La directora de la clase hace la diferencia
por el Dr. Alma P. Burton
Administrador Asistente de los Seminarios e Institutos de Religión
[Discurso Pronunciado en el Departamento de Relaciones Sociales de la Conferencia General Anual de la Sociedad de Socorro el 28 de Septiembre de 1966]
En esta mañana me gustaría comenzar refiriéndome al significado de vuestra posición como directoras de estaca de este departamento. Hay dos puntos importantes que debéis recordar con respecto a esta maravillosa oportunidad que habéis recibido. En primer lugar, ninguna otra persona más que vosotras puede hacer vuestro trabajo o tarea en vuestra estaca durante el tiempo que tenéis esta posición directiva; y en segundo lugar, hay una bendición especial que viene sobre vosotras con cada llamamiento en la Iglesia. Tenéis derecho a la bendición especial y ayuda que ha sido reservada para este llamamiento en particular.
Aquellos que se dirigen al Señor en busca de ayuda para cumplir con sus responsabilidades, recibirán una bendición particular y un poder espiritual que los beneficiará en el momento que se hallen en esa posición. En los dos primeros años en que serví como presidente de estaca me parece que estaba de rodillas tanto como de pie, orando por la guía divina de nuestro Señor para ayudarme a cumplir con mi responsabilidad. Finalmente, después de mucho orar, estudiar e investigar mi alma, comencé a sentir que estaba más capacitado para el cargo que había recibido. Pienso que vuestra posición no es distinta, y la ayuda adicional y mayores bendiciones vendrán a vosotras si buscáis diligentemente al Señor en oración con referencia a la asignación que habéis recibido.
Después de haber discutido estas palabras de introducción, me gustaría tratar con vosotras sobre porqué “La directora de la clase hace la diferencia”.
- Actitud de la maestra
Es de suma importancia que miréis a vuestro llamamiento con una actitud positiva. Esto es particularmente significativo porque vosotras sois las mejores ayudas visuales que podéis presentar en vuestras clases. Ninguna ayuda visual que preparéis será tan efectiva en promover vuestra lección como vosotras mismas. Por lo tanto, debéis mantener una actitud positiva en lo referente a vuestra posición.
Tened presente que los miembros de vuestra clase han venido a aprender, y que algunas han hecho sacrificios a fin de poder asistir en ese día.
Hace muchos años, mientras trabajaba como subgerente de la compañía J. C. Penny’s, el Sr. J. C. Penney visitó nuestro negocio. Habló con los clientes cuando éstos entraban y conversó con los vendedores en la tarde. Posteriormente tuvo una reunión con los empleados. Sólo recuerdo una frase, y era que nunca debíamos decir a una persona que viniera a la tienda: “Usted no quiere comprar nada ¿no es verdad?” Era muy joven en esa época, pero todavía recuerdo la impresión que me causó esa frase y cuán efectivamente me ha ayudado desde entonces. Dijo que debemos suponer que una persona que viene a la tienda siempre lo hace con el propósito de hacer una compra.
Os hago esta misma sugerencia con respecto a la enseñanza. Debéis suponer que las directoras de la clase han hecho preparaciones considerables, y que muchas veces han hecho sacrificios para estar presentes en vuestros departamentos en ese día porque desean aprender. Ellas quieren la ayuda que podáis ofrecerles. Usad una actitud positiva.
Debéis tener una actitud positiva referente a los materiales que han sido preparados para usar durante el año. Estos materiales para las lecciones han sido preparados por hombres y mujeres capaces. No busquéis faltas en lo que ha sido preparado. No desperdiciéis vuestro tiempo criticando. Usad vuestra hora en una manera constructiva. Adaptad los materiales que han sido preparados a vuestra situación. Las lecciones han sido preparadas con la idea de daros la mejor ayuda posible. Al adoptar una actitud positiva sobre lo que ha sido preparado, tendréis mayor fortaleza y poder al dar la lección.
Asumid la actitud de que éste es vuestro día y vuestra oportunidad y de que tenéis el derecho de experimentar el éxito y lograr gozo verdadero. Si no podéis considerar vuestra posición de una manera positiva, si no podéis experimentar gozo verdadero como directora de relaciones sociales, tal vez deberíais consultar con vuestra presidenta de la Sociedad de Socorro.
