Lo que Dios Aborrece

Lo que Dios Aborrece

(Tomado de the Church News)

Generalmente pensamos en términos de amor cuando pensamos del Señor. Dios es Amor. Él es la personificación de todas las buenas cualidades de carácter que deseamos edificar en nuestras propias vidas.

Pero aunque él “es amor”, hay algunas cosas que aborrece. Estas cosas son declaradas ser una abominación en su vista, y para nuestro propio bien debemos saber su actitud en cuanto a ellos.

Algunas de estas cosas son mencionadas en los Diez Mandamientos, tal como el matar, el adorar ídolos, el pecado sexual, y la codicia. Pero una lista en otra parte de las escrituras merece nuestra consideración seria y frecuente:

“Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma:

“Los ojos altivos.
“La lengua mentirosa.
“Las manos derramadoras de sangre inocente.
“El corazón que maquina pensamientos inicuos.
“Los pies presurosos a correr al mal.
“El testigo falso que habla mentiras.
“El que enciende rencillas entre los hermanos”. (Proverbios 6:16-19).

Estas siete cosas se relacionan con un sujeto: el de despertar discordias con y para otra personas. El desprecio de ojos altivos, la maldad de una lengua mentirosa, un corazón que deliberadamente planea iniquidad, pies que son presurosos para correr al mal, el asesino, y el que enciende rencillas entre sus hermanos—Dios aborrece a todos.

CADA expresión es una descripción del que causa discordias, uno que tiene una mala intención, que chismea de cosas que sólo en parte son ciertas o de cosas falsas, ennegreciendo el buen nombre de otros, sembrando discordia donde la armonía debe existir, hablando mentiras y deleitándose en ello. Lo extraño de todo ‘esto es que tales prácticas no se limitan a los así llamados inicuos. A menudo los que se estiman ser dignos de un halo de luz se entregan a algunas de estas prácticas, y a veces lo hacen en el nombre de la justicia y la reforma.

¡Discordia! ¡Discordia! El mundo está lleno de ello. A causa de ello estamos a punto de tener otra guerra mundial. A causa de ello tenemos contiendas en nuestro propio país, se han destruido amistades en las vecindades, hogares han sido divididos, niños dejados huérfanos. A causa de la discordia algunos han perdido su fe en la humanidad, y aun su fe en Dios.

¿Es de maravillarse que el Señor aborrece a los que siembran discordia? ¿Es de maravillarse que el Señor denuncia a aquellos cuyos pies son presurosos para correr al mal, cuyos corazones deliberadamente maquinan maneras de cometer iniquidades, aun bajo el abrigo de la justicia?

Cuando el Salvador vivía sobre la tierra denunció a los hipócritas más que a cualquier otra clase de gente. ¿Hay entre nosotros los que navegan bajo colores falsos, y destruyen buenos nombres y buenas obras presumiendo estar efectuando una reforma, o que destruyen una buena reputación a causa de prejuicio personal? ¿Hay entre nosotros quienes desean aparecer angélicos pero quienes, en sus hechos privados, son completamente lo contrario?

Dios es amor. Él nos enseña a amar a nuestros prójimos como a nosotros mismos. Si sentimos que hemos sido tratados injustamente, él nos invita a volver la otra mejilla, más bien que maltratar a otro. Si alguno nos quitare nuestro saco, él nos pide que le demos también nuestra capa.

No es la VENGANZA que Dios quiere que busquemos. Es el PERDÓN. No es el rencor que quiere él que cultivemos, es la comprensión y la armonía. No es la amargura, sino la bondad.

Cuando sabemos que Dios aborrece el orgullo, una lengua mentirosa, deliberadamente planeando a hacer lo malo, presuroso a correr al mal, dando falso testimonio, y sembrando, discordia, nosotros debemos evitar estas cosas.

Dios ama las virtudes enseñadas por su amado Hijo, y nos ha dicho que hemos de seguirle a él. Fe, esperanza, caridad y amor, con un deseo sincero de glorificar a Dios, nos califican para la obra.

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