La Reverencia
Por David O. McKay
de la Primera Presidencia.
Liahona Abril 1951
Con fe, lealtad, y devoción en sus corazones los peregrinos lucharon en el desierto por cuarenta años para edificar este templo magnífico como un símbolo perpetuo de su reverencia hacia Dios, su protector y libertador.
En este tiempo tengo solamente una cosa en mi mente. Quiero hacer una apelación a este vasto grupo de líderes. Creo que hay una necesidad en la iglesia que los presidentes de estacas, obispados de barrios, presidencias de quórumes, y oficiales de las organizaciones auxiliares pueden suplir. Estoy pensando de la necesidad de más reverencia en nuestras casas de oración, y más orden y disciplina en las clases, en juntas de quórumes, y en grupos auxiliares.
Al tratar de cultivar los atributos del Salvador llegamos a ser más fuertes en carácter y espiritualidad, y estos son dos de los propósitos de la vida: vivir para que podamos recibir la inspiración y dirección del Espíritu Santo.
No sé quién escribió, hace muchos años, que el propósito de esta vida se puede decir en estas cortas palabras: “Sojuzgad la materia para que podamos realizar lo ideal”.
Cuando lo leí por primera vez pensé que lo podría parafrasear y decir: “Todo el propósito de la vida es dominar las pasiones animales, las proclividades y las tendencias, para que siempre podamos tener el compañerismo del Espíritu de Dios”. Creo que eso es lo ideal. Uno de los propósitos principales de la vida es el de gobernar tendencias malas, y nuestros apetitos, controlar nuestras pasiones, es decir enojo, odio, celos, e inmoralidad. Tenemos que vencerlos; tenemos que sujetarlos, y conquistarlos porque dijo Dios: “Mi espíritu no morará en tabernáculos inmundos, ni tampoco contenderá siempre con el hombre”, (véase Génesis 6:3; D. y C. 1:33)
La base de la reverencia y orden en una clase está en el principio del dominio sobre uno mismo. No sé cómo definir la palabra reverencia pero sí sé cómo clasificarla, se clasifica como uno de los objetos de la nobleza, en verdad es uno de los atributos de deidad.
El amor es el atributo más divino del alma. Y creo que simpatía es el que lo sigue —simpatía para con los afligidos, para nuestros hermanos y hermanas, y también para los animales que están sufriendo. Eso es una virtud divina.
Bondad, también es una virtud sublime. La primera oración del Salmo que se conoce como el Salmo de Amor dice: “La caridad es sufrida, es benigna’. (véase 1 Cor. 13:4)
Sin embargo en mi pensamiento pondré reverencia después de Amor. Jesucristo lo mencionó primero en el Padre nuestro: “. . .Nuestro Padre que estás en los cielos, Santificado sea tu nombre…” La palabra santificar significa reverenciar.
Fué con indignación reverente que Jesús echó fuera a los que vendían palomas y corderos para sacrificios, porque estaban profanando la casa de su Padre. Los cambiadores estaban para la conveniencia de los que venían de otros países para que pudieran pagar sus contribuciones en moneda local. Aparentemente se veían justificados, pero estaban haciendo estas cosas en la casa de Dios. Nos dice que volteó las mesas de los cambiadores, y dijo a los que vendían palomas “…Quitad de aquí esto, y no hagáis la casa de Padre casa de mercado”. (Juan 2:16)
Escribió Ruskin: “Reverencia es el estado más noble en el cual el hombre puede vivir. Reverencia es una de las señales de fuerza; irreverencia es una indicación segura de debilidad. Ningún hombre será ensalzado si se burla de cosas sagradas. Las lealtades finas de la vida deben ser reverenciadas o serán perjurados en el día de juicio”.
Carlos Jefferson, el autor del libro que se titula “El Carácter de Jesús”, escribe: “En muchos círculos los hombres son hábiles, interesantes, inteligentes, pero les falta una de las tres dimensiones de la vida. Su alcance no es hacia arriba. Su conversación tiene chispa, pero es frívola, y a veces impertinente. Su hablar tiene ingenio pero a veces se burlan de cosas sagradas”.
Puede uno reconocer un alma de ingenio por las cosas de que hace bromas. Los mejores escritores de chistes evitan chistes de cosas religiosas.
Jefferson continúa: “Uno encuentra esta falta de reverencia aún dentro de la iglesia. En cada comunidad hay los que entran y salen de la casa de Dios como si fuera un tranvía, que entran y salen cuando quieren. Aun los que asisten a la iglesia seguido, a veces dejan a uno sorprendido y asombrado por su comportamiento irreverente en la casa de oración. Esas personas no son ignorantes ni bárbaros, únicamente no han desarrollado la virtud de la reverencia.
Nuestros cuartos de clases a veces son lugares de vocinglería. Aquí es donde necesitamos maestros buenos. Un maestro que puede presentar una lección interesante tendrá buen orden. Y cuando él o ella ve que los niños están jugando, molestando los unos a los otros aventando papeles, no prestando atención, entonces sabrá que no está presentando la lección bien. Tal vez la lección no fué preparada bien.
