Capítulo 38
José Smith el Profeta — Parte I
La realidad de la visión de José
Nuestros críticos dicen que fue una aparición lo que vio el Profeta José, pero él no dijo esto. Dijo que los Personajes que le aparecieron eran hombres verdaderos, y no hay nada más probable en su afirmación que en la narración bíblica de la concepción y nacimiento de Cristo y de San Juan el Bautista. Ha llegado a nosotros la historia del nacimiento, la vida y obra de Cristo, y no hay nada en la narración que no haga creerla con mayor facilidad que la historia del Profeta José Smith. Cristo anduvo y habló y se aconsejó con sus amigos cuando bajó del cielo hace más de mil novecientos años. ¿Hay alguna razón por la que Él no pueda volver, por qué no ha de visitar esta tierra una vez más y hablar con los hombres en la actualidad? Si la hay, me complacería escucharla.
Lo que deseo inculcar en vosotros es que Dios es verdadero, es una persona de carne y huesos, tal como lo somos vosotros y yo. Cristo es igual, pero el Espíritu Santo es una persona de espíritu.
Si las enseñanzas de José Smith fueron falsas, entonces las del Gran Nazareno caen a tierra, porque son una y la misma cosa. Uno no puede destruir las verdades del evangelio con filosofías, ni con explicaciones de que el Profeta fue víctima de apariciones, porque son hechos reales y tangibles, apoyados por una gran acumulación de pruebas tan legítimas como cualquiera que se ha presentado para corroborar afirmación alguna. Para mí es un consuelo, una bendición y un gozo, y ruego que siempre lo sea para vosotros (Logan Journal, 14 de marzo de 1911).
El servicio de José Smith
Nuestra fe en El [Jesucristo] constituye el fundamento de nuestra religión, el fundamento de nuestra esperanza en la remisión de pecados, la exaltación después de la muerte y la resurrección de muerte a vida perpetua. Nuestra fe en las doctrinas que se han restaurado por intermedio del Profeta José Smith nos confirma y fortalece, y establece fuera de cualquier duda o incertidumbre nuestra fe y creencia en la misión divina del Hijo de Dios. José Smith fue el instrumento elegido de Dios e investido con su autoridad para restaurar el santo sacerdocio, el poder de Dios para ligar en la tierra y en los cielos; el poder del sacerdocio mediante el cual los hombres pueden efectuar las ordenanzas del evangelio de Jesucristo para la salvación del género humano. Por medio de José Smith se han restaurado el evangelio de arrepentimiento, el bautismo en el agua para la remisión de los pecados, el bautismo del Espíritu Santo y fuego; y por intermedio del Espíritu de Verdad se manifiesta el conocimiento de que Jesús es el Cristo, el Unigénito Hijo de Dios. Estamos reconocidos a este humilde siervo que el Señor escogió para poner los fundamentos de esta obra para las ordenanzas del evangelio del Hijo de Dios, desconocidas entonces y desconocidas aún hoy para el mundo, mediante las cuales podemos quedar unidos como familias, como parientes, en los vínculos del nuevo y sempiterno convenio, por tiempo y por toda la eternidad. Estamos reconocidos al Profeta José Smith, como instrumento en las manos del Señor, por el conocimiento que poseemos de la obra que es necesario hacer en la Casa de Dios para la salvación de los vivos y la redención de los muertos, y por la unión eterna de las almas que son ligadas en esta vida mediante el poder de Dios, en el vínculo del convenio sempiterno. Le debemos una deuda, o por lo menos estamos muy reconocidos, al Profeta José Smith, como instrumentos en las manos de Dios, por el conocimiento que ahora poseemos que un hombre a solas no puede ser exaltado en la presencia de Dios y disfrutar plenamente de su gloria. No se tuvo por objeto que el hombre estuviese solo, porque el varón no es sin la mujer, ni la mujer sin el varón, en el Señor (1 Corintios 11:11 CR, octubre de 1916, pág. 3).
El nombre de José Smith jamás perecerá
Dios vive, y Jesús es el Cristo, el Salvador del mundo. José Smith es un Profeta de Dios-vivo, no muerto. Su nombre jamás perecerá. El ángel que lo visitó y le comunicó el mensaje de Dios, le dijo que su nombre se tomaría para bien y mal en todo el mundo. Esto se profetizó en los días de su juventud, antes de ser organizada la Iglesia y antes que hubiera probabilidad de lo que desde ese día se ha realizado. La declaración fue hecha, no obstante que en ese momento parecía una imposibilidad absoluta; pero desde el día en que se pronunció basta este momento, y desde hoy hasta la escena final, el nombre de José Smith, Profeta del siglo diecinueve, se ha estado, se está y se continuará proclamando a las naciones de la tierra, y los pueblos del mundo lo considerarán con honor o desprecio. Pero el honor con que lo estiman estos pocos aumentará con el tiempo, de manera que su nombre se considerará con reverencia y honor entre los hijos de los hombres tan universalmente como el nombre del Hijo de Dios es considerado hoy, porque hizo y está haciendo la obra del Maestro. Puso los fundamentos de esta dispensación para la restauración de los principios que enseñó el Hijo de Dios, el cual por dichos principios vivió, enseñó, murió y resucitó de los muertos. Por tanto, yo digo que así como el nombre del Hijo de Dios se considera con reverencia y honor, y en la fe y amor de los hombres, así también finalmente será considerado el nombre de José Smith entre los hijos de los hombres, ganando prestigio, aumentando el honor y mereciendo respeto y reverencia, hasta que el mundo declare que fue un siervo y profeta de Dios. El Señor Dios Omnipotente reina. En la tierra paz, buena voluntad para con los hombres, fue lo que proclamó el profeta, y es la misma proclamación que su Maestro, el Señor Jesucristo, hizo al mundo. Es la misión que estamos tratando de cumplir y la proclamación que estamos procurando llevar al mundo hoy. Es la misión que han de proclamar estos jóvenes que han sido escogidos, y de la cual han de dar testimonio a las naciones de la tierra. Es su deber esforzarse en que esta proclamación y este evangelio de paz y buena voluntad, sean enviados a toda nación, tribu, lengua y pueblo bajo todos los cielos. Dios bendiga a Israel es mi oración sincera en el nombre de Jesús. Amén. (CR, octubre de 1907, págs. 125, 126).
