Capítulo 16.
Sellamiento y la ley de adopción.
LOS CIELOS SE ABREN.
Para Wilford, la revelación de Dios era esencial y creía firmemente en que Dios revelaría los misterios del cielo por medio de sus profetas. Antes de conocer el Evangelio restaurado en 1833, al igual que muchos de su generación, Wilford sabía que era necesario que hubiese “profetas y apóstoles . . . visiones, ángeles, revelaciones y la voz de Dios”.
Anhelaba la guía de profetas y creía que ellos “difundirán la luz del Evangelio, el conocimiento y la verdad, los cuales abundan en el cielo y se derraman sobre los hijos de los hombres por medio de profetas vivientes”.
Wilford conoció a José Smith en 1834 y en el transcurso de su asociación de once años, obtuvo un testimonio inquebrantable de la función de José como un profeta que comunicaba verdades reveladas. De 1834 a 1844 Wilford fue testigo de las doctrinas reveladas a José que hicieron posible que los santos conocieran y entendieran el plan de Dios. Nunca se imaginó que cuarenta y cinco años después del asesinato de José, se convertiría en el profeta de una nueva generación, con las llaves para abrir los cielos.
Wilford dependía de la revelación continua en su llamamiento como profeta. Entendía la importancia de ser fiel a la pureza del Evangelio restaurado y de ser receptivo a los refinamientos y cambios continuos. Había sido testigo de la adaptación de José Smith a circunstancias particulares, tales como la revelación de los bautismos por los muertos cuya revelación no incluía detalles prácticos en un principio. Las instrucciones con respecto a la posibilidad de efectuar bautismos en un rio cercano o en un arroyo, cambiaron una vez que la pila bautismal se construyó. La necesidad de un sistema de registro apropiado y la importancia de tener testigos se revelaron después, una vez que se hizo necesario que mujeres representaran a otras mujeres y que hombres representaran a otros hombres906. En 1857 hizo una reflexión sobre los acontecimientos y explicó que “No se reveló todo desde el principio, el Señor le mostró al profeta un principio y la gente actuaba según la luz que se les había dado”.
ARREPENTIMIENTO Y REPETICION DE BAUTISMO.
Wilford abordaba los cambios de las prácticas del templo con la seguridad de que los santos se esforzaban al máximo por vivir de acuerdo con las revelaciones existentes. Por ejemplo, los bautismos para la remisión de pecados se empezaron a practicar en la década de 1840 y José Smith había invitado a los santos a que se bautizaran de nuevo para la remisión de sus pecados. Cincuenta años después, los bautismos para la remisión de pecados ya no simbolizaban un compromiso renovado de vivir los principios del Evangelio, sino también causaba que muchos santos dudaran de la validez de su bautismo original. Además, muchos consideraban que los bautismos para la remisión de pecados demeritaban el arrepentimiento sincero, especialmente en casos que requerían acción disciplinaria de la iglesia o excomunión.
Por lo tanto, se hizo un cambio oficial con respecto a la práctica de los bautismos para la remisión de pecados. En 1892, la Primera Presidencia se reunió con miembros del cuórum de los doce para analizar las diferentes tipos de bautismos y determinar la mejor manera de administrar dicha ordenanza. El presidente Woodruff expuso su postura de que las palabras usadas en la ordenanza, debían ser consistentes con las escrituras a excepción de los bautismos para la salud.
Luego en marzo de 1893, la Primera Presidencia determinó que no sería necesario bautizarse de nuevo para obtener una recomendación y asistir a la dedicación del templo de Salt Lake. Todos los “miembros en los registros de la iglesia” pueden participar si “confiesan sus pecados y se reconcilian los unos con los otros antes de ir”. Ese mismo año la Primera Presidencia reiteró que los “bautismos frecuentes” ya no se permitirían porque las ordenanzas “se están tornando en algo común”. Los líderes de la iglesia repitieron el mensaje durante conferencias de estaca y conferencias generales durante varios años.
Las limitaciones prácticas que presentaban las pilas bautismales de los templos, contribuían a una demanda creciente y decreciente de bautismos; Después de la dedicación de los templos de Saint George, Logan y Manti, la demanda de bautismos adicionales creció y disminuyó con el paso del tiempo913. A medida que los santos desarrollaban un mejor entendimiento de las ordenanzas del templo y el número de bautismos vicarios crecía exponencialmente, se tenía que limitar el acceso a las pilas bautismales de los templos.
Sin embargo, tomó tiempo poner fin a una práctica de cincuenta y cinco años. El 26 de octubre de 1895 Wilford escribió que se reunió con el cuórum de los doce apóstoles en el templo para evaluar el “tema de volver a bautizar a personas por hechos indebidos, etc.”. El 17 de mayo de 1896, los apóstoles decidieron no usar la frase “para la remisión de tus pecados”, la cual se había añadido a las ordenanzas bautismales del templo, con el fin de que todos los bautismos siguieran el modelo revelado en Doctrina y Convenios 20:73.
