Viviendo según el Evangelio

Capítulo 24
DESARROLLO MENTAL


Desde el principio la Iglesia se ha interesado activamente en la educación de sus miembros. Teniendo por lema «la gloria de Dios es la inteligencia», los directores y miembros de la Iglesia siempre han abrazado con entusiasmo toda oportunidad para instruirse y desarrollarse.

En el periódico Times and Seasons (Tiempos y Estaciones), del 15 de enero de 1842, José Smith escribió lo siguiente:

“Si los hijos van a ser instruidos en su carrera, a ser buenos ciudadanos aquí y felices más adelante, se precisa enseñarlos. Es inútil suponer que sin cultivo los niños llegarán a ser buenos mientras están rodeados de iniquidad. Es una necedad creer que pueden llegar a ser educados sin instrucción. A fin de hacer esto debidamente se necesita enseñar a los niños los rudimentos de la instrucción común tomada de los mejores libros”.

Cuando los santos de los últimos días se establecieron en Nauvoo en 1839, ya empezaba a distinguirse la naturaleza de su filosofía educacional. Lo primero que hicieron fue proveer escuelas para sus hijos y aun hicieron proyectos para fundar una universidad que iba a ser conocida como la “Universidad de Nauvoo”. La expulsión de los miembros de ese lugar los obligó a suspender sus planes que ya habían empezado a realizar.

Aunque el número de los pioneros mormones que llegó al valle del Lago Salado en julio de 1847 era pequeño, antes de la Navidad de ese mismo año, ya estaban funcionando dos escuelas. Los santos de los últimos días siempre han creído tan firmemente en la idea de que el desarrollo espiritual y mental es esencial para la salvación, no sólo aquí sino en la otra vida, que siempre han contribuido liberalmente a la mantención de escuelas, aun en los días de extremada pobreza. Sus esfuerzos en el campo de la educación los impulsaron a seguir adelante hasta que lograron establecer y mantener un sistema de escuelas por medio del cual se proveía instrucción a los alumnos de varias edades, desde los párvulos hasta los colegiales.

Los santos de los últimos días gozan de una reputación envidiable entre los educadores que no son miembros de la Iglesia, por motivo de sus elevados logros intelectuales y singularmente fuerte determinación de sobrepujar en sus estudios escolásticos. Nuestras Escrituras modernas nos comunican clara e inequívocamente la palabra del Señor concerniente a la educación:

“Y por cuanto no todos tienen fe, buscad diligentemente y enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría; sí, buscad palabras de sabiduría de los mejores libros; buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe”.
“Y poned las ramas de la Iglesia en orden, y estudiad y aprended, familiarizándoos con todos los libros buenos, y con los idiomas, lenguas y pueblos”.
“Es imposible que el hombre se salve en la ignorancia” (D. y C. 88:118; 90:15; 131:6).

Se define la educación.

Sería difícil encontrar una definición de la educación, más de acuerdo con el concepto mormón, que la que ha dado el profesor John Dewey. Dijo que “la educación no comprende en sí misma, su propio objeto. Educación y crecimiento son la misma cosa”. Eso es también lo que el evangelio enseña. Para los santos de los últimos días la educación es, y ha sido desde el principio, la misma cosa que el crecimiento o progreso hacia la salvación temporal y espiritual en esta vida y en la venidera. La filosofía educacional de la Iglesia frecuentemente es sintetizada por la frase “progreso eterno”.

La educación impulsada por la creencia en el progreso eterno no se concreta al estudio de temas religiosos y teológicos. El decimotercer Artículo de Fe declara que “si hay algo virtuoso, bello, o de buena reputación o digno de alabanza, a esto aspiramos”. Todo campo de instrucción ofrece extensas oportunidades de trabajar para el desarrollo individual. Los santos de los últimos días no desprecian el estudio de los temas que no tienen valor cultural o intelectual. Tampoco dan satisfacción entera a su sed de educación dedicándose exclusivamente a aprender una carrera. Este amplio y progresivo concepto que concuerda con la aspiración de los santos de los últimos días de algún día llegar a la categoría de los dioses, aptamente fue expresada en una ocasión por el doctor Franklin S. Harris, en esa época presidente de la Universidad de Brigham Young. (De paso, esta universidad, fundada en 1875, es mantenida totalmente por la Iglesia). El Drofesor en referencia dijo: “El arte, la música, literatura, poesía o filosofía son temas de valor y apropiados por la sencilla razón de que nos dan mayor facultad para apreciar y ensanchar los gustos. Si uno desea progresar hacia la condición de Dios, no puede permanecer en la ignorancia completa con respecto a los grandes campos de la verdad o la belleza”.

“Y os mando que os enseñéis el uno al otro la doctrina del reino.
“Enseñaos diligentemente, y mi gracia os atenderá, para que seáis más perfectamente instruidos en teoría, en principio, en doctrina, en la ley del evangelio, en todas las cosas que pertenecen al reino de Dios, que os es conveniente comprender;
“De cosas tanto en el cielo como en la tierra, y debajo de la tierra; cosas que han sido, que son, y que pronto tendrán que verificarse; cosas que existen en el país, cosas que existen en el extranjero; las guerras y perplejidades de las naciones, y los juicios que se ciernen sobre el país; y también, el conocimiento de loa países y los reinos. . .
“Para que estéis preparados en todas las cosas, cuando os llame otra vez a magnificar el llamamiento al que os he nombrado, y la misión a la cual os he comisionado” (D. y C. 88:77-80).

