Capítulo 13
Libertad de religión.
Tres días después del fallecimiento de Brigham Young, se sostuvo a John Taylor como presidente de la iglesia, el 10 de octubre de 1880. Wilford era el apóstol de mayor antigüedad en el cuórum de los doce a la edad de setenta y tres. Cuando tuvo la oportunidad de dirigirse a la congregación, hablo del efecto que el sostener a un nuevo profeta tendría sobre la tierra y en el cielo. Después dijo, “Existe poder entre los de este pueblo; existe poder en el sacerdocio y en las ordenanzas de la casa de Dios”. Dirigiéndose directamente a los Élderes de Israel, dijo que habían sido llamados por Dios para llevar a efecto Sus santos propósitos. En especial, eran “llamados para poseer el sacerdocio y atender las ordenanzas de la casa de Dios … a redimir a los vivos y a los muertos”. Finalizó diciendo “Es un gran llamamiento, es una gran responsabilidad.. . . Como siervos de Dios . . . debemos intentar comprender estas cosas”.
COSAS GRANDES Y MARAVILLOSAS.
A causa de sus nuevas responsabilidades como presidente del cuórum de los doce, tuvo que esperar hasta el 25 de febrero de 1881 para regresar al templo de Saint George. Estando en el templo, “estableció su morada” en el cuarto superior que se había acondicionado para que él viviera allí. Escribió lo siguiente el día de su cumpleaños número 74, “Deseo testificar a todas las personas que lean este diario, que el Dios de Israel me ha sostenido y cuidado con Su poder o influencia desde que nací hasta ahora”.
Estaba reflexionando en cuanto a la bendición de pasar un cumpleaños más en el templo y dijo, “Este es uno de los días más gloriosos de mi vida”. Sabía que habría gozo en el mundo de los espíritus a causa de los 110 hombres y mujeres de su familia que recibieron la ordenanza de la investidura, llevando la cantidad total de ordenanzas por sus familiares a 2,037. En los próximos días, participó en cientos de sellamientos de sus antepasados y corroboró la exactitud de la información de todos los registros.
Viajó a Salt Lake City el 21 de marzo de 1881 para estar presente en la Conferencia General de la iglesia, volver a sus responsabilidades en la iglesia y ver por sus familias. La dedicación de los santos era evidente, había tres templos bajo construcción, el de Salt Lake City, el de Manti y el de Logan. En un viaje a Logan para una conferencia de estaca, pudo ver en persona el progreso que los santos habían logrado en la construcción del templo.
DERECHOS DE HERENCIA.
Wilford seguía presidiendo en el templo de Saint George, aun con las responsabilidades añadidas como presidente del cuórum de los doce apóstoles. Ya habían pasado cuarenta y un años desde que José había enseñado la doctrina de ordenanzas por los muertos y explicado la función de los santos en la redención de los muertos. El conocimiento de la herencia, y la responsabilidad de los herederos hacia sus propios antepasados eran un componente crítico de las ordenanzas del templo y del poder para sellar. La primera carta de Phebe a Wilford en cuanto a las instrucciones dadas por José a los santos en 1840, resaltaba el papel del converso de mayor edad en cada familia. El método enseñado por José para asegurar relaciones y autoridad apropiadas, seguía vigente.
En 1873, Brigham Young reiteró que el primer varón converso a la iglesia en cada familia, fuese designado como heredero, y de no haber hombres miembros de la iglesia, el derecho de herencia recaería sobre la primer mujer que se haya convertido a la iglesia. La persona designada como heredero o heredera era pieza fundamental en la obra del templo porque además de ser la única persona apropiada para oficiar en las ordenanzas de sus antepasados, era también la persona que daba autorización para hacer las ordenanzas. Por ejemplo, Brigham Young enseñó que si un hombre desea sellarse a sus padres vicariamente, su hermana es la persona apropiada para representar a la mamá en la ordenanza. Sin embargo, si el hombre no tiene hermanas, pero tiene una hija de edad suficiente que pueda representar a su abuela, esa hija —como descendiente directa y con parentesco consanguíneo— es la persona apropiada para efectuar la ordenanza. Si el hombre no tuviese hijas, en ese caso la esposa —aunque no tenga parentesco consanguíneo con la mamá— puede servir en la ordenanza.
