Autoconfianza

Autoconfianza

Por el Élder Boyd K. Packer
(Charla fogonera realizada en la Universidad de Brigham Young el 2 de Mayo de 1975)

Creo que debo alertar a ustedes que la charla que he preparado no es verdaderamente muy interesante. Esto, debo aclararlo, no es porque no haya invertido tiempo en prepararla, pues lo he hecho — e incluso un tiempo mayor que otras veces. Deseo ser muy informativo, y si ustedes encuentran que la charla no es interesante — lo que puede suceder — sean pacientes pensando que en este caso servirá para enseñar a unos pocos y no para entretener a muchos.

Por mucho tiempo he tenido en mente un tema que deseo discutir con los jóvenes adultos de la Iglesia. La he ido dejando de lado durante algún tiempo porque es muy difícil de explicar. Aunque es un tema muy común, nunca he escuchado a nadie referirse a él.

Antes de comenzar, quizás algunos de ustedes desearían ser como el estudiante que asistió a una lectura y luego escribió: “No me gusta el maestro. El tema es demasiado profundo. Yo cortaría esta clase. Pero necesito dormir”.

Ahora bien, si se encuentra alguno de ustedes en esa situación — y puede suceder, — sean mis invitados. Pero traten de no roncar por favor. Bueno, pidan que los despierten un poco antes del final.

Existe un principio de educación conocido como transferencia y me gustaría hacer uso de él hablando acerca de un programa familiar de la Iglesia y luego transferir el principio fundamental de el a otra parte de nuestras vidas. Primero, permítanme revisar por ustedes algunos de los principios básicos del programa de bienestar de la Iglesia. El bienestar en la Iglesia, sin embargo, no es el tema de mi sermón. Lo estoy usando solamente para ilustrar el punto.

La Iglesia tenía solamente dos años cuando el Señor reveló que, “No habrá lugar en la Iglesia para el ocioso, a no ser que se arrepienta y enmiende sus costumbres” (Doctrina y Convenios 75:29). En nuestra última conferencia el Presidente Marion G. Romney explicó este principio con su rectitud característica: “La obligación de sostenerse por sí mismo fue divinamente impuesta sobre la raza humana desde el principio. “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra” (Génesis 3:19)

El manual de bienestar instruye, “(Nosotros debemos) enseñar seriamente y urgir a nuestros miembros a ser autosuficientes en toda la extensión de su capacidad. Ningún Santo de los Últimos Días voluntariamente… evadirá de sí mismo la responsabilidad de su propio sustento. Tanto como pueda, bajo la inspiración del todopoderoso y con su propio trabajo, él se suministrará a si mismo lo necesario para vivir” (1952, pág. 2).

Hemos tenido éxito regularmente bien en el establecimiento en las mentes de los Santos de los Últimos Días que ellos deberán cuidar de sus propias necesidades materiales y entonces contribuir al bienestar de aquellos que no pueden proveerse de lo necesario para vivir. Si un miembro es incapaz de sostenerse a sí mismo, entonces él deberá acudir a su propia familia y luego a la Iglesia, en ese mismo orden, y en ningún caso sobre el gobierno.

Hemos aconsejado a los obispos y a los presidentes de estaca que sean muy cuidadosos en evitar los abusos que pueden ocurrir en el programa de bienestar. Cuando las personas están capacitadas pero no desean cuidar de sí mismas, es nuestra responsabi1idad emplear la sentencia del Señor, que los holgazanes no comerán de los que trabajan. Esta simple regla, ha sido, en toda la extensión posible, cuidar cada uno de sí mismo. Este verso de verdad ha sido como un modelo: “Devórelo, gástelo, hágalo, o déjelo.”

No es un obispo poco amable o sin sentimientos aquel que requiere de un miembro de la Iglesia que trabaje hasta lo máximo que pueda por lo que el recibe del Bienestar de la Iglesia. Eso no es meramente un rápido programa de ayuda para el que lo pide. Requiere un detallado inventario de todos los recursos personales, todo lo cual debe ser comprometido y usado antes de que nada se añada desde el exterior. No debería ser ni ligeramente embarazoso para ningún miembro de la Iglesia ser ayudado por el programa de bienestar de la Iglesia —teniendo en cuenta que él está contribuyendo con todo lo que puede. Cada recurso personal de su propiedad debe ser empleado primero.

Algunos de ustedes se están esforzando mucho para estar en la escuela y están sufriendo agudas presiones financieras, quizás aún algunas privaciones por una estación en que se están ustedes preparando para poder ser autosuficientes por el resto de sus vidas. Si ustedes están sufriendo verdaderas necesidades es vuestra obligación recurrir primero a vuestras familias, y sólo entonces a la Iglesia.

