Capítulo 41
HOMBRES DE DIOS
(Conclusión)
José F. Smith
José F. Smith, hijo de Hyrum Smith y María Fielding, nació el 13 de noviembre de 1838 en Far West, estado de Misurí. Su padre, hermano de José Smith, fue el compañero constante del Profeta hasta que murieron juntos en la cárcel de Carthage.
A principios de 184 0, mientras Hyrum se hallaba en la cárcel, Mana y sus niños se trasladaron a Quincy, Illinois, donde él más tarde se reunió con ellos. El niño José apenas tenía nueve años de edad cuando empezó la migración al oeste. Desempeñó el trabajo de un hombre, arreando su yunta doble de bueyes y sirviendo como guardia con los demás hombres. Durante el viaje vio que en más de una ocasión la fe y oraciones de su madre fueron contestadas con las bendiciones de Dios. No cabe duda que esto fue el fundamento de su propio valor y fe en el Señor, que más tarde le ayudaron tanto.
Su madre le enseño a leer y le impartió su primera educación. Cuando José F. Smith tenía catorce años de edad, falleció su madre. Al llegar a los quince años, alto y fuerte, bien desarrollado para su edad y acostumbrado a hacer el trabajo de un hombre, fue enviado a una misión a las Islas de Hawaii. Estuvo allí tres años, trabajando fiel y arduamente, como un representante inteligente de Dios.
El 5 de abril de 1859 contrajo matrimonio con Levira Smith. Al año siguiente partió para cumplir una misión a Inglaterra. Allí tuvo la oportunidad de conocer a Jorge O. Cannon, que en esa época era presidente de la Misión Europea, Mas tarde estos dos hombres obraron juntos como consejeros de tres de los presidentes de la Iglesia. José F. Smith visitó los países escandinavos y Francia en esta misión. En septiembre de 1863 volvió a Salt Lake City, pero al año siguiente salió a otra misión breve a Hawaii. El 1 de julio de 1866, el presidente Brigham Young lo ordenó apóstol, y José F.Smith, a la edad de 28 años, tomó su lugar en el Consejo de los Doce.
En febrero de 1874 el hermano Smith salió a su cuarta misión, esta vez como presidente de la Misión Europea. Visitó a Inglaterra, Escocia, Francia, Suiza, Alemania y Escandinavia, y volvió a casa en el otoño de 1875. En abril de 1877 volvió a presidir la Misión Europea por segunda vez, y permaneció allí hasta poco después de la muerte del presidente Young. En el otoño de 1880, José F. Smith fue nombrado segundo consejero del presidente Taylor, y en abril de 1889 ocupó la misma posición bajo el presidente Woodruff. Cuando Lorenzo Snow fue nombrado presidente de la Iglesia, el hermano Smith continuó como consejero en la presidencia. Entonces, al moriré el presidente Snow en 1901, José F. Smith llegó a ser el primer presidente de la Iglesia nacido de padres que eran Santos de los Últimos Días. Tenía entonces 64 años de edad y gozaba de vigor mental y físico.
El presidente Smith enseñó a los miembros de la Iglesia a no endeudarse. Logró liquidar por completo todas las deudas de la Iglesia, posición que ha conservado desde ese día. Algunos de los edificios importantes que se construyeron durante la administración del presidente Smith fueron: Los templos de Alberta, Canadá, y el de Hawaii, el hospital de Salt Lake City, las oficinas del Obispo Presidente, el Hotel Utah y las oficinas de la Iglesia.
En 1906 el presidente Smith visitó a los miembros de la Iglesia en Europa, cosa que fortaleció su fe en gran manera. Hacía cuantos viajes su tiempo le permitía a las estacas de la Iglesia. Le agradaba asociarse con los Santos de los Últimos Días. No ha habido en la Iglesia predicador de justicia más dotado, elocuente y vigoroso que el presidente José F. Smith. Tenía un fuerte testimonio de la misión divina de Jesucristo y del profeta José Smith.
Su último viaje fue al sur de Utah en el otoño de 1917. Aconsejó a los miembros de la Iglesia a que siempre fueran fieles a cuanto convenio hicieran con el Señor. Ese año comprendió que le faltaba la fuerza física para continuar la actividad de su espíritu.
La muerte de su hijo Hyrum agravó su condición. El 19 de noviembre de 1918 su espíritu abandonó su cuerpo. La causa de Cristo en la tierra perdió los servicios y devoción de un hombre verdadera ― mente grande.
