Los pergaminos del mar muerto

Los pergaminos del mar muerto

O. Preston Robinson
El hermano Rohinson es el Gerente General del diario de la Iglesia, the Deseret News.


Breve sinopsis del artículo sobre los Rollos del Mar Muerto.

Tal vez el descubrimiento más importante de la generación actual de cristianos se logró al descubrirse las cuevas que contenían los Rollos del Mar Muerto. Estas cuevas han sacado a luz copiosa información, escrita mucho antes que cualquier otro documento conocido de la misma índole. De estas cuevas ha surgido una historia que en sí misma constituye historia.

El autor habla del descubrimiento de las cuevas en 1947, por Mohammad Odh-Dhib, el joven musulmán que tropezó con ellas mientras cuidaba de una manada de cabras, cerca de las orillas del Mar Muerto.

La historia de su descubrimiento, según el autor, aún está rodeada de alguna confusión, pero en los artículos se ha indicado su inestimable valor.

Después de algunas interesantes exploraciones, se solicitó la opinión del Metropolitano de la Iglesia Ortodoxa Siria, radicado en el monasterio de San Marcos en Jerusalén Anti­gua, al respecto de los rollos. Este Metropolitano, Atanasio Yeshue Samuel, por fin compró cuatro rollos por una canti­dad que, según se calcula, no pasó de ciento treinta y cinco dólares. Estaba seguro de su valor como antigüedad, aunque no podía leer las inscripciones. Algunos otros rollos del des­cubrimiento original llegaron a manos del hoy fallecido Dr. E. L. Sukenik, profesor de arqueología en la Universidad Hebrea.

La persistencia del Metropolitano

El Metropolitano Samuel persistió en sus esfuerzos de obtener más información sobre los rollos y fue por motivo de sus esfuerzos que se logró la ayuda del señor Tobías Wechsler, autoridad sobre el lenguaje hebreo, y quien vivía en Jeru­salén. El señor Wechsler calculó que los rollos tenían una edad aproximada de 2,000 años, y en los meses subsiguientes poco a poco se fue conociendo su valor verdadero.

Al saberse de la existencia de otros rollos, aumentó el valor de los mismos, y aunque no se sabe el precio exacto, al­gunas autoridades dicen que el Gobierno de Israel pagó más de trescientos mil dólares para obtener los rollos más intactos y llevarlos de nuevo a Palestina, donde en la actualidad se están estudiando.

En los siguientes artículos el autor se refirió a las publica­ciones sobre los rollos y la forma en que se despertó el interés del público. Se supo que su contenido tenía que ver con deter­minados escritos del Antiguo Testamento y algunos originales de varias obras apócrifas y seudepigráficas familiares, en he­breo y arameo perdidas por mucho tiempo.

Más rollos

Se descubrieron más cuevas y se hallaron otros rollos. Según el autor “ahora se ha establecido fuera de toda duda, que los manuscritos tienen por lo menos 2,000 años de edad, y posiblemente más. . . Este descubrimiento también ha des­pertado nuevo interés en ciertas obras apócrifas que en otro tiempo fueron parte del canon de la literatura bíblica”.

En el tercer artículo de la serie el autor explicó la contro­versia provocada por los rollos. Aparentemente muchas de las costumbres que tenía la gente de la cual se habla en los rollos, parecen indicar un concepto “cristiano” que existió mucho antes del nacimiento de Cristo. Las costumbres del pueblo y sus creencias y prácticas religiosas impugnaron muchas de las enseñanzas importantes de varias iglesias cristianas.

Un Orden Religioso

Se halló que el orden religioso que residía en la región próxima al Mar Muerto correspondía con la organización esta­blecida por Jesucristo durante su ministerio en la tierra.

En el cuarto artículo que apareció el mes pasado, se expli­caron las creencias de esta gente, conocida como los Pactantes del Mar Muerto. Se halló que enseñaban acerca de los cami­nos de la “Luz y Obscuridad”; que declaraban que el pecado era cosa individual y no heredado, y que vivían de acuerdo con un código rígido que reglamentaba su autodisciplina.

En este último artículo se analiza la importancia del des­cubrimiento de los rollos y su significado para los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. —M. G. F.


En la primavera de 1947, un jovencito musulmán, Muhammad Odh-Dhib (el lobo), literalmente tropezó con una cueva obscura a orillas del Mar Muerto. Al acostumbrársele la vista a la poca luz, descubrió lo que ha llegado a reconocerse como el hallazgo más importante de manuscritos antiguos de nuestra época moderna. Fue él quien encontró los actualmente famosos rollos del Mar Muerto.

Los sueños más fantásticos de este jovencito be­duino no podrían haber sugerido siquiera la más leve indicación de la importancia de su descubri­miento. Cuando en medio de su excitación él y su amigo quebraron una de las vasijas selladas espe­rando hallar tesoros ocultos, qué lejos estaban de comprender que los objetos de olor ofensivo, envuel­tos en una especie de tela negra que encontraron adentro, llegarían con el tiempo a ser de mucho más valor que su peso en oro o en joyas preciosas. ¡Ni habría sido posible que estos jovencitos, o el grupo de contrabandistas con quienes se asociaban, se imaginaran en lo más mínimo la agitación y contro­versia religiosas que su descubrimiento despertaría con el tiempo entre los eruditos y directores de igle­sias, dentro y fuera del mundo cristiano!

