La bendición
del descanso por convenio
Por la hermana Kristin M. Yee
Segunda Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro
Podemos hallar felicidad y descanso en el presente al trabajar en conjunto con Jesucristo y desarrollar nuestra relación por convenio con Dios, un día a la vez.
En una clase de la Sociedad de Socorro a la que asistí hace poco, una querida hermana explicó que el término “anhelosamente consagrados” (Doctrina y Convenios 58:27) hace que su alma, ya de por sí ansiosa, se sienta aún más ansiosa. Es una hermana magnífica que ya está haciendo mucho bien y que se preocupa por muchas personas.
Sus sentimientos resuenan en el corazón de muchas buenas hermanas que se preguntan si están haciendo lo suficiente y si su ofrenda es aceptable.
No creo que “anhelosamente consagrados” signifique añadir una cantidad imposible de alcanzar de buenas obras a nuestra lista de tareas pendientes. Tampoco creo que signifique que vayamos frenéticamente tratando de resolver los problemas del mundo, ni siquiera todos los problemas dentro de nuestras propias esferas.
En el devocional mundial de la Sociedad de Socorro de marzo de 2024, el presidente Russell M. Nelson nos bendijo “con la sabiduría de discernir lo que es necesario y no correr más aprisa de lo que [seamos] capaces”.
Como mujeres del convenio, tenemos la bendición del poder del sacerdocio de Dios conforme honremos nuestros convenios. Su poder puede ayudarnos a aumentar nuestra capacidad y sabiduría para discernir “lo que es necesario” y no “correr más aprisa de lo que [seamos] capaces”.
El Señor nos invita a llevar a cabo Su obra a Su manera, que es diferente de la manera del mundo, diferente del ritmo frenético que a menudo recibe los elogios de un mundo sobrestimulado, sobreproductivo y agotador.
El Señor describe el modo en que debe llevarse a cabo el recogimiento de Israel: “No saldréis apresurados [ni precipitadamente] ni iréis huyendo, porque Jehová irá delante de vosotros, y vuestra retaguardia será el Dios de Israel” (Isaías 52:12).
El no salir apresuradas nos enseña que el Evangelio del Salvador tiene el propósito de brindar paz y calma a nuestro corazón, aun el descanso por convenio que se obtiene al guardar las leyes mayores de Jesucristo. El presidente Russell M. Nelson enseñó:
“La recompensa por guardar los convenios con Dios es poder celestial, un poder que nos fortalece para soportar mejor nuestras pruebas, tentaciones y pesares. Ese poder nos facilita el camino. Quienes viven las leyes mayores de Jesucristo tienen acceso a Su poder mayor. De ese modo, quienes guardan los convenios tienen derecho a un tipo especial de descanso que les llega mediante su relación por convenio con Dios. […]
“A pesar de las distracciones y distorsiones que se arremolinan a nuestro alrededor, pueden hallar verdadero descanso —es decir, alivio y paz— incluso en medio de sus problemas más acuciantes”.
Sé que este tipo especial de descanso llega cuando no hacemos este trabajo solas. Llega cuando trabajamos en conjunto y con toda intención con Jesucristo y tenemos acceso a Su poder al honrar nuestros convenios.
“Sé que este tipo especial de descanso llega cuando no hacemos este trabajo solas. Llega cuando trabajamos en conjunto y con toda intención con Jesucristo y tenemos acceso a Su poder al honrar nuestros convenios.”
El descanso llega cuando dejamos que Él tome nuestras cargas y cuando escogemos arrepentirnos sinceramente. El descanso llega cuando le confiamos nuestras necesidades e inquietudes y cuando elegimos una perspectiva más elevada y más santa. El descanso llega cuando elegimos juzgarnos menos y amarnos más mutuamente.
El descanso llega cuando sabemos que Dios nos conoce y nos ama. El descanso llega cuando hallamos gozo al brindar el alivio del Salvador a los demás y al permitir que los demás nos brinden el alivio de Él. El descanso llega cuando recordamos y reflexionamos sobre las hermosas bendiciones que Dios misericordiosamente nos concede cada día.
El descanso llega cuando adoramos en la Casa del Señor. El presidente Nelson nos ha invitado a hacer “del templo [nuestro] lugar de refugio y recalibración”; un lugar donde hallemos descanso. Salimos de la Casa del Señor armadas con Su poder y perspectiva, y con “ángeles alrededor de [n]osotros, para sostener[nos]” (Doctrina y Convenios 84:88).
El descanso por convenio que buscamos proviene de Jesucristo. Él nos invita a ustedes y a mí:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
“Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, […] y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:28–29; cursiva agregada).

