El hermano Heber J. Grant, que lo sucedió como presidente de la Iglesia, dijo lo siguiente en sus funerales: “Ningún hombre ha tenido un testimonio más fuerte del Dios viviente y del Redentor, que José F. Smith. . . El Señor consuele a la familia y les ayude, y a nosotros también a seguir fielmente su noble ejemplo de integridad, devoción, valor, y amor a Dios y de sus semejantes; y particularmente, que seamos tan amables, tan considerados hacia aquellos que Dios nos ha dado, como él lo ha sido con su familia. . . Durante todos estos años no he sabido de ninguna cosa en su vida, ya sea de palabra o hecho, que no fuese digna de un hombre verdaderamente grande. Puedo decir con toda sinceridad: ‘Fue la clase de hombre que yo quisiera ser’. . . No podría pedir cosa mejor”.
Heber J. Grant
Heber Jeddy Grant nació el 22 de noviembre de 1856 en Salt Lake City, Utah. Su padre, Jedidías W. Grant, fue el primer alcalde municipal de la ciudad de Lago Salado y segundo consejero del presidente Brigham Young. Heber J. Grant apenas tenía nueve días de haber nacido cuando murió su padre. La viuda y su hijo tuvieron que sostenerse solos. Por motivo del íntimo compañerismo que se desarrolló entre el niño y su devota madre, llegó ella a serla fuerza dominante en la formación de su carrera en los negocios y el servicio en la Iglesia. Durante su niñez, su madre los sostuvo a los dos manteniendo una casa de huéspedes y como costurera.
La determinación del joven le permitió alcanzar el triunfo en tres cosas, para las cuales no parecía tener ninguna habilidad. Se resolvió a formar parte del equipo que ganaría el campeonato del territorio cuando no sabía ni arrojar la pelota; pero su deseo inherente de vencer las dificultades le ganó el lugar deseado. Sus condiscípulos se burlaron de su letra en una ocasión, y esto hizo que en él naciera el deseo de ser un buen calígrafo. No cesó de empeñarse hasta que ganó un diploma en la Feria Territorial. No teniendo oído para la música, determino ensayar hasta aprender a cantar, y también logró realizarlo.
El 1°de noviembre de 1877 contrajo matrimonio con Lucy Stringham, Trabajó como oficinista y tenedor de libros en bancos y compañías de seguros hasta que él mismo se estableció en ese negocio. En el otoño de 1880 el presidente Taylor envió al hermano Grant a que presidiera la Estaca de Tooele. Aunque sabía que el nombramiento intervendría seriamente en sus negocios, cumplió de buena voluntad y eficazmente con esta comisión. Dos años de esta obra en la Estaca de Toole confirmaron la fe que el hermano Grant tenía en Dios, así como su creencia de que Él apoya a sus hijos si cumplen con su parte. Después de esta experiencia siempre dio un fuerte testimonio de la divinidad del evangelio restaurado.
En octubre de 1882 Heber J. Grant, fue nombrado apóstol, Todavía no cumplía 26 años. En su niñez, la hermana Eliza R. Snow había profetizado, mientras tenía el don de lenguas, que le sería concedido ese alto honor. La creencia que tenía el hermano Grant de que le faltaba la experiencia, el testimonio y la inspiración para ser Apóstol del Señor Jesucristo desapareció tras habérsele manifestado en un lugar desolado de Arizona, que no había sido llamado por motivo de su inteligencia o conocimiento, sino porque el profeta José Smith y Jedidías M. Grant, su padre, así lo habían pedido.
En 1897 cayó gravemente enfermo y duró casi un año en restablecerse. Atribuía su restauración principalmente a la fe y el poder del sacerdocio, El hermano Grant pasó poco más de dos años en el Japón, con objeto de iniciar la obra misional entre el pueblo japones. Debía mucho cuando fue llamado, pero por haber aceptado el nombramiento con tanta voluntad, el Señor lo bendijo en sus negocios de tal manera que pudo partir para el Japón casi libre de todas sus obligaciones económicas. Conociendo la gran fe del hermano Grant, el presidente Taylor había profetizado que tal cosa sucedería.
En septiembre de 1903 volvió del Japón. Había sido llamado a casa con objeto de ser nombrado presidente de la Misión Europea, cosa, que había anhelado mucho. Después de tres años volvió de Europa y pasó los siguientes diez años viajando por las estacas de Sion, fortaleciendo la determinación de los Santos de los Últimos Días de vivir de acuerdo con el evangelio.