Sin embargo, éstos son los resultados imprevistos de lo que los eruditos cristianos y judíos han llegado a reconocer como uno de los descubrimientos reli­giosos más grandes del mundo. El impacto completo del encuentro de los rollos, no lejos de donde el río Jordán desemboca en el Mar Muerto, y cerca del sitio donde se bautizó Jesús, todavía no se ha sentido. Aunque la tremenda tarea de juntar y traducir los rollos y sus miles de fragmentos ya casi se ha ter­minado, continuará por muchos años todavía el es­tudio, análisis y conclusiones concernientes al des­cubrimiento. Los peritos en la materia, quienes es­tán trabajando asiduamente en el descubrimiento, creen que cuando se entienda la importancia com­pleta del mensaje de los rollos, este hallazgo acci­dental de 1947 ejercerá una influencia potentísima en los conceptos religiosos de todo el mundo.

La historia de su descubrimiento

La historia verdadera de la forma en que se des­cubrieron los rollos aún no ha sido aclarada por completo. Las indicaciones más plausibles son que en la primavera de 1947, un grupo de contrabandistas beduinos se hallaban acampados cerca del manantial de Ain Feshka, un pequeño manadero de aguas cerca de Qumran Wadi, al extremo noroeste del Mar Muer­to. El grupo se dedicaba a la actividad ilícita de transportar mercancías de Jordania a Palestina sin el pago acostumbrado de derechos de aduana.

Uno de los muchachos del grupo Muhammad (el lobo), tenía a su cargo una manada pequeña de cabras. Aparentemente, uno de los animales se ex­travió. Muhammad razonó que la cabra no podría ha­berse ido muy lejos. Cuando no pudo hallarla en la vecindad inmediata, pensó que quizá se había per­dido en una de las muchas cuevas y grietas, esparcidas tan extensamente entre las barrancas de la región.

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Este mapa indica la región de Palestina, donde los hoy famosos Rollos del Mar Muerto fueron descubiertos en 1947.

Explorando las cuevas, Muhammad arrojaba pie­dras en su interior, creyendo que tal vez el ruido asustaría a la cabra perdida y la haría salir. En una de estas cuevas, la piedra produjo un extraño sonido resonante. Curioso, pero con algún temor, Muham­mad solicitó la ayuda de otro jovencito, y dentro de poco cobraron el valor suficiente para explorar la cueva.

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Reproducción de uno de los antiguos pergaminos encontrados entre los Rollos del Mar Muerto. Algunos estaban escritos sobre metal.

Unas vasijas raras

Al acostumbrárseles los ojos a la obscuridad, los muchachos sólo pudieron ver al principio los escombros acumulados de los siglos. Entonces su vista se fijó en varias vasijas de diversas formas, algunas in­tactas y otras quebradas. Fue de estas vasijas que sacaron siete objetos de forma irregular, envueltos en una tela sumamente deteriorada y cubiertos con una substancia cerosa negra, que despedía un mal olor.

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Al sacar las cosas a la luz del sol, empezaron a examinar lo que habían descubierto. Con la espe­ranza de poder hallar tesoros de mucho valor, rápida­mente desenvolvieron uno de aquellos objetos. Adentro estaba un artículo cuidadosamente enrollado, aparentemente un pergamino u otra substancia simi­lar, sobre el cual había escritos que no podían leer. Sin detenerse a desenvolver los otros objetos, lleva­ron su hallazgo al campo del grupo con el cual se asociaban.

Siguió entonces una larga serie de esfuerzos fur­tivos por parte del grupo de contrabandistas, para sacar alguna ventaja de este descubrimiento. Nin­gún concepto tenían de lo que habían hallado, pero suponían que aquellos artículos antiguos tendría al­gún valor como antigüedades. Con estos pensamien­tos, se pusieron en contacto con varios de sus cono­cidos en Jerusalén. La noticia de los rollos y la his­toria de su descubrimiento se recibieron generalmente con escepticismo extremado. Sin embargo, por inter­vención de un mercader sirio llamado Kalil Iskander Shabin, por fin se comunicaron con Atanasio Yeshue Samuel, Metropolitano Ortodoxo sirio, que residía en el monasterio de San Marcos en la antigua Jerusalén.

Los estudios históricos del Metropolitano Samuel, junto con su conocimiento del hecho de que nadie había vivido en la vecindad de Ain Feshka desde los primeros días del cristianismo, le hicieron creer que aquellos rollos podrían tener algún valor importante como antigüedades. Aunque no podía leer los carac­teres escritos, llegó a reconocerlos como algo muy antiguo. Después de muchos regateos y altercados, el Metropolitano compró a los contrabandistas cuatro de los rollos por un precio indeterminado, pero que según los cálculos no pasa de cuarenta y ocho libras esterlinas o aproximadamente ciento treinta y cinco dólares.

La venta de los otros tres rollos

Los tres rollos restantes del descubrimiento de los contrabandistas, no pudo comprarlos el Metropolitano Samuel. Ya se habían vendido a un comer­ciante musulmán por una suma desconocida, pero ciertamente debe haber sido muy pequeña. Más tarde los compró el doctor E. L. Sukenik, hoy falle­cido, pero en ese tiempo profesor de arqueología de la Universidad Hebrea. El doctor Sukenik también ob­tuvo dos de las vasijas en que habían sido encon­trados los rollos originales.

