PARTE II
La Traducción de José Smith
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La Traducción de José Smith:
Qué es, por qué y cómo
En este capítulo analizaremos qué es la Traducción de José Smith, por qué fue necesaria tal traducción, cómo añade al registro bíblico y lo aclara, y cómo fue realizada. Al tratar este último punto —cómo se llevó a cabo la traducción— consideraremos el tipo de actitud hacia el aprendizaje que hizo a José Smith capaz de realizar la traducción, una actitud que considero que cada uno de nosotros debería tener para beneficiarnos de ella.
Cada uno de nosotros necesita adquirir conocimiento espiritual —la mayor cantidad posible—, y creo que la Traducción de José Smith puede ayudarnos de más de una manera en esa búsqueda. Es decir, podemos beneficiarnos no solo al comparar versículos y textos de esta traducción con los de la Biblia del Rey Santiago, sino también al prestar atención al mensaje más profundo que se nos transmite por el hecho mismo de que existe una Traducción de José Smith. Esta traducción es una ilustración del verdadero aprendizaje espiritual, de cómo el Señor enseña a sus hijos. El Señor simplemente pudo haber entregado a José Smith una mejor traducción de la Biblia, una traducción al inglés del Libro de Mormón, etc.; pero no lo hizo. Requirió que el Profeta se esforzara y resolviera todas estas cosas por sí mismo. Por supuesto, sin la ayuda del Señor nada de esto podría haberse hecho, pero no debemos pasar por alto el papel que desempeñó José Smith como hombre en el proceso de la traducción. ¿Puede alguno de nosotros obtener crecimiento espiritual sin lucha? Parece haber una ley en el plan de salvación para la humanidad que establece que una persona debe hacer por sí misma todo lo que pueda hacer.
Antecedentes históricos
En junio de 1830, el Profeta José Smith, asistido por Oliver Cowdery como su escriba, comenzó lo que llamaron una «nueva traducción» de la Biblia. José Smith tenía veinticuatro años de edad. Oliver tenía veintitrés. Su educación formal era escasa. No tenían conocimientos de griego, hebreo ni arameo, y no disponían de manuscritos antiguos. Sin embargo, habían recibido una excelente preparación espiritual y experiencias que los calificaban para este tipo de obra.
Después de servir algunos meses como escriba para la nueva traducción de la Biblia, Oliver fue llamado a otras responsabilidades y fue sucedido como escriba por John Whitmer en octubre y Sidney Rigdon en diciembre. El trabajo en la nueva traducción se llevó a cabo con vigor desde junio de 1830 hasta julio de 1833, momento en el cual se había completado la traducción inicial del Antiguo y el Nuevo Testamento. A partir de entonces, el Profeta y sus escribas —por lo general Sidney Rigdon y Frederick G. Williams, es decir, la Primera Presidencia— revisaron y corrigieron el manuscrito, preparándolo para su publicación. En el proceso de revisión se recibieron revelaciones adicionales sobre algunos puntos más allá de lo que se había hecho la primera vez. Esto es significativo, porque ilustra el principio de aprender las cosas espirituales línea por línea.
Hubo al menos tres intentos importantes de publicar la traducción bíblica de José Smith. El primero fue en Misuri, pero la imprenta fue destruida por una turba antes de que el proyecto siquiera comenzara. El segundo intento fue en Kirtland, y el tercero en Nauvoo. Estos dos últimos fracasaron por falta de dinero y tiempo. La publicación de la nueva traducción de la Biblia era una empresa significativa que el Profeta estaba tratando de realizar en Nauvoo en el momento de su muerte en 1844. (Véase la discusión detallada en el capítulo 10 de este libro.)
A la muerte de José Smith, el manuscrito de su traducción de la Biblia pasó a ser propiedad de su viuda, Emma Smith, y más adelante se convirtió en propiedad de la Iglesia Reorganizada de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. A partir de 1867, dicha organización publicó varias ediciones de la Traducción de José Smith y actualmente posee los derechos legales de autor. He examinado detenidamente el manuscrito original, comparando cada palabra con su contraparte publicada, y considero que las ediciones impresas por la Iglesia RLDS son representaciones correctas y cuidadosas de la obra del Profeta.
