Conferencia General Octubre 1949
Observad el Día
del Reposo, para Santificarlo

por Presidente J. Reuben Clark Jr.
primer consejero en la Primera Presidencia,
Ha llegado la hora en que he de dirigir unas cuantas palabras a esta conferencia, y espero que mientras me encuentre delante de vosotros el Señor me bendecirá, porque necesito su bendición, y confío en que vosotros los que os halláis aquí, y los que estáis escuchando y presenciando nuestros servicios, agregaréis vuestras oraciones a las mías.
En los primeros días de la Iglesia, en verdad, antes que fuese organizada la Iglesia, el Señor en más de una ocasión dijo al Profeta y a los que trabajaban con él, que habían de proclamar el arrepentimiento al pueblo. Después, les mandó que cuando predicasen, no habían de predicar dogmas sino declarar el arrepentimiento a esa generación.
Me supongo que esto impone sobre nosotros los que ocupamos posiciones de responsabilidad en la Iglesia la obligación de hablar de cosas que tienen que ver con la necesidad del arrepentimiento, y pensé hoy, en los cuantos momentos que estaré ante vosotros, que hablaría sobre el día de reposo.
Voy a leer gran parte de lo que voy a decir, de las revelaciones del Señor, a fin de que entendáis que las palabras que os hablo no son palabras mías; sino las palabras del Señor.
Recordaréis que en el Sinaí el Señor dijo:
“Acuérdate del día del reposo para santificarlo.
Seis días trabajarás y harás toda tu obra,
mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no harás en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que está dentro de tus puertas.
Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.” (Éxodo 20:8-11).
Antes de referirme a la revelación moderna, quisiera decir que para Israel antiguo, uno de los mandamientos más difíciles fue observar y acordarse del día del sábado. Después que fueron llevados cautivos, se encontraron entre gentes que nada sabían del Sábado que a ellos les había sido enseñado, y no tardaron en comenzar a participar tal como nosotros estamos participando (y permítaseme decir que es sorprendente cómo seguimos los pasos de pueblos antiguos en nuestra desviación o comienzo de desviación de los primeros principios cual nos fueron enseñados) de los pecados de aquellos entre quienes vivieron. Llegó a ser, como con nosotros, no sólo un problema de trabajar el día del sábado, sino también de diversiones el día del sábado. De manera que Israel cautivo hizo unos reglamentos algo triviales (según nos parecen) para evitar que Israel antiguo violara el día del Sábado.
Sobre este asunto de la diversión, al cual quizá volveré a referirme si tengo tiempo, quisiera decir que la mayor parte de nosotros no tiene pretexto para buscar diversión el día del Sábado. Trabajan ocho horas por día, y esto les deja bastante tiempo, sea en la mañana o en la tarde, y no hay necesidad alguna de recurrir al día de reposo para divertirse. Durante la semana hay mucho tiempo para la diversión.
El 7 de agosto de 1881 el Señor dio al Profeta, quien entonces se hallaba en el Estado de Misurí, una revelación en la cual se encerraban ciertas instrucciones concernientes a la observancia del día de reposo. Leo ahora de la Sección 59:
“Y para que te conserves más limpio de las manchas del mundo” — eso es lo que el Señor dijo allá en aquellos días — “para que te conserves más limpio de las manchas del mundo” — y esto es tan cierto hoy como cuando el Señor lo profirió, porque las violaciones del día de reposo “manchan” con las transgresiones del mundo — “irás a la casa de oración y ofrecerás tus sacramentos en mi día santo”. Llamo vuestra atención al hecho de que esta reunión en la casa de oración es la única junta que el Señor sanciona en el día de reposo. Hemos de ir a la casa de oración para ofrecer “tus sacramentos en mi día santo”.
“porque, en verdad, este es un día que se te ha señalado para descansar de tus obras y rendir tus devociones al Altísimo;
sin embargo, tus votos se ofrecerán en rectitud todos los días y a todo tiempo;
pero recuerda que en este, el día del Señor, ofrecerás tus ofrendas y tus sacramentos al Altísimo, confesando tus pecados a tus hermanos, y ante el Señor.
Y en este día no harás ninguna otra cosa sino preparar tus alimentos con sencillez de corazón, a fin de que tus ayunos sean perfectos, o en otras palabras, que tu gozo sea cabal.
De cierto, esto es ayunar y orar, o en otras palabras, regocijarse y orar.