Hace poco, una de las madres asistió a una clase para ver porque su hijo estaba perdiendo su interés. Hubo tanta vocinglería, confusión y ruido que se sintió enferma del corazón; y al salir le dijo a la maestra: “¡Yo creía que esta era una clase de la Escuela Dominical no un manicomio!”
He dicho que dominio sobre uno mismo, es uno de los propósitos fundamentales de la vida. Vemos un ejemplo de esto cuando el Salvador del mundo resistió la tentación de Satanás en el Monte de Tentación cuando dijo: “Si eres hijo de Dios di a estas piedras que se hagan pan”.—una apelación a su apetito, “No con sólo de pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios”.
“Si eres hijo de Dios” —otra vez fuerte e insultante,— “Échate abajo; que escrito está”, —cita la escritura— ‘ A sus ángeles mandará por tí, y te alzarán en las manos, para que nunca tropieces con tu pie en piedra”.
Jesús le dijo: “Escrito está además: No tentarás al Señor tu Dios”.
En la siguiente tentación Satanás no es insultante sino suplica: “Todo esto te daré”, mostrándole todos los reinos del mundo, “si postrado me adorares”.
Eso es una lección de la vida. Al principio Satanás intentó frustrar e insultar, seguro de su poder de tentar, pero al fin rogó y fue desterrado. “Vete Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo servirás”. Y he aquí los ángeles llegaron y le servían. (Mateo 4)
Ahora esta es una lección de la vida para todos. Satanás tienta y si no tenemos en mente una meta más alta que la de la indulgencia y gratificación de lo físico, no vamos a resistir, y nos vamos a debilitar, y Satanás ganará en fuerza.
La lección de dominio sobre sí mismo debe de tener su principio en la niñez de uno y en su hogar. Un niño debe de tener su libre albedrío hasta cierto punto. Allende de este punto no pueden ir, y esto es cuando esa libertad interviene con el derecho, bienestar o conveniencia de otro miembro de la familia.
He relatado en otra ocasión el incidente que ocurrió en un jardín zoológico. Era muy sencillo, pero tal vez algunos piensan que no debemos usar a los monos como ejemplos. Sin embargo creo que nos pueden enseñar algo. La Hna. McKay y yo estuvimos parados un día, creo que era en San Diego, California, mirando a una madre mono con su monito recién nacido. Ella lo estaba guardando, mirando, a la misma vez, a los demás de los monos en la jaula; el monito estaba libre para hacer lo que a él le agradara, brincar alrededor, agarrar las barras, procurar escalar. Cuando llegaba hasta cierto punto la madre lo regresaba. Entonces el monito estaba libre otra vez, pero dentro de ciertos límites.
Le dije a la Hna. McKay, “Allí hay una lección de la vida, cómo se puede guiar a los niños”.
En una clase se le enseña al niño, debe estar libre para discutir, libre para participar en el trabajo de la clase, pero ningún miembro de la clase debe ser permitido distraer al otro por medio de empujar o de hablar cosas frívolas. Y en esta Iglesia, creo yo, que en los quórumes del Sacerdocio, clases, y en reuniones auxiliares, los maestros y superintendentes no lo deben permitir. Ese desorden perjudica al niño que lo hace. Debe aprender que dentro de la sociedad hay ciertas cosas que no se puede hacer con impunidad. No puede traspasar los derechos de sus socios.
Permitan que los niños aprendan esa lección en su juventud para que cuando entren en la sociedad no vayan a traspasar una ley porque sentirán una mano que les refrena y tal vez sufrirán un castigo.
El orden en las clases es esencial para inculcar el principio de dominio sobre sí mismo en los corazones de los jóvenes y señoritas. Quieren hablar y quieren susurrar, pero no pueden porque molesta a otro. Aprendan el poder y la lección de dominio sobre sí mismo.
LA Reverencia se debe manifestar particularmente en, cultos sacramentales, juntas de quórumes, Escuela Dominical, la Mutual, Primaria, sí, y también en la Sociedad de Socorro. Esta es una Iglesia misionera. La gente viene a la iglesia para buscar la luz, conocimiento, instrucción, y tienen el derecho de encontrarlos cuando vienen.
Lo siguiente, que fué tomado de una carta que recibió la Primera Presidencia ilustrará mi punto:
“Hace como dos meses que dos de sus misioneros llegaron a mi puerta con un Libro de Mormón. Como soy católica, y escribo para nuestra prensa, y conozco muy bien la doctrina Católica y la Santa Biblia, rehusé el Libro de Mormón. Pero ellos insistieron, y como yo tengo permiso de mi pastor, siendo escritor, de leer otros libros, acepté el Libro. Por supuesto pueden adivinar lo que pasó. Habiendo sido entrenada durante mis 16 años de ser Católica, de reconocer la verdad cuando veo, lo oigo, o lo leo, pude reconocer que el Libro de Mormón era la verdad. Y esto también fué el caso cuando trajeron su compañero, Las Doctrinas y Convenios.
