Desarrollo de la Doctrina del Templo

Capítulo 6
La casa del Señor.


Wilford tenía un testimonio poderoso y convincente de la misión de José Smith en la tierra. Declaró una y otra vez que José Smith era lo que profesaba ser —un profeta de Dios, un vidente y un revelador. Wilford escribió que el invierno previo a la muerte de José, el profeta enseñaba día tras día al cuórum de los doce, sus esposas y a otros en cuanto a “los asuntos del reino de Dios”. José impartió instrucción del santo templo a un total de más o menos noventa individuos, a fin de que el conocimiento de los principios del templo llegara a generaciones futuras.

José repitió ante los santos que, además de recibir las ordenanzas salvadoras para sí mismos, la salvación de sus antepasados era parte esencial para su propia salvación. Enseñó que, “nosotros sin ellos no podemos ser perfeccionados; ni ellos pueden ser perfectos sin nosotros”. En otras palabras, aquellos santos que no asistían al templo para efectuar ordenanzas por sus familiares fallecidos, en efecto, ponían en riesgo su propia salvación. La responsabilidad parecía abrumadora y a medida que el número de ordenanzas vicarias aumentaban exponencialmente, también se incrementaba el número de ordenanzas hechas desde que José introdujo el bautismo por los muertos en 1840. Para 1844, ya se habían revelado las iniciatorias, los segundos lavamientos, las unciones, la investidura y los sellamientos aparte del bautismo. Todas las ordenanzas se administrarían —en persona o vicariamente— por todos los que hayan vivido en esta tierra, con el fin de que cada miembro de la familia humana, esté “en igualdad de condiciones”.

A medida que la inmensidad de la obra se hacía evidente, los apóstoles preguntaron a José si había una manera más simple o corta de administrar las ordenanzas. José respondió diciendo que “Todo hombre que desea salvar a su padre, madre, hermanos, hermanas y amigos, deben efectuar todas las ordenanzas por cada uno de ellos individualmente y por uno mismo”. Después enumeró todas las ordenanzas y aclaró que para recibir la plenitud de la salvación, uno debe obedecer la ley en su totalidad.

EL PODER DE ELÍAS.

La primera instrucción divina recibida por el profeta José, después de haber visto a Dios y a Jesucristo en 1820, ocurrió en 1823. Moroni visitó a José y le repitió la profecía de Malaquías en cuanto a la importancia de la misión de Elías. Sin embargo, tendrían que pasar veintiún años para que todos los elementos necesarios fuesen revelados, entendidos y enseñados por José, en relación a la función vital de los santos en el plan de salvación y de conectar a padres a sus hijos. Era necesario que la restauración del sacerdocio y el otorgamiento de las llaves del mismo ocurrieran antes de la revelación de nuevas ordenanzas, para que se pudieran administrar con la autoridad debida. Se debía lograr la conversión y recogimiento de un suficiente número de santos que estuviesen listos para recibir las ordenanzas. Posteriormente, debían construirse templos para que los que hayan recibido las ordenanzas pudieran representar a sus seres queridos.

Para el mes de julio de 1843 parecía no haber duda alguna de que José comprendía la importancia del poder sellador. El Señor declaró que las llaves y poder del sacerdocio habían sido conferidos a José Smith y que por medio del poder del sacerdocio, se efectuaría la restauración de todas las cosas. El 10 de marzo de 1844, Wilford registró lo que llamó “uno de los temas más interesantes e importantes que se han enseñado a los santos”. En dicha ocasión, José explicó ante los santos, el significado del espíritu y poder de Elías. Les declaró que, con las llaves del sacerdocio de Melquisedec en su plenitud, era posible que recibieran y efectuaran todas las ordenanzas pertenecientes al reino de Dios. También, en respuesta a la pregunta, “¿Cuál es el oficio y la obra de Elías?” José declaró, “Es uno de los temas más importantes que Dios ha revelado”. Pidió a los santos que “Vayan y sellen en la tierra a sus hijos e hijas a ustedes y a sus padres en gloria eterna”.

