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Una Apelación a la Ley
Los tres milagros discutidos en este capítulo se centran en un solo tema: El Señor abiertamente confronta el baluarte del tradicionalismo judío, la ley sabática.
Jesús vino a su gente escogida para reclamar su legitimo rango como su Mesías, pero la religión que practicaban había cambiado significativamente de aquella de la antigüedad. Cuatrocientos años habían pasado desde el último de los profetas en el Antiguo Testamento. En los tiempos que siguieron, los gobernantes rabínicos se habían levantado al poder. Mientras la religión judía evolucionaba sin instrucción profètica divina, su principal control sobre la gente era “la ley.”
No hay manera de determinar justo cuando los rabinos vinieron a existir. Se habían desarrollado gradualmente, probablemente empezando alrededor del tiempo de Esdras y Nehemías.1 Esdras es descrito como un “escritor diligente,” el cual “había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos. (Esdras 7:6,10). La ley de Moisés había sido alterada, perdida, o destruida en la dispersión y en la destrucción sostenida mediante numerosas guerras. Por los esfuerzos de Esdras y por los esfuerzos de otros que tenían un intento similar, pero menos instrucción divina, se desarrollo la ley tradicional que gobernaba a los judíos cuando vino Jesús.
En el tiempo de Jesús, la ley tradicional estaba dividida en tres secciones. La primera dictaba investigación escritural y contenía ordenanzas encontradas en la ley escrita. Estas incluían leyes eternas entregadas por Moisés. Segundo era aquello que debía ser observado. Esto era la “ley oral” o la enseñanza tradicional, y estaba implicada en o deducida a la ley de Moisés. Tercero estaba la enseñanza oral en el más grande sentido. Este era “la protección” puesta alrededor de la ley por los rabinos “para prevenir cualquier violación de la ley o costumbre, para asegurar su observancia exacta, o para enfrentar circunstancias particulares o peligros.” Constituía los “escritos de los escribas, o de los rabinos,” y tradicionalmente se enfatizaba mas que la ley escrita y canonizaba cada actividad de la vida.2
La fortaleza de esta prescripción diaria era la ley sabática. “Nada en el judaismo se había quedado sin rectificar; cada acto religioso, y en verdad cada acto por haber, debía seguir íntimamente las leyes preescritas.”3 Jesús selecciona un elemento en particular de la ley sabática para abiertamente desafiar, “hacer el bien” en el día de reposo.
Sanar en el día de reposo estaba estrictamente prohibido, excepto para salvar una vida. Los judíos habían desarrollado procedimientos complejos para dar ayuda médica en el día de reposo, y “su casuística finamente girada había elaborado reglas interminables para el tratamiento de todas las enfermedades en el día sagrado.”4 Las reglas del día de reposo habían crecido en una ley controlando todas las leyes. Las leyes diarias preescritas gobernando las actividades judías fueron enfatizadas en términos más estrictos en el día de reposo.
Un ejemplo como sigue a continuación de la complejidad de la adoración en el día de reposo, específicamente como aplicaba a la salud y enfermedad:
Ya hemos visto como, que en su punto de vista, solamente un actual peligro a la vida garantizaba una brecha a la ley sabática. Pero esto abrió un gran espacio para una discusión. Así, de esta manera, de acuerdo a algunos, la enfermedad del oído, de acuerdo a algunos la enfermedad de la garganta, mientras, que de acuerdo a otros, tal enfermedad como la angina, involucraba peligro, y suplantaban la ley sabática. Todas las solicitudes para el cuerpo extemo eran prohibidas en el día de reposo. En cuanto a remedios internos, tales substancias utilizadas en la salud, pero tenían también un efecto correctivo, podian tomarse, aunque también aquí había una manera de evadir la ley. Una persona que sufría de dolor de muelas no podía hacer gárgaras con vinagre, pero podía utilizar un cepillo de dientes y mojarlo con vinagre. El Gemara [un libro de la ley] aquí añade, que el hacer gárgaras era legal, si la substancia era después tragada. Explica aun más, que las aflicciones que se extendían de los labios, o de la garganta, hacia adentro, podrían ser atendidas como, o podían considerarse como peligrosas. Un gran numero de estos están enumerados, demostrando que ya sea que los rabinos eran muy estrictos en aplicar su canónico sobre las enfermedades mortales, o que de otra manera pudieran contar con sus números, no en unos pocos, que no pudieran considerarse como tal. Las lesiones extemas también podían ser atendidas, si implicaba un peligro de vida. Igualmente, podía llamarse ayuda médica si una persona se había tragado un pedazo de vidrio; un fragmento podía removerse del ojo, y aun una espina del cuerpo.5
Tal era el día de reposo en el tiempo de Cristo.