Y si hacéis estas cosas con acción de gracias, con corazones y semblantes alegres, no con mucha risa, porque esto es pecado, sino con corazones felices y semblantes alegres,
de cierto os digo, que si hacéis esto, la abundancia de la tierra será vuestra, las bestias del campo y las aves del cielo, y lo que trepa a los árboles y anda sobre la tierra;
sí, y la hierba y las cosas buenas que produce la tierra, ya sea para alimento, o vestidura, o casas, alfolíes, huertos, jardines o viñas;
Y complace a Dios haber dado todas estas cosas al hombre; porque para este fin fueron creadas, para usarse con juicio, no en exceso, ni por extorsión.
Y en nada ofende el hombre a Dios, ni contra ninguno está encendida su ira, sino contra aquellos que no confiesan su mano en todas las cosas y no obedecen sus mandamientos….
Aprended, más bien, que el que hiciere obras justas recibirá su galardón, sí, la paz en este mundo, y la vida eterna en el mundo venidero.
Yo, el Señor, lo he hablado, y el Espíritu da testimonio. Amén.” (D. y C. 59:10-24).
En noviembre de 1831 en Hiram, Estado de Ohio, en la gran revelación que habla de muchos otros asuntos, el Señor se refirió de nuevo al día de reposo. Leo de la Sección 68:
“Y los habitantes de Sion también observarán el día del Señor para santificarlo. Y en vista de que se les manda trabajar, los habitantes de Sion también han de recordar sus labores con toda fidelidad, porque se tendrá al ocioso en memoria ante el Señor.
“Ahora yo, el Señor, no estoy bien complacido con los habitantes de Sion, porque hay ociosos entre ellos; y sus hijos también están creciendo en maldad; ni tampoco buscan esmeradamente las riquezas de la eternidad, sino que sus ojos están llenos de avaricia. Estas cosas no deben ser, y tienen que desecharlas de entre ellos; por consiguiente, lleve mi siervo Oliverio Cowdery estas palabras a la tierra de Sion.
“Y un mandamiento les doy: Quien no cumpla con sus oraciones ante el Señor, cuando sea tiempo, será tenido en cuenta ante el juez de mi pueblo. Estos dichos son fieles y verdaderos; por tanto, no los violaréis ni los disminuiréis. He aquí, soy Alfa y Omega, y vengo prestamente. Amén”. (D. y C. 68:29-35).
En una revelación dada al Profeta el 27 de diciembre de 1832 — estoy leyendo ahora de la Sección 88 — el Señor dijo:
“Y por cuanto no todos tienen fe, buscad diligentemente y enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría; sí, buscad palabras de sabiduría de los mejores libros; buscar conocimiento, tanto por el estudio como por la fe.
“Organizaos; preparad todo lo que fuere necesario; y estableced una casa, aun una casa de oración, de ayunos, de fe, de instrucción, de gloria, de orden, una casa de Dios; para que vuestras entradas sean en el nombre del Señor; vuestras salidas sean en el nombre del Señor; y todas vuestras salutaciones sean en el nombre del Señor, con las manos extendidas hacia el Altísimo.
“Por consiguiente, cesad de todas vuestras conversaciones livianas, de toda risa, de todos vuestros deseos de concupiscencia, de todo vuestro orgullo y frivolidad y de todos vuestros hechos malos”.
En otra ocasión el Señor dijo al Profeta, y ahora me refiero a la Sección 90, dada en Kírtland, Estado de Ohio, el 8 de marzo de 1833:
“Y poned las ramas de la iglesia en orden, y estudiad y aprended, familiarizándoos con todos los libros buenos, v con los idiomas, lenguas y pueblos”. (D. y C. 90:15).
Y en Wínter Quarters, el presidente Brigham Young declaró “la palabra y voluntad del Señor”, diciendo:
“Aprenda sabiduría el ignorante, humillándose y suplicando al Señor su Dios, a fin de que sean abiertos sus ojos para que vea, y sean destapados sus oídos para que oiga. Porque se envía mi Espíritu al mundo para iluminar a los humildes y a los contritos, y para condenar a los impíos”. (D. y C. 136:32-33).
He leído estos mandamientos concernientes a lo que se debería hacer y lo que no se debería hacer el día de reposo, y hemos visto que el Señor les dijo que edificaran una casa de oración a la cual deberían ir para aprender las cosas que os he leído.
Los antiguos israelitas, como ya os lo he dicho, tenían muchísimas reglas y reglamentos relativos a lo que podían hacer el día del sábado. Vieron que era necesario distinguir entre lo que podrían hacer en sus casas y lo que podrían hacer cuando andaban o estaban fuera de sus casas.
