Siete afirmaciones y evidencias del Libro de Mormón


Quinta Afirmación:
Jesucristo visitó el Continente Americano


1. La Historia de Cristo en la América Antigua.
El Libro de Mormón relata que el Salvador después de su resurrección, pero antes de su ascención visitó a América, enseñó el evangelio, organizó la Iglesia y ordenó a hombres para llevar a cabo la obra evangélica.

La idea de la venida de un Cristo seria común entre los indios americanos, si ellos fueran de origen hebreo y hubieran tenido acceso a los libros sagrados hasta el año 600 A. C. Una gran acumulación de tradiciones prueba que un esperado Salvador era parte de la primitiva tradición religiosa americana. Hay también muchas tradiciones y leyendas al efecto que este esperado caudillo y salvador efectivamente había venido. Tan extensa es esta tradición y tan sólidos los detalles suplidos que las evidencias de la visita de Cristo a “América, son convincentes.

Parece fuera de la cuestión atribuir estas leyendas y creencias a la influencia cristiana después de Colón. Están muy extensamente difundidas y muy, inherentes en la fe de todos los pueblos. “La diseminación de las ideas cristianas, desde la conquista, no es suficiente razón para responder por estos mitos”. (Nadaillac, p. 431). “Entre los mexicanos, mayas, incas y pre-incas del Perú, había una tradición persistente y generalmente creída de un hombre blanco y barbudo que visitó sus tierras, les enseñó, su religión y civilización y después desapareció misteriosamente. La tradición dice de este dios barbudo que llegó a México y Yucatán en un ‘barco mágico’; y la tradición del primer Inca, Manco Capac, es que apareció en el lago Titicaca, declarándose a sí mismo el ‘Hijo del Sol’. (Verrill p. 28).

“Los aztecas tienen una tradición de un dios sufriente y crucificado llamado Ouetzalcoatl, y de uno que le precedió para preparar el camino y llamarles al arrepentimiento. Tezcaltlipoca le ofreció una copa llamándole ‘hijo mío’; habla también de su aversión para probarla y de su llanto amargo después de haber bebido su contenido; despreciando los reinos temporales por el espiritual, siendo después llamado por el Padre. A su partida hubo cuatro terremdtos. Prometió volver otra vez y redimir a su pueblo”, (Kings-borough, 8:3; Lesueur, pp. 236-237).

“Aunque teniendo varios nombres y apareciendo en diferentes países, los héroes de la cultura americana presentan todas las mismas características. Todos son descriptos como blancos, barbudos y generalmente vestidos con largas túnicas, apareciendo repentina y misteriosamente en el lugar de su obra; tratando de mejorar a la gente instruyéndoles en artes beneficiosas y ornamentales; dándoles leyes, exhortándoles a practicar el amor fraternal y otras virtudes cristianas e introduciendo una forma mejor de religión; habiendo completado su misión desaparecen tan de improviso y misteriosamente como vinieron y finalmente ellos son deificados y tenidos en gran reverencia por una agradecida posteridad.

“En tal carácter o en tal misión Ouetzalcoatl apareció en Cholula, Votan en Chiapas, Wixepecocha en Oaxaca, Zamrna y Cukuícán con sus diecinueve discípulos en Yucatán, Gucumatz en Guatemala, Viracocha en Perú, Sume y Paye-Tome en Brasil, el misterioso apóstol mencionado por Rosales en Chile y Bochica en  Colombia”.   (Bancroft, 5:23-24).

“Las Casas, obispo de Chiapas, relata en su apología,  manuscrito  que está en  el  convento de  Santo Domingo, que cuando él pasó a través del reino de Yucatán encontró allí un respetable eclesiástico de edad madura, le pidió que siguiera al interior de su país dándole un cierto plan de instrucción para predicar; al final de un año, así le escribió al obispo — que habían encontrado a un señor quien le había informado que ellos creían en Dios que residía en los cielos, aun el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo—. El padre era llamado ‘Yeona’, el hijo ‘Bahab’ quien fué nacidode una virgen llamada ‘Chibirías’ y que el Espiritu Santo era llamado ‘Euach’. Bahab, el hijo, decían ellos, fué muerto por Eupuro, quien le azotó y puso en su cabeza una corona de espinas, y le puso con sus brazos abiertos sobre un madero, y que al tercer día volvió a la vida y ascendió a los cielos donde está con su padre, que inmediatamente después vino Euach en su lugar como un mercadero trayendo pre-ciosas mercaderías, llenando a aquellos que quería con abundantes y divinos dones y gracias”. (Kingsborough, Mill. Star 60:86-87).