Cuando trató de despertar el interés y establecer el valor verdadero de sus cuatro rollos, el Metropolitano Samuel tropezó con muchas dificultades. Mu­chos de sus problemas fueron causados por la seria situación política inestable que existía en esa región por aquella época. Los ingleses habían fijado la fecha del 14 de mayo de 1948 para retira a sus tropas de Palestina y dar por terminado su mandato sobre el territorio. En esta fecha, los árabes y judíos, entre quienes existían ya serias disputas, se precipitaron a un conflicto sangriento. La consiguiente guerra palestina cortó toda comunicación entre Jordania e Israel e imposibilitó por lo pronto, toda actividad o gestión adicionales relacionadas con los rollos del Mar Muerto. De hecho, tratando de hallar un lugar donde pudiera estar seguro el descubrimiento, final­mente se enviaron los rollos a los Estados Unidos, donde fueron depositados en uno de los bancos de ese país.

A pesar de todo esto, el Metropolitano no se des­animó. Cuanto más hablaba con los peritos en la materia acerca de los rollos, tanto más se convencía de que tenía en sus manos un hallazgo de valor ines­timable, que databa probablemente desde la época de Cristo o quizá antes. Mientras hablaba del des­cubrimiento con un Sr. Tobías Wechsler, autoridad sobre el idioma hebreo que vivía en Jerusalén, se dice que éste comentó:

“Si esa mesa donde se hallan los manuscritos fuese una caja, y la llenase por completo con billetes de libras esterlinas, ni así se aproximaría al valor de estos rollos, si tienen dos mil años de edad como usted dice.”

Esta valuación, aunque fantástica en 1947, fue realmente modesta, en vista del hecho de que en 1954, en una subasta verificada en Nueva York, el gobierno de Israel compró cuatro de los rollos por una suma que, según los informes más seguros, fue entre doscientos cincuenta mil y trescientos mil dó­lares. A principios de 1952, el mismo gobierno com­pró otro de los rollos que había llegado a manos de la Universidad de Toronto, Canadá, por aproximada­mente noventa mil dólares.

En un artículo publicado el 30 de julio de 1947, se anunció lo siguiente:

“Los siete rollos del Mar Muerto, propiedad del gobierno de Israel, se exhibieron públicamente hoy por la primera vez. La exhibición se está llevando a cabo en una pequeña bóveda en el subterráneo del edificio administrativo de la Universidad Hebrea.”

De modo que, después de diez años de aconteci­mientos diversos y complicados, han vuelto a Palestina los manuscritos más intactos del Mar Muerto, en donde originalmente se depositaron hará unos dos mil años.

Las noticias del descubrimiento de los rollos del Mar Muerto se extendieron lentamente, pero al grado que se fue determinando más definitivamente su edad y contenido, quedó establecida su tremenda importancia.

Sin embargo, no fue sino hasta que un novelista, poeta y dramaturgo llamado Edmund Wilson, escribió una serie de artículos en the New Yorker en 1955, que llegó a ser del conocimiento del vulgo. Los artículos del Sr. Wilson llamaron a tal grado la atención, que más tarde los publicó en forma de libro con el título, “Los Rollos del Mar Muerto”.

El libro tuvo una venta fenomenal, casi inmedia­tamente. Entonces siguió un verdadero alud de li­bros e informes populares escritos por eruditos, sobre el descubrimiento y el contenido de los rollos, sus deducciones y el significado y efecto que surtiría en la historia y literatura religiosas.

Cuando el descubrimiento por fin llegó a manos de los eruditos, y éstos empezaron a reunir, clasificar y descifrar los escritos, hallaron que uno de los rollos contenía el libro completo de Isaías. Otro contenía una versión parcial del mismo libro, cori la excepción de unos dieciséis capítulos.

Otros se componen de un “Comentario del Libro de Habacuc”, un “Manual de Disciplina” del Orden Ascético Judío que aparentemente habitaba esa re­gión y conservaba los anales, un “Plan detallado de una campaña para una guerra apocalíptica entre los hijos de luz y los hijos de las tinieblas”, un “Tomo de Salmos e Himnos de gracias”, y dos rollos de cobre.

Se halló que estos rollos de cobre—después de ser cortados con mucha dificultad en trozos pequeños y traducidos—contenían apuntes de artículos ente­rrados, aparentemente propiedad de la secta y escon­didos antes de su destrucción. Se calcula que estas notas contienen una lista de tesoros ocultos, cuyo valor pasa de doscientos millones de dólares en oro y cinco millones y medio de dólares en plata, sin contar el valor inestimable de los inciensos de que hablan los rollos Las señas descriptivas de los lugares exactos en donde se escondieron estas cosas, actualmente se encuentran debajo de unos seis metros de arena.

Obras bíblicas

Además de estos escritos más o menos intactos, las muchas cuevas de la región que hoy han sido exploradas, han producido fragmentos de otras obras bíblicas y apócrifas.

Se han hallado miles de fragmentos de perga­minos de todos los libros del Antiguo Testamento con la excepción de Ester, un número de comentarios bíblicos adicionales y los originales Hebreos y Ara­meos de varias obras apócrifas y seudógrafas bien conocidas, perdidas mucho ha. En una cueva sola­mente, se descubrieron los restos de no menos de noventa manuscritos diferentes.