Por causa de que existe la probabilidad de que algunas personas puedan unirse a la Iglesia por la seguridad material que ellos creen que encontrarán acá, se ha aconsejado a los misioneros no enfatizar y en lo posible ni mencionar el programa de bienestar de la Iglesia en su proselitismo. Yo conocí una vez un investigador en Nueva Hampshire quien estaba uniéndose a la Iglesia justamente por esa razón. Él me contó lo muy impresionado que estaba con el programa de bienestar y cuánto él deseaba tener esa seguridad. Yo le dije, “Si, de todos modos, si usted conoce el programa de bienestar de la Iglesia únase a ella por esa razón. Nosotros necesitamos toda la ayuda que podamos obtener, y en forma muy seguida usted será llamado para poder ayudar a contribuir al bienestar de tantos otros”. Su entusiasmo por el bautismo decayó inmediatamente.

Cuando el programa de bienestar de la Iglesia fue anunciado por primera vez en 1936, la Primera Presidencia hizo la siguiente declaración:

“Nuestro propósito principal es fundar tanto como sea posible, un sistema bajo el cual la maldición de la holgazanería será erradicada, y con ella serán abolidos los males de la limosna; y la independencia, la industria, la economía y el autorrespeto se establecerán una vez más entre nuestro pueblo. El intento de la Iglesia es ayudar a la gente a que se ayude a si misma. El trabajo debe ser re-entronizado como un principio de gobierno en las vidas de los miembros de nuestra Iglesia” (Informe de Conferencia, Octubre de 1936, pág. 3).

El Presidente Romney ha enfatizado, “el cuidar de las personas con alguna otra base es en realidad hacerles más daño que bien. El propósito del bienestar de la Iglesia no es relevar a los miembros de cuidar de sí mismos. (Reunión de los Servicios de Bienestar, Octubre 5, 1974).

Yo acepto los principios del programa de bienestar. Yo los apoyo. En demasiados lugares, en demasiadas formas, estamos escapándonos de nuestras responsabilidades. El principio de autoconfianza es fundamental para una vida feliz.

Ahora vamos al punto. La substancia de lo que yo deseo decir aquí esta noche a ustedes estudiantes de la Universidad de Brigham Young es esto: Ese mismo principio, la autoconfianza, tiene aplicación en las cosas emocionales y espirituales.

Yo he estado muy preocupado y ansioso acerca de la cantidad de consejos que nosotros parecemos necesitar en la Iglesia, y la cadena de servicios de consejería que debemos mantener en ejercicio — sin enfatizar de una vez que el principio de la autoconfianza es tal como se comprende en el plan de bienestar. Existen demasiadas personas en la Iglesia que parecen ser totalmente dependientes, emocional y espiritualmente, de otros. Ellos subsisten en una especie de clase de bienestar emocional. Ellos son incapaces de sostenerse a sí mismos. Llegan a ser tan dependientes que permanentemente necesitan ser animados, afirmados, interminablemente necesitan que se les impulse, y ellos mientras tanto no contribuyen en nada.

Yo he estado muy preocupado pues estamos al borde de hacer que nosotros emocionalmente (y por lo tanto espiritualmente) caigamos en ser lo que por tantos años hemos tratado de evitar en lo material. Si nosotros perdemos nuestra autoconfianza espiritual y emocional, podemos llegar a debilitarnos tanto, que quizás pueda ser mucho peor que ser dependiente materialmente. Por un lado, aconsejamos a los obispos evitar los abusos en el programa de bienestar de la Iglesia. Por otro lado, nosotros parece que damos limosnas de consejos sin el más ligero pensamiento de que el miembro debería resolver sus problemas por sí mismo, o pidiendo ayuda a su familia. Solamente cuando estos recursos son inadecuados deberían acudir a la Iglesia.

Nosotros comprendimos una vez que sería una tontería desarrollar proyectos de producción de bienestar para el total sostenimiento de los miembros de la Iglesia en cada necesidad material.

Debemos también pensar mucho antes de desarrollar estas vastas cadenas de servicios de consejeros con todos los obispos y los presidentes do ramas y con todos aquellos que estén haciendo el esfuerzo para sostener totalmente a nuestros miembros en sus necesidades emocionales.

Si no somos cuidadosos podremos perder el poder de la revelación individual. El Señor dijo a Oliverio Cowdery y esto tiene un significado para todos nosotros:

“He aquí, no has entendido, has supuesto que yo te lo concedería cuando no pensaste sino en preguntarme.

“Pero, he aquí, te digo que debes estudiarlo en tu mente, entonces has de preguntarme si está bien, y si así fuere, haré que arda tu pecho dentro de ti; por lo tanto, sentirás que está bien.

“Más si no estuviere bien, no sentirás tal cosa, sino que vendrá sobre ti un estupor de pensamiento que te hará olvidar la cosa errónea; por lo tanto, no puedes escribir lo que sea sagrado a no ser que te lo diga yo” (Doctrinas y Convenios 9:7-9).

¿Se les ha ocurrido a ustedes que muchos de sus problemas pueden ser resueltos con lectura de las escrituras? Podríamos todos estar personalmente familiarizados con las revelaciones. Como parte de su autoconfianza emocional, lean las escrituras.

