Manantiales de Vida

Manantiales de Vida

por Melvin J. Ballard
Liahona Enero 1945

Nació en Logan, Utah, el día 9 de febrero de 1873; fué ordenado apóstol y elegido al Quorum de los Doce Apóstoles el día 7 de enero de 1919; falleció el día 30 de julio de 1939. Élder Melvin J. Ballard era la esencia de servicio y devoción desinteresada a la causa de Cristo Siempre estaba listo para aceptar cualquier llamamiento en la Iglesia. Además de su poder evangelístico poseía un gran entendimiento práctico. Daba consejos sabios porque conocía las necesidades temporales tanto como las espirituales del hombre. Ciertamente fué un Apóstol de nuestro Señor Jesucristo, y un siervo poderoso del Dios Viviente.


Detengámonos y preguntemos, ¿por qué? ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál fué el propósito de vida de mandarme a este mundo, con todos sus problemas y dificultades, con su mortalidad, con su muerte y sufrimientos? ¿Por qué todo esto?

Voy a leer del libro de Abraham, lo que dijo el Señor a nuestro anciano patriarca y antepasado: “Bajemos, porque hay espacio allí, y tomaremos de estos materiales y haremos un mundo en el cual estos puedan morar: y con esto les probaremos para ver si hacen todas las cosas que el Señor su Dios les mandara; —y aquellos que guarden su segundo estado (en su mundo) serán glorificados para siempre y para siempre. (P. de G. P. Abraham 3:24-26).

Estoy seguro de que no fué la intención de nuestro Padre Celestial darnos ciertos mandatos nada más para vernos en acción, y saber si éramos competentes. Estoy seguro que cada requisito que Él ha impuesto es esencial para prepararnos para llegar a Su presencia; que las reglas que han existido desde la eternidad serán también las mismas normas que gobernarán a los hombres hasta los fines del tiempo y que aspiren a llegar a la presencia de Dios.

El primer gran propósito que tuvo el Señor al darnos esta vida terrenal, fué el de efectuar la unión del espíritu inmortal del hombre que había vivido con Dios en el mundo eterno por siglos —y dar a aquel glorioso espíritu su oportunidad de unirse a la carne en la mortalidad, para constituir un alma completa, para calificar aquel alma en la resurrección de los muertos.

Sin vida terrenal, no habría cuerpo inmortal para ninguno de nosotros. Pero la unión del espíritu y la materia no califica para alcanzar todas las alturas que son espirituales todas las cosas que son materiales, la plenitud del Reino del Eterno Padre.

El segundo gran propósito de vida es darnos la oportunidad de aprender a vivir en la presencia de Dios, para entrenarnos en un curso de conducta humana que pueda calificarnos para llegar a Su Santa presencia. Resulta agradable a la vista de Nuestro Padre que nosotros vivamos y cuidemos esa vida. Hay en operación una ley que es más responsable de los actos de los hombres que cualesquiera otra ley, la ley de preservación de sí mismo, por lo cual amamos la vida, nos afanamos tenazmente a ella, aún cuando la vejez y la inacción se nos vienen encima. Hay algunos que destruyen su vida, pero eso no es un hecho normal o el resultado de conducta y pensamiento humano. Amamos la vida. Fué el designio del Señor, entonces, que amásemos y que nos cuidásemos de accidente, daño y pérdida de la vida, porque la vida es cara. Nos da una sola oportunidad de obtener experiencia y de aprender a vivir. Junto a la ley de preservación de sí mismo está lo que llamamos la operación de la ley de apetito, un deseo de las cosas que satisfacen el cuerpo. Pero tenemos que cuidarnos para que no nos descontrole y goce de las cosas que pueden dañar al cuerpo, porque el Todo Poderoso puso apetito sobre las cosas de comer y beber para que así pudiésemos edificar un cuerpo, fuerte, vigoroso, y saludable. Asegurar que es propio satisfacer el apetito comiendo y bebiendo las cosas que envenenan y destruyen el cuerpo es un error que acarrea la muerte y la destrucción.

Estoy seguro que la palabra de Sabiduría que el Señor ha revelado en nuestro siglo es tan antigua como el Evangelio mismo. Fué dada a Adán en el principio. Tenemos partes de ella que aparecen en las escrituras, donde el Señor nos señaló que, aunque ha dado al hombre un gran apetito, desea que el hombre domine ese apetito y lo refrene para edificar un cuerpo fuerte, saludable y vigoroso.