Durante la conferencia de la iglesia de octubre de 1897, se repitió que “la Primera Presidencia y los doce han sentido que debe cesar el exceso de bautismos. Muchos piensan que para ser perdonados de sus pecados, solo necesitan que un obispo los bautice y sus pecados son condonados. Este es un error; Esto conduce a la destrucción. No hay tal cosa en el Evangelio del Señor Jesucristo. Solamente el arrepentimiento puede salvarlos, no los bautismos”. Los registros del templo muestran que de 1887 a 1897, el número de bautismos para la remisión de pecados o para la renovación de convenios se redujo de más de 1,000 cada año, a menos de 140 y de esos 140 bautismos, 122 se llevaron a cabo en el templo de Logan.
FIN A LOS BAUTISMOS PARA LA SALUD.
La reunión de los apóstoles el 7 de mayo de 1896 en la que hablaron de los diferentes tipos de bautismos, produjo instrucciones en cuanto a las diferencias entre el bautismo para unirse a la iglesia, bautismos por los muertos y bautismos adicionales para la salud y para la renovación de convenios. La Primera Presidencia declaró lo siguiente en una carta enviada a los presidentes de templo, “Hemos considerado este asunto anteriormente y creemos que nuestros puntos de vista son evidentes”. Pero al parecer se necesitaba aclaración adicional. Continuaron con la instrucción delineando el lenguaje apropiado para los primeros bautismos y para los bautismos para los muertos, e hicieron un contraste entre dichos bautismos y los bautismos adicionales. Aclararon que hay una distinción importante entre un bautismo para restaurar la salud y “el tipo de bautismo que el Señor requiere de Sus hijos para ser miembros de Su iglesia”. El bautismo es una ordenanza de salvación, pero los bautismos de sanación, “a pesar de que se les denomina como una ordenanza, no son imprescindibles para los miembros de la iglesia”.
Se les dijo a los santos que no fuesen al templo para bautizarse y ser ungidos para la restauración de su salud, sino que recibieran bendiciones del sacerdocio y unciones para la salud dentro de sus hogares. La preocupación que existía era que algunos miembros consideraban que una bendición era superior si se administraba dentro del templo. Al igual que con los bautismos adicionales para la remisión de pecados, la práctica de bautismos para restaurar la salud restaba relevancia a la ordenanza del bautismo principal y al principio de la fe en el poder de las bendiciones del sacerdocio.
El poner fin a los bautismos adicionales tenía como propósito el ayudar a los santos a enfocarse en los principios fundamentales del Evangelio: en la necesidad de un arrepentimiento sincero, en la ordenanza salvadora del bautismo, en la importancia de depender del espíritu y en la fe en el poder del sacerdocio para sanar. La práctica actual de la renovación de convenios participando de la santa cena semanalmente, es un recordatorio de estos principios.
HACED LA VOLUNTAD DE DIOS CON EXACTITUD.
Wilford explica su punto de vista en cuanto al desarrollo de principios y doctrinas del Evangelio diciendo: “Cuando un joven inicia su educación escolar, inicia con los primeros rudimentos y continua su progreso paso a paso. Ocurre lo mismo con el estudiante que se educa en el Evangelio eterno. No existían muchos principios cuando se nos reveló el Evangelio, se nos dieron paso a paso a medida que aumentaba nuestra capacidad de aplicarlos”.
Aunque José Smith había aprendido en cuanto a la misión de Elias en 1823 e inicio a sellar parejas en la década de 1840, tuvieron que pasar cincuenta años para que los santos tuviesen experiencia suficiente para comprender el siguiente paso. Tomó tiempo para que se criara o convirtiera a familias preparadas para entrar en los templos y hacer bautismos, ordenanzas e investiduras vicarias a favor de las generaciones al otro lado del velo. El crecimiento multigeneracional de la iglesia era lo único que faltaba para cumplir con las instrucciones dadas a José Smith setenta y un años antes.
En abril de 1894 Wilford recibió una revelación con respecto a la ley de adopción, de la cual se derivó una reestructuración exhaustiva de las ordenanzas selladoras. Compartió dicha revelación con los santos durante la conferencia general de la iglesia. En vez de efectuar adopciones al linaje del sacerdocio de líderes de la iglesia, Wilford exhortó a los santos a sellar hijos a sus padres y los padres a los abuelos. “De esta manera, harán precisamente los que Dios pidió cuando declaró que enviaría a Elias el profeta en los últimos días”. Wilford amplió el alcance de la obra del templo con esta declaración, y también cambió las prácticas de sellamiento que se habían enseñado desde los días en Nauvoo.
Esta revelación a Wilford se dio casi dos mil doscientos años después de que Malaquías escribiera su profecía en cuanto al poder sellador de Elias y setenta años después de que la misión de Elias fuese revelada a José, de atar las generaciones de los hijos de Dios. No obstante, los conceptos que José enseñó en los meses previos a su muerte fueron interpretados y puestos en práctica por Brigham Young y John Taylor. Wilford les dijo a los santos que tanto Brigham Young como John Taylor sentían que “debe haber más revelación concerniente a este asunto”.
Durante los cincuenta años previos a la revelación de 1894, existían tres tipos de ordenanzas de sellamiento: sellamientos de parejas, sellamientos de hijos a sus padres y sellamientos al linaje del sacerdocio de otro hombre, también conocidos como adopciones. Las preocupaciones y dudas de Wilford con respecto a estas prácticas, motivaron la revelación de 1894 y a los cambios que Wilford consideraba necesarios para implementar la voluntad de Dios. Solamente entonces se crearían familias multigeneracionales, por medio del poder sellador el cual une los eslabones de la familia eterna. En 1857 Wilford reconoció que “todos los detalles de este orden” no se revelaron sino hasta después de los días de José Smith, y les dijo a los santos que el hecho de que la revelación vino después, demostraba los avances en la edificación del reino de Dios y la importancia de la revelación continua929. Su declaración deja claro que era más que solo un testigo del desarrollo de las ordenanzas y prácticas del templo en el siglo diecinueve, era también el medio por el cual se revelaron muchos cambios.
Es necesario tener un entendimiento del desarrollo de la doctrina del templo y de las ordenanzas de sellamiento entre 1844 y 1894 para comprender el impacto de la revelación dada a Wilford Woodruff. A pesar de que a lo largo de su vida, José Smith enseñó el concepto de una línea patriarcal del sacerdocio continua a través de generaciones, y habló de la necesidad de que los hijos se sellen a sus padres, ofició solamente en ordenanzas de sellamiento de hombres y mujeres como parejas. No hay registros de adopciones al sacerdocio antes de su fallecimiento en junio de 1844. Un año después, en 1845, gracias a que el templo de Nauvoo estaba casi terminado, Brigham Young comenzó los sellamientos de hijos a sus padres y también efectuó las primeras adopciones de hombres al linaje de otros hombres.
Cuando se construyó la casa de investiduras en Salt Lake en 1855, se efectuaban solamente investiduras y sellamientos de matrimonios; los sellamientos del sacerdocio o adopciones, y sellamientos de hijos a sus padres no se permitieron hasta que se dedicó el templo de Saint George.
En enero de 1856, Wilford dijo que Brigham dio, “uno de los mejores sermones que se han predicado sobre la tierra”. Wilford registró las palabras de Brigham en cuanto a las familias, ordenanzas y convenios entre otras cosas. Brigham se refirió a las adopciones del sacerdocio como “la ordenanza mayor” y “la última ordenanza del reino de Dios en la tierra”934. Les dijo a los santos que las adopciones del sacerdocio son un sellamiento final y que estaban “por encima de todas las investiduras que puedan recibir”.
Aun así, en 1862 Brigham dijo que la adopción “es un principio del que no he hablado durante años”. Dijo que a pesar de que la adopción al sacerdocio era una doctrina gloriosa y era necesario que la cadena del sacerdocio se conectara desde Adán hasta la última generación, los santos no estaban preparados para recibir dicha ordenanza. Explicó después que había recibido una revelación de “cómo organizar a su pueblo para que vivan como la familia celestial”, pero que no la podía ejercer “mientras abunde el egoísmo y la maldad en los Eideres de Israel”. Su renuencia se debía a los intentos fallidos de usar las adopciones del sacerdocio como un instrumento de organización durante el éxodo de Nauvoo.
Cinco años después, en las palabras pronunciadas por Brigham Young a los santos congregados en el tabernáculo, se hizo esta pregunta, “¿Llegará algún día el momento en que podamos organizar a los de este pueblo en una familia? Sí. ¿Sabemos cómo? Sí; Lo que faltaba en las revelaciones dadas a José, se me ha revelado a mí. ¿Piensan que llegaremos a ser uno? Cuando volvamos a la presencia de nuestro Padre Celestial, ¿No desearemos formar parte de la familia? ¿Acaso no será nuestro mayor deseo el que se nos reconozca como hijos del Dios viviente y como hijas del todopoderoso . . . ?”
Por lo tanto, a medida que la construcción del templo avanzaba en Saint George, los líderes de la iglesia empezaron a invitar a los santos a prepararse para recibir las ordenanzas de sellamiento y adopción, las cuales finalmente se podrían administrar. Los discursos de Wilford mantienen un tema central a través de los años: que Dios los había preservado para que efectuaran Su obra en la última dispensación; Tal obra se logra gracias al sacerdocio; y Dios ha dado a los santos “el reino y sus llaves”. Suplicó a los santos no defraudar a Dios ni descuidar lo que es de relevancia eterna por cosas temporales. Les dijo a los hombres que un solo hecho —que hace posible que sus esposas e hijos moren con ellos en la presencia de Dios— les recompensaría por “las labores de miles de años”. Finalmente hizo la siguiente pregunta, “¿Qué cosas podemos hacer o padecer, para que se nos compare con la multiplicidad de reinos, tronos y principados que Dios nos ha manifestado?”
ADOPCIONES EN EL TEMPLO DE SAINT GEORGE.
Después de la construcción del templo de Saint George en 1877, se introdujo nuevamente la ordenanza de la adopción de la mano con sellamientos de esposos a esposas y de hijos a padres, tanto para los vivos como para los muertos. Wilford realizó la primera adopción en el templo de Saint George el 22 de marzo de 1877 y adoptó a otros a su línea del sacerdocio al poco tiempo942. Para 1885, escribió en su diario que había adoptado a cuarenta y cinco personas a su línea del sacerdocio. Entre 1877 y 1894, ofició en las adopciones de noventa y seis hombres a otros poseedores del sacerdocio943.
El sellamiento de casamiento de esposos fallecidos y esposas fallecidas también se llevó a cabo en el templo de Saint George. No obstante, a las viudas que habían estado casadas con no-miembros o con esposos “indignos”, se les aconsejaba sellarse a poseedores del sacerdocio en vez de arriesgarse a que sus antepasados no acepten el Evangelio o no sean valientes en el mundo de los espíritus. Según las edades y las necesidades temporales, los sellamientos eran considerados como una adopción al linaje del sacerdocio de un hombre o resultaban en relaciones de familias plurales. Si había hijos, se sellaban en vez de ser adoptados al nuevo esposo, y se adoptaba al esposo fallecido en calidad de hijo con el fin de que hubiese un vínculo a la línea del sacerdocio de la familia.
NACIDOS BAJO EL CONVENIO.
Dado que la adopción era una ordenanza selladora, ambos términos se usaban indistintamente. La diferencia la hacían las relaciones biológicas en algunos casos, y se guiaban por la fecha en que los padres fueron investidos y sellados. Respondiendo a la pregunta de “¿Cuántos hijos tienen derecho a las bendiciones de Abraham?”, Wilford escribió las palabras de Brigham en las que se explicaba que los niños que nacen después del sellamiento e investidura de sus padres, tienen derecho a las mismas bendiciones. Los niños que nacen antes del sellamiento e investidura de sus padres deben ser adoptados al linaje de sus padres. A todos los que desearan las bendiciones de Abraham, Isaac y Jacob, les aconsejó recibir sus investiduras antes de casarse. “Entonces” les dijo, “todos sus hijos serán herederos al sacerdocio”.
Después de una espera de treinta y un años, hijos nacidos antes del sellamiento de sus padres se pudieron sellar a sus padres en el templo de Saint George. La primer hija de Wilford y Phebe, Sarah, falleció de niña antes del sellamiento de sus padres, el cual ocurrió en 1843. Sarah se selló a sus padres el 9 de noviembre de 1881. Niños cuyos padres fallecidos no eran miembros de la iglesia, eran adoptados a un poseedor del sacerdocio con el fin de mitigar las preocupaciones de dignidad de los padres fallecidos, especialmente aquellos que se oponían rotundamente a la iglesia. Por esta razón, la práctica de la adopción a líderes vivos y muertos —en lugar de padres por quienes se habían hecho las ordenanzas vicariamente— continuó.
SELLAMIENTOS Y ADOPCIONES.
Se habían realizado aproximadamente 16,000 sellamientos vicarios y más de 13,000 adopciones vicarias para el año 1893. Los que se sellaron eran en su mayoría niños y bebés que habían fallecido. Por otro lado, las adopciones consistían de hermanos, padres y otros parientes de los santos quienes no se habían unido a la iglesia. Las adopciones vicarias a líderes de la iglesia disminuyeron, mientras que las ordenanzas de investidura y sellamientos incrementaron.
La hermana fallecida de Wilford, Eunice, se selló a él como su líder del sacerdocio. Quizás supuso que su esposo no era un líder digno del sacerdocio, dado que Dwight Webster y ella no habían seguido a los doce apóstoles tras la muerte de José Smith. Wilford también selló a Rebecca Brown a él. (Rebecca falleció junto con su padre, el capitán Charles Brown, en el viaje de la familia Woodruff de Maine a Illinois). En esa misma ocasión, Phebe y Wilford realizaron el sellamiento en representación del padre de Wilford, Aphek a la madre Beulah y a su madrastra Azubah.
En contraste, entre 1877 y 1893, se sellaron más de 19,000 personas a sus padres biológicos y se efectuaron 1,200 adopciones de personas vivas. La mayoría de las personas que se sellaron a sus padres, eran niños de hasta dieciocho años y el resto, eran jóvenes adultos hijos de personas miembros de la iglesia. Casi en todos los casos, los adultos que solicitaban una adopción a la iglesia, eran personas cuyos padres no eran miembros de la iglesia. Esto reflejaba la necesidad que sentían de estar conectados con la familia de Dios y de recibir las bendiciones del sellamiento.
Existía una pregunta complicada con respecto a sellamientos vicarios por niños: “¿A quién se sellan los niños nacidos fuera de los lazos del matrimonio y fallecen, al padre o a la madre?” Brigham respondió que debían sellarse “al que haya recibido el Evangelio y lo haya vivido”. Un consejero de Wilford en la presidencia del templo, John D. T. McAllister, procuró mayor luz al respecto exponiendo su situación como ejemplo. Su padre no era miembro de la iglesia, pero su madre “aceptó el Evangelio, se unió a la iglesia, recibió su investidura y vivió el Evangelio”. John se bautizó por su padre vicariamente y posteriormente su madre se selló a su padre. Se preguntaba si estaría sellado a su madre y no a su padre. La instrucción era de que su madre tendría que “sellarse a un hombre en el sacerdocio, fiel a la iglesia”, por lo que John y sus hermanos debían de ser adoptados a su madre y al hombre fiel. Por consiguiente, el 10 de abril de 1877, John D. T. McAllister, junto con su madre y su familia fueron adoptados al linaje de Brigham Young.
Esta instrucción era difícil de comprender para algunos y no buscaban sellarse por la misma razón. El 3 de enero de 1857, Wilford escribió una conversación que tuvo con Heber C. Kimball. Escribió, Heber “nos enseñó buena doctrina. Dijo que no creía en la adopción que se practica en esta iglesia. Ningún hombre debe dar su derecho de nacimiento a otro, sino debe mantener su derecho en el linaje de sus padres y unir el eslabón por medio del linaje de sus padres hasta llegar a alguien que poseía el sacerdocio. A menos que un hombre se empeñe en hacer el mal, debe mantener su sacerdocio y unirlo al de sus padres y no entregarlo a alguien más”.
MÁS POR REVELAR.
A pesar de que las adopciones al sacerdocio continuaron como práctica común bajo el liderazgo de Wilford en el templo de Saint George, le causaban cierta preocupación. La reticencia de Wilford se deja ver en el hecho de que esperó diez y ocho años para reintroducir la ordenanza de la adopción en 1877, con el fin de unir a miembros de su familia al linaje de José Smith. Una vez que los templos de Manti y de Logan iniciaron operaciones en la década de 1880 y el de Salt Lake se completó en 1893, las implicaciones de la práctica le generaban más dudas a Wilford. Los que habían trazado su historia familiar a través de muchas generaciones, deseaban sellar o adoptar a miembros de sus familias para asegurarles un lugar en la familia de Dios.
En 1891, Edward Bunker padre, un buen amigo de Wilford que había servido como obispo en la estaca de Saint George, escribió un carta dirigida al liderazgo de la estaca, en la que detallaba sus preocupaciones con respecto a la práctica de la adopción (entre otras cosas). Edward no creía que existiese un hombre en el mundo que comprendiera cabalmente el principio de la adopción, por lo menos, él nunca había sido instruido en el tema de una manera clara. Escribió, “Creo que se permite más con el fin de satisfacer las demandas de la gente en la actualidad hasta que el Señor revele más plenamente este principio”.
Los sentimientos de Edward Bunker reflejan lo que Brigham Young había expresado en 1846, casi cincuenta años antes. Brigham Young explicó en esa ocasión, que la ley de la adopción era “una enseñanza para volverlos al convenio del sacerdocio” y que era consciente de que “no todos la entienden cabalmente”. Confesó también que “poseía una escasa porción de estas cosas”, pero que estaba seguro que habría más revelaciones al respecto.
Con base en sus preocupaciones y probablemente otras que se habían expresado a través de los años, pidió revelación adicional en cuanto a las ordenanzas de sellamiento. En el discurso que dio en abril de 1894 en la conferencia general, Wilford reiteró la declaración de Brigham. Les dijo a los santos que a pesar de que habían obrado según la luz y el conocimiento que tenían, “no me he sentido satisfecho, ni el presidente Taylor, ni ningún hombre desde que el profeta José recibió la ordenanza de la adopción en los templos de nuestro Dios. Hemos sentido que hay todavía más cosas por revelar en esta cuestión”. Wilford explicó que tanto él como sus consejeros habían orado al respecto y que había recibido revelación concerniente a los cambios que se debían efectuar “para satisfacer a Dios, a nuestros muertos y a nosotros mismos”.