Cuando se llegó a saber el valor del descubri­miento, esta región del Mar Muerto fue invadida por huestes de arqueólogos, tratantes de antigüedades y buscadores de tesoros. Entraron en algunas cuevas y, desgraciadamente, antes que pudieran reglamen­tarse las exploraciones, se perdieron muchos manus­critos y fragmentos de los mismos, de valor incal­culable.

En la cumbre de una de las mesetas, no lejos de las cuevas, existía lo que se creía ser una antigua ruina romana. Al entenderse el significado del descubrimiento de los rollos, cobró nueva importancia esta ruina.

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Un científico examina los dos rollos de cobre en el Museo Arqueilógico de Palestina antes de desenrollarlos para traducirlos.

En 1949, el Dr. Lancaster Harding, director del Departamento Jordanio de Antigüedades, y Pere de Vaux, director de la Escuela Bíblica de Jordania, en Jerusalén, iniciaron una excavación sistemática de esta “ruina romana”. Al profundizar sus explora­ciones, descubrieron que lo que habían considerado y tomado por un fuerte antiguo, era sin duda alguna, el centro de la comunidad de la Secta Ascética que había vivido en aquella región.

Entre esta ruina y el Mar Muerto se descu­brieron más de mil sepulturas. Al excavar algunas de ellas, se hallaron restos de hombres, mujeres y algunos niños.

Fueron estas excavaciones, además del análisis científico de los propios escritos, lo que hoy ha establecido, fuera de toda duda razonable, le edad de los manuscritos, así como el período en que la secta ocupó la región.

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Estas ruinas romanas, uno de los descubrimientos importantes en el sector donde se descubrieron los pergaminos del Mar Muerto, ayudaron a establecer la edad de los rollos.

Se ha concluido que el período de la ocupación data por lo menos desde unos 125 años antes de Jesucristo hasta el año 68 de la era cristiana. Hay algunas indicaciones de que la región pudo haber estado habitada con anterioridad al octavo siglo antes de Cristo. Durante la excavación se descubrió una variedad de antigüedades, entre ellas, tiestos, lám­paras, tinteros, mesas para escribir, utensilios de cocina y unas 750 monedas. Todos estos objetos han ayudado a determinar el período de la ocupación.

Por otra parte, el descubrimiento ha arrojado nueva luz y despertado interés adicional en los escri­tos de Josefo, quién vivió aproximadamente entre los años 37 y 95 de la era cristiana, y escribió extensamente sobre la historia de los judíos, sus guerras y antigüedades.

Los Esenios

Josefo escribió detalladamente acerca de una secta extraña llamada esenios (los santos), los cuales según él, habitaron esta región antes de la época y durante la vida de Cristo. En sus “Antigüedades de los Judíos”, Josefo describe las creencias y rituales de la secta, así como los efectos de un fuerte terremoto que azotó la región el séptimo año del reinado de Herodes (31 años antes de J.C.), cuando éste se hallaba en guerra contra los nabateos.

Las excavaciones llevadas a cabo en este centro comunal revelaron evidencia patente de este terremoto, y se ha acertado autorizadamente que la co­munidad debe haberse desbandado durante el año 68 antes de J.C., cuando las legiones romanas en­traron en Jerusalén para sofocar una de las rebe­liones judías. Fue en esa época que Vespasiano par­tió de Cesárea con la décima legión romana para consumar la conquista de Palestina.

La importancia del descubrimiento

Cuando el Metropolitano Samuel luchaba con tantas dificultades para despertar el interés en los rollos del Mar Muerto, llevó los escritos a cuanto erudito bíblico y lingüístico pudo encontrar. Muchos de ellos, aunque con algún escepticismo, comentaron que si los manuscritos eran realmente antiguos, cons­tituirían el hallazgo religioso más grande de la his­toria.

Ahora que se ha establecido fuera de toda duda, que los manuscritos tienen por lo menos dos mil años, y posiblemente más, la importancia del descubri­miento empieza a manifestarse a un sumamente sor­prendido mundo arqueólogo y religioso.

Hasta hoy, todo lo que los eruditos bíblicos ver­daderamente saben acerca del Antiguo Testamento, proviene de tres fuentes.

La versión griega más antigua del Antiguo Testa­mento, conocida como la Versión Alejandrina de los Setenta, es una traducción del hebreo y Arameo, las lenguas originales en que se escribió el Antiguo Testamento. Alejandro Magno inició la empresa, y la obra fue realizada por un grupo de setenta eruditos en Alejandría, aproximadamente entre los años 300 y 100 antes de J.C.

La segunda fuente de nuestro Antiguo Testa­mento es la Vulgata Latina de San Jerónimo, tra­ducida de varias fuentes, así hebreas como griegas, aproximadamente en el año 500 de la era cristiana. Las versiones judías más antiguas son los textos masoréticos, escritos como por el año 1009 de nuestra era.

Nuevos horizontes

Los rollos del Mar Muerto ofrecen a los eruditos vastos y nuevos horizontes de estudio en los idiomas Hebreo y Arameo. Los pergaminos arrojan luz nueva, de valor incalculable, sobre los estudios del Antiguo Testamento, con lo que se enriquece nuestros cono­cimiento de la lexicografía hebrea. Los rollos dan la respuesta a inquietantes preguntas sobre la edad de varios de los libros del Antiguo Testamento. Por ejemplo, los “Salmos de Gracias de los Pactantes del Mar Muerto”, fueron compuestos según se ha deter­minado, no mucho después del segundo siglo antes de Cristo. Sin embargo, contienen abundantes citas de los Salmos del Antiguo Testamento. Este hecho hará rodar por tierra algunas teorías interesantes con respecto a la edad de los Salmos bíblicos.

