Capítulo 10
Una nueva era en Saint George.
A pesar de que Wilford presidió durante siete años oficialmente en el templo de Saint George, el periodo más intenso de trabajo de ordenanzas durante sus siete años, se vivió de enero a agosto de 1877. Wilford trabajó todos los días en el templo. Estuvo cerrado durante dos semanas debido a una enfermedad. Algunas semanas, estuvo siete días trabajando y como resultado, completó miles de ordenanzas por miembros de su familia y ofició o fue testigo en decenas de miles de otras ordenanzas. Wilford fue el único profeta que tuvo tan peculiar privilegio. Las páginas de sus diarios y sus discursos revelan que esta dicha oportunidad de enfocarse casi exclusivamente en el templo, le permitió tener el tiempo de comprender la obra de manera profunda y valorar su importancia.
Es ese lapso de tiempo, Wilford tuvo tres experiencias importantes que catalizaron algunos cambios en las prácticas del templo y que aún siguen vigentes. La primera experiencia fue el resultado de una serie de revelaciones que guiaron la preparación de un registro con las ceremonias y procedimientos del templo. La segunda, fue una revelación concerniente a quien podía servir vicariamente por un individuo fallecido. La tercera, la icónica visión de los firmantes de la Declaración de Independencia, reiteraba el por quien se debía hacer la obra vicaria. Esta experiencia ha sido el motor que ha llevado a una gran cantidad de individuos a servir en el templo por sus progenitores fallecidos y por muchos otros.
OBLIGACIÓN SAGRADA.
La transformación de la obra del templo inició con los registros: se escribieron por primera vez todas las ceremonias y ordenanzas. El domingo 14 de enero, Brigham pidió a Wilford, a Brigham Young hijo y su secretario L. John Nuttall, “escribir la ceremonia de la investidura de principio a fin”. Hasta este momento, las ceremonias que José Smith había enseñado, se habían comunicado oralmente a los que oficiaban en el templo de Nauvoo y en la casa de investiduras. Tanto Brigham Young como los apóstoles y los que participaron en las ordenanzas del templo de Nauvoo, estaban envejeciendo y las ordenanzas no estaban escritas. Se hizo necesario escribirlas para mantener uniformidad en su administración en templos futuros.
Brigham fue uno de los nueve hombres que recibieron las primeras ordenanzas de mano de José Smith el 4 de mayo de 1842. Recordó que en esa ocasión, José le dijo, “Hermano Brigham, no lo hemos hecho de la mejor manera, pero hicimos todo lo posible considerando las circunstancias en las que estamos, quisiera que se encargara de organizar y sistematizar todas las ceremonias”. Consciente de que la enseñanza de los principios revelados es más importante que la manera de compartir tal conocimiento, José Smith siguió compartiendo las verdades eternas con los santos durante ese periodo de ajustes. Dicha enseñanza constituyó la preparación para oficiar en las ordenanzas antes y después del fallecimiento de José.
Una vez listo el templo de Nauvoo en 1845, Brigham se encargó de la administración de ordenanzas e inició el proceso de perfeccionar la enseñanza e instrucción en las ceremonias. Recuenta su experiencia a los santos diciendo que cada vez que analizaba el proceso, “recibía algo más”. Después de trabajar en el templo de Nauvoo de diciembre a febrero, se convenció de que las ceremonias eran “suficientemente correctas”.
Aun así, treinta años después, Brigham vio que era necesario hacer cambios en la administración de las ordenanzas del templo de Saint George, ya que las circunstancias eran distintas y había ordenanzas que se administraban por primera vez. Las únicas ordenanzas vicarias que los santos podían efectuar en el templo de Nauvoo y en la casa de investiduras de Salt Lake City, eran bautismos y sellamientos, ya que las adopciones al sacerdocio y los sellamientos de hijos a padres estaban suspendidos desde que los santos tuvieron que dejar Nauvoo en 1846. Lo más notable era el hecho de que nunca se habían administrado investiduras por los muertos.