La actitud de la maestra es de vital importancia. La maestra que posee una actitud positiva hacia su responsabilidad ha adquirido una de las herramientas más fundamentales e importantes para la enseñanza que un maestro puede adquirir.
- Preparación de la lección
La edad no debe hacer diferencia en la Sociedad de Socorro. El presidente David O. McKay, nuestro noble y amado profeta es uno de los ejemplos más prominentes que el mundo haya conocido de este hecho. En su nonagésimo cumpleaños hizo el comentario de que no se sentía viejo y que a pesar de que su cuerpo no le respondía en la misma manera que lo había hecho en sus años anteriores, su espíritu y actitud eran los de un joven y los de una persona que ama la vida y todo lo que ésta ofrece.
Mi esposa tuvo una experiencia muy interesante el año pasado en el departamento de relaciones sociales cuando estaba eligiendo el reparto para una representación. Uno de los papeles era el de una anciana. Mi esposa (‘ligio a una hermana que tendría aproximadamente ochenta años. Cuando estaban tratando la parte que debería representar, la dama que tenía ochenta años, pero que todavía se sentía joven, le dijo: “¿cómo tengo que vestirme, como una anciana?”
Siempre debemos pensar en los miembros de nuestra clase como jóvenes de espíritu. La edad no debería ser una barrera para el aprendizaje, especialmente para las cosas que se enseñan en la Sociedad de Socorro para el mejoramiento del hogar y la familia. Una buena preparación sólo se puede lograr si tenemos en cuenta que la edad no hace ninguna diferencia en lo que se refiere a la agilidad mental, y que debemos pensar siempre que los miembros de nuestra clase son individuos que tienen un verdadero deseo de aumentar su conocimiento.
Tendremos éxito en la preparación si tenemos presente a cada miembro de la clase. Cada estaca es distinta, lo mismo que cada barrio. Debemos determinar cuál es la mejor manera de obrar en la situación que se nos presenta. No se debe tener la misma preparación para enseñar cada clase del departamento de relaciones sociales de la Sociedad de Socorro en la Iglesia de la misma manera. Cada directora debe tener en mente a los miembros de su grupo o clase al preparar sus materiales. En este asunto de preparación debemos trabajar más inteligente que fuertemente.
Debemos tener presentes las sugerencias siguientes al preparar los materiales para la lección:
- Leer profundamente.
- Pensar cuidadosamente.
- Hablar claramente.
Después que habéis leído profunda y concienzudamente, pensando cuidadosamente y meditado en estas ideas, probadlas con vuestros esposos o hijos mayores. Si lo que habéis preparado no es claro para ellos, tampoco lo será para vuestra clase. Por el contrario si lo que habéis preparado es claro y significativo para vosotras y si estos materiales son interesantes para vuestros esposos, entonces podéis presumir (teniendo presente que deben relacionarse con vuestra clase en particular) que serán aceptados por vuestro grupo. Esto es lo que llamamos madurar la preparación. Cuando el Señor hace una calabaza sólo le lleva unos pocos meses, pero para un roble se necesitan cien años. Haced que vuestras lecciones sean más duraderas que una calabaza. Maduradlas bien.
La calidad de la lección dependerá del tiempo que hemos puesto en su preparación, sin embargo debemos recordar que una hora de preparación concienzuda es de más valor que treinta y seis horas de preocupación y nerviosidad. Pero sin importar cuán bien preparadas estéis debéis comprender que no sois la última palabra en todo, para todos. Debemos pensar que siempre va a haber oportunidades en que es apropiado decir “no sé”.
Hay una historia que relata que un niño en el jardín de infantes estaba dibujando sobre un pedazo de papel, la maestra se le acercó y le preguntó: “¿Qué estás dibujando?”, él le contestó: “Estoy haciendo un dibujo del cielo y el infierno”. Ella le contestó que nadie sabía cómo eran el cielo y el infierno a lo que el niño respondió prestamente, “lo sabrán cuando termine mi dibujo”.