Yo temo que los líderes, tanto en las estacas como en la Universidad, puedan estar dando la limosna de aconsejar y guiar sin primero requerir que cada uno use todos sus recursos personales así como todos los recursos familiares buscando la solución de vuestros problemas, en vez de venir a buscarlo directamente a la Iglesia.

Cuando mencionamos a la familia, ustedes pueden decir, “Bueno, pero mis padres no están aquí”. Yo simplemente respondo que se supone que un ingresado a la Universidad puede escribir. Y si sucede alguna emergencia, bueno, existe el teléfono.

Algunos, pueden también decir, “Mis padres no son miembros de la Iglesia”. Yo digo, “Bueno, eso puede ser, pero aún así ellos son vuestros padres. Esperamos que se vuelvan ustedes hacia ellos en el momento de los reveses financieros. El mismo principio tiene una gran aplicación y un gran mérito en momentos de tensión espiritual y emocional.”

Yo tuve un estudiante que vino a mi oficina. Yo le conocía personalmente. Él tenía un problema verdaderamente difícil. Estaba tratando de decidir si se casaría o no. Yo le pregunté: ¿Has venido en busca de un consejo?

“Así es, en verdad” dijo él.
“¿Y vas a seguir el consejo cuando yo te lo de? pregunté.
Esa fue una sorpresa para él. Finalmente me respondió,
Sí.

Sucede que yo conozco a su padre, un patriarca en la Iglesia, y cuán estupendo hombre es él. Yo dije: “Este es mi consejo. Ve a tu casa este fin de semana. Charla con tu padre, llévale a un dormitorio o algún otro lugar privado, cuéntale tu dilema, pídele que te de un consejo, y luego haz lo que él te diga. Ese es mi consejo”.

Yo pienso que la limosna emocional o el sistema de limosna de ayuda espiritual puede ser tan peligroso como el sistema de limosna material, y podemos llegar a ser tan dependientes como para pararnos sólo a esperar que la Iglesia lo haga todo por nosotros.

Hace algunos años atrás recibí una llamada telefónica de un obispo cuyo hijo había sido llamado a cumplir con sus deberes militares y estaba en un centro de entrenamiento básico del ejército. El padre dijo: “Él ha estado allí por tres semanas y no ha asistido todavía a la Iglesia” Entonces le describió (a su hijo) como un activo Santo de los Ultimes Días, muy fiel en sus deberes. Él había recibido su premio Deber a Dios y era un muchacho típico de nuestros mejores jóvenes en la Iglesia. “Él nunca ha perdido una reunión en la Iglesia antes”, dijo su padre. “No hay alguna forma en la que podría ayudarnos?. El chico había telefoneado y dicho que nadie había ido todavía a invitarlo para ir a la Iglesia.

Yo hice una investigación de las circunstancias. Vean ustedes el siguiente cuadro: En las barracas a unos pocos pies de su litera estaba la tabla o mural para los boletines. En ella había un boletín con la fotografía de 8 1/2 x 11 del Templo de Lago Salado, y una lista del horario de las reuniones en la capilla de la base. Él había estado en una reunión de orientación para todos los nuevos reclutas, dirigida por uno de los capellanes de la base. Aunque en esa sección no había un capellán Santo de los Últimas Días, había uno en la instalación. Este hecho había sido resaltado en la reunión, en forma accidental. A él se le había dicho que si deseaba conocer más acerca de los servicios de su Iglesia, debía hablar con el sargento de guardia, o bien podía contactarse con cualquier oficial capellán y toda la información sería dada rápidamente a él.

El, sin embargo, supo pues lo habían contado antes de abandonar su hogar que la Iglesia tenía un maravilloso programa para ayudar a los jóvenes que estaban en el servicio militar. Se le había asegurado que la Iglesia estaba haciendo todo por cuidar de nuestros hombres y que se encargarían de encontrarlo y cuidarlo además de llevar el programa completo de la Iglesia hasta él. El, por lo tanto, se había quedado en su litera con sus piernas estiradas, la cabeza sobre la almohada, esperando que llegara la Iglesia y lo hiciera todo por él. El esperó durante tres semanas y entonces se sintió lo suficientemente desanimado como para llamar a su padre, el obispo, para decirle que la Iglesia le había fallado.

Ahora que é1 no lo había hecho con malicia. Era sólo que él se había hecho a la idea que todo el esfuerzo y deber de la Iglesia era cuidar apropiadamente de él. (Él había perdido la perspectiva verdadera de que la totalidad de los esfuerzos de la Iglesia era dar a él la oportunidad de servir a algún otro). Seguramente, ya que él se encontraba lejos de su hogar y en lugar extraño y necesitando atención más de lo que nunca 1a había necesitado en toda su vida, toda esa ayuda, él estaba seguro, se aproximaría inmediatamente a é1 sin el menor esfuerzo de su parte. Él había sido debilitado por un sistema de limosna y ahora su espíritu estaba en un peligro mortal porque no podía actuar por sí mismo.

Esta experiencia tuvo un gran efecto en mí, y cuando reorganizamos el programa de relaciones militares, fue enteramente cambiado sobre todo en lo que se había estado enfatizando antes por varios años.