“Solamente Ouétzalcohuatl entre todos los dioses era preeminentemente llamado Señor, de tal manera que cuando alguien juraba, diciendo por nuestro Señor, significaba Ouétzalcohuatl y no otro; aunque había muchos otros dioses muy estimados”. (Baneroft, 3:253).

“El (Ouétzalcohuatl) se despidió de sus seguidores prometiéndoles que él y sus descendientes volverían a visitarles en el futuro”. (Prescott, México, 1:50).

“Los mexicanos creían que Ouétzalcohuatl era dios y hombre, y que previamente a su encarnación, existió desde toda la eternidad”. (Kingsborough, 6: 507).

Particularmente, la serpiente era el símbolo del Cristo, de ahí que la serpiente emplumada se encuentra representada en las esculturas y los pocos manuscritos de la América antigua.

“La concepción hebrea del reino del Mesías es expresada por la imagen de una serpiente ‘volando’ o ‘alada’. La palabra usada por Isaías 14:29 es ‘seraph’ (ceraste) que nos podría ser familiar a nosotros en su forma plural ‘seraphim’ que leemos serafines, y entendemos que significa una alta orden de ángeles que atienden al Señor. (Isaías 6:2, 6).

“Son representados como teniendo seis alas, tal es la celeridad de su servicio. Alas son ángeles. (Hebreos 1:7). Ellos son príncipes, nobles, en los cielos. Pero, Gesenius dice, ‘si uno elige seguir los usos hebreos, Loquendi, en el cual ‘seraph’ es serpiente, puede en verdad traducirlo (serafines) por serpientes aladas; dado que la serpiente, entre los hebreos antiguos y los egipcios, era el símbolo de la sabiduría y del arte de curar. (Véase Números 21:8; 2 Reyes 18; 4)”. (Smith,.p. 60).

El tema o motivo de la serpiente controlaba el arte maya y era de primordial importancia en todas las artes subsecuentes en América Central y México. La serpiente muy pocas veces era representada al natural y, sin embarg’o, podemos en verdad inferir que la culebra de cascabel era el modelo prevaleciente. Partes de otras creaciones eran el ‘trogon o quetzal’, los dientes del jaguar y los ornamentos del hombre. La serpiente fué idealizada y sus líneas características entraban en la delincación de muchos sujetos distintos de la serpiente misma. Espirales y otros detalles sinuosos eran asignados al cuerpo de la serpiente, y ornamentos humanos tales como aros para las orejas y narices y aun adornos eran agregados a su cabeza. Finalmente, una cabeza humana era puesta en sus fauces. Los mayas pueden haber intentado expresar la inteligencia humana de las serpientes en esta figura. La serpiente con una cabeza humana en la boca, per-tenece sin duda a la misma categoría de los dioses parcialmente humanizados de Egipto, Asiría e India.

Ilustra la apropiación parcial de la forma humana por una bestia divina. Los rasgos combinados son tan peculiares y afectados que la influencia del arte maya puede ser distinguida en toda la América Central y México, por un estudio comparativo del tema o motivo de la serpiente”. (Spinden, p. 85).

2. El Nacimiento Virginal.
La tradición que Cristo era el Hijo de Dios y nacido de una virgen es encontrada entre los nativos americanos, “Quetzaícoatl nació en Chiuenaiuecatl que es donde está la mano (esta mano indica el nicho en el calendario que tiene la fecha chiconahuiehecatl). El es el que fué nacido de una virgen llamada Chimalman en los cielos… Este Quetzaícoatl era de quién se decía que hizo el mundo, porque ellos decían que Tonacatechuhtli (el Dios Supre- mo que habita en los más altos cielos) cuando le plació alentó soplo de vida y engendró a Quetzaícoatl. A este ser ellos le edificaban iglesias redondas, sin esquina alguna. Decían que él era el que había hecho al primer hombre…

“Un dios, Citlalatonac, envió un mensaje a una virgen que vivía en Tula, llamada Chimalman. Esta virgen concibió un hijo sin haber conocido varón, el cual fué llamado Quetzaícoatl, diciendo que él es el dios del aire”. (Códice Mess. Ríos No. 3738, Transcripción del texto explicativo, p. 25-28; Smith p. 58).

