El Reino de Dios

Capítulo 17

EL DIA DE REPOSO

El día de reposo

El Señor nos dio la llave al entendimiento de lo que significa el día de reposo cuando dijo: “El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo.”1 Con­sideremos cómo se originó el día de reposo; en qué forma se hizo para nosotros; cómo debemos aceptarlo.

Cómo se originó

En la historia de la creación del mundo, cual se halla en Génesis, leemos que Dios inició su obra creadora y la completó en seis días o períodos. El séptimo día descansó. “Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.”2

Vemos, pues, que desde el principio hubo un día de reposo. La palabra original en el texto hebreo es shabath, que significa literalmente reposar o descansar. El vocablo, al verterse en caste­llano, formó la palabra sábado, nombre de uno de los días de la semana. Dios plenamente tenía por objeto que sus hijos siguieran el modelo establecido por El, y esta norma se observó desde los días de Adán. En la época en que se alimentaba a Israel con maná del cielo, aproximadamente un mes después de su liberación de Egipto, el Señor fortaleció la institución del día del sábado por medio de un mandamiento directo. Los hijos de Israel recibieron instrucciones de recoger suficientes alimentos el día sexto a fin de que también les alcanzaran para el día siguiente, con lo cual se haría innecesario recoger alimentos el día de reposo. De modo que el Señor les dijo: “Mañana es el santo día de reposo, el reposo consagrado a Jehová.”3

Cuando explicó el motivo del día de reposo, el Señor dijo: “Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.” 4 Este día es diferente de los otros días, porque Dios lo ha bendecido y santificado. Santificar quiere decir honrar o considerar santo; consagrar una cosa. De manera que Dios otorgó su favor divino a este día o período de tiempo particular y lo santificó o hizo santo. Este tiempo consagrado y apartado es conocido como el día del sábado o de reposo. De manera que Dios estableció, bendijo, santificó y apartó este día para nuestro uso.

En qué forma se hizo para el hombre

En el monte Sinaí el Señor estableció diez reglas funda­mentales para el uso y beneficio de todo el género humano. Las leyes de los países occidentales se han desarrollado de este pronun­ciamiento transcendental. Desde esa época, esta ley básica se ha conocido como el Decálogo o los Diez Mandamientos. La im­portancia de los Diez Mandamientos queda recalcada en la forma dramática en que se dieron. Ha sido la mayor de todas las “con­ferencias de cima”; una confrontación personal entre el Señor Dios Omnipotente y Moisés, el gran legislador. El Señor escribió los Diez Mandamientos sobre tablas de piedra con su propio dedo. El cuarto de ellos se refirió al día de reposo previamente esta­blecido:

Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra; más el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.

Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.5

El mundo ha aceptado la mayor parte de la prudencia de Dios en los Diez Mandamientos. Para lograr una sociedad ordenada acepta los reglamentos de Dios concernientes al asesinato, adul­terio, hurto, mentira. El mundo jamás ha aceptado el plan de Dios para el hombre en lo que respecta al día de reposo. Este arbitraria­mente acepta un mandamiento de la ley y rechaza otro. Con esto se constituye, en efecto, en juez de Dios, cosa que es al mismo tiempo una necedad e iniquidad.

En su decreto divino Dios dijo: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo.” Considerando todo esto, uno comienza a en­tender en qué forma se hizo el día de reposo para el hombre. Según la norma divina, debe ser un día de descanso; pero aun cuando esto es importante, sólo es incidental en lo que respecta a la verdadera observancia del día. De mayor importancia es el hecho de que es un día santo, un día en que uno debe adorar, en que debe entregar toda el alma al Señor. Es un tiempo señalado para renovar o revalidar los convenios entre Dios y el hombre; un tiempo señalado para contemplar las cosas del espíritu.

En nuestra generación el Señor se ha referido de nuevo al tema:

Y para que te conserves más limpio de las manchas del mundo, irás a la casa de oración y ofrecerás tus sacramentos en mi día santo;

Porque, en verdad, éste es un día que se te ha señalado para descansar de todas tus obras y rendir tus devociones al Altísimo.

Sin embargo, tus votos se rendirán en justicia todos los días y a todo tiempo;

Pero recuerda que en éste, el día del Señor, ofrecerás tus ofrendas y tus sacramentos al Altísimo, confesando tus pecados a tus hermanos, y ante el Señor.

Y en este día no harás ninguna otra cosa, sino preparar tus alimentos con sencillez de corazón, a fin de que tus ayunos sean perfectos, o, en otras palabras, que tu gozo sea cabal.6

El día de reposo fue hecho para el hombre, a fin de que se conserve “limpio de las manchas del mundo”.

