Reconocimientos
Aunque para escribir un libro de esta naturaleza es necesario hacerlo en plena soledad, su publicación ha sido una tarea de equipo.
Las exigencias del tiempo hicieron que fuera imposible para mí llevar a cabo por mí misma toda la investigación primordial. Ariel Silver, Camille Lots, Joan Willes Peterson y Blake Johnson me ayudaron, cada uno de ellos, en varios aspectos de esta importante función. Siendo que determinadas partes de mi investigación requirieron que viajara a otros países, estoy muy agradecida a Peter Trebilcock, de Preston (Inglaterra), Hanno Luschin, del Templo de Preston (Inglaterra), el presidente Pak Byung Kyu, de Seúl (Corea), y David Fewster, de las Filipinas. También agradezco a Bruce Olsen, Director General del Departamento de Asuntos Públicos de la Iglesia, por haberme ayudado a coordinar importantes entrevistas y tener acceso a conferencias de prensa.
Compañeros de confianza leyeron varias versiones o secciones del manuscrito. Agradezco las constructivas opiniones y las provechosas ideas que recibí de Eleanor Knowles, Robert L. Millet y Richard Turley.
Finalmente, estoy inmensamente agradecida por el apoyo que he recibido de mis colegas en Deseret Book. Ron Millet, nuestro presidente, me ha alentado y reconfortado desde el principio. Aprecio inmensamente sus expresiones de estímulo. Mis colegas vicepresidentes Gary Swapp, Keith Hunter y Roger Toone me han brindado gran respaldo y entusiasmo. Y el personal del Departamento Editorial supo acudir a mi rescate una y otra vez. En particular, agradezco a Jack Lyon por su constante optimismo, a Suzanne Brady por su gran capacidad técnica como editora, a Anne Sheffield por su sagacidad en supervisar eficazmente la producción de esta obra tan compleja, y a Elsha Ulberg por brindarme su continua colaboración. Mayormente, quiero expresar mi más sincera gratitud a Emily Watts, mi editora, a Kent Ware, nuestro director gráfico, y a Tony a Facemyer, nuestra tipógrafa, quien procesó miles de cambios y correcciones. Estas tres personas convirtieron el manuscrito en un producto total y, al hacerlo, dieron forma a un libro mucho mejor de lo que, de otra manera, podría haber sido. Estoy agradecida no sólo por sus excelentes aptitudes profesionales, sino también por su paciencia, perseverancia y amistad.

























Muy interesante este articulo. Hace que mi testimonio sea cada dia más fuerte. No tengo la menor duda sobre los Profetas que fueron preparados desde antes de venir a la Tierra. CReo que el Profeta Joseph es un hombre enviado con la gran responsabilidad de la restauración de la Iglesia y del Evangelio de Paz en nuestros días. En el sagrado nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Me gustaMe gusta