Lord Kingsborough, quien entre 1830 y 1848 publicó los resultados de sus investigaciones sobre América antigua, dice: “De la mitología mexicana, hablando de ningún otro hijo de Tonacatecutle ,(un dios y el pueblo) excepto Quetzaícoatl que fué nacido de Chimalman, la virgen de Tula, sin contacto con hombre, y por su soplo solamente (por el cual puede significarse su palabra o su voluntad, anunció a Chimalman  por la palabra  de  un  mensajero  celestial, a quien envió él a anunciarle a ella que concibíría un hijo) se presume que Ouetzalcoatl era su único hijo. Pueden aducirse otros argumentos para demostrar que los mexicanos creían que Ouetzalcoatl era ambos, dios y hombre… Ouetzalcoatl fué nacido de una virgen de las hijas de los hombres”.  (6:507).

H. H. Bancroít dice: “El fué nacido de una virgen en un nacimiento milagroso… Tenía cuerpo humano como cualquier otro hombre, sin embargo, era un dios, el hijo de un dios, de nacimiento misterioso”. (3:372).

D. G. Brinton dice: “Ouetzalcoatl fué nacido de una virgen en la tierra de Tula o Tlapallán, en el lejano oriente y era sumo sacerdote de esa feliz región”. (P. 214).

Torquemada, un antiguo escritor español, relata que: “Los indios otomíes, una raza guerrera y salvaje, originariamente desparramada sobre la meseta norte del valle de México estaban también en conocimiento de la embajada de un ángel de Nuestra Señora, bajo una figura, relatando que algo muy blanco, como la pluma de un ave, cayó de los cielos, y que una virgen se agachó y la recogió y poniéndosela en el pecho se encontró embarazada”. (Kingsborough, citado por Roberts 2:473).

El élder Angus W. McKay, relata la siguiente tradición de los indios navajos: “Un niño fué encontrado cerca del océano Pacífico por una hermosa virgen, quien nunca había visto hombre. Ellos alegaban que el cielo y la tierra se juntaron y que el niño fué dejado caer de los cielos puro y sagrado”. (McKay, “Utah Genealogical Magazine”, 24:60).

La tradición de una virgen dando a luz a un dios es encontrada entre los antiguos pueblos americanos. Brinton, dice: “Muchas de las diosas eran deidades vírgenes, como las aztecas Coatlicue, Xochiquetzal y Chimalman; y muchos otros de los grandes dioses de la raza, como Quetzalcoatl,  Manibozho,  Viracocha y Ioskeha, se dice que fueron nacidos de una virgen. Aun entre los indios del Paraguay los primeros misioneros fueron sorprendidos al encontrar esta tradición de una madre virginal de un dios, similar a la que ellos fueron a enseñar”. (“Myths of the New World”, p. 172), Para los Santos de los Últimos Días estas tradi-ciones no son sorprendentes. Reconocemos en ellas restos de las verdades una vez enseñadas a los primitivos habitantes americanos, como registrado en el Libro de Mormón, De acuerda con el Libro de Mormón el pueblo no solamente fué hablado de la proxima visita de Cristo (Helamán 14) sino también le fué mostrado al profeta Nefi, en una visión, “la virgen blanca y hermosa en extremo…. según la carne, la madre del Hijo de Dios.. . que llevaba un niño en sus brazos”. (1 Nefi 11:13-20). La visita de Cristo, después de su crucifixión, también está descripta en una forma de singular belleza.  (3 Nefi 11-2S).

Afirma el Libro de Mormón que, al tiempo del nacimiento de Cristo, hubo dos días y noches de luz. Esto también lo confirma la tradición americana. Bancroft citando a Juarrors: “Y esta división (de un im perio) fué hecha en un día que fueron vistos tres soles, que causó a muchos pensar que tuvo lugar en el día del nacimiento del Redentor, un día en el cual se creía comúnmente que tal meteoro fué observado”. (Bancroft 5:566).

Bancroft, siguiendo al escritor nativo Ixtilxochiti: “El siguiente evento registrado… es la detención del sol en su curso, como el mandato de Josué registrado en el Antiguo Testamento”.  (Bancroft, 5:209-210).

3.Ordenanzas y Creencias Cristianas.
Un rito semejante al bautismo fué practicado por los americanos. “El uso del agua, más o menos santificada, era usada como una manifestación de purificación que le libraba a uno del pecado. Esto viene de un período pre-cristiano entre los mexicanos, mayas y otras naciones americanas. Ellos eran limpiados del pecado por lavamiento”.  (Bancroft 3:119).