Sin embargo, por muy buena que sea nuestra preparación, habrá ciertas cosas sobre las que otra persona puede estar más capacitada para dar una mejor respuesta que vosotras. Debéis estar siempre dispuestas a recibir sugerencias de otros y cuando alcanzáis el punto en que no estáis capacitadas para tratar el asunto como otras personas, incluidlos en la presentación. Esto podéis hacerlo de una manera más efectiva si hacéis una asignación especial anterior al período de la clase.
Mi abuelo era herrero. Entre otras cosas reparaba ruedas de carros. Cuando era jovencito lo observaba desarmar una rueda, arreglarla y armarla nuevamente. Recuerdo haberle visto tomar el cubo, que era el punto de principio de la rueda, y cuando estaba seguro que el cubo estaba en buenas condiciones, comenzaba a poner los rayos. Cada uno de los mismos tenía que asegurarse bien en el cubo, y uno por uno ponía los rayos hasta que todos estuvieran en su lugar. Una vez que colocaba los rayos en la rueda, y que ponía las conexiones entre los finales de aquellos y la parte exterior de la rueda, hacía el trabajo final al encajarla en una gran llanta de hierro.
La preparación de la lección debería seguir el mismo procedimiento. La maestra obtiene el tema, el cubo o centro de su trabajo y establece el hecho de que es seguro. Lo define cuidadosamente; entonces comienza a poner en el cubo cada hecho que se relaciona al tema central como uno haría con los rayos de la rueda. Cuando todos los materiales se han colocado en relación apropiada al cubo, la maestra deberá entonces mostrar la relación de toda la lección al insertar las piezas que conectan los bordes exteriores, y finalmente, deberá poner la banda alrededor de su lección por medio del resumen y conclusión como lo haría la llanta de hierro alrededor de la rueda. Cuando la rueda está completa, desempeñará su función específica; y cuando una lección ha sido preparada en esta manera, el mensaje llevará frutos a las vidas de las hermanas de la Sociedad de Socorro y sus familias.
III. Presentación de la lección
No penséis que cada miembro de la clase está sentado al borde de la silla en espera de oír vuestra “interesante” lección. En lugar de esto, imaginad que está pensando que tiene que remendar en cuanto llegue a la casa; en la comida que tiene que preparar para las visitas esa noche; en la dificultad que tiene en pagar las cuentas, o sobre el problema que tiene su esposo en el trabajo. Si pensáis en los miembros de la clase bajo ese concepto, os dirigiréis a vuestra tarea más humildemente, sin importar cuán bien preparadas estéis. Si sólo pensáis en la maravillosa presentación que vais a hacer y cuán ansiosas estarán de escucharla, seréis menos eficaces.
Se cuenta la historia de un joven que estaba muy impresionado consigo mismo y sus habilidades. Un domingo fue llamado por el obispo para hablar espontáneamente en la reunión sacramental. Caminó por el pasillo con porte de extrema confianza. Al pararse detrás del púlpito le fallaron los pensamientos, y después de unos minutos de palabras incoherentes se dirigió a su lugar muy abatido. Posteriormente a la reunión, un anciano que había tenido gran experiencia en la Iglesia se dirigió al joven y le dijo: “Hijo, si hubieras subido en la misma manera que volviste, habrías vuelto en la misma manera que subiste.”
Las siguientes ideas pueden tal vez ayudaros a pensar sobre la presentación de vuestro material. En primer lugar, pensad que la audiencia tiene una actitud de indiferencia o somnolencia y pensad que tenéis que despertar su atención si vais a presentar con éxito vuestro material. En segundo lugar imaginad que han respondido a vuestra presentación, pero ahora se están preguntando a sí mismos: “¿por qué mencionó ese tema?” Aun cuando habéis despertado su atención, os resta que la mantengáis. Recordad que todavía tienen esos problemas en sus mentes, aun cuando os están mirando a los ojos.