Los escritos también contestan ciertas preguntas difíciles relacionadas con el texto masorético. El se­gundo rollo de Isaías, que es más nuevo que el pri­mero, probablemente fue el texto del cual se tradujo la versión masorética; y de este modo se aclaran pro­blemas importantes concernientes a la diferencia que hallamos entre esta traducción y las versiones griega y latina.

El “Manual de Disciplina de los Pactantes del Mar Muerto” pone de relieve las creencias, organización religiosa, doctrinas y prácticas de esta antigua comunidad religiosa que existió antes de Cristo. Un aspecto importante de este descubrimiento, del cual hablaremos en detalle más adelante, es la “controver­sia” que el Manual de Disciplina ha suscitado con respecto a determinadas creencias y prácticas del cristianismo original.

Este descubrimiento también ha despertado nue­vo interés en ciertas obras apócrifas que en otro tiempo fueron parte del canon de la literatura bíblica. Por ejemplo, uno de estos libros que hoy se estudia extensamente es el “Pastor de Hermas”, el cual formó parte de la Biblia hasta que fue puesto en calidad de apócrifo por los padres romanos cerca del año 500 de la era cristiana.

Es en estos dos campos de las creencias y prác­ticas de la secta, y el interés en los libros apócrifos, donde la controversia y la agitación principalmente estriban en la actualidad. Y cabe hacer notar, que éstas son de significado particular para los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Desde que se publicó, en 1956, el libro de Teodoro H. Gaster, “The Dead Sea Scriptures in English Translation” (Las Escrituras del Mar Muer­to Traducidas al Inglés), se han llegado a conocer ampliamente las creencias y prácticas de los Pactantes del Mar Muerto. Como consecuencia de este conoci­miento se ha desatado una “controversia religiosa’’ que tal vez llegue a ser el resultado más importante del descubrimiento. El doctor Gaster se refiere par­ticularmente a esta controversia en el prólogo de su libro. Allí ha escrito: “Los arqueólogos nos dicen que las cuevas del Mar Muerto son obscuras y calu­rosas. La misma cosa se podría decir de la contro­versia que ha surgido en tomo de su contenido.”

El elemento básico de esta controversia que ha amenazado sacudir al “mundo cristiano”, así llamado, es percatarse del hecho de que los pactantes del Mar Muerto aceptaban ciertas creencias y en efecto, tenían parte de la organización y practicaban algunos de los rituales que más tarde estableció Cristo.

La edad del cristianismo

Estos hechos plantean un problema serio, con respecto a la originalidad de Cristo, para aquellas iglesias cristianas que creen que el cristianismo se estableció por primera vez en la tierra durante el ministerio del Salvador. El “Manual de Disciplina” de los Pactantes del Mar Muerto parece comprobar que esta orden ascética enseñaba y practicaba mu­chas doctrinas que más tarde se conocieron como preceptos cristianos. Las iglesias que no entienden ni enseñan que el evangelio se hallaba sobre la tierra antes de la vida terrenal de Cristo, tendrán grave razón para estar inquietos por motivo de este des­cubrimiento.

Algunas de las creencias y prácticas más signi­ficantes de los Pactantes del Mar Muerto, las cuales son similares al cristianismo original, comprenden las siguientes:

La organización de la secta.— El “Manual de Disciplina” claramente explica la clase de organiza­ción eclesiástica que existía en su comunidad. Su jerarquía principal estaba integrada por tres sacerdotes y doce legos que en efecto administraban los asuntos de la Iglesia.

La Sección Ocho del “Manual” describe la or­ganización de la Iglesia en esta forma:

En la congregación oficial de la comunidad habrá doce laicos y tres sacerdotes, instruidos perfectamente en todo cuanto se ha revelado de la ley completa. Su obligación será establecer la norma del ejercicio de la verdad, la recti­tud y la justicia, y de la práctica de la caridad y la humil­dad en las relaciones humanas; y mostrar cómo se puede conservar la fidelidad en la tierra por medio del dominio sobre los impulsos y la contrición del espíritu; cómo se puede eliminar la iniquidad por medio del cumplimiento activo de la justicia y la sumisión pasiva a las pruebas del castigo, y cómo puede uno andar con todos los hombres en igualdad de verdad y con la conducta debida en toda ocasión.

El orden de la Iglesia

El “Manual” también declara que además de estas “Autoridades Generales”, existía un sistema regular de obispos, presbíteros maestros y diáconos.

Una vez tras otra se hace referencia en los docu­mentos al “mayor” y “menor”. Aunque los más de veinte traductores que han estado trabajando con los rollos no parecen tener ningún concepto del signifi­cado de estas dos palabras, hay otras materias en los rollos que indican que los “Pactantes” sabían bas­tante acerca del Sacerdocio Aarónico o Menor, y probablemente estaban informados en cuanto al Mayor o sea el Sacerdocio de Melquisedec.