Concerniente a esto, Jesús instruye a los discípulos:
Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con los dedos quieren moverlas.
Antes hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus fílacterias, y extienden los flecos de sus mantos;
Y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas,
Y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.
Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. (Mateo 23:4-8).
El Señor directamente confronta la ley en estos tres milagros porque era la fundación del judaismo en su tiempo. El, como Jchová en el Antiguo Testamento, había declarado la santidad del día de reposo. Pero los judíos habían hecho de el una burla, “el día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo,” Jesús declara. El era “Señor aun del día de reposo.” (Marcos 2:27-28).
Esta declaración concerniente al día de reposo resulta, por un acto de sus discípulos en el día de reposo. El grupo estaba viajando, pasando por sembrados. Los discípulos empezaron “a arrancar espigas” (Marcos 2:23), “y tuvieron hambre” (Mateo 12:1), un acto legal bajo la ley de Moisés (véase Deuteronomio 13:25).6 Lucas añade que los discípulos “restregaban” las espigas con sus manos para separar los granos de la cáscara (véase Lucas 6:1). Esto era considerado como “azotar” y era ilícito en el dia de reposo. Cuando los fariseos vieron esto (porque constantemente observaban a Jesús para acusarlo, desacreditarlo, o destruirlo) desafiaban a Jesús, diciéndole, “He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo” (Mateo 12:2).
La pregunta, presentada como una declaración en Mateo y como una pregunta en Marcos y Lucas, intento poner a Jesús en desacuerdo con la ley y sus discípulos. La ingeniosidad de ella refleja el continuo intento de los fariseos para engañar a Jesús; porque, en sus mentes, él seria forzado a ya sea confesar que sus discípulos habían transgredido la ley, o él tendría que defender a sus discípulos de su significativa transgresión.
Pero Jesús no tomaría ninguna de estas posiciones. En su lugar, él justifica las acciones de sus discípulos de ser exentos a la ley, y presenta dos ejemplos para claramente reivindicarlos. El primer ejemplo es el de David y el pan sagrado (véase 1 de Samuel 21:1-6). En un tiempo David y sus hombres habían comido el pan sagrado del templo y fueron justificados por su extrema necesidad.
El segundo ejemplo del Señor era aun más relevante. Los sacerdotes involucrados en el servicio levítico no pararon de trabajar en el día de reposo. Aun así, los fariseos los consideraban sin culpa porque el trabajo sé hacia en el templo. Para que sus acusadores no resistieran este ejemplo con el argumento de que él y sus discípulos no eran obreros en el templo, Jesús agrego, “ Pues os digo que uno mayor que el templo esta aquí” (Mateo 12:6).
Sus discípulos estaban sin culpa, como los sacerdotes y David, porque las necesidades de su circunstancia trascendían la ley.
Los judíos habían hecho el día de reposo un día de actividad preescrita que el hombre observaba solamente en forma. La gente estaba obsesionada, evitando las transgresiones con justificada exactitud. Asimismo, los gobernantes definían con exactitud la mas mínima potencial trasgresión.
Las instrucciones de Cristo en la ley del día de reposo judío podrían ser ampliadas para incluir toda su torpeza, y su obediencia mecánica para cualquier forma de la ley. Todas las leyes de Cristo fueron hechas para el hombre, no el hombre para la ley. La ley de Dios culmina en la salvación del hombre. El hombre, en restitución, debía vivir la ley con amor por el otorgador de la ley, no solamente en el exterior observar la ley por el bien de la ley. La ley, después de todo, se había dado para preparar a Israel para el Mesías. Pero había llegado a ser el final en lugar del medio. Los judíos habían dirigido su devoción a la ley misma, y se alejaban de su otorgador.