Pocas horas antes de morir, el presidente José F. Smith dijo al hermano Grant: “El Señor es mayor que cualquier hombre. Él sabe a quién pone para que dirija su Iglesia y jamás se equivoca. El Señor te bendiga”. El 23 de noviembre de 1918, Heber J, Grant, presidente del Consejo de los Doce Apóstoles, sucedió a José F. Smith como presidente de la Iglesia. Bajo el peso de la responsabilidad que asumía, se sintió como cuando fue enviado a Toole, como cuando fue nombrado Apóstol, Comprendió que tendría que depender del Señor en sumo grado. También prometió a los miembros de la Iglesia: “A nadie le pediré que sea más generoso con sus recursos, que yo con los míos, en proporción a lo que poseyere, para el adelanto del reino de Dios. A nadie le exigiré que observe la Palabra de Sabiduría más estrictamente que yo, A ninguno le requeriré que sea más honrado y puntual en el pago de sus diezmos y ofrendas que yo. A nadie le pediré que esté más dispuesto y listo para llegar temprano e irse tarde, y obrar con toda la fuerza de la mente y el cuerpo, que yo, obrando siempre con humildad. Espero y ruego las bendiciones del Señor. . . siempre buscando la orientación de su Santo Espíritu; y esto es lo que trataré de hacer” (Conferencia General, junio de 1918).
Por más de 26 años, el presidente Heber J. Grant dirigió la Iglesia. Contribuyó mucho al bienestar general de los Santos de los Últimos Días. Quizá la principal de ellas dentro de la Iglesia fue su deseo de ayudar a todos los que tenían la responsabilidad de enseñar el evangelio, a que se resolvieran a cumplirlo más completamente y renovar su lealtad para con Dios. El presidente Grant creía firmemente en que no es lo que sabemos acerca del evangelio lo que nos traerá la vida eterna, sino la aplicación diaria de sus principios.
El 14 de mayo de 1945, tras una enfermedad prolongada, terminó la carrera mortal de este verdaderamente grande director espiritual. La grandeza del presidente Grant se halla adecuadamente compendiada en las siguientes palabras pronunciadas por el presidente David O. McKay en los funerales; “Sincero, honrado, franco en todos sus tratos, de expresión positiva, de acción dinámica, irreconciliable con la maldad, misericordioso con los desafortunados, magnánimo en sumo grado, fiel a toda comisión en la vida, amable y considerado con sus queridos, leal a sus amigos, a la verdad, a Dios―así era nuestro honrado y amado Presidente, un director sobresaliente, un hombre digno de ser emulado por los de la Iglesia y por la gente de todo el mundo”.
Jorge Alberto Smith
El segundo natural de Utah en ser presidente de la Iglesia, Jorge Alberto Smith, nació el 4 de abril de 187 0 en Salt Lake City, Utah. Era el segundo hijo de John Henry Smith y Sara Farr.
Jorge Alberto Smith se crio en una familia ideal e ilustre. Su padre fue el segundo consejero en la presidencia de la Iglesia cuando murió. Su abuelo, Jorge A. Smith, era el primer consejero del presidente Brigham Young cuando murió, y su bisabuelo era Juan Smith, hermano de José Smith, padre, el primer patriarca de la Iglesia y padre del profeta José.
Después de asistir a las escuelas de Salt Lake, el hermano Smith fue enviado a Provo para estudiar en la Academia de Brigham Young, hoy la Universidad de Brigham Young. Allí tuvo el privilegio de estar bajo la influencia del gran educador Karl G. Maesser, una de cuyas enseñanzas quedó profundamente grabada en el corazón del joven, que tendremos que responder por todo lo que hagamos y todo lo que pensemos.
En 1892 se casó con Lucía Emilia Woodruff, nieta del presidente Wilford Woodruff. Ella murió en 1937. La primera misión del hermano Smith fue a las estacas de Juab, Millard, Beaver y Parowan con objeto de organizar Asociaciones de Mejoramiento Mutuo.
Su interés en la juventud de la Iglesia nunca disminuyó, y en 1921 fue designado superintendente general de la A. M. M. por toda la Iglesia. Su segunda misión, en 1892, fue a los Estados del Sur.
