La Última Dispensación

Conferencia General Abril 1970

La Última Dispensación

Alvin R. Dyer

por el Élder Alvin R. Dyer
Asistente del Consejo de los Doce


Según el cálculo humano, estamos viviendo en el año 1970, en el siglo XX. Según los profetas que han recibido revelación de Dios sobre el tema, estamos viviendo en el período de tiempo designado como la última dispensación, también conocido como la «dispensación del cumplimiento de los tiempos» (D. y C. 112:30).

La importancia de este período, que será «la conclusión o el fin» (D. y C. 121:32), se puede juzgar por las palabras del Señor al Profeta José Smith sobre el tema, de las cuales citaré una parte:
“… porque es necesario que, al comenzar la dispensación del cumplimiento de los tiempos, que es la que ahora empieza, tenga lugar una unión completa y perfecta de dispensaciones, llaves, poderes y glorias, y sean reveladas desde los días de Adán hasta el presente. Y no solo esto, sino también aquellas cosas que nunca han sido reveladas desde la fundación del mundo” (D. y C. 128:18).

Algunos que no comparten nuestra convicción preguntan: «Si, como dicen, estamos viviendo en la última dispensación, ¿qué ha sucedido para que este período esté sobre nosotros?»
La respuesta se centra principalmente en la restauración de las verdades de la salvación. Han pasado 150 años desde que ocurrió el evento inicial relacionado con el desarrollo de este período.

En la primavera de 1820, Dios el Padre y su Hijo Jesucristo aparecieron en un bosque cerca de la casa de José Smith en Palmyra, Nueva York (José Smith—Historia 1:17-20). Esta entrevista sagrada reveló lo siguiente:

  1. La verdad sobre la naturaleza, el carácter, la personalidad y la identidad de Dios el Padre y de su Hijo Jesucristo.
  2. Que José Smith había sido elegido y preordenado para ser el instrumento de Dios para establecer la última dispensación del evangelio de Jesucristo.
  3. Que las iglesias cristianas profesas que entonces existían en la tierra no poseían las verdades que estaban por ser restauradas.
  4. Que los profesores o ministros de estas iglesias no tenían las verdades divinas de la redención y, por lo tanto, no podían enseñarlas.
  5. Que las personas, aunque decían pertenecer a la iglesia de Cristo, se acercaban al Señor con sus labios, pero sus corazones estaban lejos de él, lo que significaba que las ordenanzas de sellamiento no se conocían.
  6. Que las llamadas iglesias cristianas enseñaban doctrinas basadas en los mandamientos de los hombres.
  7. Que tenían una forma de piedad, pero negaban el poder de esta (José Smith—Historia 1:19).

Cada una de las declaraciones que el Señor hizo al Profeta José Smith en la Arboleda Sagrada tiene un profundo significado y un impacto completo en el plan de salvación en esta última dispensación del evangelio. Las respuestas que el Señor dio no fueron un menosprecio de los cuerpos cristianos existentes que se habían desviado de la verdad. Aunque, según él, estaban equivocados en sus enseñanzas y prácticas destinadas a redimir a la humanidad, no hubo represalia vengativa anunciada por el Señor contra las sociedades cristianas que usaban su nombre, algunas sin duda de manera sincera, pero que no eran conscientes de la verdad sobre su persona y su verdadera misión en relación con el plan de salvación contenido en su evangelio.

Ciertamente, entre estas mismas sociedades de creyentes cristianos había muchos espíritus nobles que, al escuchar las verdades de la restauración, las aceptarían y vivirían conforme a los mandamientos y enseñanzas relacionados con este importante período de la restitución de todas las cosas. Muchos de ellos se convertirían en líderes y propagadores de la causa del evangelio restaurado de Jesucristo.

A medida que esta entrevista sagrada se desarrollaba en aquella hermosa mañana de primavera de 1820, se inauguraba la gloria de la última dispensación de la existencia mortal. La verdad sobre la persona de Dios y de su Hijo Jesucristo y su glorioso plan de redención volvía a estar al alcance del entendimiento humano. Al igual que con otros grandes profetas del pasado, en el patrón de la manera de Dios, esperaban a este joven profeta sincero, en otras ocasiones también designadas divinamente, la revelación de verdades eternas de Dios necesarias para la salvación y exaltación del hombre.

