Capítulo 5
El éxito del esposo depende de la actitud de la esposa
El éxito del esposo depende de la actitud de la esposa
No hay organización o gobierno en el mundo tan perfectamente dispuesto para la educación de hombres y mujeres para ocupar responsabilidades ejecutivas, como la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. El gobierno en el hogar y en la Iglesia constituye una parte importante de la vida de la gente, y el gobierno en el hogar es la base de todo feliz gobierno en la Iglesia o el estado. En el hogar, la madre es el principal elemento disciplinario en los primeros años de la vida del niño, y su influencia y disciplina determinan en gran manera la habilidad de sus hijos para asumir los cargos mayores en la Iglesia y el estado al llegar a su madurez.
Sin embargo, aparte del gobierno del hogar, las mujeres con frecuencia se hallan al lado de sus maridos en puestos de responsabilidad y comparten hasta cierto grado el éxito o fracaso consiguiente a la administración de esos asuntos por parte de sus maridos. Al seleccionar a los hombres que han de ocupar cargos de responsabilidad en la Iglesia, sucede, y no infrecuentemente, que un hombre útil y competente deja de ser considerado por motivo de la deplorable falta de aptitud en la esposa; y aunque ésta no siempre sea un estorbo a las oportunidades de su marido, no obstante podría serle un grave impedimento en el cumplimiento de los deberes correspondientes a su puesto. Si nuestras hermanas solamente pudieran comprender lo útil que podría ser a sus maridos que tienen puestos de responsabilidad en la Iglesia, y si pudieran sentir orgullo y gozo en la administración de los asuntos por parte de su esposo, se mejoraría grandemente, en muchos casos, el comportamiento de los hombres en puestos públicos.
La palabra y la ley del Señor son tan importantes para las mujeres que desean llegar a conclusiones prudentes, como lo son para los hombres; y las mujeres deben estudiar y considerar los problemas de esta gran obra de los últimos días desde el punto de vista de las revelaciones de Dios, y según obra en ellas su Espíritu, que es un derecho recibir por medio de la oración sincera nacida del corazón. La mujer en quien no hay una devoción sincera hacia las cosas de Dios no está preparada para colocarse al lado de su esposo y gozar de su confianza en las responsabilidades más graves que descansan sobre él en el gobierno de la Iglesia. Hay razón para que les retengan su confianza a sus esposas y se nieguen a que influyan en ellos, cuando son mujeres cuyas ambiciones mundanas y falta de estimación de las cosas divinas las conducen a luchar por ventajas personales y beneficios egoístas. Las esposas de los que dirigen deben abrigar sentimientos generosos hacia todo lo relacionado con los asuntos que sus esposos presiden. Tales mujeres no deben ser exclusivas en sus relaciones sociales y deben evitar las maldades que frecuentemente vienen de ceder a la influencia y opiniones de grupos pequeños que buscan fines egoístas y ventajas personales (JI., 1903,
El deber de los padres
Es el deber de los Santos de los Últimos Días enseñar la verdad a sus hijos, instruirlos en su carrera, enseñar les los primeros principios del evangelio, la necesidad del bautismo para la remisión de los pecados y para hacerse miembros de la Iglesia de Cristo; enseñarles de la necesidad de recibir el don del Espíritu Santo por la imposición de manos, el cual los guiará a toda verdad y les revelará cosas pasadas y cosas venideras, y les manifestará más claramente las cosas que están en lo presente ante ellos, para que comprendan la verdad y de esa manera andar en la luz como Cristo está en la luz, a fin de que puedan tener hermandad con Él y su sangre pueda limpiarlos de todo pecado (véase 1 Juan :7). (CR., abril de 1912, pág. 135).
Bendición y nombramiento de niños pequeños
De acuerdo con la regla de la Iglesia, los niños que nacen a los miembros de la misma son llevados a la reunión mensual de ayuno en su barrio respectivo, y allí son bendecidos y reciben su nombre por mano del obispado o bajo su dirección. Es usual que en tal ocasión el obispo invite al padre del niño, si está presente y es un élder digno, a que tome parte con el obispado en la ordenanza. Esto es propio en todo respecto, dado que la bendición pronunciada en tal forma tiene el carácter de una bendición paterna. El secretario del barrio toma nota en la ordenanza efectuada en la reunión del barrio (JI., enero de 1903).
