Después anunció que la voluntad de Dios para con los santos era que “desde este momento en adelante tracen su genealogía tanto como les sea posible y se sellen a sus padres y a sus madres”. También les dijo que los hijos debían sellarse a sus padres y “hacer crecer esta cadena tanto como les sea posible”963. Esto significaba asimismo que estarían uniendo generaciones y fortaleciendo vínculos naturales en vez de crear lazos enrevesados.
Tras ver cuán sencilla era la revelación, Wilford reflexionó en cuanto a la implementación de la práctica en Nauvoo. Hablando del hecho de que algunos hombres hicieron una campaña para engrandecer sus “reinos”, reconoció que “algunos de ellos manifestaban un espíritu que no era de Dios”. Se adoptó a cientos de hombres y mujeres, a hombres “que no eran de su linaje”. Les dijo a los santos que cuando oró para saber a quién debía unirse en adopción, “el espíritu de Dios me dijo, ‘¿Acaso no tienes un padre que te engendro?’ ‘Si, si tengo.’ ‘Entonces, ¿Por qué no lo honras? ¿Por qué no ser adoptado por él?’ ‘Si,’ le dije, ‘es correcto’”.
También incluyó instrucciones específicas en sus comentarios, que se aplicaban a mujeres de la iglesia cuyos esposos habían fallecido sin saber del Evangelio. Dijo que en el pasado, no se permitía que una mujer en esta situación, se sellara a su esposo, se le decía que no era posible965. Continuó diciendo, “Los corazones de muchas mujeres han sufrido por esta causa y, como siervo de Dios, he roto esa cadena”. No consideraba que fuese correcto el privar a una mujer de sellarse a su esposo, preguntaba, “¿Quién de nosotros sabe algo en cuanto a él?, ¿Acaso no aceptará el Evangelio en el mundo de los espíritus?”
UN PASO ADELANTE.
Wilford destacó que el cambio en la práctica no era una doctrina nueva, sino que se basaba en lo que ya se había revelado a José Smith en cuanto a la misión de Elias. Citó la carta de José a los santos, en la que dijo por primera vez que debía existir un eslabón que uniera a los hijos y a los padres. Explicó, “Cuando fui adoptado al linaje de mi padre, debí sellarlo a su padre y continuar a través de las generaciones; quiero que todo hombre que presida un templo, se asegure a partir de este día y para siempre, a menos que el Señor Todopoderoso no lo desee, que todo hombre sea adoptado por su padre. Cuando un hombre recibe su investidura, adóptenlo a su padre; no a Wilford Woodruff, ni a otro hombre que sea del linaje de sus padres. Es la voluntad del Dios de este pueblo. . .. Dejad que todo hombre sea adoptado a su padre; y harán precisamente lo que Dios declaro cuando dijo que enviaría a Elias el profeta en los últimos Días. . .. Entonces estaremos un paso por delante de donde hemos estado. Esta es la voluntad del Señor para este pueblo y considero que a medida que reflexionen al respecto, sabrán que es verdad”.
Al principio los santos no temían que las personas con quienes se habían casado y no habían aceptado el Evangelio en la tierra, incluso sus padres, rechazarían el Evangelio en el mundo de los espíritus. La respuesta de Wilford a esta inquietud, consta de tres partes. Primero, les recordó que, “Dios no hace acepción de personas; no dará privilegios a una generación sin dárselos a otra; y la familia humana desde el padre Adán hasta nuestros días, debe tener el privilegio de escuchar el Evangelio de Cristo en algún lugar; y las generaciones que han pasado por esta vida sin haber escuchado el Evangelio en su plenitud, poder y gloria, no serán juzgadas por no obedecerlo, ni les traerá condenación rechazar una ley que nunca vieron ni entendieron; si vivieron según la luz que tenían, son justificados y se les debe predicar en el mundo de los espíritus”.
Segundo, deseaba que los santos entendieran que no era responsabilidad de los vivos juzgar, sino que debían hacer su parte efectuando las ordenanzas salvadoras vicariamente por todos los miembros de la familia humana sin importar su aparente dignidad. A los que preguntaban, “¿Qué pasa si no reciben el Evangelio?” les contestaba, “Sera su culpa, no la mía. Esta es la responsabilidad que descansa sobre todo Israel, de atender esta obra hasta que las oportunidades lo permitan aquí en la tierra”. Esto, desde el punto de vista de Wilford, era lo que se requería de los santos. El conocimiento de que todas las ordenanzas del templo llegarían a efectuarse a favor de todos los hijos de Dios, cambió la perspectiva de los santos en cuanto a la necesidad de ser sellados a los líderes de la iglesia en vez de a sus padres y madres.