Este cambio puede ilustrarse en una cosa. El programa antiguo apuraba al barrio o al quórum a hacer una suscripción a la revista de la Iglesia para cada hombre que entraba en el servicio militar. Era un deber del obispo ver que la suscripción fuera renovada durante todo el tiempo que duraba el enrolamiento.

Ahora hemos cambiado todo eso. Ahora aconsejamos a los jóvenes que se suscriban a la revista y que paguen por la suscripción con su propio dinero. Ellos ordinariamente tienen dinero para gastar en cosas de mucha menos utilidad, y deberán aprender a cuidar de si mismos desde el mismo comienzo. Si no pueden hacerlo, por una razón u otra, entonces su familia les costeará la suscripción. Si la familia no puede hacerlo o en otros casos, ellos no quieren hacerlo, entonces, y solamente entonces será responsabilidad del barrio o del quórum hacer los trámites y cuidar de que esta importante publicación de la Iglesia les sea enviada.

Nos encontramos con que nuestros hombres no se tomaban la molestia de llenar las tarjetas de cambio de domicilio de las suscripciones de las revistas que les habían sido donadas. Ellos no habían hecho nada por ganarse esa suscripción y por lo tanto no les interesaba. En una ocasión tuvimos una comunicación de la comandancia general de Fort Ord pidiéndonos que por favor que desistiéramos de enviar suscripciones de las revistas de la Iglesia a los hombres que estaban en su entrenamiento básico. Ellos estaban allí sólo por algunas semanas y luego se cambiaban. El comunicado manifestaba: “Tenemos literalmente verdaderas rumbas de revistas y ahora debemos clasificarlas como “correo vencido”. Las reglas militares no nos permiten enviarlas a otros lados y por lo tanto debemos destruirlas.

Es muy interesante ver lo que ha sucedido en el programa de relaciones militares. Solía suceder que cada semana había muchas cartas “Mi muchacho está en tal parte. Por favor, haga que la iglesia lo ubique y lo atienda”. Ahora hemos puesto el zapato en el otro pie. Él se ubica a si mismo ahora. Es mucho más autosuficiente.

Virtua1mente en cada barrio o rama existen casos crónicos de individuos que interminablemente están buscando consejos, pero jamás siguen el consejo que se les da. Algunos pueden suponer que esto no es un problema serio. Pues yo pienso que es muy serio. Es como el resfriado común. Roba más fortaleza a la humanidad que ninguna otra enfermedad. Pareciera que estamos sufriendo una epidemia de “Consejitis” la cual es un verdadero drenaje de 1a fortaleza espiritual de la Iglesia. La autoconfianza espiritual es el poder sustentador en la Iglesia. Si nosotros Les quitamos a ustedes ese poder, ¿cómo puede usted obtener la revelación de que existe un profeta de Dios? — ¿Cómo puede obtener contestación a sus oraciones? — ¿Cómo puede usted saber? Si nos apuramos tanto para responder todas vuestras preguntas y proporcionarles diversas formas de resolver todos vuestros problemas terminaremos por debilitar a todos en vez de fortalecerles.

Ahora bien, les digo quo yo sé muy bien que algunos consejeros están listos para decir, “Mis consejos no les privan de la autoconfianza porque yo uso un sistema de consejos que no es directo. Soy escrupulosamente cuidadoso en no tomar una posición. Yo solamente reflejo los comentarios y los sentimientos del individuo de tal manera que él haga su decisión completamente por sí mismo. En verdad mis consejos no indican una dirección y nunca hago un juicio valoratorio.

Aunque yo siento mucho respeto por ese procedimiento de aconsejar como método, yo creo que si eso es todo lo que da, ninguna dirección, muy a menudo eso es precisamente lo que nosotros obtenemos de los consejos — ninguna dirección. Cuando el consejero programa interminable sesiones para decir tan poco como sea posible decir mientras el estudiante está desesperadamente tratando de decidir si algo está bien o es errado, y el consejero ya lo sabe, esa es una pérdida de tiempo. Y así está alborotando alrededor del problema, tratando de determinar si es bueno para ustedes bajo las circunstancias o bien puede ser malo para ustedes bajo otras circunstancias, cuando cualquiera con algún sentido moral sabría que si un camino es malo para algunos es malo para todos.

En la Ig1esia el modelo directivo para aconsejar es al menos tan respetable y decente y deseable y necesario como el sistema de la no dirección. Desafortunadamente, vemos muy poco de eso. Cuan dulce t refrescante para un presidente de rama o un obispo o un consejero es decir claramente a un estudiante: “Este camino es bueno, o este camino es malo. Ahora, vaya usted y tome una decisión”. Los alumnos deben saber lo que está bien y lo que está mal por el método más rápido posible, y esto tiene que ser muy directo. Existe una aullante necesidad de que los consejeros digan certera y tajantemente: “Esto es malo. Es una maldad. Le traerá a usted sólo infelicidad”, o “Este camino es correcto. Es bueno. Es deseable. Traerá a usted felicidad”. Entonces el albedrío viene, cuando el individuo determina por sí mismo si seguirá o no el curso correcto.