Hay un aspecto interesante con respecto a la actitud de los miembros de la secta que se hacían llamar “Edah” o “la Iglesia”. Aparentemente no había ninguna duda en sus mentes en cuanto a su iglesia. Era “la” Iglesia, y sus escrituras indican que creían que su director, “el Maestro de Justicia”, recibía es­clarecimiento e instrucciones de Dios, lo cual les daba “toda verdad”.

Se practicaba el bautismo

Doctrinas y ordenanzas.— Los eruditos general­mente admiten que la Secta de Qumran practicaba el bautismo por inmersión. En su libro, “The Qumran Community” (La Comunidad de Qumran), el doctor Carlos T. Fritsch indica que sus varias visitas a las cuevas y a las ruinas de la comunidad lo habían convencido de que el complicado sistema de aguas que ahora ha sido excavado, “desempeñaba un papel más importante en la comunidad que el de la satis­facción de sus necesidades diarias comunes”. El doc­tor Fritsch concluye diciendo que “la única respuesta plausible” es que se usaban para “ritos bautismales o purificantes”. Para apoyar esta conclusión, cita lo siguiente del “Manual de Disciplina”:

No puede entrar en el agua para alcanzar la pureza de los hombres santos, pues no serán purificados a menos que se hayan apartado de su iniquidad, porque hay im­pureza en todos los transgresores de su palabra.

También:

El pecador no puede purificarse a sí mismo por ex­piación ni limpiarse con las aguas de impureza (es decir, agua que quita la impureza), ni santificarse con mares o ríos, ni limpiarse con agua de lavar.

Hay en el “Manual de Disciplina” muchos pasa­jes adicionales que se podrían citar como evidencia convincente de la práctica del bautismo por inmer­sión y de la creencia aceptada entre los Pactantes, de que las aguas no lavarían los pecados de un indi­viduo a menos que éste se arrepintiera completamente. El doctor Fritsch dice: “Las purificaciones exteriores no substituyen la pureza interior del cora­zón. El Espíritu Santo, no el agua, limpia al hombre de sus iniquidades. El lavamiento exterior con agua es únicamente un símbolo de la purificación interior del corazón del hombre por el Espíritu.” (Fritsch, página 67)

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En este salón trabajan los científicos ocupados en la tarea de desenrollar los pergaminos, clasificarlos y prepararlos para su tra­ducción. El contenido de estos rollos ha confundido al mundo cristiano.

Cenas Comunes

Además del bautismo por inmersión, la secta efectuaba sus cenas comunes como una especie de sacramento. El “Manual” detalla la manera de pro­ceder en esta forma:

Comerán comunalmente y bendecirán comunalmente y se aconsejarán comunalmente. (Sección 6)

Además:

Y sucederá que cuando dispongan la mesa para comer o el vino para beber, el sacerdote extenderá su mano pri­mero para bendecir con las primicias del pan y del vino. (Sección 6)

La importancia del conocimiento.— Los miem­bros de la secta hacían mucho hincapié en la impor­tancia del conocimiento y la prudencia. Creían que Dios era la fuente de todo conocimiento y que todo miembro tenía la responsabilidad de adquirir cuanto conocimiento y prudencia le fuera posible. El hombre había de ser juzgado, no según la base de sus pose­siones materiales, sino más bien por su justicia y la amplitud de su conocimiento y prudencia.

Normas para juzgar

Toda persona ha de ser juzgada por las normas de su espiritualidad. La asociación con él será determinada por la pureza de sus hechos y los tratos habidos con él según el grado de su inteligencia. Solamente esto ha de deter­minar el punto al cual el hombre ha de ser amado o aborrecido. (Sección 9)

Además:

Cuando hubiere diez hombres que se hayan inscrito formalmente en la comunidad, no ha de faltar entre ellos uno que les pueda interpretar la ley a cualquier hora del día o la noche, para el ajuste armonioso de sus rela­ciones humanas.

Un orden estricto

Orden de precedencia.— Los miembros de la secta practicaban un orden estricto de precedencia personal en sus reuniones comunales y en sus relaciones el uno con el otro. Los que poseían la autoridad mayor habían de sentarse y ser servidos primero, y el resto en su orden debido.

Esta es la regla sobre las sesiones públicas:

Los sacerdotes ocuparán el primer lugar. Los élderes vendrán en seguida; y el resto del pueblo tomará su lugar según su rango respectivo… y todos tendrán la opor­tunidad de expresar su opinión en el concilio común. Sin embargo, nadie ha de interrumpir mientras su prójimo esté hablando, ni hablar hasta que éste haya terminado. Además nadie hablará fuera de su turno, según su rango prescrito. (Sección 6)

Creencias de los pactantes según los rollos

La doctrina del libre albedrío.— Los pactantes del Mar Muerto creían explícitamente en la doctrina del libre albedrío, o como se ha llegado a llamar su concepto, “la doctrina de los dos caminos”. Esta creencia se describe claramente en las Secciones III y IX del “Manual de Disciplina”, en la forma siguiente:

“Todo lo que es y jamás ha sido viene de un Dios de conocimiento. Antes que las cosas existiesen, El determinó el plan para ellas. . . nada puede ser cambiado. En sus manos ubica el gobierno de todas las cosas. Es Dios el que las sustenta en sus necesi­dades. Fue pues este Dios el que creó el hombre para gobernar el mundo, y le señaló dos espíritus, de acuerdo con cuya dirección debía de andar hasta el fin. Son los espíritus de verdad y de perversidad.