Finalmente, Wilford les aseguró que, “Habrá muy pocos, quizás nadie, que no aceptaran el Evangelio”. La confusión en cuanto al estatus de las adopciones a líderes de la iglesia o a parientes que habían dejado la iglesia fue remplazada con un entendimiento de que, independientemente de su dignidad o fidelidad en la tierra, todos los hijos de Dios deben tener la opción de ser incluidos como eslabones en la familia eterna. Además, las bendiciones de sellamiento aún se aplicaban a cada individuo que permaneciera digno de sus convenios sin importar las decisiones de otros.
Concluyó su intervención diciendo, “Es mi deber honrar a mi padre que me engendró en la carne. Es mi deber hacer lo mismo. Al hacerlo, el espíritu de Dios estará con ustedes y avanzaremos en esta obra recibiendo más luz de la que ya se nos ha revelado. . . . Vayan y únanse a sus padres en adopción, salven a sus padres y estén a la cabeza de la casa de sus padres como salvadores en el monte de Sion y Dios los bendecirá en esta causa”. Continuó diciendo, “Esto es lo que quiero que lleve a cabo en nuestros templos. Tengo el deseo de vivir para entregar estos principios a los santos de los últimos días porque sé que son verdaderos. Están a un paso adelante en la obra del ministerio y en la obra de investiduras en estos templos de nuestro Dios”. Al reflexionar en la historia de la iglesia y en el desarrollo de su propio entendimiento, dijo, “No terminará esta obra hasta que sea perfeccionada”.
George Q. Cannon —su primer consejero en la Primera Presidencia— habló después y agregó su testimonio apoyando los cambios revelados. “Pueden ver las ventajas de seguir el camino marcado por la palabra de Dios”, dijo, “Hará que todos sean más cuidadosos al obtener nombres correctamente de los hijos e hijas de los hombres para sellarlos a sus padres. Trazará un límite justo; definirá el linaje de manera clara”.
LA FAMILIA DE DIOS.
Estos principios se practican en la actualidad y en la iglesia se cree que es: el cumplimiento de la misión de Elias de unir a las familias, vincular generaciones, sellar hijos a sus padres y a sellar a los padres a Dios. Todas las demás ordenanzas del sacerdocio se diseñaron para guiar a los miembros paso a paso hacia la meta final de ser familias eternas.
El anuncio de Wilford aclaró la naturaleza de las ordenanzas del templo y cambió la perspectiva de los santos no solo hacia sus propios padres y abuelos, sino en cuanto a la necesidad de volver al templo una y otra vez. Durante cincuenta años después de la implementación de sellamientos vicarios, solamente se podía sellar hijos a padres, con la condición de que el padre hubiese sido ordenado al sacerdocio. Por lo tanto, los sellamientos a padres fallecidos se limitaban a aquellos que habían aceptado el Evangelio en la mortalidad hasta que las ordenaciones vicarias iniciaron en 1877 en el templo de Saint George. Pero aun entonces, los sellamientos vicarios se efectuaban por hasta una generación fallecida. A pesar de que los miembros de la iglesia reunían nombres de parientes para efectuar las ordenanzas del bautismo y la investidura por ellos, no podían organizar a sus parientes en unidades familiares individuales para realizar sellamientos de generación en generación.
Los santos continuaron adelante con la seguridad de que la mayoría o quizás todos sus familiares aceptarían el Evangelio en el mundo de los espíritus. En vez de efectuar ordenanzas por aquellos a quienes consideraban dignos, o sellarse por aquellos que suponían que aceptarían el Evangelio, dejaban que Dios se encargara de juzgar. Después del anuncio de Wilford en 1894, aquellos que habían sellado a sus padres con personas fuera de la familia, y madres que se habían sellado junto con sus hijos a líderes de la iglesia, podían hacer enlaces familiares naturales sellando hijos a sus padres a través de las generaciones. En 1897, se sellaron 21,288 parejas en el templo de Salt Lake y 17,936 hijos se sellaron a sus padres.
Como era de esperarse, los santos comenzaron a dudar de la efectividad de los más de 13,000 sellamientos y adopciones que se habían efectuado entre personas sin parentesco alguno. Se les aconsejó enfocarse en organizar nombres y efectuar sellamientos generacionales de familias y no preocuparse por revertir ordenanzas previas. Esto sigue siendo una norma dentro de la iglesia con respecto a la práctica de ordenanzas vicarias. Se aconsejó a los santos que llevaran registros detallados y que hicieran investigación cuidadosa y que al hacerlo, podrían confiar en que la efectividad de todas las ordenanzas se determinaría “al otro lado del velo”. Al fin de cuentas, depende de cada individuo, todos deben “ser dignos” y aceptar las ordenanzas salvadoras y exaltadoras efectuadas a su favor.