En octubre de 1903 fue llamado al Consejo de los Doce Apóstoles. El patriarca Zebedeo Coltrin había profetizado este nombramiento cuando el hermano Smith apenas tenía 12 años. En junio de 1919, partió para Europa con objeto de presidir la misión en ese lugar, puesto que ocupó durante tres años. El y su familia vivieron en Liverpool. En esa época Inglaterra estaba tratando de recuperar se de los efectos de la primera guerra mundial, y esto ocasionó muchos problemas que el hermano Smith tuvo que resolver.
En 1930 Jorge Alberto Smith era presidente del Comité que se encargó de la observancia del centenario del establecimiento de la Iglesia. Entre otras atracciones notables se preparó un hermoso espectáculo que se presentó en el Tabernáculo de Salt Lake, y que fue presenciado por 250, 000 personas de todas partes del mundo.
El 21 de mayo de 1945, habiendo fallecido el presidente Heber J. Grant, se nombró como presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días a Jorge Alberto Smith. El 4 de abril de 1951, fecha en que cumplía 81 años, murió en paz en su residencia en Salt Lake City.
El presidente Smith fue sumamente activo en el movimiento de los “Boy Scouts” y recibió la condecoración más alta de esa organización en 1934. También trabajó diligentemente por diez años, desde 1937 hasta 1947, a fin de edificar un monumento a la entrada del Cañón de Emigración, por el cual entraron los pioneros al valle en 1847. El monumento, propiamente llamado “Este es el Lugar”, fue obra de Mahonri Young, nieto del presidente Brigham Young y uno de los destacados escultores norteamericanos. La obra se inauguró durante la celebración centenaria de 1947.
Jorge Alberto Smith era devoto por naturaleza y siempre deseaba hacer lo bueno. Siendo de una disposición tolerante en extremo, paso los 81 años de su vida terrenal llevando el evangelio a otros, a fin de que pudieran disfrutar de sus bendiciones. Hace muchos años este hombre noble escribió un credo para que guiara su vida. En él se expresa lo siguiente:
“Trataré cíe ser amigo del desamparado, y de hallar el gozo en velar por las necesidades del pobre”.
“Trataré de buscar al que anda desviado y procurar convencerlo a que vuelva a una vida recta y feliz”.
“Trataré de vivir con las masas y ayudar a resolver sus problemas, a fin de que su vida terrenal sea feliz”.
“No heriré a sabiendas los sentimientos de nadie, ni aun del que me haya hecho algún mal, antes trataré de no ser enemigo de ninguno”.
“No trataré de obligar a la gente a que viva de conformidad con mis ideales, sino más bienios amaré para que háganlo que es propio”.
Ningún pueblo ha amado a su director más sinceramente que los Santos de los Últimos Días a su “embajador de buena voluntad”. El presidente Jorge Alberto Smith hizo desaparecer mucho del prejuicio contra los Santos de los Últimos Días. Emulemos su carácter y comportamiento piadosos, obedeciendo su precepto favorito: “El sendero de la rectitud es la calzada de la felicidad. Sigamos la calzada”.
David O. McKay
David Omán McKay, noveno presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, llegó a este alto puesto después de muchos años de valiosa experiencia en las posiciones más elevadas de la Iglesia. En 1906 fue llamado a ser una de las Autoridades Generales; en 1934 fue nombrado segundo consejero del presidente Heber J. Grant; en 1945 ocupó la misma posición bajo el presidente Jorge Alberto Smith; en 1950 se le designó presidente del Quorum de los Doce, y el 9 de abril de 1951 fue nombrado presidente de la Iglesia.
El presidente McKay nació el 8 de septiembre de 1873 en Huntsville, donde aprendió a cultivar la tierra al lado de su padre. A los siete años de edad tuvo que asumir la responsabilidad de ayudar a su madre a cuidar de sus tierras, porque su padre había sido llamado a una misión a Inglaterra, En 1894 salió de su hogar para asistir a la Universidad de Utah. Se hospedó en la casa de una señora inglesa cuya hija, Emma Ray, más tarde llegó a ser su esposa.
Cuando David O. McKay tenía 23 años de edad, partió para una misión a la Gran Bretaña. Fue presidente del distrito de Glasgow en Escocia desde marzo de 1898 hasta septiembre de 1899. Volvió a casa y en diciembre de ese mismo año entro como profesor en la Academia de Weber, hoy Colegio de Weber. El 2 de enero de 1901 contrajo matrimonio con Emma Ray Riggs, y al año siguiente fue nombrado director de la Academia de Weber.