Tercero: Entre la operación de leyes que gobiernan la acción humana, se encuentra aquel tremendo poder y fuerza llamado deseo sexual; pero como el apetito, el deseo sexual no fué plantado en el hombre y la mujer para que corriese desenfrenado y recibiese su gratificación en donde y cuando llegase ese deseo, sino que como el apetito debe dominarse.

Si Dios no hubiese puesto este fuerte deseo de comer en cada uno de nosotros pereceríamos por falta de sostén para el cuerpo. Si Dios no hubiese puesto en la naturaleza del hombre aquel fuerte deseo sexual, el gran propósito de vida fracasaría, porque era su deseo y propósito que nosotros pudiéramos reproducirnos, porque el primer gran mandamiento fué el de multiplicar y henchir la tierra. Así dió al hombre la mujer y los hizo uno en ligas que no tienen muerte y les advirtió que se unieran el uno con el otro y que se guardasen de todos los demás. Esto fué el control del poder más gran de que Dios ha dado al cuerpo humano, el poder de reproducirse.

Yo quisiera, mis queridos hermanos jóvenes, tener la visión de nuestro futuro con sus oportunidades y posibilidades que el Señor nos ha dado, y que los hermanos, que os aman han enseñado, en un mundo que duda de las leyes sagradas establecidas por el Todo Poderoso en el principio de la raza. Yo os incito a guardar estos sagrados y santos principios, si deseáis venir ante la presencia de vuestro Padre Celestial, porque solamente los puros de corazón verán a Dios.

Atravesamos una época en que se mira con complacencia la violación del grande mandamiento del Todopoderoso, habiendo dotado al hombre con estos poderes le encomendó que no cometiera adulterio, y Jesús dijo a aquellos de su propio tiempo: «Mas yo os digo que cualquiera que mira una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón». El corazón tiene que ser puro para que sean puros los hechos.

Yo quiero que los Jóvenes no importa cuál sea la tentación, recuerden quienes son. Hijos de José y que lean su historia otra vez, la historia de ese muchacho que fué vendido en Egipto y llevado lejos de su familia y sus amigos. Allí aparece la tentación. No hay nadie que pueda verlo ahora, ¿no puede entregarse a su tendencia natural? No. El recibió una enseñanza que no pudo hacer a un lado aunque le costase el disgusto de la esposa de un hombre poderoso, y que además le ofrecía una posición elevada y sus favores si pecaba con ella. Día tras día él la resistió y entonces en su pasión rabiosa, un día lo agarró para llevarlo a su ruina, pero se arrancó de sus manos dejando su capa en posesión de ella. Rechazada y odiada ella se volvió vengativa y lo acusó de haberla asaltado, y mostró como evidencia en un acto de defensa aquella capa que él había abandonado cuando intentó ella seducirlo.

Pero hubo algo en su virtud y pureza que no sólo fué su mismo galardón sino su defensa. Aunque el joven, acusado falsamente fué a la prisión de todos modos fué sacado con honor y gloria, a ocupar un puesto elevado en el reino porque fué puro.

Todo el mundo posiblemente os puede condenar y contar mentiras de vosotros pero no os pueden derrotar si sabéis en vuestro corazón que sois limpios y que sois puros. Podéis mirar cara a cara aún a Dios sin avergonzaros. Yo os pido que recordéis eso, no importa cuál sea la tentación. Sois hijos de José y si queréis heredar sus bendiciones, bendiciones superiores que sus mismos hermanos envidiaban y por eso le odiaban, tenéis que ser como él, hombres fuertes, limpios y puros, que darían la vida antes que violar esta ley y ensuciarse de cieno impúdico. Mujeres y señoritas yo os ruego que os atengáis a las enseñanzas y principios morales de vuestras madres que consideran la virtud como un objeto más precioso que la vida misma. Yo os prometo que la señorita que use probidad en su lenguaje que sea honesta en vestirse y modesta en su comportamiento será protegida contra los insultos a menos que sea víctima de un hombre insensato. Pero si no es modesta en su vestido y en su comportamiento invita que la sigan y será muy afortunada si escapa con bien de las asechanzas del mundo.

