El Reino de Dios

Capítulo 19

LA PALABRA DE SABIDURIA

El Señor siempre ha tenido interés en la salud de su pueblo

El Señor siempre ha manifestado interés en la salud de su pueblo. La ley de Moisés contiene numerosos estatutos, uno tras otro, que orientan detalladamente la dieta de los hijos de Israel.1 Ciertos alimentos fueron declarados limpios y propios para el con­sumo humano; otros fueron tachados de inmundos. Aun se sugirie­ron maneras de prepararlos.2 Todas estas leyes dietéticas fueron para el bien del hombre. Como sucede con todas las leyes de Dios, se dieron con un fin determinado y para el beneficio del hombre.

El apóstol Pablo nos ayuda a entender el significado del papel que desempeñan nuestros cuerpos en el plan general, de lo que se deduce en consecuencia por qué Dios está interesado en nuestros cuerpos físicos.

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.3

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.4

En los pasajes anteriores se ponen de relieve dos verdades importantes. En primer lugar, muchas personas parecen creer que su cuerpo es suyo y que pueden hacer con él lo que les dé la gana. ¿De dónde les viene tal idea? ¿Acaso uno se puede proveer su propio cuerpo? Este eminente apóstol de nuestro Señor explica en los pasajes anteriores que no somos nuestros, sino de Dios. En segundo lugar, nuestro cuerpo es santo y sagrado: es el templo de Dios, y el hombre que profanare su cuerpo caerá bajo esta grave condenación: “Dios le destruirá a él”.

Una de las evidencias de que la plenitud del evangelio una vez más se halla sobre la tierra, es que el Señor nos ha dado su ley de salud.

La Palabra de Sabiduría

El profeta José Smith recibió una revelación el 27 de febrero de 1838 en la cual está comprendida gran parte de la ley de salud del Señor. Se conoce como la Palabra de Sabiduría, porque empieza con estas palabras: “Una palabra de sabiduría, para el beneficio de… la iglesia.” Esta revelación está contenida en la Sección 89 de Doctrinas y Convenios.

Una Palabra de Sabiduría, para el beneficio del Consejo de sumos sacerdotes reunido en Kirtland, la iglesia y también los santos en Sion—

Para ser enviada por vía de salutación; no por mandamiento ni compulsión, sino por revelación y palabra de sabiduría, demostrando el orden y la voluntad de Dios tocante a la salvación temporal de todos los santos en los últimos días—

Dada como un principio con promesa, adaptada a la capacidad del débil y del más débil de todos los santos, que son, o que pueden ser llamados santos.

He aquí, de cierto, así os dice el Señor: Por motivo de las maldades y los designios que existen y que existirán en los corazones de hombres conspiradores en los últimos días, os he amonestado, y os prevengo, dándoos esta palabra de sabiduría por revelación:

Que si entre vosotros hay quien beba vino o bebidas alcohólicas, he aquí, no es bueno ni propio en la vista de vuestro Padre, sino cuando os juntáis para ofrecerle vuestros sacramentos.

Y, he aquí, éste debe ser vino; sí vino puro de la uva de la vid, de vuestra propia hechura.

Y además, los licores no son para el vientre, sino para el lavamiento de vuestros cuerpos.

Y además, el tabaco no es para el cuerpo, ni para el vientre, y no es bueno para el hombre; sino es una hierba para magulladuras y todo ganado enfermo, que se ha de usar con juicio y destreza.

Y además, las bebidas calientes no son para el cuerpo ni el vientre.

Y además, de cierto os digo, Dios ha decretado toda hierba saludable para la constitución, naturaleza y uso del hombre—

Cada hierba en su sazón, y cada fruta en su sazón; para que se usen todas éstas con prudencia y acción de gracias.

Sí, yo, el Señor, también he designado la carne de las bestias y la de las aves del aire para el uso del hombre, con acción de gracias; sin embargo, deben usarse limitadamente;

Y a mí me complace que no se usen, sino solamente en la estación del invierno, o en épocas de frío o hambre.

Todo grano ha sido destinado para el uso del hombre y de las bestias, como el sostén de la vida; no tan solamente para el hombre, sino para las bestias del campo y las aves del cielo, y todo animal silvestre que anda o se arrastra sobre la tierra;

Y éstos, Dios los ha hecho para el uso del hombre sólo en tiempo de carestía y hambre excesiva.

Todo grano es bueno para alimentar al hombre; así como también el fruto de la vid; lo que produce fruto, ya dentro de la tierra, ya arriba de la tierra—

Sin embargo, el trigo para el hombre, el maíz para el buey, la avena para el caballo, el centeno para las aves, para los puercos y para toda bestia del campo, y la cebada para todo animal útil y para bebidas moderadas, así como también otros granos.