Ahora que habéis despertado su atención y las estáis guiando en la senda de la lección del día, debéis darles repetidamente pensamientos que centrarán y enfocarán su atención sobre el tema que están desarrollando. Aquí es donde dais el cuerpo de la lección, “los rayos de la rueda”, si así queréis llamarlo. Finalmente tenéis que sacar una conclusión para que puedan saber el verdadero propósito de vuestro mensaje. Deberíais ver a los miembros de la clase como si estuvierais diciendo a vosotras mismas: “¿y qué?” Si vuestra lección ha ido formándose satisfactoriamente durante la presentación no será difícil que comprendan los puntos que habéis estado presentando. En otras palabras, cuanto más efectivamente enseña uno la parte principal de la lección, desde la introducción hasta el momento de la conclusión, tanto más sencillo será sacar una conclusión. Cuando concluís, hacedlo con un llamado de acción.
Usad ideas completas y significativas, usando palabras que sois capaces de presentar efectivamente, palabras que vuestra audiencia pueda entender y apreciar. El Dr. Karl G. Maeser ha dicho: “El hombre verdaderamente educado siempre hablará al menos culto de su audiencia.”
- Reacción de la clase e implicación
Tal vez no logréis implicar a cada persona en la discusión cada vez, pero cada miembro de la clase debería implicarse en el pensamiento sobre el objeto durante cada período de clase. Los mejores maestros mantienen a todos los miembros interesados por su contacto personal con ellos, al usar los ojos para llamar la atención a las diferentes partes del cuarto, y mirando a los ojos a los que se encuentran en la clase. Las personas no llegan a ser parte con vosotras en “pensar” a menos que las impliquéis.
Miremos algunos ejemplos hipotéticos de cómo no debemos enseñar si queremos lograr la implicación:
La maestra A conoce bien su material. Puede presentarlo hermosamente, pero durante todo el período de la lección mira a un punto imaginario que se encuentra al final del cuarto. ¿Qué piensan que está en la mente de los miembros de la clase mientras está enseñando?
Cuando alguien en la clase trata de hacer una pregunta, la maestra B la escucha y contesta: “No tenemos tiempo para discutir eso ahora”, o “Eso es algo que vamos a tratar en la lección del mes próximo”. Su preocupación sobre el tema es tan importante que se olvida de la clase.
La maestra C tiene el tipo de clase en la que todos pueden hacer las contribuciones que ella desea. Comenta: “Esa fue una idea muy interesante” o “puede ser que eso sea cierto” o “¿le gustaría a alguien mencionar algo sobre ese punto antes que pasemos a otra cosa?” y después para hacer las cosas peores no lleva la discusión a una conclusión. Nadie sabe si la maestra tiene un testimonio y si la respuesta dada está de acuerdo con la doctrina de la Iglesia.
¿Por qué deben interesarse los miembros de la clase en la presentación de la maestra A cuando ella no está interesada en ellos? ¿Cómo se van a interesar los alumnos de la maestra B si ella no está interesada en lo que ellos están pensados? Tampoco estarán interesados en la presentación de la maestra C pues no hace ejercicio de su privilegio como directora del grupo.
Estos tipos de maestras me hacen recordar la historia del maestro scout que tenía dificultades en mantenerse al paso de su tropa. Finalmente los llamó diciendo: “Esperen, yo soy su director”. La autoridad se debe ejercer en la clase para el beneficio del grupo tanto individual como colectivamente. Debemos implicar a los miembros de la clase.
¿Qué es lo que debería haber hecho la maestra A? ¿La maestra B, o la C? En cada uno de los casos si la maestra hubiera preparado el material y lo hubiera presentado con la idea de implicar a las personas en el grupo, ninguna de ellas hubiera presentado la lección en la manera en que lo hizo. Es de gran importancia que impliquemos a las personas en el grupo, que mostremos interés en ellas y en sus preguntas, y que hagamos buenas conclusiones para ayudarles a que comprendan más claramente el objeto de la lección. Por sobre todas las cosas debéis dejar vuestros testimonios pues vosotras sois las directoras. Vosotras sois las que debéis inspirar a los miembros de la clase.
Como mencioné en el principio tenéis el llamamiento y el espíritu del Señor os bendecirá con dones especiales y os ayudará a estar capacitadas para vuestro llamamiento y para hacer vuestra parte. Haced todo lo posible para que vuestra lección sea de beneficio en la vida de los miembros de vuestra clase. Pensad en ellas en manera colectiva pero también individualmente. Enviadlas a sus hogares con alimento para el pensamiento.