Así que os ruego, jóvenes y señoritas, que sois poseedores de estos poderes, guardadlos limpios, inmaculados e incorruptos, para el sagrado propósito para el cual el Todo Poderoso os los dio. ¿Y cuál es ese propósito? Producir aquí una generación de hombres y mujeres en comparación de la cual no se ha visto en el mundo. Por eso Dios os ha traído de los rincones del mundo.

Recordad la historia de Abraham quien tuvo un hijo, Isaac y que cuando llegó a la edad en que deseaba una esposa, no fué cuestión de ir a traer a cualquiera. Abraham envió a un hombre sabio a una tierra lejana entre sus propios parientes para que eligiese y encontrase una compañera adecuada. Algunas veces he deseado que los jóvenes de hoy día permitieran eso. Estoy seguro que vuestros padres harían mejor selección que muchos de vosotros, pero vosotros no permitís eso, y por eso tenemos que hacer lo mejor que se pueda. No podemos escoger a la persona pero trataremos de elegir el grupo y mantener fuera los lobos y presentaros las ovejas conservando la esperanza de que encontréis lo mejor de lo mejor.

Voy a contaros una historia porque es una historia también de vuestros padres y madres un poco diferente.

Llegó a Utah en el otoño de 1859 una familia escocesa compuesta del padre, la madre y varios niños. La mayor tenía trece años. Ella cruzó las praderas a pie con los peregrinos. Bajaron por el cañón de Weber y se dirigieron al valle de Cache. Al hacer su campo en el cruce de los caminos esperando a alguien que fuera para el norte con quien pudieran viajar se aproximó una yunta de bueyes procedentes de Salt Lake. La señora le dijo a su esposo: «Tomás ¿ve a ese hombre que se acerca? Ese hombre será el esposo de Maggie». Maggie era su hija mayor que apenas contaba trece años. Contestó el Padre: «Oh, mujer no sabes lo que dices; no sabes ni quién es ese hombre y ella es solamente una niña». «No importa», le contestó ella, «Tú lo verás, él será el esposo de Maggie». Él tenía veinticinco años. Resultó también que era soltero. Y vivía en el valle de Cache. Él había ido a las conferencias e iba de regreso y se alegraba de poder viajar con ellos. En ese tiempo tardaba tres días en el viaje. Ahora lo hacemos en dos horas. Hicieron amistad y aunque Maggie era chica de edad estaba bastante desarrollada porque siendo la mayor de la familia tomaba mucha responsabilidad.

Arriaba la vaca y también cargaba a su hermanito a la espalda. Era grande para sus años. Las señoritas escaseaban un poco en el valle de Cache y así al siguiente año la amistad pasó a ser noviazgo y al fin, y muy diferente a los jóvenes de hoy en día fué él primero a hablar con el padre de ella, sobre el asunto. El padre le dijo, «Bueno, no tengo nacía en contra de Ud., pero necesito la ayuda de la muchacha. Ella está trabajando en la casa y además está cocinando para un grupo de hombres (los hombres que construyeron el primer aserradero en Logan). Si pudiera tenerla y además la ayuda de ella durante dos años más entonces estaría capacitado para no necesitarla y a la vez ella estaría más grande y más capacitada para ser una buena esposa».

Entonces ella tenía poco más de quince años.

Pero el joven dijo: «Eso está bien pero yo tengo bastantes años, veintisiete y además he sido nombrado obispo y un obispo debe ser hombre casado. Ella no tendría que trabajar más conmigo que con Ud., pero no quiero robarle. El único obstáculo es la ayuda que ella le da. ¿Cuánto gana?».

«Dos dólares a la semana».

«Bueno», dijo él, «yo le pagaré. Ud. dice que necesita ayuda por dos años; le pagaré dos dólares semanales durante dos años». Así lo decidieron. Fueron casados y vivieron muy contentos. Aquel hombre era na padre, la mujer era mi madre.

¿Ahora, no es eso amor y romance? Aquí está un jovencito inglés que arrió un rebaño de ovejas a través de las praderas y se encontró en una camino del oeste de los Estados Unidos a un joven escoces que también había realizado una jornada notable. Hasta dónde iría para encontrar al joven de su ideal. Hasta dónde irías tú mi joven hermano para encontrar la señorita ideal. ¿Tan lejos así? Estoy seguro que sí. ¿Por qué? ¿Por qué trajo el Señor a nuestros padres desde los rincones del mundo? Para darles a sus hijos la oportunidad de encontrar la asociación de aquellos de la fe y de la casa de Israel. Los jóvenes de los judíos aunque esparcidos en todo el mundo siempre, por la promesa hecha a su padre Judá la cual fué que por su posteridad vendrá el Rey, el Mesías y Caudillo de Israel el ochenta por ciento se casan dentro de su propia fe; porque si se casasen fuera de su fe y fuera de su nación, esa bendición nunca podría ser sobre su posteridad. Hay justificación para ello.