Y todos los santos que se acuerden de guardar y hacer estas cosas, rindiendo obediencia a los mandamientos, recibirán salud en sus ombligos, y médula en sus huesos;

Y hallarán sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, aun tesoros escondidos;

Y correrán sin cansarse, y no desfallecerán al andar.

Y yo, el Señor, les hago una promesa, que el ángel destructor pasará de ellos como de los hijos de Israel, y no los matará. Amén.

En 1842 el patriarca de la Iglesia, Hyrum Smith, hermano mayor de José, explicó que las bebidas calientes se refieren al té y al café. Dijo así: “‘Y además, las bebidas calientes no son para el cuerpo ni el vientre.’ Hay muchos que se preguntan qué podrá significar, y si se refiere o no al té y al café. Yo digo que sí se refiere al té y al café.”5

Yernos pues que la Palabra de Sabiduría es una ley de salud revelada y que se refiere especialmente a asuntos dietéticos. Con­tiene disposiciones positivas así como negativas. Las estipulaciones afirmativas citan instrucciones sobre la forma en que los hombres y animales han de usar la carne y los granos. Sus prohibiciones mandan a los hombres que se abstengan del tabaco, bebidas al­cohólicas y bebidas calientes. Como se ha dicho ya, la Iglesia ha interpretado bebidas calientes en el sentido de que se refieren al té y al café. De manera que el aspecto negativo de la revelación indica que el hombre no debe usar te, café, bebidas alcohólicas o tabaco.

La Palabra de Sabiduría es un mandamiento de Dios

Cuando se dio la revelación sobre la Palabra de Sabiduría, se dijo que era “enviada por vía de salutación; no por mandamien­to”. En una ocasión el presidente Brigham Young dijo sobre lo anterior: “Sé que algunos dicen que las revelaciones sobre estas cosas no se recibieron como mandamiento. Así será, pero tenemos instrucciones de obedecer toda palabra que sale de la boca de Dios.”0 El presidente Joseph F. Smith confirmó lo anterior cuando dijo: “Nos fue dada ‘no por mandamiento’; pero la palabra del presi­dente Brigham Young la convirtió en mandamiento para los miem­bros de la Iglesia.”7 La Iglesia acepta esta revelación de Dios como mandamiento que todos los miembros tienen la obligación de cumplir.8

En lo que respecta a todas las revelaciones de Dios, la prudencia de la fuente de donde proceden es mayor que la prudencia del profeta-mensajero. Esto se manifiesta particularmente en la Pala­bra de Sabiduría. Los descubrimientos científicos de nuestros días han dado prueba conclusiva de la validez de esta ley de salud divinamente revelada. Examinemos las tres cosas prohibidas: El tabaco, él te y el café; y las bebidas alcohólicas.

El tabaco no es para el cuerpo

Durante los últimos diez años se han empleado fuertes sumas de dinero y muchos esfuerzos y energías en un estudio del tabaco y el uso que el hombre hace de él. Uno de los especialistas eminen­tes, renombrado médico, rindió este informe:

El hombre es el único animal que corrompe su estructura corporal por medio del cigarro, y la naturaleza le está enseñando una lección despiadada. . . Los cigarrillos provocan el cáncer. Algunos de los científicos más eminentes del mundo lo aceptan como hecho. El uso del tabaco, no importa en qué forma sea, constituye un riesgo mortal. El tabaco es una arma cargada y peligrosa. El tiempo tira del gatillo. En 1954 aproximadamente 23.000 personas morirán de cáncer pulmonar en los Estados Unidos. En 1955 aproximadamente 2.5.000 más morirán de la misma causa. En el 95% de estos casos la muerte se puede atribuir al uso del tabaco… El cáncer pulmonar exige cirugía drástica. En solamente una de cada tres víctimas llevadas al hospital podrá extraerse el pulmón canceroso. De éstos, el 85% habrá fallecido dentro de cinco años, la mayor parte de ellos dentro de dos años. Toda la ciencia de la medicina moderna no podrá hacer más. Muy cierto, aun cuando usted fume mucho, quizá no muera de cáncer. Puede morir de mal del corazón o de alguna complicación del sistema circulatorio, o de hemorragia cerebral; o quedarse ciego de ambliopía causada por la nicotina. Seguro es que perderá casi todo el sentido del gusto y del olfato. Se volverá más nervioso e irritable al pasar el tiempo. Su digestión lo molestará. Le sobrevendrá una o más enfermedades respiratorias como la tos, irritación de la garganta, de la laringe, asma y otros achaques familiares causados directamente por el cigarrillo. Aún hay indicaciones, si es usted hombre, de volverse impotente; si es usted mujer, de volverse estéril.