Uno de los problemas que surgieron después de la declaración pública de Wilford en cuanto a su experiencia con los firmantes de la Declaración de Independencia en 1877, era el deseo que algunos santos expresaban, de poder “seguir sus impulsos” y hacer ordenanzas por “cualquier persona”. George Q. Cannon estaba consternado por que muchos habían estado recopilando “nombres de cualquier familia sin importar el parentesco, para hacer las ordenanzas por ellos”. Dijo que apoyaba los esfuerzos de completar todas las ordenanzas para todas las personas, siempre y cuando se observaran los “derechos de herencia”. Continuó diciendo que, “Todos debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance por nuestros amigos u otras personas cercanas a nosotros, quienes no tienen a alguien dentro de la iglesia que los represente en la tierra”.
Cuando el presidente del templo de Logan, Marriner W. Merrill, le pidió consejo a Wilford en cuanto a este tema, Wilford estuvo de acuerdo en que los líderes de la iglesia debían aplicar y hacer cumplir la regla de la herencia, dijo, “[N]ingún hombre tiene el derecho efectuar ordenanzas por personas de otras familias sin haber consultado y recibido autorización de parte de las autoridades que presiden la iglesia”. Le explicó a Marriner que como presidente del templo, tenía “autorización de usar su discreción para permitir a ciertas personas que se bauticen por sus amigos”, si demostraban que la persona fallecida no tenía a otros parientes que pudieran hacer la obra por ellos.
Lorenzo Snow presidía el templo de Salt Lake tras su dedicación en abril de 1893 y aclaró más adelante la misma práctica. Explicó que, “Cuando sean aplicables, los derechos de herencia (parentesco consanguíneo) deben considerarse sagrados en la obra por los muertos. Si un heredero brinda la oportunidad a otra persona de tomar su papel, debe dar su consentimiento por escrito”. Esta práctica es menos formal en la actualidad, sin embargo sigue vigente. El manual de administración de la iglesia enseña que los miembros “no deben solicitar hacer ordenanzas en el templo por personas que no son de su familia sin haber obtenido primero la aprobación del pariente más cercano de la persona.
NO SOMOS INSIGNIFICANTES PARA EL SEÑOR.
A medida que aumentaba la cantidad de miembros, crecía también la diversidad entre los santos, y cada vez había más que no tenían una conexión directa a las experiencias en Nauvoo. Además, a medida que la cantidad de templos incrementaba, se hacía necesario que existiese uniformidad en la administración de las ceremonias y un entendimiento más profundo de las ordenanzas. El patrón establecido en Saint George se convirtió en el estándar. La mayoría de las preguntas que llegaban a la Primera Presidencia, eran solicitudes de aclaraciones y se respondían haciendo referencia al registro elaborado bajo la supervisión de Brigham Young, y a las demás revelaciones que Wilford recibió en Saint George en 1877.
Wilford sabía que el entendimiento de la importancia de las ordenanzas debía ser la prioridad de los santos. Las ceremonias eran solamente un vehículo para impartirles el conocimiento del plan de Dios para sus hijos y para ayudarles a reconocer su herencia divina. En diciembre de 1882, mientras se dirigía a los “Élderes de Israel”, Wilford compartió que creía que “muy pocos llegamos a valorar la posición en la que estamos, nuestro llamamiento, nuestra relación con Dios, nuestra responsabilidad, y la obra que el Señor requiere de nuestras manos”. Les dijo que el Señor les había conferido el sacerdocio para que administraran las ordenanzas de vida y salvación. Les preguntó, “¿Comprendemos estas cosas? ¿Comprendemos que si obedecemos las leyes del sacerdocio seremos herederos de Dios y coherederos con Jesucristo?”
Wilford también deseaba que los santos comprendieran el impacto de sus responsabilidades. Explicó que no solo debían construir templos, sino también debían entrar en ellos y efectuar ordenanzas para que sus familiares pudieran gozar de las bendiciones. Les recordó que la obra en los templos a favor de los que están en el mundo de los espíritus, es equivalente a la obra misional en la tierra para bendecir a los que no han escuchado el mensaje del Evangelio.
Haciendo referencia a la profecía de Abdías, les dijo, “Estas obras hermanos y hermanas, son importantes. Son obras que hacemos por otros quienes no las pueden hacer por sí mismos. Esto es lo que Jesucristo hizo cuando entregó su vida para redimirnos porque nosotros no lo podíamos hacer. . . . Hagan todo lo posible para que cuando pasen al otro lado del velo, sus padres, sus madres, parientes y amigos les bendigan por lo que han hecho, y serán reconocidos como Salvadores en el Monte de Sion por haber sido instrumentos en las manos del Señor procurando su redención”.