Vosotros, hijos e hijas de aquel José el hermano de Judá cuyas bendiciones fueron superiores al grado que sus hermanos lo vendieron para deshacerse de él — ¿Tenéis razón de buscar como el hijo de Abraham, Isaac, una esposa o esposo de vuestra propia fe? Este es el propósito para el cual Dios trajo a nuestros padres y madres desde los fines de la tierra, para daros la oportunidad de encontrar esa asociación. ¿Para qué? Para cumplir su grande propósito de establecer aquí una raza de hombres y mujeres, digo yo, en comparación a la cual no se ha visto en el mundo; pero nunca lo haréis viviendo como vive el mundo.

Mis queridos jóvenes os prometo que si guardáis los principios del Evangelio de pureza de vida, si estarán prestos para seguir los consejos de aquellos que os aman, y encontrar compañerismo dentro de los confines de la Iglesia y tomar la gloriosa oportunidad que ofrece la Iglesia de hacer de nuestro casamiento, el casamiento más seguro que hay en el mundo, vosotros estaréis agradecidos y seréis bendecidos más allá de vuestro poder de expresión y oh, qué importancia tiene esto en una época que tiene el número de vicios más grande que jamás se haya visto en el mundo.

Yo os ruego, que al contemplar esto que contempléis también el alto y sagrado propósito del matrimonio mismo, no el matrimonio sin hijos, que induce al divorcio pronto y fácil, sino que contempléis la sagrada y santa responsabilidad, bajo este orden divino que Dios ha establecido, para llevar a cabo la inmortalidad de aquellos gloriosos hijos de Dios que todavía claman alrededor de Su trono por pasar a esta vida terrenal, con todas sus oportunidades: Que no usemos estos gloriosos poderes que Dios nos ha dado para reproducirnos, nada más como un medio de gratificación y placer, sino que consagremos estos poderes para dar vida a aquellos que son tan dignos como nosotros; y que desean poseer esta oportunidad.

Si hacéis esto creceréis en amor uno con otro y creceréis en amor para con Dios y pondréis la cimiente para vuestro reino eterno. Y si podéis cumplir con este alto privilegio que es vuestro, podréis atraer a todo el mundo, y los jóvenes y las señoritas vendrán de lejos diciendo: Venid subamos al monte del Señor para aprender estas cosas.

Al discutir este tema con los jóvenes y señoritas, mis palabras han sido dirigidas a vosotros. Con todo el corazón y os amo porque creo que sois la generación más fina que jamás ha nacido en el mundo. Yo sé que no nada más reservó el Señor a los hombres que fundaron esta obra de los últimos días sino que también os reservó para venir ahora a apoyar Su reino que no fallará, y que no será dejado a otro pueblo.

Así me acerco a vosotros con el deseo de inspiraros con las magnitudes de vuestras responsabilidades y vuestros privilegios, no sólo para seguir con la obra que vendrá pronto para vosotros sino también para prepararos para venir al monte del Señor y estar en Su Santo Lugar. Estoy seguro de que no hay duda concerniente al significado de esto. Significa que algún día esperamos nos sea permitido ir a la presencia del Todo Poderoso, a Su reino Celestial en su gloria más alta, en donde nos será permitido ver Su cara no solamente por un momento sino que se nos permitirá morar en su presencia. La fuente de toda luz de todo poder y verdad, para siempre jamás.

Jóvenes en el mundo se habla de asociaciones y clubs de jóvenes. Tenéis la oportunidad de hacer famoso y gloriosa vuestra vida ejemplar. Levantaos y brillad y sed la luz del mundo, la sal de la Tierra. La gloria de Dios puede estar con vosotros a tal grado que pueda venir a vivir con tal generación por mil años.

Que Dios nos ayude, habiendo encontrado el camino estrecho y la puerta angosta, a cubrir el precio para poder andar por ese camino y llegar a la gloria que será nuestra mientras vivamos y así ganaremos la exaltación en la presencia del Todo Poderoso cuando la vida termine. Lo ruego en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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