Gann y Thompson, cuidadosos estudiantes de los mayas, dicen que éstos practicaban una forma de bautismo, y que la palabra maya por bautismo, significaba “renacer”, y que los niños eran bautizados cuando tenían, poco mas o menos, 12 años de edad. (Véase Gann  y  Thompson,  pp.  139,  140).

El bautismo no era conocido en ningunas de las provincias de Nueva España, sino en Yucatán, y este nombre lo daban ellos significando ser nacido otra vez, teniendo tan grande veneración que nadie quedaba sin él, creyendo ellos que recibían una pura disposición para ser buenos; que los demonios no podían dañarles y que eran puestos en el camino de la felicidad. Ningún hombre podía casarse sin él”. (Antonio de Herrera, “Historia de América”, 4:172).

“Con estos votos, a menudo estaba asociado el rito del bautismo, por aspersión o por inmersión en agua. Aun entre los rudos indios de Tierra del Fuego encontramos que el niño al nacer, era rápidamente sumergido en agua, rio por razones sanitarias, sino religiosas… En otra manera (el bautismo) parecería ser una purificación de un pecado inherente, en tal sentido era practicado por los nahuas de México, y los quichuas del Perú. Con los mayas de Yucatán era. de uso común y era conocido por el significante nombre de “el segundo nacimiento”. (D. G. Brinton, “Reli-gions of Primitive Peoples”, 1897, p. 195).

“Los nativos al tiempo de la cosecha del maíz acostumbraban sacrificar un hombre a los dioses de la cosecha. Alrededor del altar estaban esparcidos granos de maíz. Sobre éstos se ponían los adoradores y con cuchillos de piedra se herían las partes más sensibles de su cuerpo dejando caer las gotas de sangre sobre los granos. Estos eran comidos como alimento sagrado, como parte del sacrificio. (Oviedo, Historia de las Indias, Lib. X, cap. XI). Algo similar se acostumbraba en Perú al tiempo del equinoccio vernal, a todos los extranjeros se les ordenaba salir de la. ciudad de Cuzco, donde residía el Inca. Era inmolada una víctima humana, y las inmaculadas “Vírgenes del Sol” eran ordenadas a mezclar su sangre con avena y amasarla en pequeñas tortas. Estas eran distribuidas entre el pueblo y comidas, y una, enviada a cada una de las capillas y templos del imperio”. (Balboa, “Histoire du Perú”, pp. 125-127; D. G. Brinton, “Religions oí Pri-mitive Peoples”, p.  190).

D. G. Brinton nos dice: “E1 asombro de los misioneros romanistas se elevó a! horror cuando descubrieron entre varias naciones un rito de bautismo de aterradora similitud al de ellos, relacionado con la imposición de un nombre, hecho manifiestamente con el propósito de librarle de un pecado inherente, creyendo producir una regeneración de la naturaleza espiritual y aun, en más de una ocasión llamado por una palabra indígena significando “ser nacido  otra  vez”.

Tal rito era de inmemorable antigüedad entre, los cherokees (tribu de indios en el este de los Estados Unidos) aztecas, mayas “y peruanos”. (Myths of the New World, 1S68, pp. 125, 126). (También citado por Herrera, Historia de América, citado en “Scraps”, p. 288; Gann y Thompson. “History of the Maya”, pág. 140).

De la remota antigüedad de esta práctica nos asegura también Bancroft (Native Races, 3:119) y De Roo, quien dice: “Los misioneros cristianos y otros escritores de ese tiempo, (La conquista por España) aseguran que el bautismo —prácticamente el sacramento del bautismo— era administrado en varios distritos americanos desde tiempo inmemorial”. (De Roo, pig: 466).

Sahagum, la más importante autoridad en lo que concierne a la religión de los aztecas de México, y quien vivió por los españoles, nos dice esto concerniente al rito del bautismo entre los aztecas: “El que bautizaba salpicaba agua en la cabeza del infante diciendo: “Oh, hijo mío, toma y recibe agua del Señor del Mundo, que es nuestra vida, es para lavar y purificar; que estas gotas puedan quitarte el pecado que te fue dado antes de la creación, del mundo, dado que todos nosotros estamos bajo su poder…” El rito era terminado con: “Ahora él está purificado y limpio de nuevo, y nuestra madre el agua le trac a él nuevamente al mundo”. (“Historia de Nueva España”, lib. 6, cap. 37).