La responsabilidad de ejercer el sacerdocio en los templos y de administrar ordenanzas por los vivos y por los muertos, añadía a la preocupación causada por intentos del gobierno de limitar tanto la comunicación con sus familias como la habilidad de desempeñarse como líderes en la iglesia.
SON MÁS LOS QUE ESTÁN CON NOSOTROS.
Wilford escribió lo siguiente en su diario el 14 de marzo de 1882: “El Acta Edmunds ha sido aprobada. La nación se opone a Dios, se opone a Cristo y se opone a la iglesia, al reino, a la Sion de Dios sobre la tierra”. Wilford quería que el mundo supiera que en la tierra en que se supone que hay libertad, “se invoca a la ley para castigar la religión, y con los ojos vendados, la justicia se aleja cojeando en busca de un crimen”.
Diez días después, Wilford se reunió con la Primera Presidencia para decidir cómo iba a proceder la iglesia. Aconsejaron que los hombres vivieran “solamente con una esposa bajo un mismo techo”. No obstante, varios meses después, en un discurso dado en el tabernáculo de Salt Lake City, Wilford declaró al mundo que Dios realmente mandó a José Smith introducir el orden patriarcal del matrimonio y el matrimonio plural. Era la misma ley que se había dado a Abraham, Isaac y Jacob con el único propósito de que los “hombres santos” pudieran estar con sus esposas e hijos como familia después de la resurrección, y heredar juntos “reinos, tronos, potestades y dominios en la presencia de Dios por las eternidades”.
También declaró que si los santos eran culpables de los crímenes por los que se les acusaba —como el adulterio— entonces también eran culpables Abraham, Isaac y Jacob. Concluyó diciendo, “Valoramos y honramos lo que Dios nos ha revelado y lo que sabemos que es verdadero y correcto; mantenemos sagrados los convenios revelados que hemos hecho con El. Amamos y respetamos a nuestras esposas e hijos y nunca minimizaríamos nuestras responsabilidades como esposos y padres, ni nuestras responsabilidades hacia Dios”. Como dijo George Q. Cannon, “Nuestro crimen ha sido: Casarnos con mujeres en vez de seducirlas; criar hijos en vez de destruirlos; desear aislarnos de la prostitución de la tierra, de la bastardía y del infanticidio”.
El 17 de noviembre 1882, la comisión de Utah publicó un reporte de cumplimiento de la Acta Edmunds que decía “la ejecución continua y firme de la ley pondrá en estado de extinción gradual a la poligamia”. Aunque la ley Edmunds que proveía la encarcelación por “cohabitación ilícita” fue aprobada, el gobierno federal no podía implementarla hasta el año 1844. La cohabitación ilícita era mucho más fácil de comprobar que la poligamia, solo tenían que comprobar que un hombre trataba a más de una mujer como su esposa en público. Sin embargo, no tenían el personal necesario para arrestar, denunciar, enjuiciar o condenar a nadie por poligamia.
Mientras tanto, Wilford y otros lideres de la iglesia continuaban sus interacciones sociales normales, y seguían sirviendo oficialmente en sus diferentes capacidades como oficiales de la iglesia.
CALMA ANTES DE LA TORMENTA.
El 17 de mayo de 1884, Wilford participó en la dedicación del templo de Logan. Fue el cumplimiento de la promesa que hizo a la gente joven de Logan veinte años antes. El 22 de agosto de 1863, profetizó, “Ustedes se convertirán en hombres, mujeres, padres y madres; si, llegará el día en que sus padres, los profetas y apóstoles pasarán al mundo de los espíritus, y ustedes tendrán el privilegio de entrar a las torres de un glorioso templo, que será edificado en el nombre del Dios todopoderoso . . . sobre el estrecho de Logan; y parados sobre las torres, sus ojos reflejaran un valle glorioso, colmado de ciudades y pueblos, habitado por miles de Santos de los Últimos Días”773. Después de las palabras de Wilford en 1863, Brigham Young se puso de pie y dijo, “Todo lo que el hermano Woodruff ha dicho es por revelación y sin duda se cumplirá”. El hecho de que Brigham no vivió para presenciar la dedicación, fue parte del cumplimiento de la profecía de Wilford.
Wilford estimó que había alrededor de 1,600 personas “Exclamando Hosanna a Dios y al Cordero” en la dedicación del templo de Logan. Escribió que estuvo reflexionando en las incontables horas en las que había orado de joven, “suplicándole a Dios poder vivir y ver el establecimiento de la iglesia de Cristo y al pueblo escogido que recibiría el Evangelio de la antigüedad, un pueblo que luchara por la fe entregada a los santos”. Escribió en cuanto a la promesa del Señor hacia él, que viviría y encontraría al pueblo de Dios y tendría un lugar “en Su Casa”. Concluyó diciendo, “Hoy me regocijo porque mi nombre está entre los de Su pueblo y por poder contribuir en la dedicación de este templo a Su santo nombre”.