Lo que el hombre debe hacer el día de reposo

Jesús, nuestro ejemplo en todas las cosas, llamó a uno que tenía la mano seca en medio de la congregación y le restauró la mano durante el día de reposo. Por este medio mostró, y a la misma vez proclamó que “es lícito hacer el bien en los días de reposo.”7

Aparte de “preparar tus alimentos”, es decir cumplir con los deberes necesarios para preservar debidamente al género humano, ninguna otra tarea mundana debe llevarse a cabo el día de reposo. Aun estas excepciones necesarias deben hacerse con sencillez de corazón. El profeta Nehemías categóricamente acusó al pueblo de estar “profanando así el día de reposo” porque en ese día “vendían las provisiones” y hacían varias otras cosas.8 Sin embargo, uno puede hacer todo el bien que quiera. Nuestras actividades durante el día de reposo pueden dejarnos rendidos y los deberes religiosos pueden agotarnos. La asistencia a las reuniones de sacerdocio, la Escuela Dominical, reuniones de preparación, conferencias, servi­cios sacramentales, entrevistas, confesiones, el estrechamiento de vínculos familiares, administraciones, oraciones y una hueste de actividades similares requieren energía. De hecho, se tiene por objeto que durante estas horas consagradas utilicemos todas nues­tras energías en alabar y servir a Dios. “En este día no harás nin­guna otra cosa.”9

De manera que el día de reposo no es para festividades mun­danas. No es un día de fiesta. Bien se puede disfrutar de acon­tecimientos deportivos, diversiones comerciales, paseos, trabajo en nuestra propia casa, etc., pero esto debe hacerse durante el tiempo que es nuestro, no en el que pertenece al Señor. Estas actividades no concuerdan con el mandato positivo que El enseñó a los Santos de los Últimos Días: “Y los habitantes de Sion también observarán el día del Señor para santificarlo.”10

Se prometen maravillosas bendiciones a los que se dedican al principio sagrado de santificar el día de reposo. Nos es dicho que nuestro gozo será cabal.11 A esta bendición espiritual se añadirán las bendiciones temporales. “Y si hacéis estas cosas con acción de gracias, con corazones y semblantes alegres… de cierto os digo, que si hacéis esto, la abundancia de la tierra será vuestra, las bestias del campo y las aves del aire… las cosas buenas que produce la tierra… sí, para ser alimento, y vestidura, para gustar y para oler, para vigorizar el cuerpo y animar el espíritu.”12

El día del Señor

Como Creador, Libertador y Salvador, Jesús siempre ha sido el personaje central del plan del evangelio. El día de reposo es para pensar en El y darle las gracias. En lo concerniente al cum­plimiento del día de reposo, desde los días de Adán hasta Moisés, los que eran obedientes a los profetas le daban las gracias a Él en forma particular como Creador de la tierra, y por la institución del reposo.13 Además, los que vivieron desde Moisés hasta la época de Cristo expresaban particular agradecimiento, en su observancia del día de reposo, porque Israel había sido librado de la esclavitud de Egipto.14 Los que han vivido desde la resurrección de nuestro Señor hasta el tiempo actual conmemoran particularmente su resurrección en la observancia del día de reposo. En vista de que se levantó de los muertos el primer día de la semana,15 sus após­toles y discípulos optaron por reunirse ese día para sus servicios sacramentales y sermones.16 El apóstol Pablo aplicó algunos de los conceptos del antiguo día de reposo al primer día de la semana,17 al cual se optó por llamar el “día del Señor”.18 Cuando quiso reiterar la santidad del día de reposo, el Señor dijo a José Smith en el día domingo, el primero de la semana: “En este, el día del Señor, ofrecerás tus ofrendas y tus sacramentos al Altísimo.”19 De manera que el Señor ha declarado que el domingo es nuestro día de reposo.

El día de reposo es una señal ante Dios

La observancia del día de reposo separa a los justos de los que se dejan llevar por las cosas del mundo. Es una señal ante Dios para determinar quiénes aceptarán sus decretos y quiénes los rechazarán. “En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico.”20 Los que recuerden que el Señor los santificó se acordarán de Él guardando sus man­damientos. También dijo: “Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto per­petuo. Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel.”21

Los hombres y agrupaciones, sean éstas religiosas o no, que no santifican el día de reposo manifiestan ante Dios y los hombres que no marchan de acuerdo con nuestro Padre Celestial.

“Bienaventurados. . .todos los que guardan el día de reposo para no profanarlo.”22


(1) Mar. 2:27. (2) Gén 2:1, 2. (3) Exo. 16:23. (4) Exo. 20:11. (Cursiva del autor) (5) Exo. 20:8-11. (6) Doc. y Con. 59:9-13. (7) Mat. 12:12. (8) Neh. 13:15-22. (9) Doc. y Con. 59:13. (10) Doc. y Con. 68:29. (11) Doc. y Con. 59:13. (12) Doc. y Con. 59:15-19. (13) Exo. 20:8-11. (14) Deut. 5:12-15. (15) Mat. 28:1: Juan 20:1. (16) Hech. 20:7; Juan 20:19, 20. (17) 1 Cor. 16:2. (18) Apo. 1:10. (19) Doc. y Con. 59:12. (20) Exo. 31:13. (21) Exo. 31:16, 17. (22) Isa. 56:6.

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