En dos cortos años, José había progresado de enseñar que el bautismo era suficiente para atar a padres a sus hijos, al hecho de que era posible sellar a individuos los unos con los otros en ambos lados del velo y así cumplir con la promesa y misión de Elías, de conectar a las familias eternamente. Gracias a su entendimiento del plan de Dios, aclaró que los santos junto con sus descendientes y antepasados, podrían lograr la exaltación y ser bendecidos con aumento y vida eterna. También dijo que esta restauración del orden antiguo, reconciliaría las verdades de las escrituras, justificaría los caminos de Dios y armonizaría todo principio de justicia y rectitud. En abril de 1844 José declaró, “La mayor responsabilidad que Dios nos ha encomendado en esta tierra, es la de buscar y encontrar a nuestros muertos… para que tengamos la salvación en común con los que parten antes y los que vienen después de nosotros”.

SELLAMIENTO DE FAMILIAS.

La expansión de ordenanzas aplicaba no solamente a los progenitores de los santos sino también a sus descendientes. En 1843 José Smith alentó a los santos diciéndoles que los niños no se perderían tras morir, sino que serían salvos por virtud de los convenios de sus padres. En un discurso dado el 13 de agosto de 1843 también explicó que, “El sello impuesto sobre un padre y una madre, asegura también a su posteridad”. Así que, no era necesario que los niños participen en la ordenanza del sellamiento, si los padres ya se habían sellado; eran considerados herederos de las bendiciones del sellamiento de sus padres.

A pesar de que la revelación brindaba consuelo, representaba una aplicación limitada del poder sellador; las bendiciones del sellamiento solo se extendían de los padres a sus hijos. No fue sino hasta 1844 que José aclaró que el poder sellador no se limitaba a los vivos —uniendo únicamente a hijos a través del sellamiento de los padres— sino que se extendía de los padres fallecidos, atravesando el velo entre la tierra y el cielo.

Más adelante, Wilford reconoció que el principio del sellamiento y el enlazamiento de todas las dispensaciones era lo que ocupaba la mente de José, “más que cualquier otro asunto que se le había asignado”. Dijo que José estaba, “totalmente envuelto en esta obra”, sin embargo, no vivió lo suficiente para “adentrarse más en estas cosas”. Aunque José enseñó a los santos que debían sellarse con sus hijos y con sus padres, nunca ofició en ningún sellamiento generacional antes de su muerte. No fue sino hasta que el templo de Nauvoo se dedicó, en diciembre de 1845, que el primer sellamiento de un hijo a sus padres se efectuó bajo la dirección de Brigham Young. De modo que, los niños que nacieran antes del sellamiento de sus padres y de que su matrimonio fuese valido ante Dios, podían sellarse a sus padres.

Otra ordenanza del sellamiento a la que José aludió pero no vivió lo suficiente para llegar a explicarla o administrarla, se llegó a conocer como la “adopción del sacerdocio”.

HEREDEROS DEL SACERDOCIO.

En 1832, el Señor había revelado por medio de José que a todos aquellos que reciban la plenitud del sacerdocio, tienen la promesa de la santificación y de todo lo que el Padre tiene. En esa misma revelación —contenida en la sección 84 de Doctrina y Convenios— el Señor explicó que los que obtienen el sacerdocio, son considerados progenie de Moisés y son parte de la línea patriarcal del sacerdocio desde Moisés hasta Abraham y Adán. De ser fieles y leales al juramento y convenio del sacerdocio, podrán, con todo derecho, reclamar las mismas bendiciones prometidas a los hijos de Israel como posteridad de Abraham.

En agosto de 1843, José enseñó de la relación entre los poderes selladores y la “doctrina de elección con la posteridad de Abraham”. En un discurso dijo que el sellamiento entre padres e hijos se efectúan “según las declaraciones de los profetas”332. En otro discurso, explicó que el sacerdocio provenía de Dios directamente, “no se hereda de los padres”. Por tal razón, los santos debían sellar la línea patriarcal del sacerdocio hasta Adán, quien lo recibió directamente de Dios. José prometió a los santos que al terminar el templo, “recibirían más conocimiento” concerniente al sacerdocio patriarcal.