UN CAPÍTULO EXTRAÑO.
Tres meses después, en agosto de 1884, inició una persecución sistemática contra los polígamos, la cual arrojó como resultado cientos de denuncias y sentencias de encarcelamiento, algunas duraban meses y otras hasta tres años. Algunos prisioneros vivían en la penitenciaría Sugarhouse y otros eran enviados a prisiones de otros estados y una vez más, los líderes huyeron para evitar ser arrestados.
Wilford notó que alguien había estado espiándolo y el 11 de enero de 1885 se escondió en la capilla del barrio 17 de Salt Lake. Se pudo refugiar allí por tiempo suficiente para arreglar asuntos personales y salió hacia Saint George el 17 de enero. Estuvo en el área de Saint George durante diez meses, intercalando viviendas entre el templo y las casas de algunas familias. Tomó un alias, un nombre de un amigo de su infancia llamado “Lewis Alien” para enviar y recibir correspondencia a su familia y a otros para continuar presidiendo en el templo. Pero en 1885, solo pudo trabajar en el templo durante dos semanas en enero y junio y tres días en mayo.
El primero de noviembre, Wilford recibió una carta de Erastus Snow pidiéndole regresar a Salt Lake para una reunión con los apóstoles780. Al llegar a casa el 5 de noviembre encontró a Phebe “severamente decaída” como resultado de un accidente semanas antes. El 9 de noviembre, dada la condición tan seria en la que se encontraba, “la bendijo y la ungió para su sepultura”. Su compañera durante más cuarenta y ocho años, falleció unas horas después. Con muchas dificultades, solo pudo ver por la ventana, escribió, “No podía ir a su funeral sin ser arrestado y encarcelado a causa de mi religión. . . . Estoy pasando un capítulo extraño en la historia de mi vida. La persecución se acalora en contra de los Santos de los Ultimos Días. No tengo inconveniente con que mi esposa duerma y sea librada de la persecución por gente impía. Espero ser leal y fiel hasta el fin para estar con ella y nuestros amigos en el reino celestial de Dios”.
El año siguiente, 1886 trajo cambios grandes en muchos aspectos de la vida de Wilford. Desalojó la casa en la que vivía con Phebe justo al otro lado de la calle del templo, y se mudó a la casa de Emma al sur de la ciudad. De 1886 hasta su último día de vida, vivió con Emma y fue su esposa pública, aunque siempre mantuvo sus relaciones familiares con Sarah y Delight y sus hijos. Aun así, hubo ocasiones en las que tuvo que quedarse con amigos en Salt Lake y otras partes del estado para evitar ser arrestado. Había meses en los que a Wilford no se le permitía atender reuniones públicas ni oficiar públicamente en la iglesia.
Salió de Salt Lake una vez más buscando refugio en Saint George, pero esta vez Emma lo acompañó y también su hija pequeña, Mary Alice. Juntos, pudieron ir al templo de Saint George a efectuar ordenanzas vicarias, pero lo tuvieron que hacer de noche para evitar llamar la atención. El 17 de diciembre, Emma y Wilford se sellaron vicariamente por treinta cuatro parientes de sus familias. Había hecho preparativos con antelación para que Mary Alice se bautizara en templo por William H. Thompson el 4 de enero de 1887, dos días después de su 8vo cumpleaños. El presidente del templo John D. T. McAllister la confirmó. Unos días después, Wilford y Emma volvieron al templo y se sellaron por otras cincuenta y dos personas.
Rememoró en su diario en cuanto al servicio dado a la iglesia desde su bautismo cincuenta y tres años antes. En resumen, escribió, “Dediqué el templo de Saint George en 1877, he presidido en ese templo durante más de diez años y he tenido las llaves de la redención de mis muertos todo este tiempo.
Gracias a las bendiciones de Dios y a la ayuda de mis amigos, he redimido a casi tres mil personas cercanas a mí, incluso a las familias Woodruff, Hart y Thompson”.