Ahora bien, me parece que la Iglesia podría haber tenido la Traducción de José Smith en forma publicada desde los años 1830 o 1840, pero, al parecer, los miembros no la desearon con suficiente intensidad como para hacer los sacrificios necesarios para su publicación. Pienso que simplemente no apreciaron plenamente el valor de esta obra. En nuestra época, he escuchado a algunos miembros de la Iglesia decir: “Si el Señor hubiera querido que la Iglesia tuviera la Versión Inspirada, se habría encargado de ello, y no habría permitido que el Profeta muriera sin publicarla”. Ese no es un razonamiento válido. Si ese tipo de pensamiento prevaleciera, también tendríamos que decir que el Señor realmente no quería que los hijos de Israel tuvieran las cosas contenidas en el primer juego de tablas; que no quería que tuviéramos la fecha de la Primera Visión o de la restauración del Sacerdocio de Melquisedec; que no quería que tuviéramos las 116 páginas manuscritas de la traducción del Libro de Mormón; que no quería que los Santos permanecieran en Misuri; que no quería que se construyera la Nueva Jerusalén, y así sucesivamente.
Principalmente debido al descuido de los primeros Santos, podríamos decir que la Iglesia perdió la nueva traducción, pero ahora parte de ella vuelve a estar disponible para nosotros en la edición de 1979 de la Biblia del Rey Santiago publicada por la Iglesia SUD; además, tenemos acceso razonable al manuscrito original. Parece que ahora se nos ha dado una segunda oportunidad. Paul Cheesman, un antiguo colega mío, me dijo un día: “Creo que el Señor nos ha dado la Traducción de José Smith para ver qué haremos con ella”. Estoy de acuerdo con él. Pienso que el Señor nos ha dado el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios, el sacerdocio y todo lo demás sobre la misma base. Espiritualmente, no podemos darnos el lujo de descuidar de nuevo la traducción bíblica del Profeta. Ciertos principios enseñados por Jesús —principios que discutiremos más adelante en este capítulo— parecen aplicarse aquí: una luz no se enciende para ponerla debajo de un almud; si no continuamos recibiendo la luz y la verdad que el Señor nos ofrece, podríamos perder lo que tenemos.
Aún hay muchas cosas por hacer en esta dispensación: se debe establecer Sion, se debe construir la Nueva Jerusalén, se debe reunir a Israel, y así por el estilo. Muchas de estas cosas comenzaron durante los primeros días de la Iglesia restaurada, pero sufrieron retrasos porque el pueblo no estaba preparado. Hoy parece que en la Iglesia nos estamos preparando nuevamente para avanzar con mayor firmeza. Creo que no es por accidente que ahora también tengamos acceso oficial a la Traducción de José Smith.
Por qué se necesitaba una nueva traducción
Se necesitaba una nueva traducción de la Biblia porque la información necesaria para el establecimiento y el bienestar de la Iglesia restaurada no se encontraba en ninguna de las traducciones disponibles de la Biblia; la nueva traducción fue el medio que el Señor utilizó para revelar esa información. Todas las demás traducciones de la Biblia eran insuficientes, y no existían manuscritos originales de ese registro sagrado a partir de los cuales se pudiera hacer una traducción adecuada con toda la información necesaria. El problema fundamental de la Biblia no es un problema de lenguaje; tampoco es que falten eruditos capaces de leer un manuscrito antiguo. El problema es la ausencia de un manuscrito adecuado. El conocimiento que se necesitaba simplemente no se encontraba en ningún documento conocido.
En 1 Nefi 13 y 14 leemos que muchas cosas claras y preciosas han sido quitadas de la Biblia por personas que deliberadamente deseaban debilitar su mensaje. Por lo tanto, ningún grado de erudición, sin un manuscrito adecuado o una nueva revelación, podría recuperar el material perdido. El Señor eligió restaurar esa información por medio de José Smith, dando al profeta de los últimos días revelación tras revelación para devolver muchas de las cosas que fueron quitadas de la Biblia o que se perdieron antes de su compilación.
El enfoque del Profeta hacia la nueva traducción
El proceso de traducción fue una experiencia de aprendizaje para José Smith. Aprendió cosas nuevas al leer la Biblia y al recibir la inspiración del Señor en respuesta a su estudio. Fue un proceso de investigación. Requirió esfuerzo, oración, energía, deseo y seria contemplación. Si no hubiera estado dispuesto a cumplir con estos requisitos, no habría obtenido la visión ni recibido la revelación, y ninguno de nosotros habría tenido el beneficio de una nueva traducción.
En muchos pasajes de Doctrina y Convenios leemos el consejo del Señor de pedir, buscar y llamar. Algunas de estas instancias se relacionan con la labor del Profeta en la traducción de la Biblia, como lo indica claramente el contexto de los pasajes; por ejemplo, Doctrina y Convenios 42:56 dice: “Pedirás, y mis Escrituras te serán dadas como lo he dispuesto”. (Sobre el principio de pedir, véase también D. y C. 4:7; 6:6; 29:33; 42:61; 132:1.)
Una cosa es clara: no hay revelación sin un estudiante. A menos que una persona sea un buscador, no es probable que reciba una revelación, ya sea el Presidente de la Iglesia o cualquier otra persona. Cuando el Señor nos dijo que pidiéramos, buscáramos y llamáramos, nos estaba invitando a ponernos en marcha y a prepararnos, a comparar y a reflexionar.
A medida que los miembros de la Iglesia procuran obtener más conocimiento espiritual, no tienen que conformarse con las limitaciones inherentes de una traducción protestante, católica o judía de la Biblia derivada de un manuscrito inadecuado. Tienen acceso a la mejor Biblia disponible: la Traducción de José Smith.
Un pasaje de la Traducción de José Smith del Evangelio de Marcos ilustra el proceso de aprendizaje espiritual que hemos estado analizando. Según este pasaje, los discípulos preguntaron a Jesús sobre la parábola del sembrador; su respuesta incluyó el concepto de que las parábolas ocultan la verdad a los que no están preparados, pero también enfatizó la idea de que el conocimiento engendra más conocimiento: “Y él les dijo: ¿Se trae la luz para ponerla debajo del almud, o debajo de la cama, y no para ponerla en el candelero? Os digo que no… Prestad atención a lo que oís; con la medida con que medís, os será medido; y a los que continúan recibiendo, se les dará más; porque al que recibe, le será dado; pero al que no continúa recibiendo, aun lo que tiene le será quitado.” (TJS, Marcos 4:9–11, 18–20, cursiva añadida). El espíritu ansía el conocimiento como el cuerpo ansía alimento, y quien busque sinceramente satisfacer esas ansias espirituales hallará un banquete abundante en la mesa del Señor, todo basado en la disposición de la persona para recibir.
Necesitamos seguir aprendiendo para mantenernos espiritualmente edificados. Lo que nos fortaleció ayer puede no ser suficiente mañana para conservar el mismo nivel de espiritualidad; necesitaremos más conocimiento, nuevas percepciones, nuevos puntos de vista y nuevas experiencias de aprendizaje.
Estudiar la Traducción de José Smith
Me parece que una persona puede abordar el estudio de la Traducción de José Smith en al menos tres niveles distintos. El primer y más sencillo nivel consiste simplemente en encontrar los versículos en el texto de la Traducción de José Smith que difieren de los de la versión del Rey Santiago. El segundo nivel es descubrir el significado doctrinal o informativo de esos pasajes. El tercer nivel de estudio es un poco más sutil pero con frecuencia sumamente instructivo: consiste en observar cómo se logra el cambio en el texto, es decir, el estilo literario. Al examinar un cambio en particular, la persona puede hacerse las siguientes preguntas: (1) ¿Aparece el cambio como un comentario inspirado intercalado por José Smith? (2) ¿Se presenta como parte de la narrativa del autor bíblico? o (3) ¿Se presenta como una cita directa, del tipo que llevaría comillas si tales se usaran en la Biblia? A veces surgen implicaciones interesantes cuando consideramos no solo el contenido del nuevo material, sino también la forma literaria en que dicho material aparece y—en el caso de una cita directa—la persona a quien se atribuyen las palabras. Existe una gran diferencia, no solo en estilo sino también en significado, entre la primera y la tercera persona, y entre el diálogo y la simple narrativa. Nótese, por ejemplo, que en la versión del Rey Santiago el relato de la Creación se presenta en tercera persona, con Moisés contando la historia de lo que el Señor hizo: “En el principio creó Dios…” y así sucesivamente. En cambio, la Traducción de José Smith presenta el relato en primera persona, con el Señor contando la historia Él mismo: “Yo, Dios”, hice esto o aquello. Muchos de estos cambios ocurren a lo largo de la Traducción de José Smith y enriquecen el registro al tiempo que revelan la naturaleza restauradora de lo que José Smith estaba haciendo.
Pasemos ahora a observar de forma específica algunas de las cosas que la Traducción de José Smith tiene para ofrecernos como estudiantes del Evangelio.
Una introducción al libro de Génesis
En la nueva traducción, hay todo un capítulo de información anterior al comienzo del libro de Génesis. Lo conocemos como Moisés 1, pero forma parte de la Traducción de José Smith. Relata algunas visiones que fueron dadas a Moisés antes de escribir el Génesis. Por lo tanto, podríamos decir que así como el Génesis sirve de introducción a todo lo que sigue en la Biblia, estas visiones registradas en la nueva traducción sirven de introducción al Génesis.
Este material introductorio es fundamental para nuestra comprensión de la misión y los escritos de Moisés, del registro bíblico en su totalidad, y de los propósitos de Dios en relación con la humanidad y esta tierra. De especial relevancia aquí es la maravillosa declaración del Señor: “Esta es mi obra y mi gloria: llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39). La Traducción de José Smith nos proporciona así una perspectiva preciosa sobre el plan eterno de Dios. Otras escrituras (DyC 88:17–23; 1 Nefi 17:36; Abraham 3:23) completan el concepto de que la tierra es un hogar para la humanidad—que no es solo un laboratorio mortal y campo de entrenamiento, sino también un hogar eterno. Y todo esto remite al gran capítulo introductorio en la Traducción de José Smith del Génesis (véase una discusión más detallada en el capítulo 8 de este libro).
La creación espiritual, la física y la temporal
Encontramos en la Traducción de José Smith una explicación del proceso creativo, que muestra que la vida tal como la conocemos—la mortalidad—es la culminación de un proceso de tres etapas (véase TJS, Gén. 1–5; Moisés 2–5). Aprendemos que todas las cosas fueron creadas primero como espíritus, y que esto se hizo en el cielo. Luego, todas las cosas—hombres, animales y plantas—fueron creadas en la tierra como seres físicos, con cuerpos tangibles, pero en una condición en la cual aún no estaban sujetos al pecado ni a la muerte. Como tercera etapa del proceso, estos seres físicos pasaron por otro cambio esencial y se volvieron mortales, un cambio que ocurrió cuando Adán y Eva, estando en el Jardín de Edén, comieron del árbol del conocimiento del bien y del mal. Adán y Eva eran físicos en su naturaleza mientras estaban en el jardín, pero no fueron mortales hasta que comieron del fruto prohibido. Este proceso de tres etapas, delineado tan claramente en la Traducción de José Smith, apenas se insinúa en cualquier otra versión de la Biblia.
Origen del sacrificio animal
La versión del Rey Santiago nos dice que, después de que Adán y Eva fueron expulsados del jardín, tuvieron hijos, y que sus hijos Caín y Abel ofrecieron sacrificios a Dios. La versión del Rey Santiago informa lo que se hizo, pero no nos dice por qué. En cambio, en la Traducción de José Smith leemos que, si no hubieran llegado a ser mortales, Adán y Eva no habrían tenido hijos (Moisés 5:10–11). Además, la nueva traducción nos dice que el sacrificio animal fue revelado desde el cielo como una ordenanza especial—que debía realizarse de una manera específica—como una semejanza del sacrificio del Hijo de Dios (Moisés 5:7–8). Por lo tanto, la versión del Rey Santiago informa que hubo sacrificio; la Traducción de José Smith nos dice por qué.
Además, aprendemos por medio de la Traducción de José Smith que, después de que Adán y Eva fueron expulsados del Jardín de Edén y llegaron a ser mortales, se les dio revelación sobre cómo vivir para poder recibir la redención del pecado y la muerte: se les enseñó sobre la misión de Jesucristo. Otras versiones de la Biblia apenas mencionan estos temas. En casos como este, la Traducción de José Smith no solo nos dice por qué ocurrieron ciertas cosas en la antigüedad, sino que también actúa como nuestra mejor—o incluso única—fuente sobre lo que se hizo en aquellos días primitivos.
Enoc y Melquisedec
Dos de los más grandes patriarcas antiguos fueron Enoc y Melquisedec. En nuestra Biblia actual, Enoc y Melquisedec están casi totalmente ignorados. Se dice muy poco sobre cualquiera de los dos. En tres minutos podrías leer todo lo que la versión del Rey Santiago dice sobre ellos.
Enoc y Melquisedec son figuras importantes en el mormonismo, y es por medio de la Traducción de José Smith que la mayoría de lo que sabemos sobre estos dos patriarcas nos ha sido revelado.
Credenciales de los patriarcas
La Traducción de José Smith nos proporciona las credenciales de los patriarcas antiguos; es decir, declara que fueron llamados por Dios, ordenados al sacerdocio y que se dedicaron a predicar el evangelio de Jesucristo. En la mayoría de los casos, la versión del Rey Santiago no dice nada al respecto. Al proporcionar estos detalles, la Traducción de José Smith aporta continuidad y coherencia al relato de Génesis sobre estos patriarcas antiguos que no se encuentra en ninguna otra versión de la Biblia.
El convenio con Abraham
En la versión del Rey Santiago queda relativamente claro que el Señor hizo un convenio con Abraham, dándole a él y a su posteridad ciertas responsabilidades. La Traducción de José Smith añade una dimensión a todo esto que no se encuentra en ninguna otra versión de la Biblia. Gracias a la traducción del Profeta, aprendemos que se hizo un convenio con Enoc, que luego fue transmitido a Noé, luego a Melquisedec, y luego a Abraham. En el caso de cada uno de estos hombres, la Traducción de José Smith menciona que el patriarca recibió el mismo convenio que Dios hizo con Enoc. (Véase TJS, Gén. 9, 12, 14). Por supuesto, hubo ciertas ramificaciones del convenio que fueron particulares a cada hombre, pero el convenio general fue el mismo. Una vez más, esto da una continuidad necesaria al libro de Génesis.
Prominencia de José
La versión del Rey Santiago dedica un espacio considerable y otorga gran prominencia a la historia de José de Egipto (Gén. 37–50). La Traducción de José Smith da aún más prominencia al relato. Los capítulos 48 y 50 de Génesis proporcionan información particularmente significativa sobre José. El capítulo 48 trata sobre la inclusión de los dos hijos de José, Efraín y Manasés, como tribus regulares de primera línea en Israel. La versión del Rey Santiago menciona esto brevemente, pero la Traducción de José Smith lo amplía, ofreciendo una extensa adición en la que Jacob alaba a José y habla de la misión de José como preservador y protector de la casa de Israel. Una característica importante de la declaración de Jacob es la alusión a José como una luz que trae salvación a la casa de Israel, una salvación del pecado y de la esclavitud espiritual (TJS, Gén. 48:11). Esto parece señalar a los últimos días, cuando el evangelio será llevado al mundo a través de la descendencia de José.
El historiador judío Josefo, al hablar de la muerte de Jacob, dice que antes de morir Jacob “exaltó las alabanzas de José”.² Josefo hace poco más que mencionar esto; sin embargo, la Traducción de José Smith proporciona efectivamente las palabras de alabanza de Jacob (véase TJS, Gén. 48:3–11).
Génesis 50 contiene un relato de la profecía de José, de la cual se encuentra un relato mucho más extenso en la Traducción de José Smith. Esta es la profecía que Lehi comenta en 2 Nefi 2, pero la Traducción de José Smith contiene aún más información sobre esa profecía que el relato del Libro de Mormón.
El nombre Jehová
En Éxodo 6:2–3 de la versión del Rey Santiago leemos que el Señor se reveló a Moisés con el nombre de Jehová, pero que Abraham, Isaac y Jacob no conocieron al Señor por ese nombre. Esto se corrige en la Traducción de José Smith para transmitir la verdad de que no solo Moisés, sino también Abraham, Isaac y Jacob conocían al Señor por ese nombre (véase TJS, Éx. 6:2–3).
“No me verá hombre, y vivirá”
Según lo registrado en la versión del Rey Santiago de Éxodo 33:20, el Señor dijo a Moisés: “No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá”. A continuación, el Señor dijo que arreglaría que Moisés se ocultara en una hendidura de la peña mientras Él pasaba; Moisés podría ver la parte posterior, pero no vería el rostro del Señor. Sin una explicación adicional, estas escrituras parecen contradecir un pasaje anterior que dice: “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero” (Éx. 33:11).
La Traducción de José Smith confirma que Moisés no tuvo el privilegio de ver el rostro del Señor, pero añade la importante información aclaratoria de que la restricción era temporal y se aplicaba solo “en este momento” (véase TJS, Éx. 33:20–23).
La ley de Moisés
El valor de la Traducción de José Smith también puede verse en las aclaraciones que hace con respecto a la ley de Moisés. De hecho, una persona no puede llegar a una comprensión correcta de por qué se dio la ley de Moisés sin examinar la información pertinente contenida en la Traducción de José Smith. Sabemos por la versión del Rey Santiago que Moisés recibió un segundo juego de tablas de piedra después de destruir el primero, al negarse al pueblo las bendiciones del evangelio debido a su iniquidad. Pero el texto del Rey Santiago da la impresión de que este segundo juego contenía la misma información que el primero. La Traducción de José Smith, en cambio, explica que la información contenida en el segundo juego de tablas era distinta de la del primero, corrigiendo así la idea, compartida por muchos en el mundo, de que la ley de Moisés estaba en ambos juegos de tablas. La Traducción de José Smith nos informa que el primero contenía las ordenanzas superiores del evangelio, las cuales tenían poder para llevar a los hombres a la presencia de Dios. El segundo contenía la ley de Moisés, que era una ley preparatoria que no incluía la plenitud de las bendiciones espirituales—es decir, la bendición de ser llevados a la presencia de Dios. (Véase TJS, Éx. 34:1–2; TJS Deut. 10:2). Sin embargo, ciertos principios del evangelio se conservaron en ambos juegos de tablas, y por lo tanto uno puede discernir muchos elementos del evangelio dentro de la ley de Moisés.
La Traducción de José Smith y Doctrina y Convenios
Por lo general, es necesario usar la Traducción de José Smith y Doctrina y Convenios conjuntamente para obtener una comprensión más amplia de lo que el Señor ha revelado sobre los temas bíblicos. Muchas veces, en la Traducción de José Smith, la información doctrinal debe extraerse del relato en el que está entretejida. En Doctrina y Convenios, la información doctrinal suele darse en forma más directa y didáctica. Estas dos fuentes se complementan entre sí, y cuando se utilizan en conjunto aumentan considerablemente nuestra comprensión tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. (Véase la discusión en el capítulo 11 de este libro.)
Una visión ampliada
Como ilustran muchos de los ejemplos anteriores, una de las principales contribuciones de la Traducción de José Smith es que nos brinda la oportunidad de ver un panorama más amplio, de obtener una mayor perspectiva. Podemos estar expuestos a mil hechos religiosos, pero solo cuando tenemos esta perspectiva ampliada podemos llegar realmente a una comprensión más profunda del evangelio. La organización parece ser el factor importante: un reloj de quinientos dólares esparcido en cincuenta piezas no dice mucho sobre la hora del día; las piezas sueltas de un rompecabezas no presentan la mejor imagen posible. En el libro de 1 Nefi aprendemos que, cuando personas intrigantes y malintencionadas quitaron de la Biblia muchas cosas claras y preciosas, su motivo fue confundir al pueblo y mantenerlo en tinieblas espirituales (véase 1 Nefi 13:27). Y lo hicieron muy eficazmente al eliminar ciertas cosas para destruir la perspectiva, el propósito y la continuidad del relato bíblico. Dejaron muchos de los “qué”, pero eliminaron muchos de los “por qué” y los “cómo”.
No podemos conformarnos con solo saber qué, cuando también podemos saber por qué y cómo. Al tener la Traducción de José Smith, podemos leer un relato bíblico más completo y obtener una perspectiva mejorada. La naturaleza de la salvación y la naturaleza de la revelación requieren que constantemente estemos mejor informados y más capacitados en nuestra enseñanza del evangelio. El hecho de que la Iglesia haya considerado apropiado producir la edición SUD de 1979 de la Biblia del Rey Santiago, con sus numerosos extractos de la Traducción de José Smith, indica el deseo de hacer las cosas mejor—de enseñar con precisión, ser más exactos, proporcionar más información, y hacer un trabajo más eficaz.
Como miembros de la Iglesia, no se nos invita simplemente a familiarizarnos con la traducción de la Biblia realizada por José Smith; creo que se espera que lo hagamos, aunque solo fuera (y hay muchas razones) por el hecho de que existe y está disponible para su estudio. Si algún miembro de la Iglesia aún no tiene un testimonio, mediante el Espíritu, del valor de la Traducción de José Smith, entonces le espera—por medio de un estudio comprometido y en oración de la traducción del Profeta—una de las experiencias más fructíferas de su vida. Puedo dar testimonio de esto porque estoy familiarizado con el contenido de la Traducción de José Smith. Conozco un poco de su valor. He probado de su espíritu, y sé que sirve como una gran ayuda para enseñar el evangelio y como un testigo tangible del ministerio divino del Profeta José Smith y de la misión de Jesucristo. La Traducción de José Smith representa una búsqueda de mayor luz y conocimiento; ejemplifica cómo viene la revelación y cómo se obtiene el conocimiento espiritual. Es un monumento a la actitud hacia el aprendizaje espiritual que caracterizó al Profeta José Smith y que debería caracterizar a cada uno de nosotros.
























