Y Hablamos de Cristo

Y Hablamos de Cristo
Por Elder Gary E. Stevenson
Conferencia General Abril 2025

Resumen: En este discurso, el orador nos invita a reflexionar sobre el lugar central que Jesucristo debe ocupar en nuestra vida y en la Iglesia. A través de una experiencia personal en el aeropuerto, se destaca cómo una pequeña imagen del Salvador puede conectar corazones y transformar la percepción de las personas. El discurso continúa enfocándose en la doctrina cristiana fundamental: la expiación y la resurrección de Jesucristo. El orador enfatiza la importancia de centrarse en Cristo, tanto en nuestras creencias como en nuestras prácticas diarias. Además, se mencionan varias iniciativas de la Iglesia, como el cambio del nombre “Iglesia Mormona” a “La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días” y el uso de un nuevo símbolo visual que refleja la centralidad de Cristo en todo lo que hacemos. Finalmente, el orador subraya la necesidad de celebrar la Pascua de Resurrección no solo como un día festivo, sino como una temporada de reflexión, oración y celebración del sacrificio y la resurrección de Jesucristo.

Este discurso nos invita a vivir de manera más consciente y deliberada, poniendo a Jesucristo en el centro de nuestras vidas. La luz de Cristo puede cambiar la vida de las personas de maneras profundas y sencillas, y al mantenernos enfocados en Él, nuestras tradiciones, nuestras oraciones y nuestras acciones se convierten en un reflejo de Su amor y sacrificio. Celebrar la Pascua, más allá de ser un solo día, es una oportunidad para recordar y compartir la esperanza que Su resurrección trae a la humanidad. Al aceptar Su invitación de seguirle, no solo fortalecemos nuestra relación con Él, sino que también influimos positivamente en quienes nos rodean, llevándolos a sentir Su luz y amor.

Palabras claves: Jesucristo, Expiación, Resurrección, Luz, Pascua


Y Hablamos de Cristo

Por Elder Gary E. Stevenson
Del Quórum de los Doce Apóstoles

Somos seguidores de Jesucristo,
y buscamos tanto recibir como compartir Su luz.



Al final de una larga asignación en el extranjero, mi esposa Lisa y yo llegamos a la terminal de un aeropuerto para tomar el último vuelo, uno nocturno, de vuelta a casa. Al estar de pie con muchos otros, moviéndonos despacio en las largas colas, podíamos sentir la creciente ansiedad de otros viajeros preocupados por lograr sus vuelos, pasar la revisión de pasaportes y visas, y pasar con éxito los puestos de seguridad.

Finalmente, llegamos a un mostrador ocupado por una agente de aduanas que no parecía afectada por los altos niveles de estrés en la sala. De manera casi mecánica y sin mirarnos, tomó mis documentos, comprobó mi foto, hojeó unas páginas tras otra y finalmente selló mi pasaporte con un golpe seco. Luego tomó los papeles de Lisa, sin emoción, con la cabeza agachada y concentrada en su trabajo. Hojeó metódicamente las páginas con ojo experto, centrándose en los detalles de los documentos que tenía delante. Nos quedamos algo sorprendidos cuando, de repente, se detuvo, levantó la cabeza y miró a los ojos a Lisa de una manera deliberada y cálida. Con una tierna sonrisa, selló suavemente el pasaporte de Lisa y le devolvió los documentos. Mi esposa le devolvió la sonrisa, tomó los documentos y se despidió amablemente.

—¿Qué acaba de pasar? —pregunté con incredulidad.

Entonces, Lisa me mostró lo que la gente había visto: una pequeña tarjeta con la imagen del Salvador que accidentalmente había caído del bolso de Lisa a los pliegues de su pasaporte. Eso era lo que había descubierto la agente y lo que había cambiado su apariencia. Esa pequeña imagen del Salvador conectó los corazones de dos desconocidas, sin aparente conexión, captando la belleza, el milagro y la realidad de la luz de Jesucristo.

Durante el resto de aquel día, y a menudo desde entonces, he pensado en ese momento dulce y sencillo con asombro, y me he regocijado en el glorioso efecto que la luz de Cristo tiene sobre los hijos de Dios. Somos seguidores de Jesucristo y procuramos tanto recibir como compartir su luz. En el nombre de la iglesia se encuentra implícita nuestra teología de que la principal piedra del ángulo es Jesucristo mismo. Por medio de profetas antiguos y vivientes, nuestro Padre Celestial nos ha mandado escucharle y venir a Cristo. Hablamos de Cristo, nos regocijamos en Cristo, predicamos de Cristo y profetizamos de Cristo. Enseñamos que Jesucristo es el Hijo de Dios, y durante su ministerio terrenal, Jesús enseñó su evangelio y estableció su iglesia. Testificamos que, al final de su vida, Jesús expió nuestros pecados cuando sufrió en el jardín de Getsemaní, fue crucificado en la cruz y luego resucitó. Nos regocijamos porque, gracias al sacrificio expiatorio del Salvador, podemos ser perdonados y quedar limpios de nuestros pecados al arrepentirnos. Eso nos trae paz y esperanza, y hace posible que volvamos a la presencia de Dios.

Profetizamos que, gracias a la resurrección de Jesús, la muerte no es el final, sino un importante paso hacia adelante. Todos resucitaremos después de morir; el espíritu y el cuerpo de cada persona volverán a unirse y vivirán para siempre.

Los profetas vivientes de hoy, quienes reciben revelación de Dios para enseñarnos y guiarnos, nos invitan cada vez más a venir a Cristo. Nos están ayudando a centrar el corazón, los oídos y los ojos más plenamente en él. Podríamos citar numerosos ejemplos de ajustes y mejoras anunciados por la Primera Presidencia, diseñados para enfocarnos en Jesucristo, tales como los siguientes: la decisión de retirar el nombre “Iglesia Mormona” y reemplazarlo con el nombre correcto, “La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”; la disposición de nuevas e inspiradas obras de arte basadas en Cristo para los centros de reunión; los lemas y música de las mujeres y hombres jóvenes centrados en Jesucristo, como “Soy discípulo de Jesucristo” o “Mira hacia Cristo”; un mayor énfasis en la expiación y la resurrección literal de Jesucristo como los eventos más gloriosos de la historia; la celebración de la Pascua como una temporada y no solo como un día festivo, haciendo hincapié en Jesucristo; y la presentación del identificador visual de la iglesia y su naturaleza simbólica.

Veamos más de cerca el impacto de algunos de estos aspectos. Primero, el símbolo de la iglesia. En 2020, el presidente Nelson presentó un nuevo identificador visual para la iglesia. Este símbolo refleja la verdad de que Cristo está en el centro de su iglesia y debe estar en el centro de nuestra vida. Vemos este conocido símbolo en las recomendaciones para el templo, en los sitios web y las revistas de la iglesia, como ícono de la aplicación Biblioteca del Evangelio e incluso en las placas de identificación militar para muchos miembros de la iglesia sirviendo en las fuerzas armadas. El símbolo incluye el nombre de la iglesia dentro de una piedra angular y es un recordatorio de que Jesucristo es la principal piedra del ángulo. Lo vemos aquí en Camboyano y en uso en 145 idiomas. El centro del símbolo es una representación de la querida estatua de mármol del Christus de Bertel Thorvaldsen, asociada ampliamente con la iglesia y que se encuentra en los centros de visitantes y en el terreno de los templos en todo el mundo. Su prominencia en el símbolo de la iglesia sugiere que Cristo debe ser el centro de todo lo que hacemos. Así también, los brazos extendidos del Salvador indican su promesa de recibir a todos los que vengan a él. Este símbolo es una representación visual del amor del Salvador y un recordatorio constante del Cristo viviente.

Por curiosidad, he preguntado a muchos familiares y amigos acerca de un elemento importante del símbolo de la iglesia. Sorprendentemente, muchos no han notado un detalle sagrado que alberga: Jesucristo se encuentra de pie bajo el arco, lo cual representa al Salvador resucitado saliendo del sepulcro. Verdaderamente, celebramos al Cristo resucitado y viviente, incluso en el uso del símbolo de la iglesia.

Consideremos ahora el significado de la Pascua. En recientes mensajes de la Primera Presidencia sobre la Pascua, se nos ha instado a celebrar la resurrección del Salvador viviente, estudiando sus enseñanzas y ayudando a establecer tradiciones de Pascua de Resurrección en nuestra sociedad en general, especialmente dentro de nuestras propias familias. En resumen, se nos ha animado a tener una celebración más elevada y santa de la Pascua de Resurrección. Me encanta la revelación continua sobre la Pascua y me complacen sus esfuerzos por hacer de la Pascua una vocación sagrada y santa. Además de la reunión sacramental el domingo de Pascua, otros ejemplos de actividades dignas incluyen devocionales de barrio y estaca, o actividades el domingo de Ramos y durante la Semana Santa. Estas celebraciones incluyen actividades con niños y jóvenes, así como coros interreligiosos. Otros han organizado casas abiertas del Cristo viviente para miembros y amigos, y han participado en eventos de Pascua comunitarios con múltiples denominaciones. Tales actividades reflejan las multitudes en Jerusalén, uniéndose para alabar al Salvador durante su entrada triunfal.

Los informes sobre sus respuestas a la invitación de la Primera Presidencia de adorar en familia para conmemorar esta festividad tan importante son impresionantes. Creo que la adoración en familia en torno a la Pascua ha mejorado notablemente. Hace dos años, hablé sobre nuestra determinación como familia de mejorar cómo honramos la Pascua. Admito que aún estamos trabajando en ello. Siempre hemos disfrutado de una comida especial el domingo de Pascua, de canastitas de Pascua y de una búsqueda de huevos de Pascua, y todavía lo hacemos. Sin embargo, el agregar a nuestra celebración una dimensión espiritual intencional centrada en Jesucristo y su expiación ha traído un dulce equilibrio a nuestra conmemoración de estos eventos tan sagrados.

Este año será nuestro tercer intento de hacer que la Pascua se centre en Cristo. Tal como la Natividad en Navidad, nuestra obra de teatro familiar de la Pascua incluye disfraces rudimentarios, lectura de pasajes del Nuevo Testamento y del Libro de Mormón, música, láminas sobre la Pascua, hojas de palma y un poco de caos. Para ser completamente sincero, cuando hijos y nietos leen y recitan las alabanzas del domingo de Ramos, “¡Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del Señor, ¡Hosanna en las alturas!”, y “Este es Jesús de Galilea”, parecen tan relevantes como lo es en la tierra “Paz, buena voluntad para con los hombres” en Navidad. Ahora tenemos variedad de decoraciones. En vez de tener exclusivamente conejitos y huevos de Pascua, ahora lo complementamos con el Christus e imágenes del sepulcro vacío, el Salvador resucitado en el huerto del sepulcro y la aparición del Salvador a los nefitas. También nos esforzamos por hacer de la Pascua una temporada en lugar de un solo día. Nos esforzamos por conversar, meditar y celebrar el Domingo de Ramos, el Viernes Santo y los acontecimientos sagrados que tuvieron lugar durante toda la Semana Santa.

La Pascua nos permite honrar tanto el sacrificio expiatorio de Jesucristo como su resurrección literal y gozosa. Sentimos pesar al imaginar el sufrimiento del Salvador en el jardín y en el Calvario, pero nuestro corazón se regocija al imaginar el sepulcro vacío y la proclamación celestial: “Ha resucitado”. Recientemente, la Primera Presidencia nos instó a esperar con anhelo la Pascua de resurrección de Jesucristo, el más glorioso de todos los mensajes a la humanidad, y resaltan la magnitud de esta época del año. Aunque parece haber una tendencia creciente entre varios teólogos cristianos a ver la resurrección en términos figurados y simbólicos, nosotros afirmamos nuestra doctrina de que la resurrección significa que todos los que han vivido resucitarán, y la resurrección es literal. Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados. Jesucristo rompió las ligaduras de la muerte por toda alma viviente. En verdad, asombro nos da la gracia que nos da Jesús. Aceptamos sus palabras de que “nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”.

Les declaró que, para los apóstoles, predicar el cristianismo significaba principalmente predicar la resurrección. La resurrección es el tema central de cada sermón cristiano que se encuentra en el Libro de Hechos. La resurrección y sus consecuencias fueron el evangelio, o las buenas nuevas, que trajeron los cristianos. Proclamó que hay una resurrección. No hay victoria para el sepulcro, y el aguijón de la muerte es consumido en Cristo.

Para concluir, testifico que todos los que acepten las invitaciones de nuestro profeta viviente y sus consejeros de conmemorar con mayor intención los acontecimientos sagrados que representa la Pascua de Resurrección, descubrirán que su vínculo con Jesucristo se fortalece aún más. Hace unos días, supe de una abuela que ensayó el relato de la Pascua con su nieto de 4 años utilizando réplicas en sí del sepulcro, la piedra que lo cubría, Jesús, María, los discípulos y el ángel. El pequeño observó y escuchó atentamente mientras su abuela relataba la sepultura, el cierre y la apertura del sepulcro, y la escena de la resurrección en el huerto, y más tarde, él repitió con cuidado el relato con sorprendente detalle a sus padres mientras él mismo movía las figuras. Después de ese dulce momento, le preguntaron si sabía por qué celebramos la Pascua, y levantando la vista, respondió con el razonamiento propio de un niño: “Porque Él vive”.

Agrego mi testimonio al suyo, al de ustedes y al de los ángeles y profetas de que Él ha resucitado y vive. De lo cual testifico en el nombre de Jesucristo. Amén.

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