La mayoría de los miembros de la iglesia que residían en Nauvoo, no solamente eran la primera generación de miembros en su familia, sino la única generación de miembros de la iglesia en su familia. La mayor parte de los adultos habían sido forzados a salir y dejar a sus familias para reunirse con los santos y ni siquiera concebían la posibilidad de tener familiares que fueran miembros de la iglesia. Al menos no en esta vida, para sellarse a ellos. Sin padres disponibles para que participaran en la ordenanza del sellamiento para atar sus generaciones, temían quedarse sin una conexión por la autoridad del sacerdocio, a la familia de Dios. Similarmente, aquellos conversos a la iglesia que eran casados y sus parejas no se unían a la iglesia, no se podían sellar y consecuentemente, sus hijos tampoco podían sellarse a ellos. Eran pocos los hombres ordenados al sacerdocio y eran aún menos los que habían recibido las ordenanzas del templo. Hombres que hayan recibido las ordenanzas del lavamiento, unción, investidura y el sellamiento recibían la “plenitud del sacerdocio”, un requisito para ser parte de la línea patriarcal del sacerdocio.

El dilema se resolvió en parte por medio de la ley de adopción, la cual enlazaba a personas sin parentesco cuando los lazos de una familia tradicional se rompían. La adopción, creaba ceremonialmente, relaciones de padres e hijos en el sacerdocio para aquellos que no tenían padres biológicos dentro de la iglesia con quien conectarse. La práctica de la adopción también atenuó la preocupación de que los santos no tendrían un enlace con la familia de Dios, si los antepasados de los santos no aceptaban el Evangelio en el mundo de los espíritus. Además, la adopción con líderes del sacerdocio en vez de con parientes, abría la opción de que se pudieran sellar a una línea del sacerdocio cuando no hubiera un líder digno en la familia para dirigir a su familia a la salvación y exaltación.

El sellamiento a través del matrimonio, o por adopción a un hombre digno, ordenado al sacerdocio de Melquisedec, era parte vital de la participación de los santos, como miembros del reino de Dios. Durante la vida de José Smith, los únicos sellamientos que se efectuaron a la línea del sacerdocio, fueron de mujeres. (Los hombres no eran adoptados al linaje del sacerdocio de otros hombres hasta que se completó el templo de Nauvoo). Es de entenderse que las mujeres desearan sellarse a alguien que poseía un oficio en el sacerdocio mayor, ya que podía ser una indicación de la fidelidad de un hombre.

Por lo menos diez mujeres decidieron sellarse espiritualmente a José Smith en Nauvoo (por la eternidad, no por la mortalidad) para estar conectadas a su linaje del sacerdocio, pero permanecían con sus esposos. Había mujeres que estaban casadas con hombres que apoyaban la iglesia pero no se habían unido a ella por medio del bautismo. Algunas se casaban con hombres miembros de la iglesia quienes no tenían responsabilidades como líderes. Una de ellas era la esposa de un apóstol. La esperanza era que al sellarse a José Smith y al ser adoptadas a su línea del sacerdocio, se aseguraría su exaltación y sería de provecho para sus esposos e hijos. Después de la muerte de José Smith, hubo cinco mujeres quienes eligieron sellarse a sus maridos por la mortalidad y a José por la eternidad.

La aplicación de los mencionados principios del sellamiento y la habilidad de recibir las ordenanzas requeridas para la exaltación, dependían de la capacidad de los santos para administrar las ordenanzas. El 4 de mayo de 1844, consumido en una lista interminable de preocupaciones desde la pobreza hasta la violencia del populacho, José estableció prioridades ante los doce diciéndoles, “necesitamos un templo más que cualquier otra cosa”. Tres meses después, las paredes exteriores del templo estaban parcialmente terminadas cuando José y su hermano Hyrum fueron asesinados. José no vivió para administrar ordenanzas de sellamiento dentro del templo.

A pesar de tan desgarradora tragedia, la muerte de su profeta, los santos se mantuvieron firmes en su fe y esperanza a medida que aumentaba la confusión y persecución. La construcción del templo se detuvo solamente por unos días, lo cual sorprendió a aquellos que no comprendían el propósito y significado de las ordenanzas del templo. El 7 de julio de 1844, se sostuvo un voto entre los santos en el cual se apoyó la decisión de completar el templo lo más pronto posible, demostrando que la muerte de José y Hyrum no rescindió la restauración ni alteró la misión de Elías, tal como la crucifixión de Cristo no erradicó el cristianismo.

