulo: He ahí tu madre”. (Juan 19:26-27).
Mis hermanos y hermanas:
Este es un servicio muy impresionante, y particularmente se debe a la presencia de tantas madres, a su contribución personal en el programa. Ustedes estarán de acuerdo conmigo que cada número ha sido no solamente apropiado sino eficiente — los discursos, los cantos, la música sacramental, y la Santa Cena misma, administrada tan idealmente por los presbíteros y diáconos.
La hora sacramental es un lapso de contemplación, en el que hacemos convenios. Debemos llevar en mente el sacrificio que ofreció el Salvador, y lo sucedido en Getsemaní cuando introdujo el sacramento en La Ultima Cena. La Santa Cena no es la Cena del Señor. Los apóstoles habían participado de las pascuas antes que el Señor hubiera instituido la Santa Cena. Nosotros tenemos el privilegio de participar ahora en la misma forma que lo hicieron los Once cuando Cristo lo instituyó una noche antes de ir a Getsemaní.
Deseo llamarles la atención esta mañana a los principios de un hogar ideal como fue proyectado durante la vida de Cristo. Sabemos poco acerca de la vida hogareña de Jesús, y nunca la he asociado con el Día de las Madres; pero creo que el Salvador nos da un mensaje con respeto al Día de las Madres como lo hace en cada otra fase de nuestra vida.
Un artista conocido, una vez gravó un impresionante cuadro de María, que la presentaba hincada al lado de una cuna acariciando amorosamente en sus manos la mano suave de su niño dormido.
Las lágrimas se asoman a sus ojos y ruedan por sus mejillas mientras ella, adivinando el futuro, ve la gran responsabilidad que su querido ha de asumir y el enorme sacrificio que ha de hacer cuando haya llegado a ser hombre. En la parte inferior del cuadro existe la siguiente referencia:
“Y una lanza le abrirá su costado”.
El artista pinta a la Madre al hacer recuerdo de una profecía que se expresó cuando se bendijo al niño en el Templo:
“Este es puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel; y para señal a la que será contradicho;
“Y una espada traspasará tu alma de ti misma, para que sean manifestados los pensamientos de muchos corazones”. (Lucas 2:34-35.)
Solamente conocemos cortos relatos sobre María y Jesús en relación de Madre e Hijo, pero en esos cortos párrafos vemos reflejada la vida ideal habida entre padre, madre e hijo.
La niñez de Jesús
Cuando José y María regresaron de Egipto vivieron en Nazaret. Algunos de ustedes muchachos y muchachas quizá irán allí algún día; y si así es verán una pequeña carpintería que está dentro de una Iglesia. La gente del pueblo les dirá que esa es el taller en el cual Jesús trabajó con su padre cuando niño. Yo no sé. Todo lo que sabemos es que su padre fué carpintero y que Jesús sin duda trabajaba a su lado.
Durante los primeros años de la niñez de Jesús, los padres iban cada año a Jerusalén a la Fiesta de las Pascuas. Cuando Jesús cumplió doce años de edad, sus padres le llevaron a la Capital. Al terminar las fiestas, se pusieron en marcha hacia su casa. Ellos pensando que Jesús estaba jugando con otros niños del grupo, siguieron andando sin percibir que no estaba en el grupo. Al no encontrarlo entre sus conocidos, regresaron a Jerusalén buscándole. Al fin después de tres días de fatigosa búsqueda, le encontraron en el Templo, haciendo y contestando preguntas a los doctores y otros hombres de conocimiento. Cuando sus padres vinieron a Él, le regañaron. La madre le dijo: “Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con dolor. Entonces él les dice: ¿Qué hay? ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me conviene estar? (Lucas 2:48-49).
Volvieron a Nazaret con Jesús, y lo que sabemos nosotros es que les rindió la obediencia filial que cada hijo le debe a su madre; sin duda trabajó con su padre en la carpintería. El corazón de la madre se llenaba de orgullo mientras veía al joven crecer con gracia, y en el conocimiento de las cosas del Señor. Guardaba todas estas cosas en su corazón.