Esto es lo que espera al fumador. A menos que muera de alguna otra cosa antes, corre usted peligro de morir de cáncer pulmonar a la edad de cincuenta y cinco años. No se trata de una advertencia vana. El riesgo de contraer cáncer pulmonar se ha calculado con exactitud. La ecuación es sencilla: “La cantidad de cigarrillos que usted ha fumado diariamente y el número de años que ha seguido ese hábito determinan sus probabilidades de contraer cáncer pulmonar. Un hombre de cincuenta años que ha fumado un paquete de cigarrillos diariamente durante veinte años tiene cincuenta veces más probabilidades de contraer cáncer pulmonar que la persona que no fuma.9

En esta edad de alumbramiento, cuando la investigación cien­tífica está descubriendo los perjuicios de esta yerba perniciosa, es difícil entender cómo las personas que dicen tener sentido común se dejan dominar voluntariamente por ella.

El té y el café no son para el cuerpo

En igual manera la investigación científica moderna ahora está examinando el té y el café. Citamos a continuación parte de lo que un científico dice sobre los efectos del té y el café.

El café y el té, cuyos efectos fisiológicos inmediatos son muy parecidos, contienen drogas peligrosas. Como sucede con cualquier otro veneno, sus efectos varían de acuerdo con la cantidad ingerida y la condición de la persona que los usa. Aquel que tiene un sistema nervioso muy sensible o uno que no tiene sus fuerzas completas lo resiente más rápidamente. Una dosis pequeña de cualquier droga puede producir una sensación estimulante, mientras que en cantidad mayor puede ocasionar la muerte. Sin embargo, el consumo constante de dosis pequeñas de cualquier droga venenosa surte un efecto cumulador y finalmente produce la enfermedad.

Muchos investigadores, especialmente en Europa, han estudiado los efectos fisiológicos de la cafeína por medio de experimentos. Todos han llegado a virtualmente la misma conclusión. Todos están de acuerdo en que el uso de bebidas que contienen cafeína es perjudicial para el cuerpo y reduce la salud normal. . .

El café y el té surten su efecto directamente en el cerebro. Una dosis pequeña de cafeína, como la que se encuentra en una taza de café, estimula las facultades mentales y ahuyenta el sueño. Se dificulta la conexión de los pensamientos porque aumenta la velocidad de las impresiones. Sin embargo, el período de reacción y abatimiento mental consiguiente contrarrestan la lucidez artificialmente inducida. En un período de una semana, mes o año, la persona que depende de alimentos, descanso y diversión normales para la regeneración de las fuerzas empleadas en las actividades diarias, producirá más y mejor trabajo que la persona que recurre a una estimulación artificial anormal para efectuar la tarea que tiene en frente de sí . . .

En igual manera la cafeína afecta el corazón y el sistema circulatorio. Varios investigadores han mostrado que no sólo aumentan un tanto los latidos del corazón después de beber café o té, sino que o se ve acompañada de una irregularidad del corazón y un aumento en la presión de la sangre. Esto significa que el corazón está soportando una carga más pesada.10

Una vez más el conocimiento e investigaciones modernas cien­tíficas están comprobando que la Palabra de Sabiduría es una verdadera ley de salud.

Las bebidas alcohólicas no son para el cuerpo

En un mensaje dirigido a la Iglesia en la Conferencia General de octubre de 1942, la Primera Presidencia dijo:

La ebriedad trae la crueldad al hogar; camina del brazo de la pobreza; sus compañeros son la enfermedad y la plaga; hace huir a la castidad; no conoce ni la honradez ni los tratos lícitos; nada sabe de la verdad; ahoga la conciencia; es el guardián de la maldad; maldice a quienes toca.

La bebida ha traído más angustia y miseria, destrozado más corazones, arruinado más hogares, cometido más crímenes, llenado más ataúdes, que todas las guerras por las que ha atravesado el mundo. . . Dios ha reprobado el licor en nuestros días, y ha dado a ésta, la propia Iglesia del Señor, una revelación precisa tocante a ello.

Una norma y señal

La abstención de estas cuatro cosas es una norma aceptable para determinar si uno está dispuesto a someterse a la disciplina de la Iglesia. Por consiguiente, los obispos tienen instrucciones de preguntar sobre estas cosas para determinar si la persona es digna de participar de las bendiciones del templo. Se hace referencia a este asunto, así como a otras normas que determinan el mérito personal, en los informes confidenciales del sacerdocio. De manera que depende, en parte, de nuestro cumplimiento de esta ley el que se nos conceda la confraternidad completa en la Iglesia y progresar en sus oficios. El profeta José Smith enseñó lo siguiente: “Ningún miembro de esta Iglesia es digno de ocupar un puesto en ella después de habérsele enseñado debidamente la Palabra de Sabi­duría, si dicho miembro no cumple con ella o la desobedece.”11

En vista de que es algo fácil de discernir, es decir, uno puede ver u oler cuando se está violando, este mandamiento se ha con­vertido en un símbolo en los pensamientos de la gente. Los miem­bros de la Iglesia se complacen en demostrar su voluntad de apartarse del mundo por medio de estas normas particulares. En sentido contrario, aquellos que quieren rebelarse emplean estas señales exteriores como símbolos de su rebelión.