En el mundo, esta preocupación con el aconsejar ha conducido a una cantidad de experimentos de los cuales no está enteramente libre la Iglesia. Existen aquellos consejeros que desean penetrar profundamente en la vida del individuo, ya sea emocional o espiritualmente saludable. Yo creo que debo explicar aquí que cuando uso la palabra consejero no estoy hablando solamente de los consejeros profesionales. Estoy hablando de todos nosotros, los que somos responsables de dar consejos. Existen aquellos que quieren sacar a la fuerza y ana1izar, apartar y disecar. Mientras una cierta cantidad de catarsis es saludable y esencial demasiado puede llegar a ser degenerativa. Rara vez es tan fácil el poner algo junto como dejarlo aparte.

Han sido desarrollados varios procedimientos de terapias de grupo. Ellas son proporcionadas bajo una serie de títulos: entrenamiento, sensitivo; auto-actualización, entrenamiento en grupos o grupos T, simulación, análisis transaccional, encuentro por grupos, sesiones de maratón de Consejos. Algunos aún funcionan bajo títulos tales como valor clarificador, uno o dos bajo el título de educación del carácter, etc. Aunque ellos difieren en algunos aspectos (ninguno de ellos es exactamente semejante), uno o más de los siguientes elementos se encuentran en todas ellos: Admiten no ultimar las fuentes de verdad. Todos los valores son aquellos establecidos por el individuo o por al grupo. No hacen referencia a Dios. Favorecen una libre y completa expresión, algo así como una confesión ante el grupo de cada íntimo sentimiento personal y experiencia. Ellos favorecen el estar abiertos, y una unidad completa entre los miembros del grupo, e intentan resolver todos los problemas simplemente descubriendo una cómoda interacción. Por sobre todo, ellos evitan cualquier sentimiento de culpabilidad.

Existen muchos peligros emocionales y espirituales involucrados en tales procedimientos, y los miembros de la Iglesia harían muy bien en ser muy cuidadosos de ellos, quizás lo mejor sería que se retiraran de eso.

Hay una pregunta en este momento y es si estas sesiones son para conseguir el bien para el aconsejado o para satisfacer la curiosidad y diversión del consejero. Jóvenes, ustedes deberían saber que cuando están tratando con cosas de la mente y del espíritu es sumamente fácil causar la misma cosa que están tratando de prevenir.

Yo recuerdo hace años atrás, en la isla de Kauai, haber visto un pequeño letrero en una tienda de fotografía que decía:

“Si existe la belleza, la tomaremos.
Si no existe, la haremos”

Yo temo que muchos de nosotros, en nuestro afán de aconsejar y aconsejar parece que estamos diciendo:

“Si existen problemas, los derrotaremos,
si no existen, los crearemos.”

Este, incidentalmente es mi primer poema. Ahora yo sé que no es Carol Lynn Pearson, pero hay un pensamiento de eso.

Yo quiero enfatizar este punto: Yo tengo el pleno conocimiento que existe un momento en que los problemas emocionales arraigados profundamente responderán a los procedimientos de los que hemos estado hablando. Ellos pueden tener un valor terapéutico. No hay, sin embargo ninguna justificación para emplearlos en la ausencia de un problema emocional profundamente arraigado. No existe mayor justificación para hacerlo que la justificación que existiría para que un médico practicara una cirugía innecesaria. Cuando alguien está solamente experimentando o cabalgando en la cresta de la ola de una nueva teoría para aconsejar, yo no animaría a nadie a someterse a tal tipo de consejos, más de lo aconsejaría a alguien que se sometiera a una operación al cerebro en manos de una enfermera o de un interno o de un empleado del hospital.

Creo que probablemente ustedes han escuchado la historia de aquellos padres que tuvieron que dejar a su pequeño hijo solo por algunas horas. Ellos ya se iban y al cerrar la puerta, la madre se devolvió y le dijo: “Ahora, niño, mientras nosotros tenemos que salir, hagas lo que hagas no se te ocurra tomar una silla y ponerla en la despensa, luego te trepes a ella y te empines hasta alcanzar el segundo anaquel, muevas la caja de las galletas y alcances el saco de porotos que está detrás de la caja, y te metas un poroto en la nariz, por favor no lo hagas ¿entendiste?”

Y digo nuevamente, es sumamente fácil cuando se está tratando con asuntos de la mente y el espíritu el causar la misma cosa que se está tratando desesperadamente de evitar. Cuando vayan ustedes en busca de un consejo recuerden esto, del Libro de Mormón:

“¡Maldito es aquel que pone su confianza en el hombre, o hace de la carne su brazo, o escucha los preceptos de los hombres, si estos preceptos no son dados por el poder el Espíritu Santo! (2 Nefi 28:31)

El Señor dio también esta advertencia:

“¡Oh las vanidades, flaquezas y necedades de los hombres!