Veamos otra breve ocasión, de su intervención en la boda en Caná de Galilea. La madre y Jesús, que ya era un hombre crecido, estaban presentes en esa ocasión. La madre se interesó grandemente en el hecho de que le parecía que por falta de refrescos se avergonzarían los huéspedes. El vino, siendo lo que por lo general se servía en tales ocasiones, no era suficiente para servir a los presentes. La Madre fué ante Jesús y le dijo: “Vino no tienen. Y dícele Jesús: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? aun no ha venido mi hora. Su madre dice a los que servían: Haced todo lo que os dijere”. (Juan 2:3-5).
Se necesita algo de imaginación para poder ver en aquella ocasión no solamente la admiración sino la confianza de la madre en el hijo.
En seguida la vemos en Jerusalén en la Ultima Cena. Sin duda que ella en compañía de otras mujeres, estaba presente en el cuarto contiguo en el cual les lavó Jesús los pies de sus discípulos, y de cuya presencia salió Judas por la noche para traicionar a su Señor. Ella se dió cuenta de la traición, estuvo presente en el juicio ante Agrippa, y ante Herodes, y aunque muchos de los discípulos huyeron de la escena, María estuvo al pie de la cruz hasta el fin. Jesús al verla al lado de su discípulo amado Juan, dijo: “Mujer, he ahí a tu hijo”.
“Hijo, he ahí a tu madre”.
Estos breves acontecimientos nos recuerdan las siguientes virtudes:
- Una obediencia filial de parte del hijo,
- Confianza, orgullo, y admiración de parte de los padres,
- Y un sentido de responsabilidad en la naturaleza humana de parte de los hijos hacia el bienestar de los padres.
El Día de las Madres nos provee de los atributos Divinos de ocasión para las madres y la contemplación sublime de la Madre verdadera, en su alto y santo lugar, y se acerca más al Creador de lo que puede cualquier otro ser consiente.
Los principios de la maternidad
La maternidad consta de tres atributos principales, o cualidades; estos son:
- Los dotes de naturaleza de dar a luz.
- Voluntad y habilidad de criar
- El don de amar.
Hay mujeres que poseen solamente el primero, y que por lo tanto no son dignas de llamarles madres. Se han expresado con egoísmo y pasión en la misma forma que otras de su clase, en un plano bajo, de la vida física, despreciando la responsabilidad de sacrificarse por sus hijos, suprimiendo la fuente del amor por sí misma y la negligencia voluntaria hacia sus hijos.
En contraste, hay otras mujeres a quienes, habiéndoseles negado el poder de dar a luz, adoptan a unos como si fueran propios, los crían con una habilidad característica dé maternidad inherente y llenan la vida de esas criaturas con un amor que solamente el alma anhelante de ser madre puede conocer. Tales son las verdaderas madres, aunque parte de la maternidad se les haya negado!
Una madre de siete que nunca dio a luz
Voy a contarles el cuento de una madre que no dió vida a ningún niño pero que llegó a ser amante madre de siete niños.
Lottie y Burdette habían estado casados por siete u ocho años y el hecho de no haber tenido hijos les era muy penoso. Lottie era una única hija y siempre había deseado tener una familia.
Una prima segunda, en sus últimas horas de vida, pidió a Lottie que se llevara a su niñita y que la criara. Esta era María.
Una madre en Lago Salado se quedó viuda antes de que naciera su segundo niño, y su padre le dijo que si encontraba un hogar para el niño que estaba por nacer, que él la emplearía en algún negocio para poder sostenerse y sostener a su primera niña. La señora Angelina Smith hizo arreglos para que Lottie tomara al nene. Isabel.
Una tarde mientras Lottie se encontraba en el culto de predicación, un hombre extraño vino a su puerta y le preguntó a Burdette si vivía allí Lottie Foulger Simth, y luego entregándole un bulto, le dijo: “Esto es para ella”, y se fué repentinamente. Burdette cerró la puerta y el contenido del bulto comenzó a moverse. Era un nene recién nacido, y Burdette le tenía en un cesto de ropa cuando regresó Lottie. Los padres adoptivos le llamaron Leonor.
María tenía el corazón débil desde su nacimiento, y cuando cumplió once años, se enfermó mucho. Su muerte causó una tristeza muy grande a su m adre, la cual hizo arreglos por adoptar un niño sin padre de una muchacha de una familia respetable. Lottie encontró solaz al emprender este nuevo cargo.