Esto provocó dificultades. De manera que para extender un poco más sus actividades caseras, formularon una regla, un reglamento, que si vivían en una calle que no tenía salida, cada una de las familias que vivían en esa calle podría contribuir con un puñado de harina, y con esta harina hacían una torta o pieza de pan, después de lo cual colocaban esta torta al extremo de la calle, donde estaba la salida; y así toda la calle llegaba a ser parte de la casa de todos los de aquel grupo. Si la calle tenía salida, hacían la misma cosa colocando la torta a ambos extremos de la calle donde vivían.
Hago esta explicación para mostrar que hay una diferencia entre lo que podemos hacer en nuestras casas y lo que podemos salir a hacer.
El Señor nos ha dicho lo que podemos hacer en la casa de oración; y lo que podemos hacer en la casa de oración, podemos hacer, me supongo, en nuestros hogares. Podemos buscar sabiduría. Podemos leer buenos libros. Podemos familiarizarnos con idiomas, lenguas y gentes.
Llamo vuestra atención de nuevo al hechos de que los únicos centros de reunión a los cuales se nos autoriza irlas únicas juntas a las cuales se nos autoriza asistir, son las que se efectúan en la casa de oración. Ninguna otra reunión está autorizada el día de reposo.
Creo que podemos escuchar buena música en el hogar. No me parece que debemos salir a pasear, ni ir a la playa a nadar, ni a días de campo. En la actualidad, así como se está presenciando esta conferencia en este valle y otras regiones circunvecinas, se puede tener lo que llamamos cinematografía, en nuestra casa. Las tendremos mañana, domingo. Me parece que hay una diferencia grande entre ver una buena película en casa e ir a un cine, una diferencia muy grande. Pero las películas que podemos ver en casa deben ser aquellas que enseñan las cosas que las revelaciones especifican como propias para la casa de oración.
Algunos de vosotros estáis usando en vuestras Escuelas Dominicales ayudas visuales que por cierto no son en su mayoría sino películas. Sin embargo, se debe tener buen cuidado de la naturaleza de dichas películas, y estoy seguro que así se hará, para que no se exhiba nada que no contribuya a lo que debemos aprender en la casa de oración, porque la Escuela Dominical se verifica en la casa de oración. Así estaréis logrando el conocimiento que el Señor dijo debería obtenerse en la casa de oración. Mas eso ninguna licencia os da para ir a cines comerciales el domingo, porque no se nos ha autorizado para ir a esas juntas. Me parece que hay una distinción muy clara en el asunto.
Por supuesto, no me supongo que sea necesario que se mencione, aunque quizá convendría hacerlo, que las carreras de caballo en día de domingo no es cosa debida para un santo de los últimos días. Me dicen que en el sur del estado hay muchas carreras de caballos. Me he comunicado con algunos de los oficiales y sé cuán difícil les parece resolver el problema. Si vosotros, santos de los últimos días, no podéis resistir la tentación de ir a las carreras de caballos y apostar vuestro dinero el día de domingo, no estoy seguro si el Señor escuchará vuestras oraciones respecto de otras cosas que deseáis fervientemente. Por supuesto, no es bueno apostar en ninguna ocasión o en ningún lugar.
Simplemente os estoy presentando algunas sugestiones respecto de lo que me parecen estas claras líneas de distinción. Yo creo que podéis hacer cosas en vuestra casa los domingos, o en la casa de oración los domingos, que el Señor os ha dicho que podéis hacer; y las palabras del Señor en las revelaciones a las que me he referido os dirán lo que podéis hacer en la casa de oración.
Ahora ruego al Señor que nos ayude a observar el día de reposo y santificarlo, porque como os leí al principio, se dio este’ mandamiento tocante al día de reposo, entre otras cosas, “para que te conserves más limpio de las manchas del mundo”.
Entonces en esa misma revelación se enumeran todas las cosas que el Señor nos ha dado de la tierra, y según yo lo entiendo, el Señor se refirió a ellas como si nos quisiera mostrar a lo que tenemos derecho si observamos el día de reposo.
Que el Señor nos ayude a observar el día de reposo humildemente pido, añadiendo mi testimonio a los que se han dado respecto de la veracidad de esta gran obra, la divinidad de la misión de José Smith, la divinidad de Jesús, de que tenemos el evangelio restaurado y el sacerdocio restaurado, y que el Señor nos bendiga, humildemente ruego en el nombre de Jesús, Amén.
























