Para que el amor crezca

El amor es lo que nos distingue de otras especies. Llegamos a ser mejores seres humanos cuando nos centramos menos en nosotros mismos y empezamos a amar a los demás. Quienes aman logran salir adelante en momentos difíciles, y experimentar dicha auténtica.

El amor verdadero es siempre abnegado. Si bien la autoestima saludable es algo positivo, el pensar únicamente en uno mismo crea un profundo vacío. El amor siempre nos proyecta exterior y no interiormente.

Entre los muchos tipos de amor, el romántico es quizá aquel del que más se habla. Innumerables canciones, poemas y películas se refieren a parejas enamoradas, pero las relaciones amorosas abarcan mucho más que eso.

Puede resultar provechoso aprender de quienes saben lo que se requiere para forjar tales relaciones. Cuando se les preguntó a algunos matrimonios que llevan de casados más de 50 años qué es lo que los ha mantenido juntos, ellos dijeron que no ha sido el romanticismo, sino una amistad profunda; la capacidad de disfrutar la compañía y los intereses mutuos. Suena simple, pero ese tipo de amor demanda esfuerzo pues las relaciones son como un automóvil, o una casa: requieren mantenimiento y reparaciones de vez en cuando.

Sabemos lo que significa mantener una casa o un automóvil, pero ¿qué tipo de mantenimiento requerirá una relación? Exigirá que seamos considerados y que nos interesemos en la otra persona; que hagamos cosas juntos; que nos sacrifiquemos y nos sirvamos mutuamente. Todo cuanto muestre que valoramos la relación, hará crecer el amor y, si es necesario, lo revivirá.

Un hombre escribe un poema a su esposa en cada cumpleaños. Una mujer manda un correo semanal a sus hijos haciéndoles saber que los ama. Un grupo de hermanos ayuda a una hermana necesitada. En todos los casos la razón es el amor.

El amor es lo que da sentido a la existencia, pero solo cuando estamos dispuestos a dar un poco de nuestra vida para dar sentido a nuestro amor.