SUCESIÓN.

Wilford estaba entre los que habían sido enviados por José a diferentes ciudades del este durante la primavera de 1844, a recaudar fondos para la construcción del templo y para comunicar la noticia de la candidatura de José Smith a la presidencia del país. Wilford se enteró del martirio por medio de una nota en un periódico cuando se encontraba en la ciudad de Portland, Maine al estar de regreso para predicar en las islas Fox. Hizo preparativos para su regreso a Nauvoo inmediatamente. Al llegar a Nauvoo el 6 de agosto junto con Brigham Young, Heber C. Kimball y otros apóstoles, encontraron a los santos en un estado de confusión y encontraron también, que había varios individuos que declaraban tener autoridad para dirigir la iglesia.

La crisis por falta de liderazgo que sobrevino tras la muerte de José, amenazaba con dividir a la iglesia. Los tres reclamantes principales eran, Sidney Rigdon, basado en su posición previa en la Primera Presidencia; Brigham Young, como el miembro de más antigüedad del cuórum de los doce; y James Strang, un recién converso quien había producido una carta de nombramiento de parte de José Smith. Se había acordado tener una reunión el 8 de agosto en la cual, Sidney Rigdon tomaría la palabra y explicaría la razón por la que debía ser el sucesor de José. Brigham y los demás apóstoles expresaron opiniones opuestas a su declaración, articulando con convicción que José había conferido todas las llaves del sacerdocio y todas las ordenanzas al cuórum de los doce y que eran el único cuórum autorizado para dirigir la iglesia.

Wilford apoyó a Brigham y testificó que José había “reunido a los doce la última vez que nos habló… y compartió la carga del reino con nosotros y nos dio la llaves y poderes para llevar adelante esta obra grande y santa. Nos dijo que había recibido todas las llaves, todos los poderes y todos los dones para la salvación de los vivos y de los muertos, también dijo: ‘Sello sobre los doce estos dones y poderes y llaves desde hoy y para siempre’”.

Por otra parte, Brigham enseñó a los santos que ellos no iban a decidir “llenar una vacante de un profeta vidente y revelador: Dios debe hacerlo”. Wilford indicó que creía que Dios lo había hecho indicándole a José a quien debía llamar como apóstoles y a cual se le daría la “plenitud del sacerdocio”. Bajo el contexto de recibir las ordenanzas del templo, Wilford hizo notar el hecho de que Sidney había perdido la confianza de José el año previo a su muerte. Como resultado, no se le permitió a Sidney el recibir la plenitud del sacerdocio a través de las más elevadas ordenanzas del sellamiento y la segunda unción.

Luego de las palabras de Brigham, Wilford hizo otra observación, diciendo que Sidney Rigdon no estuvo presente cuando José y los miembros del cuórum de los doce “recibieron efectivamente las llaves del reino de Dios, los oráculos de Dios, llaves para la revelación y el orden de los asuntos celestiales”. James Strang se convirtió a la iglesia en el mes de febrero de 1844, apenas cuatro meses antes del martirio de José y tampoco había recibido todas las ordenanzas o “plenitud del sacerdocio”.

AFERRADOS A LA VERDAD.

Aunque su propia hermana, su cuñado y más tarde su suegra decidirían no seguir a los doce, Wilford declaró inequívocamente, “Puedo expresar con toda la emoción de mi corazón y sentimiento en mi alma, como lo ha dicho el presidente Young, ‘que si solo quedaran diez hombres que se aferran a la verdad, a José y al templo y están dispuestos a hacer lo correcto en todas la cosas, permítanme ser uno en ese número.’ Si tuviera que dar mi vida por la verdad del Evangelio sempiterno del Hijo de Dios. . . que así sea; Quiero ser parte de ese número”. Wilford era fiel a su palabra. Se aferró a la verdad y al templo.