En cuanto a la forma del bautismo y la edad de los bautizados, Brinton nos dice: “En Perú el niño era sumergido en fluido. En cualquier país la aspersión podía tomar el lugar de la inmersión. Eos che-rokees creían que, a menos que el rito fuera puntualmente efectuado cuando la criatura fuera de tres días de edad, inevitablemente moriría”. (“Myths of the New World”, pág, 128).

Kastner, una autoridad en el asunto, nos habla también de la inmersión. (Citado por De Roo, p. 466).

Que el bautismo no era solamente una ceremonia nos es mostrado por el respeto y significado que se le atribuía en Yucatán y la América Central. El obispo Landa, de Yucatán, quien escribió a mediados del siglo XVI sobre las creencias religiosas de los mayas, dice esto: “Tienen ellos tal respeto por el bautismo que aquellos que tienen pecados sobre sus conciencias o se sienten inclinados a cometer pecados, se. confiesan con el sacerdote para encontrarse en estado de recibir el bautismo… Ellos creen que reciben de ello una disposición inclinada hacia la buena conducta que les preserva de toda tentación del demonio, con respecto a las cosas temporales, y por. medio de ese rito y la buena vida se aseguran la salvación”. (Citado en la Enciclopedia de Religión y Etica “Hastings” 11:529).

Esta ayuda que hace posible llevar una vida buena y obtener “salvación” es mencionada también por De Roo: “Era el deber de todos los mayas tener bautizados a todos sus hijos, porque creían ellos que por esta ablución recibían una naturaleza más pura, eran protegidos de los espíritus malos y posibles desgracias. Sostenían, además, que una persona sin bautismo, ya. sea hombre o mujer no podía llevar una buena vida, ni hacer bien cosa alguna”.   (De Roo, pág. 467).

De estas variadas citas que nos han llegado por medio de la investigación histórica, es evidente que el bautismo era practicado en América por varios pueblos. Es también evidente que ellos entendían el bautismo como un ‘renacimiento’ limpiándoles del pecado y haciéndoles posible una vida mejor y la salvación.

El Libro de Mormón nos dice que, el significado y forma del bautismo fué enseñado a los antecesores de los indios por profetas de Dios (Léase II Nefi 9: 22-24; Moroni 6 y 8) y en verdad, el Salvador durante su visita a los nefitas les dió la instrucción siguiente con respecto al bautismo: “He aquí que descenderéis al agua, os pararéis en ella, y en mi nombre lo bau-tizaréis… diciendo: Habiendo sido autorizado por Jesucristo, yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Y entonces le sumergiréis en el agua, y después saldréis de ella”. (III Nefi 11:23-26).

Fueron nombrados los oficiales de la Iglesia para llevar a cabo la obra. “Quetzalcoatl tenía sacerdotes que eran llamados quequetzalcohua, vale decir, sacerdotes de la orden de Ouetzalcoatl”, (Bancroft 3:259).

“A la cabeza del sacerdocio azteca estaba el “Señor de substancia Divina”. Tenía un lugar en el concilio del Emperador, segundo en autoridad real. El siguiente rango era el sumo sacerdote de Ouetzalcoatl. . .  quien tenía autoridad solamente sobre su propia casa. Los sacerdotes de Quetzalcoatl eran llamados por el nombre de su deidad tutelar. Los grados menores incluían los sacerdotes comunes… La orden menor era los pequeños sacerdotes, jóvenes que se estaban graduando en el oficio sacerdotal”. (Spence, pág. 116).

El legendario Cristo de América efectuó milagros y enseñó doctrinas cristianas. Rosales, en su historia de Chile, declara: “Un hombre maravilloso había venido a ese país… quien efectuaba milagros, curaba repentinamente enfermos y daba vista a los ciegos”. (Kingsborough, 6:419; Roberts3:25).

“Se decía que, cuando las mujeres estériles oraban y hacían sacrificios a Quetzalcoatl, les era dado tener hijos. Era el dios de los vientos, y el poder de soplar le era atribuido, como también el de calmarlos… El suelo daba ricas cosechas sin cultivación”. (Bancroft 3:259-260, 274).

“Al contemplar el sistema religioso de los aztecas, uno es sorprendido por su aparerríe falta de conexión, como si una parte de él emanara de un pueblo comparativamente refinado, abierto a influencias delicadas; mientras que el resto respira un espíritu de inmitigada ferocidad. Esto, naturalmente, sugiere la idea de dos distintas fuentes y autoriza la creencia que los aztecas han heredado de sus antecesores una fe dócil en la cual después injertaron su propia mitología. Esta última pronto se hizo dominante y dió ese obscuro colorido a los credos de las naciones conquistadas —que los mexicanos, igual que los romanos, parece que gus-tosamente lo incorporaron como propio, hasta que las mismas fúnebres supersticiones se asentaron sobre los más lejanos límites de Anahuac—”. (Prescott, “México”, 1: 47).