Seguramente no era el Jesús tan bondadoso y apacible que conocen la mayoría de los Católicos, pero seguramente era el mismo Jesús que habló en las D & C a los apóstoles, los fariseos y los escribas y toda la gente durante los tres años de su ministerio en la tierra. Por consiguiente, principié recibir instrucciones y sus misioneros vinieron dos veces por semana para tener Cultos de Hogar.
Entonces me llevaron a un Culto en el pueblo de Rodeo, unos cinco kilómetros de aquí, y tengo que admitir que cada vez que regreso, regreso lamentando y pensando, “Oh pobre Jesús, seguramente has hecho él fracaso más miserable de tu vida procurando establecer de nuevo tu Iglesia con esta gente».
Durante la distribución del pan y del agua no pude discernir ningún espíritu de oración o recepción piadoso entre la congregación. Es tan probable que estarían sonriendo o susurrando; escasamente discerniendo el cuerpo del Señor.
El 13 de Septiembre esta carta me llegó de uno de los misioneros de estaca, en que me dice.
“Me refiero a la irreverencia en nuestros servicios de la iglesia, con el ruido, risa y confusión que a veces acompaña tal condición. Esto es responsable por algo de crítica y disgusto y resulta en la ausencia de algunos miembros de los servicios. Nuestros misioneros de estacas tienen este obstáculo en su trabajo porque temen llevar a sus investigadores a los servicios mientras exista esta condición de irreverencia.
La dificultad a veces se pone más grave cuando el que predica dice cosas frívolas y los niños se sienten libres de participar en la risa. Esta es una cosa muy triste que tenemos que admitir que existe en la Iglesia verdadera de Jesucristo.
La irreverencia en la casa del Señor no es un buen ambiente para la administración de la Santa Cena, y Dios ha de estar disgustado con la disimularon con que sus hijos participan de estos emblemas tan descuidadamente, sin la reverencia que debe de caracterizar la adoración verdadera”.
Quisiera decir que de mi observación creo que estamos mejorando en esta condición. No he estado en una casa de oración en la Escuela Dominical o Culto de predicación, donde el orden, durante la administración de la Santa Cena no ha sido tan perfecto como está ahora en este edificio. La voz de un nene, tal vez, pero Dios no está disgustado con la voz de un niño, cuando los padres están pensando reverentemente de los convenios que están haciendo. Sin embargo parece que el escritor de esta carta ha tenido diferente experiencia.
Les suplico que desarrollen este atributo divino de reverencia en sus casas de oración y mejor disciplina en las clases. Y creo que ustedes, los hermanos, pueden guiar en esto.
Recuerdo en 1923 cuando asistí a una conferencia en Burnley, Liverpool. Hermanos y hermanas vinieron de todas partes del distrito, muy contentos al ver los unos a los otros, como ustedes, los misioneros lo saben, los miembros se saludaban y también saludaban a los misioneros, y los misioneros también se introdujeran en los saludos.
Tuvieron el culto en una sala pública en el tercer piso. En el cuarto contiguo las hermanas estaban preparando la comida. Podíamos oír el ruido de las cacerolas. Llegaron las diez y aún continuaba el ruido. Pasaron cinco minutos antes de que hubo orden.
Seis meses después cuando tuvimos una conferencia con los misioneros del distrito antes de, principiar dijimos: “Hermanos, Dios no está disgustado con sus saludos y expresiones de amor y hermandad, pero sí está disgustado con su actitud irreverente, y tenemos presente una gente selecta, extraña quienes no están acostumbrados a la manera tan libre en que se saludan los Santos de los Últimos Días. Así es que mañana después de saludar a sus amigos favor de tomar sus asientos faltando siete minutos para las diez sin ningún anuncio. No digan ni una palabra. Nada más vayan a sus lugares asignados”.
Así lo hicieron, faltando cuatro minutos para las diez, siguiendo el ejemplo de los misioneros, cada miembro del distrito que estaba presente estaba en su lugar y hubo orden antes de que llegara el tiempo de principiar.
Es dicho: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre allí estoy en medio de ellos”. (Mateo 18:20) y les digo que cuando Él está presente debemos ser reverentes.
Alguien dijo que si Shakespeare entrase en este salón esta noche nos pondríamos de pie para saludarlo, pero si entrara Jesucristo, todos nos arrodillaríamos para adorarlo.
Que Dios les bendiga, hermanos, como líderes dé Israel, como guías de la juventud, para que aumente su influencia sobre aquellos con quienes trabajan. Que Dios nos ayude a santificar nuestras casas de oración, que nuestras capillas sean lugares sagrados en donde nos reunimos para adorar a Dios, es mi oración en el nombre de Jesucristo. Amén.
La reverencia”, escribió Ruskin, “es el estado más noble en el cual el hombre puede vivir. La reverencia es una de las señales de fuerza; la irreverencia es una indicación segura de debilidad. Ningún hombre será ensalzado si se burla de cosas sagradas. Las lealtades finas de la vida deben ser reverenciadas. . .”

























que bien……
Me gustaMe gusta