A pesar de lo difícil que resultaba imaginarse el progreso de la iglesia sin el liderazgo de José y Hyrum Smith, Wilford sabía que el trabajo no dependía de ellos solamente. Dijo, “El mundo entero piensa que con asesinar a José pueden dar fin al mormonismo y habría ocurrido, si esta no fuera la obra del Dios todopoderoso; si fuese la obra de hombres, hubiese cesado de existir sobre la tierra hace mucho tiempo. El poder que ha sustentado esta obra desde el principio, la sostiene hoy…. El Señor todopoderoso ha extendido Su mano para lograr Sus propósitos y es a través de la gente honesta y noble del mundo que va en busca de los que están dispuestos a sostener y ayudar a edificar Su reino en los últimos días. Ha encontrado a algunos y encontrará a muchos más”. La iglesia de Dios y Su obra continuarían adelante porque son de Él.

Al final, a pesar de que algunos santos siguieron a Sidney Rigdon y establecieron una nueva iglesia en Pensilvania y muchos otros santos prominentes en la iglesia —incluso la mayoria de la familia de José— denunciaron la práctica de la poligamia y brindaron su apoyo a James Strang y a otros del cuórum de los doce. El consejo de los apóstoles fue el terminar el templo porque era la obra de Dios y “debemos salvarlo de los poderes combinados de la tierra y el infierno”. Brigham les recordó que era necesario continuar adelante con el plan de José. A menos que siguieran el patrón que José les enseño, no recibirían más investidura. Añadió también que, “Debemos edificar el templo en este lugar, si tenemos que construirlo al igual que los Judíos cuando construyeron la paredes del templo de Jerusalén, con la espada en una mano y la espátula en la otra. . . . Estoy dispuesto a pagar cualquier precio para edificar un lugar en el que pueda recibir mi investidura aunque me expulsaran un minuto después sin poder llevar nada más conmigo”.

REANUDACIÓN DE ORDENANZAS.

El 9 de agosto de 1844, Wilford registró en su diario, “Los días son sombríos en Nauvoo, tras la muerte del profeta y el patriarca, el interés parece inexistente a excepción de la construcción del templo lo cual los mantiene ocupados”. Tres días después, el 12 de agosto, se le pidió a Wilford que se mudara junto con su familia a Inglaterra para presidir sobre la obra misional en Europa y se le mandó reunir a los santos en Sion. Más adelante profundizó en la sabiduría de poder salir de una agitada Nauvoo en medio de tanta confusión diciendo que, para que el reino de Dios permanezca, se debe “extender en el extranjero y reunir en sí mismo fortaleza”. Consiente de la frágil situación de la iglesia, se reunió con los santos y les aseguró que la muerte de José Smith no destruiría el Evangelio ni podía invalidar el poder de Dios. La verdad, no sería aniquilada. Le aconsejó que fuesen fieles, que se mantuviesen unidos y enfocados en la construcción del templo para recibir sus investiduras.

Wilford también sentía que la redención de los muertos debía permanecer como una prioridad a pesar de la confusión. Para él, José solo tuvo tiempo para sentar las bases antes de morir para ir al mundo de los espíritus a organizar los esfuerzos al otro lado del velo. Al reunir a los Élderes de Israel en el mundo de los espíritus y facilitar la predicación del Evangelio en ese lugar, José haría posible que los santos continuaran la obra vicaria en la tierra. Por lo tanto, los santos necesitaban prepararse para hacer su parte, ya que los que hayan escuchado y aceptado el Evangelio en el mundo de los espíritus, necesitarían que alguien en la tierra efectuara las ordenanzas de la casa de Dios por ellos.

Wilford reconoció la influencia motivadora y edificante que la misión de Elías tenía sobre los santos, incluso en momentos difíciles. Reflexionando al respecto, escribió en su diario que los santos habían “sido llamados a pasar escenas de sufrimiento y privaciones que hubiesen desmotivado a un Alejandro Magno. Han tenido que combatir contra la tierra y el infierno, hombres malvados y demonios, enfermedades y muertes, persecuciones y expulsiones. . . . ¿Que nos ha sostenido e inspirado a actuar en medio de tales dificultades? Hemos sido sostenidos por el poder de Dios para que podamos cumplir sus propósitos [y]… Hemos sido influenciados por los espíritus de nuestros antepasados y progenitores . . . quienes esperan la redención de sus cuerpos”.