“Quetzalcoatl no quería tener nada que ver con la guerra, aun se tapaba los oídos cuando el asunto le era mencionado. Su época podría considerarse como de oro; como en el tiempo de Saturno, los hombres y’ animales vivieron en paz”. (Bancroft, 3; 274; Ro-berts 3:35).

Gann y Thompson támbela dicen que los mayas ayunaban antes de las ceremonias importantes. (Págs. 143, 144).

“Así llegamos, aun en primitivas condiciones, a ideales personales tales como Quetzalcoatl entre los aztecas, de quien se decía en sus leyendas que era un personaje majestuoso, casto en. su vida, contrario a la guerra, sabio y generoso en sus accionen,. deleitándose en el cultivo de las artes de la paz; o, como lo vemos entre los peruanos, en su héroe-cultural Tonapa, de cuyas enseñanzas un escritor católico del siglo XVI dice: “Tan íntimamente se parecen a los preceptos de Jesús que nada falta en ellos sino su nombre y el de su Padre”. (D. G. Brinton, “Religions of Primitive Peoples”, p. 251).

“Las doctrinas del benigno y santo Quetzalcoatl o Cuculcán deben ser clasificadas entre los grandes credos de la humanidad, y a su autor, único de todos los grandes maestros de moral excepto Cristo, inculcando una moralidad positiva, debe dársele precedencia sobre la mayoría de los grandes maestros chinos e hindúes de la antigüedad”.  (Short, p. 515).,

“Además de esta señal de una creencia en Cristo, una ceremonia, de sugestiva analogía con lo sacramento de la comunión, fué presenciada con asombro por los invasores (Cortés). Los sacerdotes aztecas fueron vistos preparando unas tortitas de harina, mezcladas con sangre, las que ellos consagraban y daban a la gente, quienes al comerlas mostraban signos de humildad y pena, declarando que era carne de deidad”. (Prescott, 3:314).

“Quetzalcoatl “se separó de ellos, enviándoles de vuelta a su ciudad, instruyéndoles para decir a sus vecinos que, vendrían un día en que los hombres blancos desembarcarían en sus costas, por el lado del mar en el cual nace el sol; hermanos de él y teniendo barbas iguales a las de él, y que ellos gobernarían sobre la tierra”.   (Bancroft, 3:25).

4..Crucifixión de Cristo y la Vida Futura.
Es frecuentemente mencionado que, el dios blanco de la tradición americana fué crucificado. La crucifixión fué en efecto practicada en la América antigua. “Vale la pena notar que encontramos en sus registros referen-cías a la antigua costumbre hebiea de matar por cru-cifixión a los prisioneros de guerra o criminales. Esta forma de ejecución (crucifixión) era una costumbre hebrea  anterior al nacimiento del Imperio Romano. Esculturas representando víctimas crucificadas fueron encontradas en las ruinas de los antiguos templos de la América tropical y Asiría.,. Moisés tuvo necesidad de dar leyes especiales con respecto a la forma en que debían ser tratados los cuerpos de los crucificados”. (Deut. 21:22, 23). (Lee, pp. 164-165).

“Los mayas recogían los restos de sus muertos en lugares escogidos de ex profeso para ese propósito. En este lugar las cabezas de los recientemente sacrificados eran clavadas en la punta de los palos.

“Notemos este nombre, Tzompanco, ‘lugar de las calaveras’. Había, invariablemente, un Tzompanco anexado a  todo lugar importante de  sacrificios; la vista  del  cual  significaba agregar una  angustia  más a los horrores de la cercana muerte; pues, las víctimas no podían escapar de ver allí los terribles despojos de aquellos que habían sido sacrificados antes.

“En conexión con esto, no podemos eludir de recordar que los alrededores del lugar donde se efectuó el más grande de los sacrificios humanos, el único mencionado por los cuatro  evangelistas es,’el  lugar de las calaveras’.” (Lee, pp. 172-173).