Fue otra niña a la cual nombraron. Edith.
Una tarde cuando se encontraba Lottie fuera, otro bulto fué dejado en una silla del portal. Cuando volvió después de obscurecer, oyó el lloro débil de un niño —solamente de unas cuantas horas de nacido—. Alicia.
Después, un padre de un estado vecino le trajo a sus dos hijitas (de nueve y once años de edad) y le pidió a Lottie que les sirviera de madre, prometiendo pagar por su cuidado. Se fué y dejó de enviar dinero para los gastos como había prometido.
Los nuevos padres las criaron hasta su madurez. Virginia y Viola.
Las seis muchachas ya están casadas. Lottie es abuela y es muy feliz.
Les rendimos tributo a ella y a otras que tienen la voluntad y habilidad de criar y el dote divino de amar.
Tributo a la maternidad
La maternidad es la influencia potencial más grande ya sea para bien o mal en la vida humana. La imagen de la madre es la primera que se pega en la página en blanco de la mente del niño. Es su caricia que primeramente despierta un sentido de seguridad; su beso, la primera realización de afecto y su simpatía y ternura, la primera evidencia de que hay amor en el mundo. En verdad, llega el tiempo en que el padre toma su lugar como ejemplar y héroe del muchacho que crece, y en la ambición de este para desarrollar hazañas de hombre parece en apariencia tornar de las virtudes más lentas y tiernas engendradas por su madre. Aún así, esa influencia restringida y siempre lista a dirigir durante los primeros años de su niñez, le acompaña y penetra en sus pensamientos y su memoria tan distintamente como el perfume característico que se le pega a cada flor en particular.
En más de un instante en la vida ardiente de la juventud, esta influencia lenta ha probado ser en la hora de la tentación, una influencia más grande en su poder restringidor que la amenaza de la ley civil, que la exclusión del trato en sociedad, o el temor de violar un mandamiento de Dios. En un momento de descuido el joven quizá desafiará una o todas estas fuerzas, haciendo lo que le pedía su sangre caliente, pero al momento crítico el recuerdo de la confianza de una madre, la realización de su pesar si él dejase de serle fiel a esa confianza, le han dado poder para refrenarse de una imprudencia que quizá hiciera un borrón en su carrera. Por lo tanto la madre tiene la llave del alma de los hijos.
La habilidad y voluntad propiamente para criar hijos, el don del amor y la ansiedad, esperando expresarla en el desarrollo de las almas, hácenle a la maternidad la profesión más noble o digna de tomarse en cuenta en todo el mundo. Es la más grande de todas las profesiones y la más hermosa de todas las artes. Aquella que pueda pintar una obra con maestría o escribir un libro cuya influencia alcance a millones, merece la admiración y el aplauso de la humanidad; pero aquella que cría con éxito una familia de hijos e hijas sanos y hermosos, merece el honor más alto que puede dar el hombre, y las bendiciones más grandes de Dios. En su deber y servicio a la humanidad, de dotar con cuerpos mortales los espíritus eternos, ella está en compañerismo con el mismo Creador.
El, amor no solamente debe sentirse sino expresarse
Esa mujercita de sesenta y seis años, la señorita Anna M. Jarvis, la que fundó el Día de las Madres en memoria de su Madre que la dejó, recientemente sugirió, entre otras cosas, que “de alguna manera se haga el día personal entre hijo y madre”. Este contacto personal puede concretarse mejor con obras de bondad en vez de regalos costosos seguidos de indiferencia. Las obras de bondad y de atención respetuosa prueban que los besos y cariños amorosos nacen del corazón.
Se nos dice por un viejo explorador americano que encontró que entre los indios Iriquois, “el crimen que se consideraba más horrible, y .que era sin ejemplo, era que un hijo fuera rebelde con su madre”, idea que muy bien quizá pueda mantenerse hoy en día entre los hombres civilizados.