El sistema de escuelas de la Iglesia.

Cuando los miembros de la Iglesia se establecieron en Utah, fue la Iglesia la que organizó el sistema de escuelas para dar a los niños instrucción seglar así como religiosa. Gradualmente al paso que el gobierno del territorio y más tarde del estado pudo asumir sus obligaciones de proveer la educación necesaria, la Iglesia disminuyó sus esfuerzos en el campo de la instrucción seglar, pero conservó y aun aumentó su participación en el campo de la instrucción religiosa. Como consecuencia, la Iglesia gasta fuertes sumas de dinero cada año impartiendo esta clase de educación. Todo esto es aparte de la instrucción impartida por las organizaciones auxiliares de la Iglesia, así como otras que son principalmente de carácter religioso.

En la actualidad, están comprendidos en el sistema de escuelas mantenidas por la Iglesia., la institución principal, la Universidad de Brigham Young en Provo, Utah, donde anualmente reciben educación e instrucción más elevada alrededor de ocho milhombres y mujeres jóvenes de la Iglesia, y donde se insta a los instructores a asociar liberalmente la palabra revelada de Dios con las verdades científicas; y además, institutos, situados en varios estados, los cuales funcionan al lado de las universidades y colegios que no son de la Iglesia, y donde la educación religiosa y la actividad social complementan la instrucción recibida en la universidad o colegio; también seminarios, igualmente en varios estados, que funcionan con las escuelas secundarias, impartiendo instrucción religiosa uno o más días de la semana.

Después de conducir al cuerpo de la Iglesia a Utah, el sumamente practico colonizador y director, Brihgam Young, cuya instrucción formal había sido muy limitada, impartió los siguientes consejos a los santos de los últimos días que tenían hijos:

“Procurad que vuestros hijos aprendan debidamente los rudimentos de su lengua materna, y de que allí procedan a educarse en temas más elevados; que lleguen a tener más información que sus padres en todos los departamentos del conocimiento verdadero y útil. Cuando ya se hayan familiarizado bien con su idioma, deben estudiar otras lenguas y familiarizarse bien con las maneras, costumbres, leyes, gobiernos y literatura de otras naciones, pueblos y lenguas. Deben también aprender toda la verdad perteneciente a las artes y ciencias, y cómo aplicar esto a sus necesidades temporales. Deben estudiar las cosas que están sobre la tierra, las que están dentro de la tierra y en los cielos.

“Aprendamos todo lo que los hijos de los hombres saben y preparémonos para ser la sociedad más refinada sobre la faz de la tierra, entonces continuemos mejorando hasta que nos hallemos preparados y se nos permita entrar en la compañía de los bienaventurados: los santos ángeles que moran en la presencia de Dios, porque nuestro Dios, a causa de su pureza, es un fuego que consume.

“Debemos ser un pueblo con un conocimiento profundo de las cosas del mundo. Debemos estar familiarizados con los varios idiomas, porque deseamos enviar misioneros a las diferentes naciones e islas del mar. Queremos que los misioneros que vayan para Francia puedan hablar el francés fluentemente, y aquellos que vayan a Alemania, Italia, España, etc. estén familiarizados con los idiomas de esas naciones” (Discourses of Brigham Young, páginas 252, 254).

La ciencia y la religión.

Hablando al cuerpo de estudiantes de la Universidad de Brigham Young, el 29 de marzo de 1955, el hermano Adam S. Bennion, miembro del Consejo de los Doce dijo lo siguiente:

“Me complace pertenecer a una Iglesia en la cual nadie me ha aconsejado jamás que cese de investigar, y estoy agradecido por ello. Me complace pensar que pertenezco a una institución que en su decimotercer Artículo de Fe me invita a que salga y busque por el mundo entero las verdades que han llegado a distinguir a la civilización. Vengo a vosotros con una convicción: no tenéis por qué perturbaros; no hay conflicto entre la religión revelada y las investigaciones de la ciencia, Algún día terminaremos la investigación. Y porque creemos en la revelación continua, algún día serán armonizados completamente todos los descubrimientos de la verdad en el campo de la ciencia y todo lo que ha descubierto la verdad según la revelación de Dios. Cuando quede escrita toda la historia descubriremos que están unidos como grandes aliados y no como enemigos”.

El servicio educa.

Otro aliciente muy poderoso en cuanto a la educación y crecimiento en la Iglesia es el ideal del servicio. Todo santo de los últimos días que es fiel a sus principios dedica gran parte de su tiempo a algún servicio abnegado, principalmente como maestro u oficial en una o más de las muchas organizaciones auxiliares de la Iglesia, o en uno de los quórumes del sacerdocio. Como recompensa por este servicio recibe un gozo profundo y un desarrollo individual inevitable. En vista de que este gozo y desarrollo patentemente aumentan con la eficacia del servicio rendido, se busca anhelosamente toda oportunidad de aumentar la habilidad para rendir servicio verdaderamente eficaz.

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario