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Doctrina y Convenios 45
5 – 11 mayo: “Se cumplirán las promesas”
En el temprano año de 1831, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días aún se hallaba en su infancia. Apenas habían pasado unos meses desde su organización formal en Fayette, Nueva York, en abril de 1830. El profeta José Smith, apenas en sus veinticinco años, ya estaba recibiendo revelaciones que establecían las bases doctrinales y organizativas del Reino de Dios en la tierra. En este tiempo, los miembros eran pocos, pero su fe era fuerte. Sin embargo, vivían en un mundo convulso, rodeado de rumores de guerras, tensiones políticas, y crisis sociales y religiosas.
En marzo de 1831, José Smith y otros líderes se encontraban en Kirtland, Ohio, que se estaba convirtiendo rápidamente en un nuevo centro de reunión para los santos. Allí, la Iglesia experimentaba un notable crecimiento, pero también enfrentaba desafíos serios. Había confusión doctrinal, influencias de movimientos carismáticos, y algunos miembros traían consigo ideas extremas sobre la Segunda Venida de Cristo y otros aspectos del Evangelio. En medio de estas circunstancias, muchos buscaban comprensión y guía sobre el futuro y el fin del mundo, algo que estaba profundamente presente en la mente de los creyentes de la época.
Fue en ese ambiente, en el 7 de marzo de 1831, que José Smith recibió la revelación que hoy conocemos como Doctrina y Convenios 45. Esta sección se presenta como una voz directa del Salvador Jesucristo, llamando a Su pueblo a escucharlo y confiar en Él. En ella, el Señor ofrece consuelo, afirmando que Él es el creador de todas las cosas y que vendrá otra vez con poder y gran gloria. Explica los eventos que precederán Su venida —muchos de los cuales reflejan las enseñanzas del discurso del monte de los Olivos en el Nuevo Testamento (Mateo 24)— y da instrucciones sobre el recogimiento de Israel y la construcción de la Nueva Jerusalén.
Además, esta sección señala que el Señor está comenzando a preparar a Su pueblo para recibir “la ley” (que sería revelada más adelante en Doctrina y Convenios 42) y establece un patrón para la revelación futura. También introduce temas que luego serían centrales, como el recogimiento de los santos, la protección divina en tiempos de tribulación y la restauración final del Evangelio en su plenitud.
Doctrina y Convenios 45:1–5
Jesucristo es mi Intercesor ante el Padre.
1. El Dios Creador se dirige a Su Iglesia (v. 1)
El versículo 1 comienza con un llamado solemne: “Escuchad… prestad oído”. Esta es una invitación reverente a los miembros de Su Iglesia —“a quien se ha dado el reino”— a que reciban con atención la voz divina. El que habla no es un mensajero más, sino el mismo Cristo, quien declara ser el Creador del cielo, de la tierra y de todo lo que “vive, se mueve y tiene ser”. Esta frase, tomada de Hechos 17:28, subraya la divinidad de Cristo y su papel como el Verbo Creador (véase Juan 1:1–3). No se trata solo de un profeta o redentor, sino del Dios mismo encarnado, quien tiene autoridad para hablar en nombre del cielo.
2. Cristo como el Portador de Nuestros Pecados (v. 2)
Jesús se identifica como “el que llevó los pecados del mundo sobre mí”, lo cual apunta directamente a Su función como el Cordero de Dios (véase Isaías 53:4–5; Mosíah 14; Juan 1:29). Aquí se resalta su sumisión perfecta a la voluntad del Padre, en un lenguaje que recuerda Su experiencia en Getsemaní y en la cruz. La expiación no fue simplemente un acto de sufrimiento, sino una obediencia voluntaria y sagrada que cumple el propósito divino desde el principio.
3. El Reconocimiento del Padre (v. 3)
Este versículo presenta un momento íntimo y glorioso entre el Padre y el Hijo: “en lo cual glorificaste al Padre y me tomaste en tu seno.” Aquí se alude al momento en que Cristo, habiendo terminado Su misión, es recibido nuevamente en la presencia del Padre. Este versículo tiene resonancia con la oración intercesora de Juan 17, donde Cristo ruega por Sus discípulos y expresa Su deseo de volver a la gloria que tuvo con el Padre “antes que el mundo fuese”. El “seno del Padre” implica aceptación plena, amor eterno y recompensa celestial.
4. La Promesa del Consolador (v. 4)
En respuesta a la reunión de los santos para recibir Su palabra, Cristo promete derramar el Consolador, es decir, el Espíritu Santo. Esta promesa tiene múltiples capas:
- Es una garantía de que no están solos,
- Que serán guiados a la verdad,
- Y que recibirán revelación “de todas las cosas que os sean convenientes”.
La obra del Espíritu Santo está inseparablemente ligada a la misión intercesora de Cristo. Él aboga por nosotros ante el Padre, y el Espíritu aboga por Cristo en nuestros corazones.
5. Cristo como Intercesor Compasivo (v. 5)
“Por razón de vuestras oraciones… os envío mis palabras… porque en vuestra salvación yo he trabajado.”
Aquí vemos la dimensión personal y activa del ministerio intercesor de Cristo. No es un Salvador lejano, sino uno que responde a nuestras oraciones, que habla según Su voluntad, y que trabaja por nuestra salvación. La frase “he trabajado” comunica esfuerzo, compasión, entrega continua. Cristo no solo sufrió por nosotros una vez en el pasado; sigue obrando en favor nuestro como nuestro Abogado con el Padre (véase 1 Juan 2:1).
Estos versículos revelan el papel del Salvador como mediador perfecto. Él intercede ante el Padre no solo con palabras, sino con Su sacrificio, con Su amor, con Su presencia glorificada. Como lo enseñó el presidente Russell M. Nelson, “Jesucristo es nuestro abogado. Él ruega por nosotros con el poder de Su expiación”.
Leer estos versículos me conmueve profundamente porque me recuerdan que no estoy solo en mis esfuerzos por acercarme a Dios. Cristo me conoce, me escucha y trabaja activamente por mi salvación. Él no es solo el Dios lejano de la creación; es el Amigo fiel, el Abogado compasivo, el Salvador que me llama a escucharle y confiar en Su gracia. Cuando oro, Él responde. Cuando me esfuerzo, Él intercede. Cuando caigo, Él me levanta.
| Versículo | Título | Descripción Doctrinal | Enseñanzas Clave |
| D. y C. 45:1 | Jesucristo, Creador de Todo | Cristo se presenta como el Creador del cielo, la tierra y de todo lo que “vive, se mueve y tiene ser” (Hechos 17:28; Juan 1:1–3). | No habla un mensajero cualquiera, sino el Dios encarnado. Él tiene autoridad divina. Nos llama a escucharle reverentemente. |
| D. y C. 45:2 | Portador de Nuestros Pecados | Se identifica como quien “llevó los pecados del mundo sobre sí”, cumpliendo Su función como el Cordero de Dios (Isaías 53; Mosíah 14; Juan 1:29). | La Expiación fue una obediencia sagrada, no solo sufrimiento. Es el cumplimiento amoroso del plan divino. |
| D. y C. 45:3 | Glorificado por el Padre | Cristo es recibido en el “seno del Padre”, glorificándole tras cumplir Su misión (cf. Juan 17). | Este acto simboliza aceptación, amor y recompensa eterna. Es una escena de regreso celestial que testifica la validez de Su sacrificio. |
| D. y C. 45:4 | Prometedor del Consolador | Promete enviar el Espíritu Santo como respuesta a la reunión de los santos y sus oraciones. | El Espíritu Santo es garantía de guía, revelación y consuelo. Cristo intercede ante el Padre; el Espíritu intercede en nuestros corazones. |
| D. y C. 45:5 | Intercesor Activo y Compasivo | Afirma: “En vuestra salvación yo he trabajado.” Cristo responde a nuestras oraciones, habla y actúa a favor nuestro. | Él no es un Salvador pasivo: trabaja constantemente, intercede con amor, nos levanta cuando caemos. Es Abogado con el Padre (1 Juan 2:1). |
¿Qué palabras o frases de estos versículos te parecieron especialmente significativas?
Una de las frases más significativas es: “porque en vuestra salvación yo he trabajado” (v. 5). Esta declaración me conmueve porque muestra que Jesucristo no solo sufrió por mí en el pasado, sino que continúa actuando a mi favor. También me impacta la frase: “a quien se ha dado el reino” (v. 1), que me recuerda mi identidad como miembro de la Iglesia de Jesucristo y mi parte en Su obra.
Según esos versículos, ¿de qué manera Jesucristo actúa como Intercesor por ti? ¿Qué lo califica para hacerlo?
Jesucristo intercede ante el Padre al presentar nuestras oraciones, nuestras luchas y nuestra fe imperfecta como motivos por los que Él trabaja por nuestra salvación (v. 5). Él habla a favor nuestro, no como un juez severo, sino como un Abogado amoroso que comprende nuestras debilidades.
Lo que lo califica para ser nuestro Intercesor es que llevó nuestros pecados sobre sí mismo (v. 2), glorificó al Padre y fue recibido en Su seno (v. 3), cumpliendo plenamente Su misión expiatoria.
¿Qué te llama la atención de las palabras del Salvador al Padre? (Versículos 4–5)
Me llama profundamente la atención el tono personal y compasivo que utiliza: “Padre, he aquí los de tu iglesia… en su favor hablo yo”. Estas palabras muestran que el Salvador conoce a cada uno de nosotros, presenta nuestras oraciones al Padre y intercede activamente. Además, me impresiona que Él no hable desde la distancia, sino como alguien que ha trabajado por nuestra salvación. Es un intercesor presente, no simbólico.
¿Qué enseñó el élder Dale G. Renlund sobre Jesucristo como nuestro Intercesor? ¿En qué se diferencia Su propósito del de Lucifer?
Según el élder Renlund, Jesucristo como Intercesor no busca quitarnos nuestra libertad, sino que nos defiende con amor y justicia, respetando nuestro albedrío.
En contraste, Lucifer quiso quitar el albedrío de los hombres para forzar la salvación y obtener la gloria para sí mismo (véase Moisés 4:1–4). El propósito del Salvador es llevarnos de regreso al Padre mediante Su gracia, sin forzarnos, deseando compartir Su gloria con nosotros. Esta diferencia es profunda y revela el carácter desinteresado, compasivo y justo de Jesucristo.
¿Qué frases o verdades encuentras en los siguientes pasajes que te ayudan a comprender mejor la función del Salvador como Intercesor?
| Pasaje | Frase o Verdad Significativa | Por qué es significativa para mí |
| 2 Nefi 2:8–9 | “Jesucristo… se interpone entre ellos y la justicia” | Me recuerda que solo mediante Su mediación puedo reconciliarme con Dios. |
| Mosíah 15:7–9 | “Cristo intercede por los hijos de los hombres” | Me da paz saber que tengo un Defensor personal ante el trono del cielo. |
| Moroni 7:27–28 | “Él aboga por los hijos de los hombres” | La palabra “aboga” me hace sentir esperanza y consuelo; Él me representa con misericordia. |
| Doctrina y Convenios 29:5 | “Yo soy el que intercede por los pecados del mundo” | Es una declaración poderosa de Su misión redentora. |
| Doctrina y Convenios 62:1 | “Yo, el Señor, estoy complacido con vuestras obras” y “vuestro Abogado” | El Señor no solo me perdona, sino que se complace en mis esfuerzos sinceros. |
Estos versículos y enseñanzas me hacen amar más al Salvador, porque no es solo un ejemplo o maestro, sino mi defensor constante. Su obra no terminó en la cruz: sigue intercediendo por mí, aún cuando yo no lo merezco plenamente. Me anima a orar con más fe, a arrepentirme con esperanza y a acercarme a Dios sabiendo que Jesucristo está de mi lado.
Doctrina y Convenios 45:9–10
El Evangelio es un estandarte a las naciones.
Al estudiar Doctrina y Convenios 45:9–10, aprendemos que el Evangelio y los convenios que hacemos con el Señor son un estandarte a las naciones, es decir, una señal visible, poderosa y unificadora para guiar y proteger a los hijos de Dios en los últimos días.
- Dios ha establecido un estandarte en los últimos días:
- Este estandarte es el Evangelio restaurado de Jesucristo.
- Es una señal para todas las naciones de que el Señor ha hablado nuevamente y está reuniendo a Su pueblo.
- Los convenios nos dan identidad y dirección:
- Ser parte del pueblo del convenio significa estar bajo Su protección.
- Los convenios nos separan del mundo, nos orientan hacia Sión y nos invitan a vivir con rectitud.
- Hay un sentido de urgencia y advertencia:
- Se han decretado juicios sobre las naciones.
- El mundo será sacudido, pero los justos hallarán refugio en Cristo.
| Enseñanza | Explicación |
| El Evangelio es un estandarte visible | El Evangelio señala la verdad, la rectitud y el camino hacia Dios en medio de un mundo caótico y confundido. |
| Dios llama a Su pueblo a reunirse en unidad | El estandarte no solo es individual; también es colectivo. Se nos llama a edificar Sión y reunirnos espiritualmente como discípulos. |
| Cristo es nuestro refugio seguro | A pesar de la ira y los juicios del mundo, aquellos que hacen y guardan convenios hallarán amparo bajo Su cuidado. |
| La fidelidad a los convenios es una señal para los demás | Nuestra manera de vivir —en rectitud, fe y obediencia— puede ser una luz que guíe a otros hacia Cristo. |
Mis convenios me han dado dirección en momentos de incertidumbre, protección en tiempos de dificultad, y poder espiritual para resistir las pruebas del mundo. Cuando vivo conforme a ellos, soy un testigo viviente del Evangelio, y mi vida se convierte en una invitación a otros a acercarse a Cristo.
Doctrina y Convenios 45:11–75
Jesucristo regresará en gloria.
En Doctrina y Convenios 45:11–75, el Señor revela con gran poder y claridad cómo será Su glorioso regreso a la tierra. Esta revelación es tanto una advertencia como una promesa, pues describe eventos difíciles y perturbadores, pero también ofrece consuelo, esperanza y dirección a los fieles que se preparen para recibirlo.
La Segunda Venida de Jesucristo será un acontecimiento real, majestuoso y universal. Él vendrá con gran poder y gloria, y toda rodilla se doblará ante Él. No será un evento oculto o simbólico, sino una manifestación abierta y visible de Su divinidad. Esta verdad me impulsa a prepararme no con temor, sino con fe y expectativa, sabiendo que mi Salvador cumplirá Su promesa de volver.
El Señor también advierte que, antes de Su venida, habrá gran tribulación en el mundo: guerras, terremotos, pestes, hambre y confusión espiritual. El amor de muchos se enfriará, y la maldad se multiplicará. Sin embargo, en medio de toda esa oscuridad, el Evangelio resplandecerá como una luz entre los que estén dispuestos a recibirlo. A través de esta luz, el Señor está levantando un estandarte —una señal visible de salvación— para reunir a Su pueblo en unidad y fe.
Me conmueve saber que Cristo no ha dejado solos a Sus discípulos. Él promete que los justos serán preservados, fortalecidos y reunidos en lugares santos. Serán guiados por el poder del Espíritu y hallarán refugio bajo Su protección. Aprendo que al guardar mis convenios, vivir en rectitud y permanecer firme en la fe, puedo ser parte de ese pueblo preparado y protegido.
Esta revelación también me enseña que la preparación para la Segunda Venida no es solo externa, sino profundamente espiritual. Debo velar, orar siempre, arrepentirme constantemente y esforzarme por ser digno de recibir al Señor. Él me invita a construir Sión en mi corazón y en mi entorno, a ser parte de Su obra de redención, y a no dejarme vencer por la frialdad o la apatía del mundo.
Finalmente, lo que más me llena de esperanza es saber que Cristo vendrá no solo como Juez, sino como Redentor, Abogado y Rey. Él vendrá a reinar entre Su pueblo, y aquellos que hayan sido fieles no serán confundidos. En medio del caos y la destrucción, los fieles hallarán paz, porque su fundamento estará sobre la roca de su Redentor.
| “Profecía o promesa” | “Lo que yo puedo hacer” |
| “Una luz (el Evangelio) resplandecerá entre los que se asientan en tinieblas (v. 28)” | “Recibir la luz y compartirla (v. 29)” |
| “Habrá grandes terremotos, pestes, hambre y señales aterradoras (v. 33)” | “Prepararme física y espiritualmente, confiar en Dios y no temer” |
| “El amor de los hombres se enfriará y habrá iniquidad (v. 27)” | “Permanecer fiel, cultivar amor cristiano y servir a los demás” |
| “El Evangelio será predicado a toda nación (v. 28)” | “Participar en la obra misional y apoyar la predicación del Evangelio” |
| “El Señor vendrá con poder y gran gloria (v. 44)” | “Vivir dignamente, arrepentirme y guardar convenios para estar preparado” |
| “Los justos serán reunidos y no serán confundidos (v. 57)” | “Ser obediente, estar en lugares santos y fortalecer mi testimonio” |
| “El Señor se parará sobre el Monte de los Olivos y será reconocido (v. 48)” | “Aprender sobre las señales y testificar de Cristo” |
| “Los santos serán arrebatados a recibir al Señor (v. 45–46)” | “Velar, orar siempre y vivir en santidad para estar listos” |
| “Los enemigos del pueblo del Señor serán confundidos (v. 50)” | “Confiar en la protección divina y no temer a la oposición” |
| “El Señor mostrará grandes señales y maravillas para manifestar Su venida (v. 40)” | “Estar atento a las señales de los tiempos y mantenerme espiritualmente alerta” |
| “Los justos serán preservados como por fuego (v. 32)” | “Ser justo en mis decisiones, seguir al Espíritu y mantenerme puro” |
| “Se dará poder a los discípulos para resistir el mal (v. 32)” | “Buscar fortaleza espiritual mediante la oración y las escrituras” |
| “La Nueva Jerusalén será edificada y será un lugar de paz (v. 66–67)” | “Contribuir a edificar Sión en mi corazón, hogar y comunidad” |
| “Los que no quieran la paz serán destruidos (v. 68)” | “Fomentar la paz en mi entorno y rechazar la contención” |
| “El Señor establecerá Su reino y reinará entre los santos (v. 59)” | “Aceptar el gobierno de Cristo en mi vida y someterme a Su voluntad” |
| “Los muertos resucitarán al sonido de la trompeta (v. 45–46)” | “Vivir con esperanza en la resurrección y consolar a los que sufren pérdidas” |
Doctrina y Convenios 45:31–32, 56–57
Puedo “esta[r] en lugares santos” y no ser movido.
¿Qué aprendes en D. y C. 45:31–32, 56–57 sobre cómo prepararte para la venida del Señor?
Aprendo que la preparación para la Segunda Venida no es algo que pueda dejarse para el último momento. En los versículos 31–32, el Señor advierte que vendrán conflictos, angustia y confusión entre las naciones, y que Su pueblo debe estar preparado para “no ser movido”. Esta estabilidad espiritual viene de estar en “lugares santos” y no salir de ellos.
En los versículos 56–57, el Señor se refiere a los sabios como “los que han recibido la verdad, y han tomado el Espíritu Santo por guía, y no han sido engañados”. Prepararse, entonces, significa llenarse de verdad, seguir al Espíritu y vivir con discernimiento en un mundo cada vez más confuso y dividido. El aceite de nuestras lámparas —como en la parábola de las diez vírgenes— es nuestra conversión personal, y esa no se puede “prestar” ni transferir.
¿Cuáles son tus “lugares santos”?
Mis lugares santos incluyen:
- El templo, donde hago convenios sagrados con Dios.
- Mi hogar, cuando está lleno de oración, amor y estudio de las Escrituras.
- La Iglesia, cuando me reúno con otros creyentes para adorar.
- Mi corazón y mi mente, cuando mantengo pensamientos puros y busco la presencia del Espíritu.
Un lugar santo no es solo físico: es todo espacio donde el Espíritu pueda habitar y dirigir mi vida. Puedo crear lugares santos a diario al elegir lo que escucho, veo, pienso y con quién me rodeo.
¿Qué significa “no se[r] movid[o]”?
Significa permanecer firme en la fe, sin dejarse arrastrar por la confusión, la iniquidad o el miedo que reinará en los últimos días. Es estar anclado en Cristo, de tal forma que ni las tribulaciones externas ni las dudas internas puedan sacudir nuestra esperanza.
“No ser movido” implica constancia espiritual, incluso cuando todo alrededor parezca inestable. Es el fruto de una vida centrada en el Salvador, sostenida por el Espíritu y fortalecida por la verdad.
¿Cómo puedes hacer más santo el lugar donde estás?
Puedo hacerlo:
- Orando con más sinceridad y frecuencia.
- Estudiando y aplicando las Escrituras cada día.
- Escuchando música edificante, evitando lo vulgar o negativo.
- Siendo más bondadoso y paciente con mi familia.
- Tomando decisiones conscientes sobre lo que dejo entrar a mi mente y corazón.
Convertir un lugar común en un “lugar santo” no depende del espacio físico sino de la presencia espiritual que yo cultive allí.
¿Qué nuevas perspectivas obtienes al leer Mateo 25:1–13 con Doctrina y Convenios 45 en mente?
La parábola de las diez vírgenes cobra un nuevo significado cuando entendemos que el aceite representa la verdad recibida y la guía del Espíritu Santo (D. y C. 45:57). No se trata solo de estar en la puerta esperando al Señor, sino de estar espiritualmente preparados con reservas personales de fe, obediencia y revelación.
Observo que:
- El momento para prepararse es ahora, no cuando las señales comienzan a cumplirse.
- No puedo depender de la preparación de otros; cada uno debe tener su propia lámpara llena.
- El aceite se obtiene de manera progresiva, a través de decisiones diarias de fidelidad.
- Aquellos que han tomado el Espíritu como guía no serán engañados, incluso cuando el mundo se oscurezca.
El Señor me llama a estar en lugares santos y a no ser movido. Me invita a llenar mi lámpara con verdad, a dejar que el Espíritu me guíe y a permanecer firme. La preparación no es una reacción al miedo, sino una demostración de fe y amor por Aquel que vendrá.
Doctrina y Convenios 45:11–15, 66–71
Sion es un lugar de seguridad para los santos de Dios.
¿Qué aprendo sobre Sion —tanto en la época de Enoc como en los últimos días— en D. y C. 45:11–15, 66–71?
Estos versículos nos revelan que Sion es mucho más que una ciudad física; es un modelo celestial de sociedad, un pueblo “de un solo corazón y una sola alma” (Moisés 7:18), donde reina la rectitud y el Señor habita entre Su pueblo.
En los versículos 11–15, el Señor nos recuerda la historia de Enoc y su pueblo, que fue tan justo que fue trasladado al cielo. Este relato no es una leyenda simbólica: es un testimonio de que una sociedad justa y santa sí es posible. El Señor nos da este ejemplo para que creamos en la promesa de que Sion puede y debe establecerse de nuevo en los últimos días.
En los versículos 66–71, se describe la Sion futura como un lugar literal de refugio y seguridad, donde “el temor del Señor estará sobre todo el pueblo” y “los inicuos no vendrán” porque “el poder del Señor estará allí”. Esto me enseña que la protección de Sion no vendrá solo de murallas físicas, sino del poder espiritual que emana de su justicia.
El mandamiento de establecer Sion no es solo construir una ciudad geográfica, sino formar una comunidad celestial en la tierra, un pueblo que vive los principios del Reino de Dios en todos los aspectos: fe, justicia, consagración, servicio y unidad.
¿Qué puedo hacer para ayudar a edificar Sion dondequiera que viva?
Establecer Sion hoy es vivir los principios de Sion en mi vida personal, en mi hogar y en mi comunidad. Puedo contribuir a esa obra de las siguientes maneras:
- Viviendo en rectitud: Obedecer los mandamientos y arrepentirme constantemente crea un corazón limpio, base de toda Sion.
- Uniéndome espiritualmente con otros: Fomentar la unidad y eliminar contiendas en mi familia, barrio o comunidad es crear un “solo corazón”.
- Siendo generoso y compasivo: El pueblo de Sion “no había pobres entre ellos”; puedo compartir mis recursos, tiempo y amor con los necesitados.
- Edificando mi hogar como un lugar santo: Donde se ore, se estudien las Escrituras y reine el Espíritu, se está construyendo Sion en miniatura.
- Sosteniendo a los líderes del Reino de Dios: Al apoyar al profeta y seguir la guía revelada, contribuyo al crecimiento del Reino de Dios en la tierra.
No necesito mudarme a un lugar especial para vivir en Sion. Cada decisión que tomo por la rectitud, cada acto de servicio y cada relación santificada con el prójimo son ladrillos en la edificación de esa ciudad santa. Sion comienza en el corazón, y luego se extiende a todo lo que me rodea.
La Sion de Enoc no es solo un recuerdo glorioso; es una invitación activa del Señor a construir un mundo donde Él pueda morar con nosotros. Al vivir de acuerdo con el Evangelio y hacer convenios con fidelidad, me convierto en parte de esa Sion moderna, un refugio de paz en un mundo inestable. Dios todavía llama a Su pueblo a edificar Sion. La pregunta no es si sucederá, sino si yo formaré parte de ella.
| “Aspecto de Sion” | “Qué aprendo” | Comentario |
| “La Sion de Enoc (D. y C. 45:11–15)” | “El Señor preservó un registro de Enoc y su pueblo justo para fortalecernos en los últimos días. Aprendo que Sion fue una ciudad tan recta que fue llevada al cielo, y que esta historia está destinada a inspirar fe y esperanza en que también nosotros podemos edificar una comunidad justa.” | “La historia de Enoc no es una idealización irreal, sino una promesa viva. Dios quiere que sepamos que una sociedad de paz, unidad y santidad sí es posible si seguimos Sus mandamientos y buscamos Su gloria. Sion es tanto un ideal como un plan divino que puede concretarse entre Su pueblo fiel.” |
| “La Sion de los últimos días (D. y C. 45:66–71)” | “La Sion de los últimos días será un refugio espiritual y físico contra la confusión del mundo. Será un lugar de seguridad, donde el temor del Señor protegerá a Sus santos, y donde los inicuos no podrán morar. Será construida por aquellos que huyan del mundo y se unan en rectitud.” | “Sion será un lugar literalmente seguro, pero también representa una condición espiritual. Aquellos que buscan al Señor y se esfuerzan por vivir Sus leyes serán guiados hacia ella. La Sion futura será habitada por los que han elegido la paz, la santidad y el Señor como su Rey.” |
| “Mandato actual de establecer Sion” | “Aunque la ciudad de Sion aún no ha sido construida, el mandato de establecer Sion es vigente. Esto significa que debo trabajar para establecer el Reino de Dios dondequiera que viva, creando ambientes de fe, amor y obediencia.” | “El Señor espera que Su pueblo no solo espere la Segunda Venida, sino que prepare activamente el mundo para ella. Cada hogar justo, cada acto de servicio, cada reunión en la Iglesia con espíritu de unidad y amor es una piedra en la edificación de Sion.” |
| “Mi rol personal en edificar Sion” | “Yo puedo edificar Sion comenzando por mi vida personal. Si vivo con rectitud, comparto el Evangelio, sirvo a los demás, y hago de mi hogar un lugar santo, estoy ayudando a construir Sion desde adentro hacia afuera.” | “Edificar Sion no requiere grandes hazañas, sino fidelidad constante. Donde hay fe, humildad y amor verdadero, allí florece Sion. Al elegir la obediencia diaria, me convierto en ciudadano de esa ciudad prometida, y mi influencia puede extender la luz de Sion a otros.” |
Comentario final
Doctrina y Convenios 45 es una de las revelaciones más majestuosas y conmovedoras sobre Jesucristo en los últimos días. A través de ella, he sentido la voz viva del Salvador no solo como testigo de Su divinidad, sino como un recordatorio íntimo de que Él sigue obrando en favor nuestro. Me impacta profundamente que Cristo no sea solo nuestro Redentor pasado, sino también nuestro Intercesor presente y nuestro Rey futuro. Él no solo vino una vez, sino que vendrá otra vez, y Su invitación es clara: «Escuchad y prestad oído».
Leer esta sección me ha llenado de consuelo, esperanza y urgencia. La promesa de Su regreso glorioso no es motivo de temor para los fieles, sino de gozo y determinación. En medio de un mundo convulsionado por guerras, confusión y maldad, el Evangelio restaurado se alza como un estandarte a las naciones, y los convenios que hago con Dios son mi refugio, mi identidad, y mi poder espiritual para no ser movido.
Siento en lo profundo de mi corazón que Cristo vive, que Él dirige Su Iglesia, y que nos prepara personalmente para Su venida. Sé que Él escucha nuestras oraciones, intercede por nosotros con amor perfecto, y derrama el Espíritu Santo para guiarnos en cada paso. Su sacrificio no fue un acto aislado en la historia: sigue siendo la fuerza viva que nos redime, nos transforma y nos acompaña.
Doy testimonio de que Sion es real. No es un mito antiguo ni una ciudad simbólica: es un proyecto divino al que estamos todos invitados a participar. Al vivir con rectitud, al construir hogares de fe, y al amar como Él ama, podemos edificar Sion aquí y ahora. Sé que si permanecemos en lugares santos, tanto espirituales como físicos, y si tomamos al Espíritu como nuestro guía, no seremos confundidos, sino preservados por el poder del Señor.
Testifico con humildad y firmeza que Jesucristo es mi Salvador, mi Abogado, mi esperanza. Él vendrá otra vez con gloria, y si yo soy fiel, me encontrará preparado. Mi mayor deseo es ser parte de ese pueblo redimido, unido en corazón y propósito, que recibirá al Señor con gozo cuando Él venga a reinar en paz.
Un análisis de Doctrina y Convenios 45
Discusiones sobre Doctrina y Convenios El Gran Día del Señor D. y C. 43-45
Señales de los tiempos – por Bruce R. McConkie – De Doctrina Mormona
La Segunda Venida de Cristo – Preguntas y Respuestas – Robert L. Millet

