- Llamado de acción
Preguntaos a vosotras mismas: “¿Por qué hago lo que estoy haciendo en esta clase?” En realidad esta es una pregunta que debéis haceros desde que comenzáis vuestra preparación. Vuestra respuesta debería ser que estáis preparando a los miembros de vuestra clase de tal manera que cuando vayan a sus hogares llevarán a la práctica la proposición de ser mejores esposas para sus esposos y mejores madres para sus hijos.
En las reuniones del Sacerdocio estamos tratando de ayudar a los hermanos a entender mejor su papel como esposos y padres, y se espera que la Sociedad de Socorro ayude a las hermanas a comprender su responsabilidad como esposas y madres y para que ayuden a sus esposos a hacer que su hogar esté centrado en el sacerdocio.
Grandes beneficios pueden resultar de vuestros esfuerzos, si desarrolláis en forma satisfactoria vuestra responsabilidad como directoras del departamento de relaciones sociales de la Sociedad de Socorro. Los hogares de los miembros de la Iglesia serán fortalecidos como resultado de vuestros esfuerzos. Algunos ejemplos excelentes son aquellos dados por el apóstol Pablo y por el profeta José Smith. Leed Efesios 5: 22-31 y Colosenses 3:18-21; también en las Enseñanzas del profeta José Smith págs. 272 a 278 sobre las características de la mujer y la necesidad de vivir de acuerdo a nuestros privilegios.
Si podéis inculcar en los corazones de vuestras directoras del barrio estos grandes mensajes (como se mencionan en las citas anteriores) para que ellas, a su vez envíen las miembros de sus clases a sus hogares con la determinación de ser mejores esposas y madres, habréis logrado vuestro objeto. Esta es vuestra meta. Este es el desafío que tiene cada directora del departamento de relaciones sociales de barrio.
- Resumen y conclusión
Recordad, mis queridas hermanas, que vosotras sois las únicas que podéis cumplir esta responsabilidad, durante el tiempo que estáis en esa posición. En segundo lugar, recordad que hay una bendición especial con cada llamamiento en la Iglesia. Esforzaos para obtener la bendición que podéis obtener por el llamamiento que habéis recibido.
Tratad de seguir los puntos siguientes:
- Actitud positiva.
Tened una actitud positiva. Habéis recibido este llamamiento para poder influir para bien en los miembros de la Sociedad de Socorro de la Iglesia. Considerad vuestra tarea con una actitud positiva.
- Preparación de la lección.
No podéis enseñar algo que no habéis preparado. El Señor no responderá a una mente vacía al igual que un balde no puede ser llenado en un pozo seco. ¡Preparaos bien para vuestras tareas!
- Presentación de la lección.
Este es el día y la oportunidad de influir para bien en la vida de los miembros de vuestra clase. La actitud de una persona puede ser la correcta y la preparación muy completa pero si no se presenta la lección satisfactoriamente no se logrará el resultado deseado.
- Reacción de la clase e implicación.
Las mejores maestras tienen en mente a todos los miembros de la clase y tratan de que cada miembro se implique en la lección.
- Llamado de acción.
Enviad a las directoras de los barrios a sus hogares con un interés renovado sobre el gran privilegio de ser esposas celestiales de hombres celestiales, teniendo presente que están desarrollando una unidad familiar eterna para vivir en la presencia de nuestro Padre y Madre Celestiales y de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
Humildemente ofrezco mi testimonio de la divinidad de esta gran obra en la que nos encontramos. Doy testimonio del hecho de que Dios vive y que está siempre dispuesto a ayudarnos y bendecirnos si solicitamos su ayuda; que Jesucristo es el Salvador del mundo y el Redentor de la humanidad; que ésta es la única Iglesia verdadera; y que el presidente David O. McKay es el profeta, vidente y revelador de Dios sobre la tierra, a quien Dios revela su voluntad para su pueblo. Doy testimonio de estas cosas en el nombre de Jesucristo. Amén.
