“Cuando son instruidos se creen sabios, y no oyen el consejo de Dios, porque lo menosprecian, suponiendo saber de sí mismos; por tanto, su sabiduría es locura, y de nada les sirve. Y ellos perecerán. Pero bueno es ser sabio si se obedecen los consejos de Dios” (2 Nefi 9:28-29).

Ahora, si ustedes están de acuerdo en que los principios básicos bajo los cuales el programa de bienestar de la Iglesia tiene aplicación en su vida espiritual y emocional —específicamente, en la independencia, la industria, la economía, la autoconfianza que serán desarrolladas; de que el trabajo debe ser entronizado como una de las principales reglas en vuestras vidas; que se deben evitar los males de una limosna espiritual y emocional, y que el intento de la Iglesia es ayudar a los miembros a que se ayuden a sí mismos— entonces yo tengo algunos principios y algunas sugerencias para ustedes.

Hemos mencionado anteriormente que no debería ser ni ligeramente embarazoso para ningún miembro de la Iglesia el recibir ayuda del programa de bienestar, si es que él ha agotado, primero todos sus recursos personales y luego todos los de su familiares. Así mismo no debería ser ni ligeramente embarazoso para ningún miembro de la Iglesia que necesite consejo o ayuda, el recibir tal consejo. Hay momentos en que puede ser crucial que ustedes busquen y acepten un consejo.

Cuando ustedes se sientan desanimados y sientan que no pueden resolver un problema por si mismos, puede que estén en lo cierto, pero al menos ustedes están obligados a tratar. Cada uno de los recursos personales disponibles debe ser usado por ustedes antes de dar otro paso, y ustedes tienen poderosos recursos. El Libro de Mormón declara este, que es muy a menudo pasado por alto:

“…porque el Espíritu es el mismo, ayer, hoy y para siempre. Y la vía está preparada desde la caída del hombre, y la salvación es libre. Y los hombres tienen el conocimiento suficiente para poder discernir el bien del mal.” (2 Nefi 2:4-5).

Es críticamente importante que ustedes comprendan que ya conocen el bien del mal, que son innatamente, e inherentemente además de intuitivamente buenos. Cuando usted diga, “No puedo, no puedo resolver este problema”, yo quiero sacar fuera en ustedes “¿Por qué no se da cuenta quién es usted? — ¿No ha aprendido aún que es usted un hijo o hija del Dios Todopoderoso? — ¿Acaso no sabe que existen poderosos recursos que heredamos de él y a los que usted puede recurrir en busca de coraje, empuje y poder?”

A muchos de ustedes se les ha enseñado el evangelio durante toda su vida. Todos ustedes conocen la diferencia entre el bien y el mal, entro lo recto y lo incorrecto. ¿Acaso no es tiempo de que ustedes se decidan que van a hacer lo que es recto? Es hora que se den cuenta que están haciendo una elección. No solamente una elección sino la elección. Una vez que ustedes han tomado esta decisión, sin dedos cruzados, sin falsificaciones, sin reservas o vacilaciones, el resto quedará en su lugar.

Muchas de las personas que vienen en busca de un consejo donde los presidentes de estacas, presidentes de rama, obispos y otros, y a nosotros las Autoridades Generales, no vienen porque estén confusos y no están en condiciones de ver la diferencia entre el bien y el mal. Ellos vienen porque están intentando hacer algo que les convenza profundamente de lo mal que están, lo saben y sólo esperan que su decisión sea ratificada.

Cuando ustedes tengan un problema trabajen al respecto en su mente primero. Revísenlo, medítenlo y analícenlo. Lean las escrituras. Oren al respecto. Yo he llegado a saber que las mayores decisiones no pueden ser forzadas. Ustedes deben mirar hacia adelante y tener visión. ¿Qué es lo que dijo el Profeta del Antiguo Testamento? “Donde no hay visión (profecía) el pueblo se desenfrena” (Proverbios 29:18).

Consideren las cosas un poco cada día y así no siempre estarán en la crisis de tomar las mayores decisiones en el impulso de un momento. Si ustedes están mirando siempre adelante en la vida, podrán ver los problemas grandes cuando vienen hacia ustedes desde una considerable distancia. Cuando venga el momento en que deben enfrentar otros estarán en condiciones desde el principio de hacerse cargo de la situación.

Puede que alguna vez el tener que tomar una decisión mayor les asalte desde el borde del camino asustándolos repentinamente, pero no será muy a menudo. Si están siempre decididos en que escogerán hacer lo que es correcto y se atendrán a las consecuencias que siguen, aún estas adversidades no podrán dañarlos.

Yo he aprendido que la mejor hora para luchar con los problemas grandes es muy temprano en la mañana. Vuestras mentes entonces están frescas y alertas. El pizarrón de vuestra mente ha sido borrado por una buena noche de descanso. Las distracciones acumuladas por las actividades del día aún no están en vuestro camino. El cuerpo ha estado también descansando. Ese es el momento para pensar las cosas muy cuidadosamente y para recibir revelación personal.