“En la mayoría de las historias americanas, \o primero que oímos de los hombres emergiendo de las especies más inferiores, es trepando a un árbol. El árbol también, sostiene a los cielos, y es así representado en los libros primitivos de los mayas y nahuas. Los yurucares de Bolivia relatan que su Dios, Tiri, cuando quería poblar la tierra con hombres rajaba un árbol y de la abertura salieron las varias tribus del mundo. Cuando el árbol no era adorado, por él mismo, sino en forma simbólica, ésta era usualmente como poste sagrado o cruz. El poste sagrado era profusamente encontrado entre los indios americanos. Era plantado en medio de sus pueblos o, si la tribu era nómada lo llevaban en un arca o envoltura y puesto en una tienda de su campamento. Tipificaba la vida comunal de la tribu y representaba el ‘árbol misterioso’ que estaba íntimamente asociado a su origen legendario. En el arte primitivo, la cruz, como emblema sagrado, es a menudo derivada de la convencional figura de un árbol, y simboliza la fuerza de la vida, los cuatro vientos, la lluvia y las aguas. Este es el caso notable de México y la América Central donde tenemos abundantes testimonios que éste es el origen y significado del símbolo de la cruz tan frecuente en sus monumentos”. (Brinton, “Religión of Primitive People”, pp.” 151-152).

“La época presente —o ‘sol’ del mundo, como los aztecas lo concibieron— permaneció a causa de la continua expiación, propia maceración de corazones huma-nos, ofrecidos a dioses que habían hecho ellos mismos el primer gran sacrificio. La versión más completa de este notable mito está en la anónima ‘Historia de los Mexicanos por sus Pinturas’, que puede también ser encontrado, fragmentariamente, en los ‘Anales de Cuauahitlán’. La idea, fundamental de este mito está, aparentemente, relacionada a la noción de Anazirnan-der que la vida individual (aun la de los dioses)’ es, en algún sentido, una arrogancia e injusticia que debe ser purgada, y una gran parte del ceremonial de la religión mexicana está dedicada a actos de sacrificios. Cuan completamente la idea dominó al pensamiento mexicano está lo más imprevistamente mostrado en las creaciones registradas por Sahagún, porque seis libros completos de la historia son virtualmente un elaborado ritual de penitencias —no tanto por pecados individuales, como por vidas presuntuosas”. (Has-tings, Ency. of Religión and Ethics, art. Sin), (American, origin of 11:531).

“En la cuarta página del manuscrito Borgia, él (Quetzalcoatl) parece estar crucificado entre dos personas quienes están en ese momento denigrándole. (Kingsborough, 6:166).

“A menudo… se dice de los incas que son adoradores del sol. No obstante, hablando rigurosamente, es incorrecto. Los incas nunca adoraron al sol mismo, sino que consideraban al planeta meramente como la visual manifestación del “Dios Sol”, Intí; una deidad viviente quien, cuando así lo deseaba, podía descender a la tierra y mezclarse con los seres humanos. Se creía también que él podía sufrir y morir, como al tiempo de los eclipses, pero que él siempre renacía; y que su divina esposa era Mama Quilla, cuya visible manifestación era la luna. Pero además de estos dos, los incas creían que había un ser supremo o creador, un dios que era conocido como Kamak o Kapah o “El Cóndor de los Cielos’ o ‘Dios Cóndor’ y que era de origen preincaico”.  (Verrill, p. 147).

El Libro de Mormón declara que, al tiempo de la crucifixión, hubo terremotos y cambios catastróficos en América. Tradicionalmente, esto está verificado. “El sol y la luna fueron, eclipsados, la tierra tembló, y las rocas se partieron y muchas otras cosas y señales sucedieron, aunque no hubo pérdida de vidas. Esto fué en el año Ce Calli, que, siendo reducida la cronología a nuestro sistema, prueba ser la la misma fecha cuando Nuestro Señor sufrió, 33 A. D.” (Bancroft, 5:210)

Rivero y Tschudi citan a Montesinos, historiador peruano, “Durante su reino (32-33 A. D.) sufrieron terremotos que duraron varios meses”. (Tschudi, Págs. 50-60).

Brasseur de Bourbourg habla de un cataclismo físico que, de acuerdo con la tradición nativa, tuvo lugar en esa parte de América (Perú). “Esta tradición afirma que en esa parte del continente que se extendía hacia el Atlántico fue destruída en la forma supuesta (sumergida) y parece indicar que la destrucción era acompañada por una sucesión de horribles convulsiones… ‘La tierra era sacudida por espantosos terremotos y las olas del mar se combinaron con fuego volcánico para hundirla’… La mayoría de los habitantes fueron destruídos”. (Baldwin, p. 176).