De modo que en Saint George, Brigham sentía el mismo peso que José sintió en Nauvoo: de instruir y capacitar de manera apropiada a los que administrarían la obra cuando él ya no estuviera. Cuando su salud se lo permitía, Brigham instruía a los obreros y se reunía casi a diario con los que oficiaban en el templo para analizar el trabajo del día y hacer modificaciones que fuesen necesarias. Durante el invierno, Wilford pasaba al menos cinco días, en ocasiones siete, oficiando en el templo y le tocaba presidir cuando Brigham estaba ausente. Paso muchas noches perfeccionando la ceremonia. L. John Nuttall anotó el primer sermón de Brigham junto al velo, el 1 de febrero de 1877, “para guardarlo y consultarlo de aquí en adelante”.
BUSCAMOS LUZ Y VERDAD.
A medida que estos hombres trabajaban hombro a hombro, surgían preguntas, trataban el tema entre ellos y consultaban con Dios para llegar a una determinación. Algunas preguntas eran sencillas, por ejemplo, que tipo de vestimenta debían usar los niños durante los sellamientos, o si los obreros del templo debían usar ropa del templo al administrar las ordenanzas. Pero otras preguntas eran más complejas.
Una en particular tenía que ver con las ordenanzas de niños que habían fallecido. Muchos habían sufrido la pérdida de bebés y niños durante las penurias de la vida como pioneros y los constantes viajes después de su conversión al Evangelio. El Señor le enseño a José Smith que los niños no son responsables ante Dios hasta la edad de 8 años, por lo tanto, no se bautizaban hasta dicha edad. Igualmente, no era necesario efectuar bautismos por niños que fallecieron antes de llegar a la edad de ocho años.
Brigham Young enseñó que la única ordenanza necesaria para los niños que nacieron antes del sellamiento de sus padres, era precisamente el sellamiento a sus padres. Después de la dedicación del templo de Saint George, algunos se preguntaban si debían efectuar las ordenanzas por niños que nacían sin vida y ”cuyas madres declaran que han sentido la vida del feto”. Brigham respondió, “No es necesario hacer las ordenanzas por ellos”.
Surgió una pregunta de orden práctico en cuanto a la posible necesidad de repetir ordenanzas efectuadas fuera del templo. Aunque los que habían sido investidos y sellados por José Smith previo a su fallecimiento, repitieron las ordenanzas en el templo de Nauvoo, Brigham instruyó a los santos diciendo que las ordenanzas por los muertos efectuadas en la casa de investiduras en Salt Lake, los sellamientos en particular, no se efectuarían nuevamente en el templo de Saint George.
Otras preguntas eran generales o hipotéticas, las cuales Brigham respondió diciendo, “Esperen a que se presente tal caso”. O como lo dijo Wilford, “Es imposible predecir todos los casos posibles, prefiero no dar respuesta a una pregunta de esta índole hasta que exista la necesidad y cuando todas las circunstancias relacionadas a la pregunta sean claras”.
RENOVACIONES Y REFINAMIENTOS.
Wilford expresó certeza de que serían “instruidos plenamente” por personas del mundo de los espíritus, incluso José Smith y que las respuestas a las preguntas llegarían cuando hubiera necesidad. Confiaba en la idea de la revelación continua y la buscaba. A medida que los santos enfrentaban nuevas pruebas y circunstancias, llegaban las instrucciones detalladas que se les habían prometido por revelación.
Para Wilford, el hecho de que a través de los años hubo cambios en la manera de presentar los principios eternos — refinar, modificar o actualizar— no significaba que los principios habían cambiado. Comparó los cambios con la expiación de Jesucristo, que marcó el fin de los sacrificios de animales, sin embargo, la ley del sacrificio siguió vigente, al igual que las leyes de justicia y misericordia. En este caso, cambió la manera de enseñar el principio eterno del sacrificio: Dios requería de sus hijos “las primicias de sus rebaños”, y se cambió a “un corazón quebrantado y un espíritu contrito”. Wilford no consideraba que fuese algo impropio el alterar la presentación de los convenios durante una ceremonia de investidura por ejemplo. De hecho, creía todo lo contrario. A medida que administraban las ordenanzas en un nuevo templo, esperaban aprender e implementar nuevos y mejores procedimientos.