Yo he escuchado al Presidente Harold B. Lee empezar muchas declaraciones acerca de temas relacionados con la revelación con una frase parecida a esta: “En las primeras horas de la mañana mientras yo estaba meditando acerca de tal tema”, y después seguía. El hizo una verdadera práctica de el trabajar en los asuntos y problemas que requerían revelación en las frescas, alertas horas de la mañana.

El Señor algo sabía de esto cuando dijo en Doctrinas y Convenios:

“…Cesad de dormir más de lo necesario; acostaos temprano para que no os fatiguéis; levantaos temprano para que vuestros cuerpos y vuestras mentes sean vigorizados.” (Doc. y Con. 88:124).

Yo tengo un amigo que compró un negocio. Un corto tiempo después empezó a sufrir catastróficos reveses. Casi no parecía haber ninguna otra cosa más que hacer para él, y finalmente las cosas iban tan mal para él que no podía dormir. Así, por un periodo de tiempo empezó a seguir la práctica de levantarse a las tres de la mañana e irse a su oficina. Allí, con un papel y un lápiz el meditaba y oraba y escribía cada idea que le venía a la mente como una posible solución o como una contribución por pequeña que fuese para solucionar sus problemas. No pasó mucho tiempo antes que tuviera varias posibles direcciones que seguir, y muy poco después ya estaba en situación de escoger la mejor de ellas. Pero é1 había ganado además muchos bonos extras. Mirando sus notas, luego de haber encontrado su solución., él había descubierto muchos recursos escondidos que no había anotado nunca antes. Llegó a ser mucho más independiente y a tener más éxito que el que nunca había tenido antes de sufrir esos reveses.

Existe una lección allí. Un año o dos más tarde él fue llamado a presidir en una misión en tierras extranjeras. Sus negocios estaban tan independientes y bien cimentados que cuando regresó no volvió a ellos. Sólo tenía a alguien que los dirigía, y él estuvo en condiciones de dar virtualmente todo su tiempo al servicio y para bendiciones de los demás.

Yo aconsejo a nuestros hijos a hacer sus estudios más difíciles en las primeras horas de la mañana cuando se encuentran alertas y frescos, en vez de hacerlo cuando están mental y físicamente agotados durante la noche. He comprobado que el dicho

“Temprano a la cama, temprano a levantarse” es muy poderoso. Cuando estoy bajo presión — por ejemplo, cuando yo estaba preparando esta charla — ustedes no me encontrarán quemando aceite a media noche. Será más bien durante las primeritas horas de la mañana, cuando puedo sentirme muy cerca de Él que guía mi trabajo.

Ahora, acerca de la revelación. Se nos ha enseñado a todos que la revelación está a disposición de cada uno de nosotros en forma individual, La pregunta que más frecuentemente me hacen acerca de la revelación es: “¿Cómo puedo saber cuándo la he recibido?” — “He orado acerca de ella, y ayunado sobre este problema y aún no sé qué tengo que hacer. “¿Cómo puedo verdaderamente saber si estoy siendo inspirado o estoy equivocado?”

Primero, ¿va usted al Señor con un problema y le pide que tome una decisión por usted? — o trabaja duro, lee las revelaciones y medita y ora y luego hace una decisión por sí mismo? Midan el problema contra lo que ustedes creen que es lo correcto o lo equivocado, y sólo entonces hagan su decisión. Entonces pregunten a Él si la decisión es la correcta o está equivocada. Recuerden lo que Él dijo a Oliverio Cowdery acerca de trabajar fuerte en su mente.

Escuchen esta frase si es que no han escuchado ninguna otra cosas Si nosotros tontamente pedimos a nuestro obispo, o a nuestro presidente de rama o al Señor que haga una decisión por nosotros, existe verdaderamente muy poca autoconfianza en eso. Piense lo que cuesta cada minuto que usted deja en que algún otro haga una decisión por usted.

Creo que debo mencionar otra cosa, y espero que esto no sea malentendido. Muy a menudo nos encontramos con jóvenes que oran con gran reverencia y devoción acerca de asuntos que pueden resolver perfectamente por ellos mismos. Supongamos, si ustedes lo desean, que una pareja tiene dinero disponible para construir una casa. Supongan que ellos han orado interminablemente a Dios para saber si será mejor construir la casa en estilo Colonial Americano, al estilo de un rancho, un moderno estilo arquitectónico o quizás un estilo Mediterráneo. ¿No se les ha ocurrido pensar que a Dios no le importa en lo absoluto en qué estilo lo hagan? — Dejen que ellos construyan en el estilo que se les ocurra. En muchas cosas nosotros podemos hacer exactamente lo que queremos.

Ahora que si hay cosas que a Él le interesan mucho. Si ustedes van a construir una casa, entonces sean honestos y paguen por los materiales que usarán y vean que sea un buen trabajo. Cuando se muden a ella, vivan rectamente en su nueva casa. Eso es lo que verdaderamente le importa a Dios.

En ocasiones yo he tenido que aconsejar a personas que el Señor probablemente aprobará muy gustosamente las cosas que ellos intentan hacer aún cuando ellos la desean mucho. Es extraño pero muchas veces ellos se sienten culpables porque desean algo, aunque esto sea correcto. El Señor es muy generoso con la libertad que nos ha dado. Mientras más aprendemos a seguir lo correcto más avanzamos en ser espiritualmente auto confiados, más se afirman nuestra libertad y nuestra independencia.