Nadaillac se refiere a las tradiciones recogidas por Brasseur de Bourbourg: “Hubo en esas regiones, en fecha remota, convulsiones de la naturaleza, diluvios, terribles inundaciones, seguidas por los levantamientos de montañas, acompañadas de erupciones volcánicas. Estas tradiciones, restos de las cuales también se encuentran en México, América Central, Perú y Bolivia, llevan a la conclusión que, el hombre existió en estos varios países al tiempo del solevantamiento de las cordilleras, y que el recuerdo de ese solevantamiento ha sido preservado”. (Nadaillac, p. 16-17).

Que el espíritu del hombre viviría después de la muerte era una creencia bien establecida y casi universal. Gann y Thompson, encontraron que los mayas creían en una existencia después de esta vida. (p. 129).

“Los peruanos creían en la existencia del hombre después de la muerte y en la resurrección del cuerpo. Tenían una concepción de un ‘cielo’ para los buenos y otro lugar para los malos, que ellos lo localizaban en el centro de la tierra, igual que los judíos su infierno. También creían ellos en la existencia de un espíritu malo, Cupay, como también que la vida después de ésta era muy parecida a la presente, por lo tanto enterraban con sus seres queridos utensilios y tesoros e igual que los egipcios preservaban los cuerpos de sus reyes y príncipes”.  (Sjodahl, pp. 317-318).

He aquí un sermón fúnebre de un indio: “Tú estás a punto de partir hacia aquella tierra a la que nuestros progenitores ya fueron. Tú has terminado tu jornada aquí entre nosotros. Nosotros te seguiremos y nos reencontraremos junto con aquellos grupos que tú vas a encontrar”.  (Schoolcraft, 2:68).

Entre los indios “la idea de la inmortalidad está muy desarrollada. No se había de ella como mera suposición o creencia. Es considerada como una cosa real, conocida y aprobada por el juicio de la nación. Durante toda mi permanencia y viajes en países indios, nunca he conocido ni oído de un Indio que no creyera en ello ni en la reaparición del cuerpo en un estado futuro”.   (Schoolcraft, 2:68).

“Los pueblos americanos, son como uno solo en su creencia en un paraíso, un lugar de gozo, si no de recompensa”.  (Lewis Spence, Popol Vuh, p. 48).

“Los dioses-héroes en el mito (Popol Vuh) sucumben voluntariamente al poder de los dioses de la muerte, y después de haber sido quemados sus huesos son molidos y arrojados a las aguas. Era creencia, casi total en América, que el alma residía en los huesos. Los huesos eran los principios fundamentales del hombre. La carne pronto perecería; pero, retornaría a vestir este fundamento más duradero. Por eso en muchas tribus los huesos de los muertos eran cuidadosamente preservados”. (Lewis Spence, “Popol Vuh”, p. 49).

“Las momias de Alaska y Perú, igual que aquellas del antiguo Egipto, eran artificialmente preparadas y fajadas con numerosas tiras enceradas. En ‘todo, la misma fe en la resurrección literal de la carne era el motivo prevaleciente. Más comúnmente, se tenía, la creencia que el alma, en alguna manera, permanecía ligada a los huesos”. (D. G. Brinton, “Religions of Primitive  Peoples”, pág. 211).

“Los cascikas del Perú. . . creían que se levantarían de nuevo en otro mundo, y por consiguiente, ellos no buscarían entonces muebles y servidumbre (tales como vasos de oro y plata, pajes y sirvientes). Así que, cuando los españoles abrían los sepulcros por el oro y la plata que había en ellos, los indios les rogaban que no desparramaran los huesos, porque (decían ellos) estando los huesos juntos se levantarían otra vez, más fácil y con menos penas”.  (Zarate, pág. 43).

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1 Response to Siete afirmaciones y evidencias del Libro de Mormón

  1. Avatar de Pedro Alvarez Pedro Alvarez dice:

    Hola soy de Venezuela y ahora vivo en EEUU en una oportunidad fui a un museo en barquisimeto una ciudad de nuestro país la guía me encontré con un tour de vitrinas en ellas habían armas de las diferentes épocas de las civilizaciones que habían precedido a nuestro pueblo en esos días acababa de leer el libro de Mormón casi x completo y la similitud de la historia relatada por la guía turística al hablar de cada tipo de armas con las que se describían en el libro eran idénticas eso entre otras cosas de ese museo que daban evidencia exacta de la veracidad de las historias del libro y sus civilizaciones a parte de la sensación de testimonio que me hizo sentir el Espíritu……..

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