Después de un día de trabajo en el templo como registrador, L. John Nuttall escribió en su diario, “todo me parece aceptable”, aun así, Brigham Young recomendó hacer algunos cambios “para un mejor funcionamiento”. Los que recibieron su investidura en los días de José Smith, notaban las modificaciones y consideraban que habían sido inspiradas para mejorar la enseñanza. Wilford testificó que la continuidad que se le había dado a la ceremonia de investidura provenía de los principios revelados a José en Nauvoo. También testificó del liderazgo inspirado de Brigham en el templo de Saint George: ”Testifico a esta congregación … que José Smith me enseñó las ordenanzas que ahora compartimos con los Santos de los Ultimos Días en las ceremonias de investiduras. Recibí la mía bajo la dirección de José Smith. . . . [El] instauró los sellamientos en nuestra iglesia y recibió todas las llaves del sacerdocio Aarónico y de Melquisedec directamente de las manos de hombres que los poseían en la carne, y los poseerán por las eternidades”.
Dichas llaves se confirieron a miembros del cuórum de los doce y el presidente Brigham Young las ejerció en el templo de Saint George. También les dijo, “El espíritu de revelación descansa sobre Brigham Young . . . Testifico de estas cosas. En todo momento, ya sea en estos templos o en cualquier lugar, el Señor ha manifestado su voluntad cuando la hemos procurado. Sé con certeza que el Señor dio revelación a sus siervos en el templo de Saint George, y aclaró puntos que no comprendíamos. El presidente Young estuvo presente. Yo estuve presente. El hermano McAllister y otros obreros presenciaron estas cosas”.
Cuando terminaron de escribir la ceremonia de investidura el 21 de marzo, Brigham dijo: “Ahora tienen una guia para continuar la obra de investiduras en todos los templos hasta la venida del hijo del hombre”.
EL ÚNICO TEMPLO SOBRE LA TIERRA.
Reconociendo la necesidad de obreros para oficiar en las ordenanzas del templo de Saint George, Brigham Young llamó a varios hermanos y hermanas a principios de enero de 1877, entre ellos figuraban: Wilford; John D. T. McAllister, quien serviría como consejero de Wilford en la presidencia del templo; L. John Nuttall, sobrino de John Taylor y el secretario personal de Wilford; Sarah Ann Pulsipher Alger, hija de Zerah Pulsipher, el misionero que enseñó a Wilford; el hijo de Brigham; también a una de las esposas de Brigham, Lucy Bigelow Young, quien presidía sobre las hermanas obreras604. No obstante, Wilford no fue llamado oficialmente a presidir en el templo sino hasta después de la dedicación en el mes de abril, previo a la salida de Brigham a la ciudad de Salt Lake.
Los que iniciaron como obreros en el templo de Saint George, fueron llamados a servir más adelante en los templos de Logan y Manti, cuya construcción culminó en 1884 y 1888 respectivamente. Las prácticas implementadas y codificadas en el templo de Saint George se usaron en templos subsiguientes. En 1893, como presidente de la iglesia, Wilford pidió que los presidentes de los templos se reunieran en Salt Lake ya que era necesario armonizar los diferentes estilos de procedimientos y administrativos que se empleaban en los cuatro templos. El registro conservado a mano en el templo de Saint George, era el estándar que guiaba las operaciones de todos los templos.
Otra práctica que se introdujo en Nauvoo y que se había convertido en costumbre en Saint George, era el uso de ropa blanca al servir u oficiar en el templo. El 13 de enero de 1877, doce días después de la dedicación, se envió una carta a todos los obispos con instrucciones en cuanto a vestimenta adecuada para el templo. Las mujeres debían traer dos o tres faldas blancas al templo y los hombres camisas blancas de manga larga. El primero de febrero de 1877, Wilford, el presidente del templo y Lucy Bigelow Young, presidenta de las obreras se vistieron de blanco para oficiar en el templo de Saint George. Wilford dijo que fue “el primer ejemplo dado en cualquier templo del señor en ésta, la última dispensación”.
Al principio, el uso de ropa blanca en el templo para oficiar en las ordenanzas no era un requisito, pero cambió en la década de 1890 cuando el uso de ropa blanca, se incluyó en las prácticas y procedimientos del templo. Cien años después, en la década de 1990, dicha práctica se modificó con el fin de que las personas que no participan en la ordenanza del sellamiento, pudieran presenciar la ordenanza con ropa normal.
NUEVA ÉPOCA.
