Lucy Mack Smith (1775–1856) era madre de José y Hyrum Smith y de otros nueve hijos, y fue una persona de influencia en los primeros años de la Iglesia. Su hijo William Smith recordaba: “Mi madre, que era una mujer muy piadosa y preocupada por el bienestar de sus hijos tanto aquí como en el más allá, hacía uso de todos los medios que el amor de una madre pudiera sugerir para tenernos ocupados en la búsqueda de la salvación de nuestra alma o, como se decía entonces, ‘en recibir religión’”1. En su propia búsqueda de religión, Smith estudiaba la Biblia, oraba, analizaba sueños y visiones y asistía a reuniones que fomentaban el sentimiento religioso patrocinados por diversas denominaciones2. Se bautizó como Santo de los Últimos Días poco después de que su hijo José organizara la Iglesia de Cristo, el 6 de abril de 18303.
A principios de mayo de 1831, Smith formó parte de una compañía de unos ochenta miembros de la Iglesia procedentes de la región de Fayette, Nueva York, que viajaron para unirse a un grupo más numeroso de Santos de los Últimos Días en Kirtland, Ohio. Ellos esperaban que el cálido clima primaveral les permitiera viajar de Nueva York a Ohio por vía fluvial más bien que por tierra4. Según el relato que dio ella del viaje más tarde, tanto Solomon Humphrey, el miembro de mayor edad de la Iglesia en aquel momento, como Hiram Page, uno de los Ocho Testigos del Libro de Mormón, se negaron a aceptar el liderazgo del grupo, cediéndoselo en su lugar a Smith. Más adelante su historia registra que toda la congregación estuvo de acuerdo: “‘Sí’, respondieron todos al unísono, ‘tal como diga Mamá Smith, así lo haremos’”. Smith recuerda que, antes de partir, “los reuní a todos. ‘Bueno’, dije, ‘hermanos y hermanas, hemos partido tal como hizo el padre Lehi para viajar por mandato del Señor a una tierra que el Señor nos mostrará si somos fieles, y quiero que todos sean solemnes y eleven constantemente su corazón en oración a Dios a fin de que seamos prosperados”. Mientras viajaban por los canales Cayuga-Seneca y Erie, según recordaba Smith, ella dirigía los himnos y las oraciones de la compañía, y se encargaba de parte de las finanzas, la comida y el alojamiento5.
El viaje estuvo lejos de ser ideal: El clima adverso, la desconfianza por parte de los pobladores locales, la falta de provisiones y de preparación de los viajeros y los niños revoltosos crearon tensiones dentro del grupo. Cinco días después de su salida, el grupo de Fayette llegó a Buffalo, donde se reunió con otros santos procedentes de Colesville, Nueva York, que llevaban una semana esperando que se rompiera el hielo en Buffalo Harbor para que pudieran pasar los barcos6. Según Smith, el grupo de Colesville instó a la compañía de Fayette a esperar con discreción que cambiara el tiempo sin desvelar su identidad religiosa a la población local, lo cual podría generar prejuicios que les impedirían obtener alojamiento y transporte en el lugar. En lugar de eso, Smith subió a la cubierta del barco donde se hallaba su compañía y proclamó abiertamente sus creencias mormonas para congregar a la gente de la ciudad.
Después de dar testimonio a quienes escuchaban, Smith observó en el barco lo que consideró un comportamiento inapropiado entre los santos, incluso discusiones, quejas y coqueteos, y le preocupó que el ver una conducta alborotada minara su anterior testimonio público, por lo que se volvió para hablar a los santos tal como se registra en el discurso que aquí se recoge. Justo cuando terminó de hablar, relató ella, “se escuchó un ruido atronador y el capitán exclamó: ‘¡Todos a sus puestos!’; entonces el hielo se partió dejando apenas espacio para que el barco pudiera pasar”7. Cruzaron rápido y sin incidentes a Fairport Harbor, en Ohio, unos veinte kilómetros (doce millas) al noreste de Kirtland, y llegaron alrededor del 11 de mayo de 18318. Lucy Mack Smith registró esta exhortación con sus propias palabras unos trece años más tarde, y es una muestra de la autoridad que ella ejercía como “Mamá Smith”, una respetada matriarca de la Iglesia.
Notas
[1] William Smith, William Smith on Mormonism, Lamoni, IA: Herald Steam Press, 1883, págs. 6–7.
[2] Irene M. Bates, “Lucy Mack Smith—First Mormon Mother”, en Lucy’s Book: A Critical Edition of Lucy Mack Smith’s Family Memoir, editado por Lavina Fielding Anderson, Salt Lake City: Signature Books, 2001, págs. 6–7.
[3] Karen Lynn Davidson, David J. Whittaker, Mark Ashurst-McGee y Richard L. Jensen, editores, Histories, Volume 1: Joseph Smith Histories, 1832–1844, tomo I de la serie Histories de The Joseph Smith Papers, editado por Dean C. Jessee, Ronald K. Esplin y Richard Lyman Bushman, Salt Lake City: Church Historian’s Press, 2012, pág. 366.
[4 ]Larry C. Porter, “‘Ye Shall Go to the Ohio’: Exodus of the New York Saints to Ohio, 1831”, en Regional Studies in Latter-day Saint Church History: Ohio, editado por Milton V. Backman Jr., Provo, UT: Department of Church History and Doctrine, Universidad Brigham Young, 1990, págs. 14–15, 23.
[5] Lucy Mack Smith, History, 1844–1845, 18 libros, libro 11, págs. 2–3, 8–10, Biblioteca de Historia de la Iglesia; Anderson, Lucy’s Book, pág. 511n3. El relato de Smith se considera fiable en su conjunto, pero también refleja la percepción que ella tenía muchos años después.
[6] Smith, History, libro 11, pág. 6.
[7] Smith, History, libro 11, págs. 6–7; libro 12, págs. 1–2.
[8] Porter, “Ye Shall Go to the Ohio”, pág. 18.
[9] En un momento dado del viaje, Smith reprendió a las madres de la compañía que no atendían a sus hijos. Ella recordaba que más tarde las mujeres fueron a ella con quejas: “Me parece que nos hubiera ido mejor quedándonos en casa, porque allí podríamos sentarnos en nuestras mecedoras y tener toda la comodidad que quisiéramos, y aquí estamos agotadas y sin un lugar donde descansar”. (Smith, History, libro 11, pág. 5).
[10] Al principio del viaje, mientras la compañía organizaba el liderazgo y los recursos, Smith descubrió que había unas veinte personas que disponían de menos de dos comidas. Ella recordaba que mantuvo a quienes no tenían dinero, así como a los treinta niños que estaban a bordo. (Smith, History, libro 11, págs. 2–3).
[11] Lucas 8:25.
[12] Véanse 2 Corintios 2:16; y Doctrina y Convenios 20:15.
[13] Véase Juan 5:25.

























Qué belleza! Cuando miro a mi alrededor y veo a la gente sufriendo, me pregunto: por qué no atenderán a la Palabra de Dios para que sus pesares se resuelvan? Gracias por este mensaje tan inspirador. Amo los discursos de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
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cada uno de nuestros antepasados tuvieron pruebas muy grandes de fe y el padre celestial los premio igualmente en estos tiempos es igual debemos tener fe en nuestro señor y seguir sus enseñanzas y sacramentos para tener un contacto directo con el somos sus hijos y nos amam demasiado por eso entrego su cuerpo y su sangre por cada uno de nosotros.yo le amo demaciado y se que él es el camino
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