Importancia de la preparación en la juventud
Llegando a este punto, no puedo dejar de decirles unas palabras a los futuros padres y madres. Es importante que la juventud realice que el edificamiento del hogar empieza con el joven y la señorita en la edad de los trece hasta diez y nueve años. Muy seguido la salud de los hijos depende de las acciones de los padres antes de su matrimonio. En el púlpito, en la prensa, y particularmente en el hogar, ha de haber un deseo frecuente del mensaje que en su juventud los muchachos y muchachas están formando los cimientos para su felicidad o miseria futura. En particular, los jóvenes deben conservarse limpios físicamente para la responsabilidad paterna, de manera que puedan recibir la responsabilidad, no como un cobarde o engañador, sino como uno honorable y capacitado para dirigir a la familia. El joven que incapacitado se toma la responsabilidad de la paternidad, es peor que un engañador. La futura felicidad de la esposa e hijos, depende de la vida que el esposo haya llevado en su juventud.
Enseñémosle a las muchachas que la maternidad es d i v i n a, porque cuando tocamos la parte creativa de la vida, entramos en el reino de la divinidad. Por lo tanto, es importante que los jóvenes han de realizar la necesidad de guardarse limpios y puros, de manera que sus hijos entren al mundo sin mancha de pecado o enfermedad. Un nacimiento normal, y la herencia de un carácter noble son las bendiciones más grandes de la niñez. Ninguna madre tiene el derecho de exponer a un niño por toda su vida por lo que parezca en la juventud ser un pasatiempo placentero. Aquellas que han de ser las madres de la raza deben por lo menos vivir para poder dar a luz hijos que no estén cargados de enfermedad desde su nacimiento, debilidad, o deformidad como resultado de que en la juventud ardiente los padres “con su frente sin vergüenza cortejaron el medio de la debilidad”. No puede usted envenenar la agilidad de la vida, y luego esperar que la misma permanezca sin contaminación. María fué escogida para ser madre de Jesús por ser una virgen pura.
Conclusión
En la relación de la niñez y la calidad del padre y madre, el Salvador ha puesto un ejemplo ideal, como en todas las otras fases de la vida. Si los hijos verdaderamente aman a sus padres, ellos harán lo posible para emular las virtudes tan ofuscadamente reflejadas en las escrituras en el hogar de José y María, pero sin duda llevada a cabo en la vida de Jesús:
- Pureza de vida antes del matrimonio.
- Obediencia filial durante la niñez.
- En la juventud la nobleza y la gracia que dirigen la admiración y confianza, confianza sin vacilar en la Madre.
- Un amor eterno— un amor supremo que se encara con la muerte sin detención.
- Finalmente, la responsabilidad del hijo de contribuir a la felicidad y paz de los padres.
Sinceramente oremos para que Dios bendiga al mundo actualmente con madres inteligentes, amorosas, temerosas de Dios, las cuales inculquen en el corazón de sus hijos el amor a la verdad y rectitud. Que Dios bendiga a los niños con el deseo y la fuerza de traer un orgullo y contentamiento a las almas de tales madres.
Que los padres de la Iglesia tengan una visión más firme de la responsabilidad que les ha puesto el Señor:
“Y además, en tanto que hay padres que tengan hijos en Sión o en cualesquiera de sus estacas que están organizadas, que no les enseñan a comprender la doctrina del arrepentimiento, fe en Cristo el Hijo del Dios viviente, y del bautismo y del don del Espíritu Santo por la imposición de las manos, cuando tengan ocho años de edad, el pecado será sobre la cabeza de sus padres”.
Concluyo con el tributo al amor de Madre por el poeta Washington Irving:
“Un padre podrá voltear su espalda sobre su hijo; los hermanos quizá lleguen a ser enemigos encarnizados; los esposos quizá dejen a sus esposas, y las esposas a sus esposos, pero el amor de la madre persevera sobre todo: en buena reputación o mala reputación, encarando la condenación del mundo, una madre siempre continúa amando, y aún espera que su hijo cambie sus acciones de maldad y que se arrepienta; aún recuerda las sonrisas de su infancia que antes llenaron su pecho de paz, la carcajada de alegría, el grito de gusto, la promesa en apertura de su juventud, y nunca le pensará totalmente indigno.”



























¿pueden compartir conmigo una fuente de este discurso en inglés?
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