El reino de Dios no es comida ni bebida

La Palabra de Sabiduría es principalmente un documento positivo o afirmativo. Recomienda el uso de granos, fruta en su sazón, el consumo debido de la carne. La ciencia actual justifica cada una de estas instrucciones. Todas son para nuestro bien y forman parte del plan que Dios ha dado para cuidar debidamente nuestros cuerpos, los cuales son sagrados porque son la morada de nuestro espíritu. Sin embargo, la Palabra de Sabiduría no es el evan­gelio, ni éste es la Palabra de Sabiduría. “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.”12

La Palabra de Sabiduría tiene por objeto ser una preparación para nuestros cuerpos y mentes a fin de que podamos disfrutar del Espíritu Santo.

La obediencia hacia esta ley trae bendiciones especiales

El cumplimiento de esta ley divina trae bendiciones físicas y espirituales que la propia revelación enumera.

1. Bendiciones físicas
Y todos los santos que se acuerden de guardar y hacer estas cosas, rindiendo obediencia a los mandamientos, recibirán salud en sus ombligos y médula en sus huesos… y correrán sin cansarse, y no desfallecerán al andar.13

¡Qué régimen tan maravilloso! El Señor nos da una regla sencilla, nosotros la obedecemos y Él nos concede las bendiciones de salud y fuerza. Uno no puede disfrutar completamente de la vida en abundancia si no tiene salud.

Además del bienestar físico, los que guardan esta ley dis­frutarán de mayor prosperidad temporal.

2. Bendiciones espirituales
Aquellos que viven de acuerdo con esta ley, “rindiendo obedien­cia a los mandamientos”, tienen la siguiente promesa de bendi­ciones espirituales:

Y hallarán sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, aun tesoros escondidos.14

En otras palabras, el que conserva limpio su templo y despeja­da su mente se ha calificado para que el Espíritu Santo pueda morar en él. Todas las grandes bendiciones espirituales vienen a los que se conservan en esta condición. A ellos se aplican estas palabras del Señor:

Y yo, el Señor, les hago una promesa, que el ángel destructor pasará de ellos como de los hijos de Israel, y no los matará.15

La Primera Presidencia de la Iglesia ha dicho oficialmente:

En esto se declara la sabiduría divina. Es la ley de salud de Dios, y cada uno de nosotros tenemos la obligación de obedecerla. No podemos escapar su operación, porque está fundada sobre la verdad eterna. Los hombres podrán estar o no estar de acuerdo con esta palabra del Señor; pero si están de acuerdo, nada le aumenta; si no están de acuerdo, nada le quita. No podemos extendernos más allá de su palabra, y es suficiente para todo Santo de los Últimos Días que está dispuesto y que está tratando de seguir su orientación divina.

Para que en estos días angustiosos podamos disfrutar, cada cual en su propio lugar, de las abundantes bendiciones físicas de una vida justa, instamos a todos los verdaderos Santos de los Últimos Días, ya que sea que ocupen o no un puesto en la Iglesia, a que guarden cabalmente esta ley de salud: que abandonen por completo el licor, cesen de usar el tabaco, que con demasiada frecuencia suele conducir a la embriaguez; que dejen el uso de bebidas calientes y estimulante perjudiciales y en todo respecto observen la Palabra de Sabiduría. Instamos a los miembros de la Iglesia a que dejen de jugar con esta ley y la cumplan de tal manera que podamos reclamar sus promesas.16


(1) Lev. cap. 11. (2) Exo. 23:19. (3) 1 Cor. 6:19, 20. (4) 1 Cor. 3:16, 17. (5) Times and Seasons número de 1 de junio de 1842. (6) Journal of Discourses, tomo 13, pág. 3. (7) Gospel Doctrine, pág. 365. (8) Mensaje de la Primera Presi­dencia, octubre de 1942. (9) Smoking and Cáncer, por el doctor Alton Ochner, págs. 1-3. (10) The Word of Wisdom, por John A. Widtsoe, págs. 92-94. (11) Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 136. (12) Rom. 14:17. 13) Doc. y Con. 89:18, 20. (14) Doc. y Con. 89:19. (15) Doc. y Con. 89:21. (16) Mensaje de la Primera Presi­dencia, octubre de 1942.

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