En sus discursos, Wilford manifestaba un entendimiento particular del papel privilegiado de los santos en el plan de redención de Dios para con sus hijos. Durante los preparativos para la finalización del templo de Saint George, Wilford expresó su deseo de que los santos llegaran a comprender que la obra de Dios, en ambos lados del velo, depende de la fe de los santos para recibir las ordenanzas para sí mismos y por otros vicariamente. Habló de lo glorioso que era ser, “como los santos de la antigüedad”, de poder bautizarse por los muertos y “así, ¡abrir las puertas de la prisión y liberar a los prisioneros!” Testificó que los muertos no “permanecerían en el mundo eterno sin el privilegio de se les predique el Evangelio … [y] alguien debe administrar las ordenanzas en la carne por ellos, a fin de que puedan ser juzgados según los hombres en el espíritu y formen parte de la primera resurrección … El Señor nos lo ha revelado y nos ha encomendado esta labor”.
En otro discurso habla de las millones de personas que vivieron “cuando no existía la iglesia de Dios sobre la tierra”, prometió que ellos no perecerían espiritualmente ya que serían enseñados en el mundo de los espíritus. Invitó a los santos a ”vayan adelante, ejerciendo” el poder puesto en sus manos para servir en las ordenanzas para la salvación de los vivos y de los muertos. En su conclusión, dijo que la incredulidad del mundo ”no hará que la verdad de Dios no tenga efecto alguno. Estas ordenanzas se nos han revelado; las entendemos y si no las efectuamos, estaremos bajo condenación”.
REVELACIÓN PARA NOSOTROS.
Después de llegar a Saint George, Wilford pasó varias semanas organizando registros de genealogía y realizó 360 sellamientos de parientes de la familia Hart y “muchos otros de la familia Woodruff’. Expresó su motivación diciendo: “No me gustaría llegar al mundo de los espíritus, encontrame con mis amigos quienes fallecieron sin conocer el Evangelio, y escuchar sus reproches por no haber cumplido con mi deber hacia ellos . . . Obremos diligentemente para cumplir con nuestra misión y deber, para no desperdiciar nuestra herencia ni naufragar en la fe”. Debido a que tenían “las llaves de salvación en la casa de su Padre por las eternidades”, dijo que los santos “debemos valorar las bendiciones que Dios ha puesto en nuestras manos”.
Wilford había hablado a los santos en muchas ocasiones en cuanto a la zozobra de aquellos que esperan ser redimidos en el mundo de los espíritus, “Tenemos una gran responsabilidad de redimir a nuestros muertos. Se nos observa con gran interés desde el cielo al hacer esta obra”. Les recordó que los espíritus que esperan no se pueden bautizar, ni ser investidos ni sellados en el mundo de los espíritus. Por lo tanto, de modo que a menos que alguien efectué las ordenanzas en la carne, dichos espíritus no podrán levantarse en la primera resurrección ni heredar la vida eterna. “Se necesita lo mismo para salvar a un muerto que a un vivo”, les dijo. Y los espíritus que esperan, “velan por los Santos délos Últimos Días”.
Los santos respondieron al llamado. En 1877, entre enero y marzo mientras se ponían los toques finales en la construcción del templo, efectuaron 581 investiduras para vivos y 3,208 investiduras vicarias. También se efectuaron más de 200 investiduras de familiares de Wilford y Phebe. Además, 195 parejas se sellaron y se efectuaron 961 sellamientos de parejas vicariamente. En el lapso de los veinticuatro días que se habían designado para hacer la obra bautismal, los santos efectuaron 8,733 bautismos, un promedio de 363 bautismos diarios.
PEDIR AL SEÑOR LO QUE SE DESEA.
Aparte de registrar las ordenanzas y ceremonias, hubo otro importante cambio en la administración de ordenanzas, suscitado por el deseo de Wilford de ofrecer salvación a sus antepasados. Después de mucho trabajo de investigación, Wilford recopiló información de más de 3,100 miembros de su familia. Entendía el apremio por efectuar las ordenanzas necesarias para la salvación y exaltación de sus antepasados. No obstante, Wilford no tenia en claro cómo lograr tan enorme labor, ya que cada individuo debía efectuar una gran cantidad de ordenanzas. Si a todo esto añadimos el hecho de que en ese tiempo no era permitido hacer la obra del templo por personas que no fueran miembros de la familia, el panorama se complica aún más. Dado que sus esposas e hijos no residían en Saint George, le parecía una tarea imposible.