Quizás las experiencias de los diez años previos, en especial bajo la administración de Brigham Young y John Taylor, le llevaron a reconsiderar la postura de la iglesia en contra de la persecución de los santos. La postura de un conflicto con armas de Brigham Young y la postura desafiante de John Taylor profundizaron los rencores de ambas partes. Era prácticamente imposible que la iglesia funcionara en ausencia de los líderes que tenían que huir constantemente de los oficiales que hacían cumplir las leyes anti-poligamia. Los esfuerzos de los santos ante los tribunales para impugnar las leyes eran en vano. Y la creencia en que si lograban aguantar hasta 1890, fecha en que habia de introducirse el reinado milenario y sus enemigos serían destruidos, se desvanecía al ver que la fecha se acercaba y los prerrequisitos del milenio de acuerdo con las escrituras, no se vislumbraban.
En el séptimo intento, el esfuerzo más concertado de los santos demandando la estadidad de Utah, culminó en la Convención Constitucional efectuada el verano de 1887. La esperanza era volver a tener derechos de voto para elegir a sus líderes gubernamentales, poder servir en cargos públicos y libertad para educar a sus hijos. La petición de estadidad fue rechazada por el congreso a pesar de que se había añadido un artículo a la nueva constitución del estado en cuanto a la prohibición del estado que decía que la poligamia era, “incompatible con un gobierno republicano”.
Para el congreso era difícil comprender por qué los líderes de la iglesia estaban dispuestos a adoptar una constitución que prohibía la poligamia y demandaron que todos los polígamos hicieran un juramento en la corte de obedecer todas las leyes en contra de la poligamia. Como respuesta, los abogados de la iglesia prepararon un documento en el que pedían a los doce considerar la opción de que los santos compadecieran en las cortes. Los apóstoles concluyeron que, “ningún Santo de los Ultimos Días puede hacer tal promesa y a la vez guardar los convenios que ha hecho ante Dios y sus hermanos” al sellarse. Además decidieron que si el congreso requería un juramento contra la poligamia para brindarles la estadidad, no la aceptarían.
EL REINO DE DIOS EN NUESTRAS MANOS.
John Taylor pasó sus últimos dos años de vida escondido y falleció el 25 de julio de 1887. Wilford también estaba huyendo de las autoridades cuando se enteró que la salud del presidente Taylor se estaba deteriorando rápidamente. Salió de Saint George el 17 de julio y le informaron del fallecimiento del presidente Taylor cuando iba en camino789. Para Wilford, John Taylor fue un “mártir doble”, porque recibió un impacto de bala en la cárcel de Cartago en 1844, “mezcló su sangre con la del profeta martirizado;” y estando confinado en exilio, murió por vivir la ley del matrimonio plural. Igual que en el servicio funeral de su esposa dos meses antes, Wilford vio la procesión del funeral a través de una ventana para evitar ser arrestado.
John y Wilford habían sido llamados al apostolado el mismo día y sirvieron juntos durante cincuenta años. Dado que Wilford era mayor que John, no esperaba vivir más tiempo que él. Para Wilford, la muerte de John Taylor significaba que la responsabilidad de la iglesia estaba ahora sobre sus hombros. Escribió que nunca había buscado estar en esa posición en su vida terrenal, pero “según la providencia de Dios” fue puesto sobre él.
Wilford asumió el liderazgo de una iglesia en peligro de extinción en 1887 a la edad de ochenta años. Días después del funeral de John Taylor, el procurador de justicia de los Estados Unidos confiscó todas las propiedades de la iglesia valuadas en más $50,000 dólares y fue tras los fondos y bienes del fondo perpetuo de emigración. Se designó a Frank Dyer como receptor, los líderes de la iglesia se convirtieron en arrendatarios de sus propias oficinas y el gobierno era el propietario. Esta era la cruda realidad que aguardaba a Wilford en su nueva posición.
Wilford había dependido de la guía de Dios a través de sus profetas para dirigir su vida personal y otros asuntos públicos. Este cambio implicaba que no era posible depender de revelaciones pasadas, sino que debía contar con la guía continua de nuevas revelaciones. Ya había demostrado como presidente del templo de Saint George, que bajo la guía del espíritu, estaba abierto a la posibilidad de hacer cambios en las prácticas, normas y procedimientos siempre y cuando se mantuviera la integridad de los principios y mandamientos fundamentales. No obstante, aun con todo lo que los santos habían sufrido y con las limitaciones que existían, el detener la práctica de la poligamia no era una opción. Tanto Wilford como el resto de los líderes de la iglesia se mantuvieron firmes en su postura.
Los eventos ocurridos entre 1887 y 1890 iban a requerir que Wilford procurara revelación adicional y que ayudara a los santos a recibir una confirmación personal de las respuestas que recibiría.
