“El origen de la verdad se halla en la fuente de luz y el de la perversidad en los manaderos de tinieblas. Todos los que obran justamente se hallan bajo el dominio del Príncipe de Luz y andan por el camino de la luz; mientras que todos los que practican la perversidad se hallan bajo el dominio del Angel de Tinieblas y andan por sendas tenebrosas. Sin em­bargo, aun aquellos que obran en justicia pueden cometer errores por motivo de la influencia del Angel de Tinieblas. Todos sus pecados e iniquidades, toda su culpabilidad y hechos de transgresión son el re­sultado de su dominio; y esto por el inescrutable designio de Dios.”

También:

“Porque Dios ha designado estas dos cosas (ver­dad y perversidad) para que obren en igual medida hasta la época final.”

Continúa el “Manual” con una descripción de las maldades que padecerán aquellos que marchan por las vías de las tinieblas, y las bendiciones que son derramadas sobre los que buscan el camino de la luz. Uno de los atributos de aquellos que la buscan es el “celo por un gobierno justo.”

«Los dos caminos»

Considerando la época y la región, esta creencia de los pactantes del Mar Muerto es a la vez nueva y extraordinaria. La doctrina de “los dos caminos” no era conocida en el judaísmo ni entre ninguna de las religiones del lugar, salvo este pequeño grupo en Siria. El concepto de los Pactantes de que “Belial” o el diablo era un “Angel de Tinieblas”, es también interesante en extremo. Las enseñanzas y creencias de los Pactantes indican que consideraban a Lucifer como un ángel caído y como ser individual.

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Fotografía del paso que conduce de Qumran a Buqeia, en la que se puede apreciar la aspereza de la región en donde se descubrieron los rollos, y la relación de aquélla con el Mar Muerto al fondo.

Existen muchas otras semejanzas entre las creen­cias de los Pactantes del Mar Muerto y el cristianismo original. Los miembros de la secta del Mar Muerto ningún concepto tenían de la idea del pecado original. Más bien, creían que todo hombre es bendecido con un fondo de conocimiento divino al nacer, y que la maldad o los hechos malos resultan de apartarse de este gran don.

El pecado es individual

Creían que el pecado es individual y no el des­tino heredado del hombre; y por motivo de que viene sobre el hombre por causa de sus propios hechos, únicamente por medio de sus actos individuales puede éste quitarlo de su vida. Además, no hay evidencia en las escrituras del Mar Muerto de una creencia en una comunión, con el significado de la eucaristía, en la que algunas iglesias consideran el pan y el vino como el cuerpo y sangre reales del Sal­vador, y a causa de ello el que participa puede recibir cierto poder redentor.

Nuevo interés en los libros apócrifos. — Se rela­cionan íntimamente los conceptos “pre-cristianos” de los Pactantes del Mar Muerto y sus creencias y acep­tación de ciertos libros apócrifos. Uno de los que ha despertado el interés nuevamente es “El Pas­tor de Hermas”, escrito entre los años 139 y 154 de la era cristiana. Es un libro de visiones y manda­mientos, por mucho tiempo aceptado como parte del canon cristiano de literatura. En uno de los concilios de la Iglesia Romana, cerca del fin del siglo V, fue relegado a la categoría de apócrifo.

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Excavación en la vecindad de Qumran, donde vivieron los primeros Pactantes del Mar Muerto. Esta ruina ha sido identificada como su comedor comunal.

La Trinidad

Por mucho tiempo “El Pastor de Hermas” ha sido un enigma para ciertos eruditos cristianos. Su descripción de la Trinidad no concuerda con los concep­tos ortodoxos de los sectarios, y la iglesia que Hermas describe (La Iglesia Cristiana) no fue establecida por Jesucristo, antes contaba ya con una larga his­toria cuando Jesús fue enviado para purificarla y en­tregarle nuevamente los mandamientos de Dios se­gún fueron dados a sus profetas durante los siglos. Algunos eruditos, cuyo interés en este libro apócrifo ha vuelto a despertarse, creen que el padre de Her­mas pudo haber sido miembro de la secta del Mar Muerto.

Otra versión

Los “Fragmentos Zadoquitas”, descubiertos en el Cairo en 1896, nuevamente están llamando la aten­ción en la actualidad. En su libro, The Zadokite Fragments and the Dead Sea Scrolls (Los Fragmen­tos Zadoquitas y los Rollos del Mar Muerto), el Dr. H. H. Rowley presenta argumentos persuasivos en apoyo de que este descubrimiento del Cairo y el “Manual de Disciplina” deben haber provenido de la misma fuente. En otras palabras, el documento zadoquita es otra versión de las leyes y reglamentos que obedecían los Pactantes del Mar Muerto de acuerdo con el contenido de su “Manual”.

En la página 3 de su libro, el Dr. Rowley confir­ma esta creencia, diciendo:

“Hasta hace pocos años, teníamos que depender únicamente de los fragmentos zadoquitas para obtener nuestro conocimiento auténtico de esta secta, y por motivo de que se mantenía unida por un pacto y los fragmentos relataban la huida del grupo a Da­masco, los miembros eran conocidos como los Pac­tantes de Damasco. Sin embargo, el descubrimiento reciente de los Rollos del Mar Muerto ha aumentado en gran manera nuestro conocimiento sobre la secta, porque es casi seguro que los manuscritos (del Mar Muerto) fueron depositados en la cueva en donde los hallaron los miembros de la misma secta a que se hace referencia en los fragmentos zadoquitas.”