En abril de 1906 fue ordenado Apóstol por el presidente José F. Smith. En diciembre de 1920 el hermano McKay hizo un viaje de 100.000 kilómetros (62.500 millas) a fin de visitar todas las misiones de la Iglesia en el extranjero. En el otoño de 1922 fue nombrado presidente de la Misión Europea. A la muerte del hermano Anthony W. Ivins en 1934, el presidente Heber J. Grant eligió a David O. McKay como su segundo consejero. En octubre de 1950, estando aún en la presidencia, sucedió a Jorge F. Richards como Presidente del Consejo de los Doce. En 1945, después de la muerte del presidente Grant, el hermano McKay continuó como segundo consejero del presidente Jorge Alberto Smith, al cual sucedió como Presidente de la Iglesia el 9 de abril de 1951.
Durante los muchos años de servicio devoto a la Iglesia y sus miembros, el presidente McKay siempre se ha destacado por su habilidad en materia de educación, seglar así como religiosa. Ya hemos dicho que después de su primera misión a la Gran Bretaña, fue profesor en la Academia de Weber, y más tarde director de la misma institución. Fue allí donde se manifestaron sus talentos como maestro y administrador en materia educativa.
Después de volver de su misión, David O. McKay fue nombrado ayudante del superintendente de las Escuelas Dominicales de la Estaca de Weber. Este fue el comienzo de un servicio extenso y fiel en bien de la educación espiritual de todos los miembros de la Iglesia. En los primeros años del siglo XX la organización de las Escuelas Dominicales de la Estaca de Weber fue una de las más eficientes y eficaces de toda la Iglesia.
En el otoño de 1906, el mismo año en que fue llamado al apostolado, el presidente McKay llegó a ser el segundo consejero del Superintendente General de las Escuelas Dominicales de toda la Iglesia, que en ese tiempo era el presidente José F. Smith. En 1909 fue nombrado primer consejero, y en 1918 llegó al puesto de Superintendente General, posición que ocupó hasta que fue llamado a la Primera Presidencia de la Iglesia. Su influencia espiritual comunicó una fuerza y desarrollo extraordinarios a esta organización auxiliar.
Una de las responsabilidades principales que asumió David O. McKay al llegar a la Primera Presidencia de la Iglesia, fue la de dirigir la tremenda obra de las misiones. Ya hemos dicho que en l920) el y el hermano Hugh J. Cannon, por nombramiento especial de la Primera Presidencia, visitaron todas las misiones de la Iglesia en el extranjero. Viajaron por todos los mares del mundo menos el Ártico, cruzaron el Ecuador tres veces y visitaron todas las misiones que la Iglesia tenía en el extranjero en esa época, con excepción de la Misión Sudafricana. En muchas de las misiones de las islas de los mares del sur el apóstol McKay fue el primero de las Autoridades Generales en llegar allí. Durante este viaje extenso se dedicó el país de China para la predicación del evangelio por parte de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
En 1922 el hermano McKay salió a su segunda misión, esta vez como presidente de la Misión Europea. Los dos años que permaneció allí, estuvieron con él su esposa e hijos.
Como presidente de la Iglesia, el hermano McKay, acompañado de su esposa, hizo otro viaje extenso para visitar la Misión Británica y otras sobre el continente europeo, y también la Sudafricana, la Argentina, la Uruguaya y la Brasileña en la América del Sur, la Centroamericana y la Mexicana. Esto fue a principios de 1953.
Dondequiera que llegaba el presidente McKay, multitudes de los miembros salían a recibir y a honrar al profeta del Señor en esta época. Estas visitas ayudaron a estimular y fortalecer la fe de los miembros que viven tan retirados de la cabecera de la Iglesia.
A principios de 1955, el presidente McKay y su esposa visita ron las Islas de Hawaii, Viti o Fiji, Samoa, Tonga, Nueva Zelandia y Australia. Tras una visita de esta clase, siempre se percibe un aumento notable en la cantidad y eficacia del trabajo de los misioneros.
El respeto y admiración que el presidente McKay se ha sabido ganar como administrador de la Iglesia se debe principalmente al hecho de que ha logrado, con un éxito extraordinario, interpretar y convertir los principios teológicos abstractos en un sistema práctico de vida religiosa, justamente de la clase que el Salvador del mundo recomendó. Los miembros de la Iglesia lo aman profundamente como su director espiritual, pero es más bien un amor como el que el hombre siente hacia sus padres. Esperamos que viva largos años a fin de que continúe siendo el portavoz de Dios, el amoroso Padre que vela por todos sus hijos.
























