El Reino de Dios

Capítulo 15

ARREPENTIMIENTO

Arrepentimiento

Una de las doctrinas más optimistas y consoladoras de Cristo es la del arrepentimiento. “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueron rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.”1 No hay doctrina que manifieste más plenamente la gracia y la bondad de Dios. No hay expectativa más grata para el hombre que la operación de la ley del arrepentimiento.

El arrepentimiento es el acto de librarse del yugo de la cul­pabilidad; de lavar la iniquidad y la maldad, y quedar libres del pecado. “Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien.”2 Así es como Isaías describe el acto de llegar a ser limpios o blancos como la nieve. “He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados es perdonado; y, yo, el Señor, no más los tengo presente.”3 ¡Imaginemos! Si tan sólo cumplimos con la ley del arrepentimiento, el Señor olvidará nuestros pecados y quedaremos libres y limpios.

Es un concepto tan maravilloso e importante, que todo el plan salvador del evangelio se conoce como el “evangelio de arrepenti­miento”.4 A fin de evitar la confusión y no complicar las cosas sencillas, el Señor ha dado instrucciones a los misioneros de su Iglesia de no predicar “sino el arrepentimiento a esta generación.”5 Difícilmente puede haber doctrina más impelente que ésta.

Antes de poder comprender el concepto del arrepentimiento, conviene definir dos o tres palabras o frases que sirven de llave.

1. El pecado
¿Qué es pecado? El apóstol Juan da una respuesta sencilla y general a la pregunta. Dijo así: “Toda injusticia es pecado.”6 Hay dos géneros de pecados. Uno es el pecado de comisión, es decir, la violación positiva, y activa de un principio justo. También dijo Juan: “El pecado es infracción de la ley.”7 El segundo género de pecados quizá sea más común que el primero. Este es el pecado de omisión. Se omite o se deja de hacer aquello que uno debe llevar a cabo. “Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.”8

2. El pecado de muerte
Pecan de muerte aquellos que intencionalmente se apartan de la luz, se entregan a Satanás y apoyan sus planes. “Por consiguiente, recibe como salario la muerte.”9 El Señor puede perdonar a los que no han pecado de muerte.10 Algunos ejemplos de estos pecados abominables son: La blasfemia contra el Espíritu Santo;11 homicidio;12 algunos casos de adulterio.13

3. La justicia
En relación con el arrepentimiento, la justicia es aquello que va de conformidad con la mente y voluntad de Dios porque “es justo y recto.”14 La justicia exige un castigo cuando ocurre una violación de la ley.

¿Quién necesita arrepentirse?

Entendiendo lo que es pecado, como lo definen las Escrituras, es palpable que todo ser mortal necesita arrepentirse. No llegamos a la meta de lo que debemos hacer y ser. Esto constituye el pecado de omisión. Todos desobedecemos algunas partes de la ley perfecta del evangelio. Esto constituye el pecado de comisión. Tal vez sea necesario de que a una persona le sea perdonado hasta “el pen­samiento de tu corazón”.15 “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.”16

Una de las razones porque emprendemos el estudio de los principios del evangelio es para vencer el pecado de la ignorancia. Leemos en Doctrinas y Convenios que muchos “han cometido un pecado muy grave, pues andan en tinieblas”.11

¿Cuál es el momento oportuno para arrepentirse?

Si todos necesitamos arrepentimos, ¿qué se puede hacer? ¿Cuándo debemos arrepentimos?