El Profeta José Smith
El hermano [Wilford] Woodruff hizo la declaración, en el curso de sus palabras, que José Smith fue el Profeta más eminente que jamás ha vivido, de quien tengamos conocimientos, con la única excepción del propio Jesucristo. El mundo dirá que fue un impostor; y el Señor dijo que su nombre se tomaría para bien y mal entre todas las naciones de la tierra. (José Smith 2:33); y por lo menos esta parte, en lo que a la divulgación de su nombre concierne, se ha cumplido. Se declaró esta profecía por medio del Profeta José Smith, cuando era un joven desconocido y en una época en que había poca probabilidad de que su nombre jamás llegara a conocerse más allá del poblado donde vivía. Fue en un período temprano de su vida, y al principio de la obra, cuando se declaró esta profecía o revelación; y ciertamente se ha verificado. Actualmente tal vez no haya otro hombre, de los que han figurado en la religión, cuyo nombre se haya extendido tanto entre las naciones, como el de José Smith. En casi toda nación civilizada del globo, su nombre se toma para bien o para mal en relación con la obra de la cual, puso los fundamentos como instrumento en las manos de Dios. Cuando se toma para bien, es entre aquellos que han tenido el privilegio de escuchar el evangelio que ha venido a la tierra por su conducto, y quienes han sido suficientemente honrados y humildes para recibirlo. Hablan de él con un conocimiento que han recibido por la inspiración del Espíritu Santo, mediante su obediencia a los principios que les enseñó como Profeta y como hombre inspirado. Hablan de él para encomiarlo, para honrarlo y conservan su nombre en memoria honorable. Lo respetan y lo aman como no aman a ningún otro, porque saben que fue el instrumento elegido en las manos del Omnipotente para restaurarles el evangelio de vida y salvación, para abrir su entendimiento del futuro, para remover, cual si fuere, el velo de la eternidad, de ante sus ojos. Los que han recibido los principios que el promulgó saben que no solo tienen que ver con su propia salvación, felicidad y paz espiritual y temporal, sino con el bienestar, felicidad, salvación y exaltación de sus parientes que han muerto sin el conocimiento de la verdad.
La obra en que se ocupó José Smith no se limitaba únicamente a esta vida, sino también se relacionaba con la vida venidera y la que ha sido. En otras palabras, concierne a los que han vivido sobre la tierra, a los que estamos viviendo y a los que vendrán después de nosotros. No es algo que tiene que ver con el hombre solamente mientras mora en la carne, sino con toda la familia humana de eternidad. Consiguientemente, como ya he dicho, José Smith es reverenciado; su nombre es honrado; decenas de millares de personas dan gracias a Dios desde su corazón y desde lo profundo de su alma por el conocimiento que el Señor ha restaurado a la tierra por medio de él, y por tanto, hablan bien y dan testimonio de su valía. Y esto no se concreta a una aldea, un estado ni a una nación, antes se extiende a todo país, tribu, lengua y pueblo donde el evangelio se ha predicado hasta hoy: en Estados Unidos, la Gran Bretaña, Europa, África, Australia, Nueva Zelandia y en las islas del mar. Y el Libro de Mormón, respecto del cual José Smith fue el instrumento en las manos de Dios para traerlo a esta generación, ha sido traducido hoy [1884] a los idiomas alemán, francés, danés, sueco, galés, hawaiano, Indostán, español y holandés; y este libro será traducido a otras lenguas, porque según las predicciones que contiene, y de acuerdo a las promesas del Señor mediante José Smith, ha de ser enviado a toda nación, tribu y pueblo bajo todos los cielos, hasta que todos los hijos e hijas de Adán tengan el privilegio de escuchar el evangelio cual se ha restaurado en la tierra en la dispensación del cumplimiento de los tiempos.
El mundo supone que no hemos recibido el conocimiento de la verdad. Los que nada saben en cuanto al carácter, vida y obras de José Smith, que nunca han leído sus revelaciones, estudiado o investigado su afirmación de autoridad divina, e ignoran su misión, lo vituperan, se burlan de su nombre y ridiculizan su afirmación de gozar de inspiración profética, y en su época lo tildaron de impostor, con excepción de unos pocos que escucharon sus instrucciones y creyeron su testimonio. La gran mayoría del género humano que vivió en la época de Cristo y supo de Él, lo juzgó de impostor y lo consideró digno de muerte; precisamente el mismo sentimiento existió en cuanto a José Smith (JD 24:8-10).
