Por medio de los tres siguientes milagros, Jesús declara el “espíritu” también como la “palabra” de la ley. Era el evangelio contra la ley al ser cambiada por el embellecimiento judío; y Cristo contra los rabinos. El evangelio requería un cambio de corazón (véase Alma 5). La ley requería de constante instrucción, refinamiento, y arbritaje en puntos técnicos. El evangelio requería que cada acción se hiciera por caridad, el amor puro de Cristo. Bajo la ley, cada acto debería de hacerse en estricto acuerdo con formas especificas legales. Cada detalle de las observancias religiosas judías estaban preescritas y rígidamente llevadas acabo desde la cuna hasta la tumba.7 En el evangelio, las acciones del hombre deberían ser testificadas, confirmadas, y confortadas por el Espíritu Santo. Bajo la ley, las inacciones del hombre (o la desobediencia) eran castigadas por la corte apartándolo de la comunidad. La justicia, la misericordia, y la fe, “los asuntos más fuertes de la ley,” habían sido eliminadas (véase Mateo 23:23).
“Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos,” dijo Jesús. “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:31-32). La verdad liberaría a los judíos de la ley sobre-legalizada, y les permitiría sobrellevar las tentaciones y lo mundanal y aceptar a Jesús por lo que él era, el Mesías.
Jesús confronta la ley para dar otro testimonio de su mesianismo. Este testimonio fue el resultado de cada uno de estos tres milagros, la curación de aquel con la mano seca, la mujer con espíritu de enfermedad, y el hombre hipódrico.
El Hombre de la Mano Seca
Mateo 3:1-6
1 Y en aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea,
2 y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
3Porque este es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo:Voz del que clama en el desierto:Preparad el camino del Señor,enderezad sus sendas.
4 Y Juan estaba vestido de pelo de camello y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre.
5 Entonces acudían a él Jerusalén, y toda Judea y toda la provincia de alrededor del Jordán;
6 y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados.
Contra-Referencia
Mateo 12:9-14 Lucas 6: 6-11
Este milagro esta anotado por los tres sinópticos. Una discrepancia de poca importancia entre el registro de Mateo y de los otros dos concierne a la pregunta, “Es lícito sanar en el día de reposo?” Mateo registra que los gobernantes preguntaron la pregunta, mientras que Marcos y Lucas registraron que Jesús hizo la pregunta. La resolución a este conflicto de poca importancia parecía posible, por que Lucas registra que Jesús “conocía sus pensamientos.” Entonces es probable que Mateo, que usualmente resumía el registro, simplemente combina la pregunta, que estaba en las mentes de los fariseos y los escribas y percibido por Jesús, con la actual pregunta. Pero de cualquier manera, el resultado y propósito del milagro quedaron sin perjudicar.
La realización de este milagro intencionalmente revela la superficialidad de la ley. Los fariseos lo “estaban observando” para ver si él sanaría al hombre en el día de reposo. La vida del hombre no estaba en peligro inmediato, entonces tal curación violaba la ley.8 El hombre estaba sentado en la congregación en la sinagoga. Ya sea que aya sido traído por los fariseos o por casualidad no esta registrado.
El hombre con la mano seca no pidió ser sanado (lo cual seria contrario a la ley sabática).9 Jesús le dijo al hombre “Levántate.” Después de percibir los pensamientos de los fariseos, y escribas, él presenta una pregunta a los hombres estudiados. “¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla?” Su pregunta presenta la base para este milagro. La ley judía dictaba que aun el hacer el bien debía dejarse para otros días si violaba las reglas del día de reposo. La pregunta del Señor postulaba que si fallabas en hacer el bien en el día de reposo, especialmente cuando la oportunidad era específicamente presentada, entonces había hecho mal. De esta manera la pregunta de hacer el bien no solamente era permitido pero era un deber. La ingeniosidad de los fariseos y escribas observantes recurrió a un silencio. Por que el contestar no los condenaría a ellos y a la ley. Y decir si aprobaría lo que ellos debían saber que iba pasar. Lina vez mas, Jesús los había puesto en una posición inextricable.