La aparición de Dios el Padre y de su Hijo Jesucristo a José Smith, al responder a su sencilla fe y oración, resultó ser de mucho mayor significado del que él podría haber anticipado, pues había llegado el momento de inaugurar el período final de preparación en la culminación de la obra de Dios para sus hijos aquí en la tierra. José Smith fue elegido y preordenado para ser un profeta y un instrumento a través del cual Dios establecería su reino aquí en la tierra como había sucedido en dispensaciones anteriores. Pero esta última se caracterizaría por una mayor verdad, pues es la dispensación del cumplimiento de los tiempos. Es el período de depósito cuando todas las verdades, todas las leyes, todos los convenios, todas las promesas hechas por Dios nuestro Padre Celestial en el período premortal de preparación para la vida terrenal, y reveladas en parte al hombre en varios momentos de la mortalidad para la redención y glorificación de sus hijos espirituales, ahora serían plenamente reveladas y puestas a disposición de la humanidad. Así habló el Señor al Profeta José Smith.

Al final de un período de diez años de instrucción, mandamiento y revelación, junto con la concesión de todas las llaves y poderes necesarios para el establecimiento de la iglesia de Cristo en la tierra, el Señor proclamó la siguiente revelación a José Smith mientras se preparaba la organización de la Iglesia el 6 de abril de 1830, en Fayette, condado de Seneca, Nueva York:

“Y le dio mandamientos que lo inspiraron;
“Y le dio poder de lo alto, por los medios que se prepararon antes, para traducir el Libro de Mormón;
“El cual contiene un registro de un pueblo caído y la plenitud del evangelio de Jesucristo para los gentiles y también para los judíos;
“Que fue dado por inspiración y confirmado a otros por el ministerio de ángeles, y es declarado al mundo por ellos,
“Probando al mundo que las santas escrituras son verdaderas y que Dios inspira a los hombres y los llama a su santa obra en esta época y generación, así como en generaciones pasadas;
“Mostrando con esto que él es el mismo Dios ayer, hoy y siempre. Amén.
“Por tanto, teniendo testigos tan grandes, por ellos será juzgado el mundo, aún todos los que lleguen a conocer esta obra.
“Y aquellos que la reciban con fe y obren justicia, recibirán una corona de vida eterna;
“Pero aquellos que endurezcan sus corazones en la incredulidad y la rechacen, esto se volverá para su propia condenación” (D. y C. 20:7-15).

Como las santas escrituras han atestiguado abundantemente, el período de tiempo en el que vivimos ahora está plagado de influencias y movimientos destinados por las fuerzas del mal a frustrar e interferir con las fuerzas del bien y de la iluminación que están asociadas con una dispensación del evangelio de Jesucristo, especialmente esta ya que es la última.

No es difícil detectar estas fuerzas malignas en acción y observar su concentración en áreas de comportamiento humano, actividades que destruyen los valores morales y espirituales. El comportamiento humano puede ser noble y elevado, siguiendo los patrones que Dios nos ha dado, pero cuando estos patrones se ven alterados por perspectivas de maldad destinadas a destruir el derecho fundamental del albedrío y la libertad espiritual, el resultado será, como siempre ha sido, el de la decadencia y el retroceso.

Las condiciones de turbulencia mundial y la inquietud de hoy no son más que una preparación para el tiempo de devastación que el Maestro, cuya gloriosa resurrección recordamos especialmente en esta época del año, declaró que ocurrirá en la secuencia del tiempo del Señor y según la densidad de la maldad de los hombres en la tierra.

Debemos estar seguros de que, incluso en medio de la agitación y la contienda, la pérdida de fe y esperanza de muchos, el aumento del mal entre las masas, el plan de Dios avanza implacablemente. El plan de redención para aquellos que lo acepten y vivan según él está en operación hoy en la tierra. El camino sigue abierto para los arrepentidos y buscadores de la verdad; el plan del evangelio con todo su poder persuasivo puede salvar y redimir.

La obra de Dios en este período crucial sigue adelante buscando a los justos y a los de corazón honesto en todo el mundo. Con respecto a su victoria final, el Señor dirigió esta declaración convincente al Profeta José Smith, con la cual concluiré mis palabras.

“Las obras, y los designios, y los propósitos de Dios no pueden ser frustrados, ni pueden llegar a nada.
“Porque Dios no anda en caminos torcidos, ni se desvía ni a la derecha ni a la izquierda, ni varía de lo que ha dicho; por tanto, sus caminos son rectos y su curso es un ciclo eterno.
“Recuerden, recuerden que no es la obra de Dios la que es frustrada, sino la obra de los hombres” (D. y C. 3:1-3).

Doy testimonio del poder del sacerdocio que está sobre la tierra, del profeta de Dios que está sobre la tierra, que se sienta en este estrado, y de la obra que avanza en esta última dispensación del tiempo, y lo hago en el nombre de Jesucristo. Amén.

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