APRENDERÁN SABIDURIA.
Cada vez que han ocurrido cambios en las ordenanzas del templo o en la organización de la iglesia, hay quienes cuestionan el hecho de que las cosas no hayan sido perfectas desde un principio. Para quienes se han preguntado lo mismo y a los que aún se preguntan, el Señor responde: “Daré a los hijos de los hombres línea por línea, precepto por precepto, un poco aquí y un poco allí; y benditos son aquellos que escuchan mis preceptos y prestan atención a mis consejos, porque aprenderán sabiduría; pues a quien reciba, le daré más; y a los que digan: Tenemos bastante, les será quitado aun lo que tuviesen”.
En un discurso dado en mayo de 1894, Wilford dejó en claro que Dios seguiría guiando la obra de la iglesia, en particular la obra de los templos: “Quiero decir como presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, que debemos seguir adelante y progresar. Aún no hemos recibido todas las revelaciones. No hemos terminado con la obra de Dios. Pero es el momento de ir y hacer realidad el mandato de Dios dado a Elias a través de Malaquías, que el Señor enviará a Elias el profeta. Wilford explicó que a pesar de que Brigham Young hizo todo lo que Dios requería de sus manos, no recibió todas las revelaciones pertenecientes a esta obra, ni tampoco John Taylor, ni Wilford como profeta. Concluyó diciendo, “No terminará esta obra hasta que sea perfeccionada”.
De esta manera les recordó a los santos que los profetas y la revelación seguían siendo parte clave del progreso de la obra de Dios, que a pesar de que José Smith había sido inspirado para sentar los cimientos antes de su muerte en 1844, Dios obraría por medio de otros profetas para continuar el perfeccionamiento de la estructura de la iglesia sobre dichos cimientos. La devoción de Wilford a José y el respeto hacia sus antecesores no evitaban que creyera en que Dios le revelaría muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de Dios.
LA GRAN OBRA DE LA ÚLTIMA DISPENSACIÓN.
Siete meses después de la revelación concerniente a los sellamientos, Wilford y la Primera Presidencia establecieron la Sociedad Genealógica de Utah. Dicha sociedad tenía como fin el ayudar a los santos a hacer investigación de historia familiar para después efectuar sellamientos generacionales. Wilford había dicho que parecía que “todos los intentos de obtener registros han fallado”, sin embargo, sentía que el Señor estaba preparando al país. Como resultado, miles “trabajaban en la búsqueda del origen” de sus antepasados y la iglesia iba a tener la oportunidad de recopilar la información que había salido a la luz recientemente para ponerla a la disposición todos los que desearen hacer investigación de historia familiar. La esperanza era que hubiese cooperación en la investigación y almacenamiento de información para mantener los costos bajos y eliminar la duplicación de esfuerzos y ordenanzas.
Wilford le pidió a Dios en su oración dedicatoria del templo de Salt Lake, que bendijera y ayudara a los santos en sus esfuerzos por redimir a los muertos y los bendijera. También oró por aquellos fuera de la iglesia a quienes se les ayudaría en su obra genealógica: “has plantado en los corazones de muchos que no han concertado un convenio contigo, el deseo de buscar a sus progenitores, . . . rogamos que aumentes este deseo en sus corazones, para que puedan participar en el complimiento de Tu obra. Te rogamos que los bendigas en sus esfuerzos …. Abre nuevos canales de información ante ellos y pon en sus manos los registros del pasado, para que su obra no solo sea correcta, sino también completa”.
El doble objetivo de la Sociedad Genealógica de Utah era: “Esparcir el conocimiento de la salvación de los muertos entre los del pueblo y hacer avanzar la obra de recolección de datos genealógicos para su uso en el templo a favor de los muertos”. La primera biblioteca de la Sociedad Genealógica de Utah se hallaba en la oficina de historiadores de la iglesia en Salt Lake. No era necesario ser miembro para participar en la nueva organización; todos los que se interesaban en la investigación de genealogía eran bienvenidos.
Dicha sociedad, conocida en la actualidad como el departamento de historia familiar de la iglesia, es la organización genealógica más grande del mundo. La biblioteca de historia familiar en Salt Lake alberga información de más de tres billones de personas de más de 100 países. La visitan decenas de miles de personas cada año, en cumplimiento a la profecía de Malaquías a medida que tornan sus corazones a los de sus padres.
