El 23 de febrero, al estar orando en el templo para saber qué hacer al respecto, recibió una revelación muy importante. Dijo, “Cuando consulté al Señor para saber cómo redimir a mis antepasados … mi familia estando ausente, el Señor me dijo que con la ayuda de los santos de Saint George podía oficiar las ordenanzas y que serían aceptadas por El. El hermano McAllister y otros hermanos y hermanas habían ayudado en esta obra y sentía en mi corazón el deseo de compartir las bendiciones con ellos. Se nos reveló lo siguiente. Si no tenemos suficiente familia para efectuar esta obra, podemos ayudarnos unos a otros en estos asuntos y es aceptable ante Dios”.
PODEMOS AYUDARNOS MUTUAMENTE.
Tras recibir esta importante revelación, Wilford exclamó, “Una explosión de luz alumbró mi entendimiento. Vi abrirse la puerta de la redención de mis antepasados. Al verlo, sentí ganas de cantar gloria y aleluyas a Dios y al Cordero.. . . Me ha traído un gozo inexplicable, con tan solo pensar que presenciaré en esta vida, la redención de un gran número de amigos que están en el mundo de los espíritus”. Una semana después, habiendo dado Brigham Young su aprobación y durante el cumpleaños número 70 de Wilford, se congregaron 154 mujeres en el templo de Saint George, para efectuar lavamientos, unciones e investiduras de los familiares de Wilford620. Entre ellas se hallaba Eudora Young Dunford, la hija de Brigham y Lucy Bigelow Young. Eudora sirvió en representación de la hermana de Wilford, Eunice. (Eudora y Wilford se sellaron el 10 de marzo de 1877).
Martha Cragun Cox estaba entre las hermanas que ayudaron a Wilford y temía que nunca volvería a hacer la obra vicaria debido a que solamente el miembro mayor de la familia o el “heredero” legítimo podía efectuar la obra vicaria por un pariente. No obstante, se le prometió en su bendición patriarcal que realizaría una “poderosa obra” por los muertos. Oraba fervientemente suplicando tener el privilegio de ir al templo en calidad de “visitante u oyente” para aprender más. Al escuchar la nueva revelación de parte del presidente Woodruff, sintió que debía involucrarse y ayudar a llevar a cabo la obra de la familia Woodruff. Martha expresó que todos sus días libres, trabajaba en las “listas de la familia Woodruff”.
Más adelante, la admonición de Wilford a los santos fue de que debían ir a los templos y redimir no solo a sus parientes muertos sino “a todos los muertos en el mundo de los espíritus”. También hizo hincapié en que gozaban de una situación única y privilegiada. Reconociendo que eran pocos en número comparados con la cantidad de personas que necesitaban las ordenanzas, concluyó que, “Aun así, con la ayuda de Dios tenemos el poder para redimir al mundo. Esta es nuestra obra”.
A pesar de que en la actualidad es una costumbre dentro de la iglesia que un miembro de la familia haga la obra el templo por un pariente fallecido, en aquel entonces, era una idea revolucionaria. La revelación que Wilford recibió al respecto, la cual hizo posible que los santos pudieran colaborar y ayudarse en esta obra sagrada, cambiaría la manera en que las ordenanzas del templo se iban a administrar e impactaría la obra del templo en general. Como resultado, los santos comenzaron a hacer la obra por antepasados de otras personas y también por cualquier persona cuyo nombre pudieran identificar. Aquellos que no podían encontrar registros de sus antepasados, fueron al templo una y otra vez para efectuar las ordenanzas salvadoras por sus ”hermanos” y “hermanas” en la familia eterna de Dios.
Debido a que las mujeres no podían servir en misiones y predicar el Evangelio de esa manera a los vivos, muchas se regocijaron por la oportunidad de servir a los que están “al otro lado del velo” en el templo.
Lucy Bigelow Young se mudó a Saint George en 1870 y ayudó entre otras cosas, a construir el templo, lo cual hizo que “lo valorara aún más”. Lucy fue la primera en oficiar la ordenanza de la investidura por los muertos, porque, como lo explica en sus propias palabras, “los hermanos no estaban preparados y las hermanas si”. Después de haber sido llamada a presidir la obra de las hermanas en el templo de Saint George, ”trabajó hombro con hombro con su esposo [Brigham Young] . . . administrando las ordenanzas salvadoras a vivos y a muertos imponiendo las manos y dando bendiciones”. Sus hijas Susa y Eudora también sirvieron junto con ellos en el templo. Lucy afirmó que este fue el inicio de “el clímax espiritual” de su vida. Después de la dedicación de los templos de Manti y de Logan, se le pidió a Lucy que ayudara a capacitar a nuevos obreros de ordenanzas.