Jesús, “mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones,” él le dijo al hombre que extendiera su mano; cuando lo hizo, “la mano le fue restaurada sana.” Nada mas se sabe de este hombre, lo cual sugiere que él no era el culpable de un complot ni el exclusivo fin del milagro. Él fue el medio físico que Jesús utiliza para declarar su testimonio contra la ley. Jesús se había proclamado como “rey también del día de reposo.” La pregunta y el milagro lo confirmaba como tal. Una vez mas, lo aceptaban o lo rechazaban; no había alternativa. Pero su “ley” era ahora el obstáculo entre ellos y su Mesías. Se quedaron en silencio, cerraron sus ojos contra la verdad, y “tomaron consejo con los hcrodianos contra él para destruirle.”
Cristo había quebrado la tradición judía y expuso a los fariseos y a los escribas en vergüenza.
La Mujer Con Espíritu de Enfermedad
Lucas 13:10-17
10 Y Jesús enseñaba en una sinagoga en el día de reposo.
11 Y he aquí, había allí una mujer que tenía espíritu de enfermedad desde hacía dieciocho años, y andaba encorvada y en ninguna manera se podía enderezar.
12 Y cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad.
13 Y puso las manos sobre ella, y al instante ella se enderezó y glorificaba a Dios.
14 Y respondiendo el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese curado en el día de reposo, dijo a la gente: Seis días hay en que es necesario trabajar; en estos, pues, venid y sed sanados, y no en el día de reposo.
15 Entonces el Señor le respondió y dijo: ¡Hipócrita! ¿No desata cada uno de vosotros su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber en el día de reposo?
16 Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado durante dieciocho años, ¿no se la debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?
17 Y al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; pero todo el pueblo se regocijaba de todas las cosas gloriosas que él hacía.
Este milagro indica el poder y testimonio sobre la posición de Cristo en el asunto del día de reposo. Jesús enseñaba en la sinagoga en el día de reposo. Una mujer estaba presente que tenia “espíritu de enfermedad por dieciocho años.” Andaba encorvada y no podía enderezarse. Ella no solicita el milagro, pero su presencia en la sinagoga puede indicar su esperanza personal de ayuda del Señor. Jesús la llama y le dice que esta libre de su enfermedad. Después pone sus manos sobre ella para llevar acabo el milagro. Jesús raramente utilizaba este método, pero quizás lo hizo aquí para ayudar con la fe de la mujer y para instruir a los discípulos en el método que después utilizarían y aplicarían en el sacerdocio (véase Santiago 5:14-15; D&C 42:44).
Que la mujer necesitaba ambas curaciones físicas y espirituales es evidente debido a las palabras del Señor. Ella fue “liberada” de su enfermedad, y dijo que Satanás la había atado por estos “dieciocho años.”
Una vez mas, El Señor hizo él “bien” en el día de reposo. En el caso del hombre de la mano seca, el Señor comunica sus intenciones antes que el milagro; aquí el milagro se lleva acabo y su consejo fue escuchado. Después que el milagro fue llevado acabo, el gobernante de la sinagoga reprendió a la congregación. Estaba furioso “que Jesús hubiese sanado en el día de reposo” y expreso sus pensamientos y conclusiones sobre los fariseos concernientes a las acciones de Cristo en el día de reposo. “Seis días hay en que se debe trabajar,” él declara. “En éstos, pues, venid y sed sanados, y no en el día de reposo.” Lo que los fariseos y escribas en la curación del hombre de la mano seca no se atrevieron a decir, este gobernante abiertamente y furiosamente lo expuso. Aunque aparentemente reprende a la entera congregación, era obvio que sus comentarios fueron dirigidos a la mujer y a Jesús. Aunque la mujer (quizás un miembro de la congregación)10 había recibido una bendición, él podía ver solamente una irregularidad, una desviación de la adoración normal del día de reposo. A él no le preocupaba la curación de ella; él era duro y atado por la tradición, un pedante rabínico.
Jesús una vez mas abiertamente confronta la ley y censura el formalismo vano del gobernante. Usualmente severo, él respondió, “Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber?” Esta es “una hija de Abraham,” él declara, “Satanás la había atado por dieciocho años.” Sin duda esta mujer del convenio merecía la misma compasión que estos animales indefensos.
Sus adversarios estaban “avergonzados” pero no se convirtieron. La gente se regocijó, pero todavía aun no podían aplicar sus enseñanzas y reconocer a su tan esperado Mesías.