“Si vosotros permanecéis en mi palabra seréis verdaderamente mis discípulos y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32).

Existen grandes significados en estas palabras de Carol Lynn Pearson, tituladas “La Lección”:

“Si, mi enojado,
irritado niño,
yo puedo cruzar la habitación hacia ti
Pero yo ya he
Aprendido a caminar,
Así que debo hacer
que tu vengas hacia mi.
Veamos ahora
¡Así!
¿Ves?
¡Oh! recuerda
Esta simple lección,
Niño,
Y cuando
en muchos años más
tu grites
con los puños apretados
y lágrimas —
“¡Oh! ayúdame Dios
— por favor,

Sólo escucha
Y tu oirás una
silenciosa voz:
Lo haré, niño,
lo haré,
Pero eres tú,
no yo,
Quien necesita tratar.

Divinidad de (Carol Lynn Pearson, Comienzos, Provo, Trilogía de Artes, 1967, página 18).

Lamán y Lemuel se lamentaban a Nefi:

“He aquí, no podemos comprender las palabras de nuestro padre…”

“¿Han preguntado al Señor?” les respondió Nefi.

Y piensen en esta respuesta: Ellos le contestaron: “No, porque el Señor no nos da a conocer estas cosas a nosotros”

“¿Cómo es eso?”, les respondió,

“¿Cómo es que no guardáis los mandamientos del Señor? — ¿Cómo es que queréis perecer a causa de la dureza de vuestros corazones? — ¿No os acordáis de que el Señor ha dicho? Si no endurecéis vuestros corazones y me pedís con fe, con la seguridad de recibir, guardando diligentemente mis mandamientos, de seguro os serán manifestadas estas cosas?” (1 Nefi 15:7-11)

En conclusión, si nosotros perdemos el espíritu y el poder de la revelación individual, hemos perdido mucho en esta Iglesia. Ustedes poseen grandes y poderosos recursos. Ustedes a través de las oraciones, pueden resolver sus problemas sin ir siempre y por costumbre a aquellos que están tratando tan duramente de ayudar a los demás.

Ahora, si ustedes comienzan a recibir revelaciones para cualquier otra jurisdicción, sabrán inmediatamente que están fuera de orden, y que viene de la fuente equivocada. Ustedes no recibirán revelaciones para aconsejar a vuestro obispo o para corregir a los líderes de la Iglesia.

Si ustedes llegan a ser tan dependientes e inseguros acerca de la oración y de las respuestas a estas oraciones, entonces ustedes están vacilando y son débiles.

Si nosotros seguimos un camino en el cual por un lado, revisamos cuidadosamente para cuidar los productos del bienestar y por el otro lado, estamos solicitando la limosna de un consejo o guía sin ir primeramente a vuestro almacén privado de conocimientos e inspiración, entonces hemos estado haciendo a ustedes un perjuicio y daño.

Esta Iglesia descansa en el testimonio individual. Cada uno debe ganar su propio testimonio. Es sólo entonces que usted puede pararse y decir, como yo puedo decirlo, que yo sé que Dios vive, que Él es nuestro Padre, que tenemos una relación de hijo a padre con Él. Yo sé que Él está cerca, que podemos ir a Él y pedirle, y entonces, si deseamos ser obedientes y escuchar y usar cada recurso, obtendremos una respuesta a nuestras oraciones.

Esta es Su Iglesia. Dios vive. Jesús es el Cristo. Tenemos un Profeta presidiendo nuestra Iglesia. Cada uno de nosotros y cada otra alma sobre esta tierra pueden saber eso. Yo comparto mi testimonio de ello. Yo sé que Él vive y reafirmo este testimonio a ustedes en el nombre de Jesucristo. Amén.

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3 Responses to Autoconfianza

  1. Avatar de Desconocido Anónimo dice:

    Estoy trabajando junto a mi esposa para lograr ser autosuficiente; con la ayuda del Señor, preparandonos con los cursos de: Cómo iniciar y hacer crecer mi negocio, finanzas personales, English Connect 1 y Ven, Sígueme…

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  2. Avatar de Bertha Susana Martinez ángulo Bertha Susana Martinez ángulo dice:

    Cómo hago para ser autosuficiente ahora en esta pandemia

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  3. Avatar de César Cabellos Ichajaya César Cabellos Ichajaya dice:

    Existen dos tipos de problemas,las que generamos nosotros por nuestras desiciones o las que la vida trae. Las que generamos trae desconfianza tragedia y dolor donde solo el desarrolló del perdón,la humildad y la Fe en Jesucristo le darán luz a tu vida,las que la vida trae son para tu Provecho e instrucción si estan preparados desarrollarán union,confianza familiar y una mejora en la actituda a la vida, en ambas partes aprendes,tu obediencia y las rodillas dobladas te acarcaran al Salvador .

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