LA FAMILIA WOODRUFF.
Phebe y tres de sus hijos se reencontraron con Wilford el 27 de marzo. Vinieron a Saint George para presenciar la dedicación del templo el 1 de abril y para asistir a la conferencia que se llevaría a cabo en Saint George para celebrar la finalización del templo. La familia de Wilford estuvo en Saint George durante tres semanas y le ayudaron a realizar la obra del templo de muchos de sus parientes fallecidos. El 30 de marzo, Wilford sirvió vicariamente por primera vez, y recibió la investidura por Robert Masón, el querido amigo de su familia que predijo el papel prominente de Wilford en la iglesia restaurada, mucho antes que Wilford conociera el Evangelio. Ese mismo día, su hijo, Wilford hijo, hizo la obra por el hermano de Wilford Asahel, quien había fallecido en 1838 y recibió la segunda unción por el padre de Phebe, Ezra Cárter.
Wilford efectuó las primeras adopciones al sacerdocio post-Nauvoo, el 22 de marzo al unir a dos parejas a Brigham Young. Escribió lo siguiente en cuanto a dicha experiencia, ”Este es el primer día de mi vida, en el que he escuchado o efectuado la ceremonia de adopción”. El 11 de abril, Phebe representó a la abuela de Wilford, Dinah Woodford Woodruff. También fue la primera vez en que alguien que no era de su familia se sellaba a él: dos parejas, Josiah G. Hardy y Samuel B. Hardy con sus respectivas esposas634. Robert Masón y muchos otros familiares fueron adoptados vicariamente por Wilford y Phebe el 13 de abril y posteriormente, Wilford y Phebe fueron adoptados a la familia del padre fallecido de Wilford, Aphek Woodruff. La familia de Wilford comenzó su viaje de regresó a Salt Lake al día siguiente.
Brigham Young viajó a Salt Lake el 16 de abril después de la conferencia y la dedicación del templo. El 25 de abril dedicó el sitio donde se construiría el templo de Manti y el 18 de mayo dedicó el sitio de construcción del templo de Logan. Wilford sintió el peso de la responsabilidad “del único templo sobre la tierra en el que los santos de Dios pueden administrar las ordenanzas de la casa del Señor para la salvación de los vivos y de los muertos”. Sin embargo, aparte de la gran responsabilidad, también se le brindaba una oportunidad que ningún otro profeta había tenido en el pasado, ni tendrían en el futuro; el estar casi todo el día y en ocasiones, también de noche, en el templo durante un periodo de ocho meses.
Wilford, consumido en la obra del templo, manifiesta su enfoque en la obra al escribir en cuanto al fallecimiento trágico de su hijo Brigham, de veinte años. Al enterarse que su hijo se había ahogado accidentalmente el 16 de junio de 1877, Wilford escribe, “Es imposible comprender los caminos de la providencia”. Después añadió, “Me siento sereno, en paz, en armonía y reconciliado con esta aflicción. He sentido al hacer la obra aquí, en el templo de Saint George por muchos que han fallecido, que quizás sea necesario que alguien de mi familia esté en el mundo de los espíritus”.
Para el año 1885, Wilford había registrado que 3.188 de sus familiares habían sido bautizados vicariamente y que 2.518 habían recibido la investidura vicariamente. Atreves de los años, continuó contactando a familiares y a organizaciones, incluso a la Sociedad Histórica y Genealógica de Nueva Inglaterra.
El enfoque de Wilford en su propia familia era totalmente apropiado. De hecho, la primera instrucción de José Smith en 1840 en cuanto a la obra por los muertos, indicaba que los santos debían bautizarse por los de su entorno familiar inmediato. No debían bautizarse por otros individuos a menos que dichos individuos enviasen a un “espíritu ministrante a sus amigos en la tierra”. La tercera experiencia reveladora de Wilford en Saint George, fue concerniente a la obra del templo por individuos de otras familias. La razón por la que eligieron a Wilford como “su amigo en la tierra”, e impactaron el enfoque de Wilford, nos ayuda a deducir la causa del gran momento por el que atravesaría la obra del templo.
