Amulek, profeta nefita, expresa un concepto muy comprensivo de la importancia y el tiempo del arrepentimiento: “Sí, quisiera que vinieseis y no endurecieseis más vuestros corazones; porque he aquí, hoy es el tiempo y el día de vuestra salvación; y por tanto, si os arrepentís y no endurecéis más vuestros corazones, desde luego obrará para vosotros el gran plan de la redención. Porque he aquí, esta vida es cuando el hombre debe prepararse para comparecer ante Dios; sí, el día de esta vida es el día en que el hombre debe ejecutar su obra. Y como os dije antes, ya que habéis tenido tantos testimonios, os ruego, por tanto, que no demoréis el día de vuestro arrepentimiento hasta el fin; porque después de este día de vida, que se nos da para prepararnos para la eternidad, he aquí que si no mejoramos nuestro tiempo durante esta vida, entonces, viene la noche de tinieblas en la cual no se puede hacer nada. No podréis decir, cuando os halléis ante esa terrible crisis: Me arrepentiré; me volveré a mi Dios. No, no podréis decir esto; porque el mismo espíritu que posee vuestros cuerpos al salir de esta vida, ese mismo espíritu tendrá poder para poseer vuestro cuerpo en aquel mundo eterno. Porque si habéis demorado el día de vuestro arrepentimiento, aun hasta la muerte, he aquí, os habéis sujetado al espíritu del diablo que os sellará como cosa suya; por tanto, se retira de vosotros el Espíritu del Señor y no tiene cabida en vosotros, y el diablo tiene todo poder sobre vosotros; y éste es el estado final del malvado.”18

Se pone de relieve, pues, que hoy es cuando debemos arre­pentimos. Los que escuchan el evangelio ahora tienen la obli­gación de aceptarlo, o se hallarán bajo la condenación del pecado y les será negada la salvación completa.

El arrepentimiento es esencial para la salvación

El arrepentimiento es esencial para la salvación. “Y sabemos que todos los hombres tienen que arrepentirse y creer en el nombre de Jesucristo, y adorar al Padre en su nombre, y perseverar con fe en su nombre hasta el fin, o no pueden ser salvos en el reino de Dios.”19

Para recibir el perdón uno debe arrepentirse en la forma indicada y hacer obras justas, incluso el ser bautizados. Se ha mandado a todos los hombres que se arrepientan para que puedan obtener la salvación. “Porque, he aquí, mando a todos los hombres en todas partes que se arrepientan.”20

Los elementos del arrepentimiento

Sólo el arrepentimiento verdadero es aceptable ante Dios; si no tiene esa cualidad, de nada sirve. ¿Qué es el arrepentimiento verdadero? Para dar la respuesta debemos examinar los elementos característicos esenciales del arrepentimiento. En las Santas Es­crituras hallamos los elementos de referencia.

1. La convicción de culpabilidad
En primer lugar, uno debe comprender que es pecador y que necesita arrepentirse. Esto es lo que quiere decir tener una con­vicción o estar convencido de que uno es culpable. Este acto no admite ninguna raciocinación, nada de fingimiento. Debe haber un pesar por los pecados e imperfecciones a tal grado que haga nacer el deseo de escapar sus efectos perjudiciales. Debe ser más que un simple remordimiento, porque debe impelernos a obras justas. El apóstol Pablo dijo: “La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación.”21

2. El abandonamiento del pecado
Palpable es, entonces, que uno debe cesar de hacer lo malo; debe dejar de cometer aquello de que desea arrepentirse. “Por esto podéis saber si un hombre se arrepiente de sus pecados: He aquí, los confesará y abandonará.”22

3. La confesión del pecado
Una de las características esenciales del arrepentimiento es el principio de la confesión del pecado. El Señor requiere la con­fesión. “Yo, el Señor, perdono los pecados de aquellos que los confiesan ante mí y piden perdón, si no han pecado de muerte.”28

¿Ante quién nos es requerido confesar? En primer lugar, el pasaje anterior nos dice que nos confesemos ante el Señor. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”24 En segundo lugar, en caso de transgresiones graves, nos es requerido confesar a nuestro obispo o presidente de rama. El obispo es el representante debidamente constituido del Señor en la unidad básica de la Iglesia. Una de sus funciones es actuar como “juez común” en ella. Desde luego, no puede perdonar nuestros pecados, pero es quien determina si podemos seguir disfrutando de la confraternidad de la Iglesia. El resuelve si somos o no somos dignos de: Entrar en los templos; avanzar en el sacerdocio; ocupar posiciones de res­ponsabilidad en la Iglesia. Cuando concede o suspende la con­fraternidad completa, el obispo en efecto perdona los pecados contra la Iglesia, en lo que a ésta concierne. Es el Señor, sin embargo, quien debe perdonar el pecado.