El Hombre Hidrópico
Lucas 14:1-6
1 Y aconteció un día de reposo que, habiendo entrado en casa de un principal de los fariseos a comer pan, ellos le acechaban.
2 Y he aquí, un hombre hidrópico estaba delante de él.
3 Y respondiendo Jesús, habló a los intérpretes de la ley y a los fariseos, diciendo: ¿Es lícito sanar en el día de reposo?
4 Pero ellos callaron. Entonces él, tomándole, le sanó y le despidió.
5 Y respondiendo a ellos, dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo saca inmediatamente aunque sea en día de reposo?
6 Y no le podían replicar a estas cosas.
Este último de los tres milagros dirigido directamente hacia la ley judía, se lleva acabo en el ministerio de Jesús. Sus circunstancias indicaban que aun en estas ultimas fechas Jesús no había parado de ofrecer el reino a los fariseos. También indicaba que aun cuando el nuevamente les ofrece el reino, ellos habían endurecido sus corazones contra él, que no podían ver lo que era obvio.
Jesús había sido invitado a la casa de uno de los gobernantes fariseos para participar de la comida del día de reposo. Al tiempo de los rabinos frecuentemente utilizaban el día de reposo para entrenamiento social.» La invitación no era anormal, pero ocultaba intenciones siniestras. Lucas registra que “lo acechaban,” y parece ser que el único propósito de la invitación era engañarlo para hacer el mal a los ojos de la ley.
Un hombre hidrópico estaba presente en la cena. La escritura no dice si había sido puesto allí específicamente por los fariseos para provocar a Jesús que hiciera otra curación en el día de reposo, o si vino por si solo. Estas comidas eran en parte para propósitos de caridad, y a los pobres y a los enfermos se les permitía que vinieran sin ser invitados y que comieran.12 El hombre podía haber escuchado que Jesús vendría y fue a la casa esperando que el Maestro se diera cuenta de él y le otorgara su deseo.
Jesús trajo al hombre ante él y les pregunta a los fariseos la misma pregunta que había preguntado antes. “¿Es lícito sanar en el dia de reposo?” Su propósito todavía era el mismo,” él pondría el reino de Dios y al Mesías en confrontación directa con la ley como la habían dictado los gobernantes. Y como antes ellos callaron. No podia haber explicaciones y respuestas alternativas. Jesús había expresado su pregunta sabática de tal manera que no dejaba tal posibilidad. Las escuelas rabínicas se habían levantado debido a las disputas sobre la ley. Pero para Jesús, la ley estaba para guiar a las personas al reino de Dios, y solamente una respuesta era posible. Su pregunta, si era contestado con un no, tenia que ser contestada ante los invitados, porque los fariseos eran responsables de instruir a los presentes.13 Pero como la respuesta era obviamente un si, los lideres se quedaron callados para que de ninguna manera tuvieran que aprobar o aceptar a Cristo. Ellos no rechazarían la ley que era tan querida para ellos.
Jesús sano al hombre y “lo dejo ir.” Ya sea que el hombre vino queriendo ser sanado o había sido invitado (no sabiendo el propósito de los fariseos) no importaba. El había recibido la bendición y había sido justificado.
El “sacerdote fariseo,” “quizás un miembro del gran Sanedrín” y los otros “promintes e influyentes”14 invitados, ahora serian amonestados por el Mesías.
Jesús había sido invitado a comer con este grupo de lideres enaltecidos quien, de acuerdo a la tradición, luchaban entre sí por el mejor lugar en la mesa de acuerdo a la reputación y estatus social.15 Pero él desaprobaba esta costumbre social. Aspirar al honor del hombre no era importante para él. Ayudar “al pobre, al manco, al cojo, al ciego” era lo más importante, “porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.” (Lucas 14:11-13).
El ejemplo de enseñanza se había terminado. Los lideres judíos no podían aceptar a Cristo ahora como no lo podían hacer antes. Él les había dado testimonio y ejemplos, específicamente aplicados a la ley del día de reposo, y lo sello con un milagro para probar su autoridad. Pero aun así, “ellos callaron.”
