Es cosa notable pertenecer a una Iglesia que acepta toda la verdad y no tiene ningún temor de la que pueda llegar a descubrirse, sea cual fuere su origen.

Como dice nuestro noveno Artículo de Fe: “Cree­mos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actual­mente revela y creemos que aún revelará muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de Dios.” Y también en el decimotercer Artículo de Fe: “Si hay algo virtuoso, bello, o de buena reputa­ción o digno de alabanza, a esto aspiramos”.

Nuestro Padre Celestial tiene muchas maneras de revelar su voluntad y verdades a sus hijos aquí en la tierra. Ciertamente su evangelio comprende todo lo que es “virtuoso, o bello, o de buena reputación o digno de alabanza”, y efectivamente aspiramos constantemente a estas cosas.

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La controversia religiosa que hoy existe en torno del descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto y el conocimiento que tenemos de su contenido, son de significado particular para los miembros de la Iglesia “Mormona”. Mientras que los miembros de otras iglesias cristianas se sienten frustrados al enterarse de la existencia de un grupo religioso que vivió antes de la época de Jesús, que pudo haber entendido y practicado algunas de las enseñanzas de Cristo, nos­otros no tenemos ningún temor de esta verdad. Sabe­mos que el evangelio de Jesucristo, su plan de salva­ción, quedó instituido desde la creación del mundo. Nosotros, los Santos de los Últimos Días, sabemos que se dio el evangelio a Adán y que estuvo en la tierra mediante varias dispensaciones, hasta el Meridiano de los Tiempos.

No es sorprendente

Ninguna sorpresa nos causa entender, por las anti­guas escrituras, que Jesús no vino para establecer su evangelio, sino más bien para restaurarlo y amonestar a la gente a que volviera a los mandamientos de Dios. No nos sorprende saber que un grupo de creyentes religiosos, radicados en la vecindad del Mar Muerto antes de la época de Cristo, tuvieran muchas de las doctrinas y sistema de organización del evangelio.

No hay porqué alarmarnos al saber que este grupo pudo haber tenido una organización en su iglesia semejante a la que más tarde estableció Jesús mismo; que pudieron haber creído en la doctrina del libre albedrío y tenido un entendimiento razonable­mente correcto de la naturaleza de Dios. Es entera­mente posible que pudieron haber sido preservadas, de dispensaciones anteriores, muchas de las verdades del evangelio y llegado al conocimiento de un grupo de creyentes devotos que estaban resueltos a encon­trar y preservar la verdad y vivir lo mejor que pudieran de acuerdo con los mandamientos de Dios. Es un hecho interesante en extremo, y a la vez factible, que los Pactantes del Mar Muerto practicaran el bautismo por inmersión.

Significado completo

Enciérrese un significado profundo en el hecho de que los Pactantes del Mar Muerto entendieron la necesidad de la autoridad y en sus escritos frecuente­mente hacen referencia a que sus sacerdotes habían sido llamados según el orden de Aarón. Es entera­mente posible creer que pudieron haber tenido un sistema de organización sacerdotal según el modelo del Sacerdocio Aarónico descrito en las Escrituras.

Además, como miembros de la Iglesia de Jesu­cristo de los Santos de los Últimos Días, podemos entender claramente porqué fue necesario que el evangelio estuviese en la tierra antes de la existencia terrenal del Salvador. Dios no hace acepción de personas. El evangelio es para todos sus hijos: aque­llos que vivieron antes del advenimiento del Salvador, así como los que han vivido después. Cuando Jesús predicó a los espíritus encarcelados que habían sido desobedientes en los días de Noé, en el intervalo entre su muerte y su resurrección, les extendió la oportuni­dad de aceptar algo que en otro tiempo les había sido ofrecido. De lo contrario, ¿en qué consistió su desobediencia?

En todas sus epístolas, el Apóstol Pablo declara que el evangelio es para todos los hombres. Según él, el evangelio es “potencia de Dios para salud a todo aquel que cree”. (Romanos 1:16) “Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras y en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo.” (Hebreos 1:1-2). El mismo escritor indica claramente en el octavo capítulo de los Hebreos, que Dios hizo con­venio “con sus padres el día que los tomé por la mano para sacarlos de la tierra de Egipto: porque ellos no permanecieron en mi pacto y yo los menosprecié, dice el Señor”. (Hebreos 8:9) ¿Qué otra cosa podría ser ese pacto, sino su evangelio y su plan?

El evangelio es el mismo

Pero tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, se dice claramente que el evangelio es el mismo hoy, ayer y mañana. Ciertamente el plan de Dios para la salvación es algo que no ha cambiado y que jamás cambiará. Aun los Pactantes del Mar Muerto, si hubiesen buscado “con espíritus contritos” y con fe inquebrantable, habrían hallado estas verda­des que les hubieran traído gozo y paz, y la con­vicción de estar viviendo de acuerdo con la enseñanza de Dios.

El descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto es realmente uno de los hallazgos religiosos más importantes de los tiempos modernos. Tiene un signifi­cado particular y profundo para los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y todos aquellos que aman la verdad.

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