4. Restitución
El que se va a arrepentir debe hacer “fruto digno de arre­pentimiento”.25 Es decir, sus hechos deben concordar con su arrepentimiento. Si el pecado ha sido el hurto, debe devolver lo que robó. Algunos pecados son de tal naturaleza que no es posible hacer una restitución. Si el pecado es mentir, tal vez una retracta­ción podría servir las veces de restitución; sin embargo, para ceñirse a la verdad, desechando la mentira,26 sería necesario satisfacer esta condición del arrepentimiento verdadero. La restitución de la persona ofendida quedó incorporada en los reglamentos dados a Israel en la ley.27

5. El cumplimiento de la ley
La quinta característica esencial del arrepentimiento verdadero es que el penitente cumpla la ley del evangelio. “Se perdonará al que se arrepienta y cumpla los mandamientos del Señor.”28 De manera que éste es el camino del arrepentimiento. Se requiere la devoción para obedecer todos los mandamientos. El arrepentimiento significa que ha habido un cambio en el propósito del hombre.29

En la oración que el Señor nos dio como modelo, se nos enseña que podemos ser perdonados al grado que perdonemos a otros.30

El efecto del arrepentimiento

El efecto del arrepentimiento es recibir el perdón de nuestros pecados y faltas. Es el medio por el cual se puede lograr un propósito nuevo y renovar nuestra vida.

Porque, he aquí, yo, Dios, he padecido estas cosas por todos, para que no padezcan si se arrepienten. Más si no se arrepienten, tendrán que padecer como yo he padecido.31

Si no hay arrepentimiento, la ley de la justicia interviene, y sólo por medio del padecimiento viene la remisión de pecados.32

Vuelven los pecados anteriores

No podemos jugar con el Señor. Él puede perdonarnos, pero si repetimos la ofensa, vuelven los pecados anteriores. “Yo, el Señor, en verdad os digo que no os acusaré de ningún pecado; id y no pequéis más; pero los pecados anteriores del que pecare volverán a él, dice el Señor vuestros Dios.”33

Debido a la gravedad o magnitud de algunos pecados, no siempre se pueden obtener en el acto el perdón y la restauración al arrepentimos. El apóstol Pedro amonestó a los judíos, aquellos que en cierta medida eran responsables de la muerte de Jesús, a que se arrepintieran entonces para que pudieran ser perdonados cuando Cristo viniera en los días de la “restauración de todas las cosas”.31 Para algunos pecados no hay perdón en este mundo ni en el venidero. De los que cometen estos pecados se dice que mejor les habría sido nunca haber nacido.35

Un Dios misericordioso ha decretado la ley del arrepentimiento a fin de que todos logren la vida eterna si cumplen con la ley.


(1) Isa. 1:18. (2) Isa. 1:16, 17. (3) Doc. y Con. 58:42. (4) Doc. y Con. Sec. 13. (5) Doc. y Con. 6:9. (6) 1 Juan 5:17. (7) 1 Juan 3:4. (8) Sant. 4:17. (9) Alma 5:41-42. (10) Doc. y Con. 64:7. (11) Heb. 6:4-8; 1 Juan 5:16. (12) 1 Juan 3:15. (13) Documentary History of the Church, tomo 6, página 81. (14) Deut. 32:3, 4. (15) Hech. 8:22. (16) 1 Juan 1:8. (17) Doc. y Con. 95:6. (18) Alma 34:31-35, (Cursiva del autor). (19) Doc. y Con. 20:29. (20) Doc. y Con. 18:9-12. (21) 2 Cor. 7:10. (22) Doc. y Con. 58:43. (23) Doc. y Con. 64:7. (24) 1 Juan 1:9. (25) Mat. 3:7-9. 26) Efe. 4:25. (27) Núm. 5:6, 7. (28) Doc. y Con. 132. (29) Mat. 21:28, 29. (30) Mat. 6:9-15. (31) Doc. y Con. 19:16, 17. (32) Alma 42:22-24. (33) Doc. y Con. 82:7. (34) Hech 3:19-21. (35) Doc. y Con. 76:30-49.

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