El 24 de agosto de 1844, algunos de los doce apóstoles fueron bautizados por sus muertos en la pila del templo y la obra siguió adelante. Dos días después, Wilford y Phebe se dirigieron al rio Misisipi para bautizarse por algunos de sus parientes. Tres semanas después de haber regresado a Nauvoo, Wilford, Phebe y sus hijos salieron a cumplir con su llamamiento como presidente de la misión europea hasta enero de 1846. Antes de salir, Phebe recibió una bendición de parte de Brigham Young en la cual le prometió que sería preservada para “volver a reunirse con los santos en el templo del Señor, lo cual sería motivo de gran regocijo para ella”.

INVESTIDURA DEL TEMPLO.

Mientras la familia Woodruff se encontraba en Inglaterra, Wilford se mantenía informado del progreso del templo a través de cartas provenientes de Brigham Young y de otros. El verano de 1845, Brigham escribió que las oraciones de los santos habían sido contestadas y se les había brindado paz y tranquilidad para continuar la labor de construcción del templo. El cuórum de los doce colocó la piedra angular el 24 de mayo de 1846 y Brigham dijo que hubiese sido muy satisfactorio para Wilford el poder presenciar y escuchar las exclamaciones de hosanna de los santos. Brigham concluye su carta diciendo, “Hay una unión perfecta que prevalece entre los santos, todo hombre parece estar determinado a hacer todo lo que esté a su alcance para hacer avanzar la obra del templo lo más pronto posible”.

Brigham pensaba que sería posible terminar la pila bautismal de piedra y las superficies del templo ese mismo verano, pero la persecución y conflicto tanto en Nauvoo como en los pueblos adyacentes interfirió. Para octubre de 1845 la tensión había incrementado al grado que se tuvo que negociar una tregua. Como parte de la tregua, los santos habían acordado salir del estado de Illinois durante la primavera.

Reconociendo el apremio y deseo de los santos de recibir su investidura, Brigham dedicó el nivel superior del templo el 30 de noviembre. El enfoque había cambiado de los bautismos vicarios a las ordenanzas para los vivos. El 10 de diciembre, treinta hombres y mujeres participaron en las ceremonias de lavamientos, unciones e investiduras. Todos habían recibido las ordenanzas del templo bajo la dirección de José Smith, pero deseaban participar de las ceremonias de nuevo en el templo. El grupo estaba conformado por Heber C. Kimball, George A. Smith, Orson Hyde, John Smith, Newel K. Whitney, Brigham Young, Parley P. Pratt, Amasa Lyman, John Taylor, John E. Page y sus esposas, también Willard Richards, Joseph C. Kingsbury, la viuda de Hyrum Smith, Mary y la viuda de Don Carlos Smith, Agnes Smith. Curiosamente, Emma Smith no fue parte del grupo. Las personas mencionadas comenzaron a administrar lavamientos y unciones y a oficiar en la ceremonia de la investidura el 11 de diciembre de 1845.

Había días en los que más de 100 personas recibían su investidura y para el fin del mes, se habían investido más de 1,000 individuos. Este fue un logro increíble dado que, dependiendo del tamaño del grupo, tomaba entre cuatro y seis horas cada sesión de investidura. Hubo ocasiones en que las ceremonias se prolongaban hasta altas horas de la noche. Con el fin de que más personas pudieran participar, la ropa del templo se lavaba y planchaba durante la noche para que estuviera lista al día siguiente. Las ordenanzas continuaron del 10 al 25 de diciembre y tuvieron que parar debido primordialmente a la falta de aceite para las unciones.

En el corto periodo de tiempo de unas semanas, en el que los santos tuvieron acceso al templo, se unieron más de 2,000 parejas por la eternidad. A veces se efectuaban dos tipos de sellamientos en la misma ceremonia. Por ejemplo, una viuda se sellaba por la eternidad a su esposo fallecido y también se sellaba a un hombre vivo por la mortalidad. A pesar de que el propósito principal del sellamiento era el aspecto espiritual del mismo, había quienes se sellaban con fines prácticos. Tales relaciones, las cuales eran poco convencionales, facilitaban el sustento económico, emocional, físico y temporal de mujeres y niños quienes pasaban por circunstancias difíciles. Como resultado, los sellamientos polígamos o poliándricos se efectuaban con el único fin de establecer una conexión espiritual en la cual, la pareja no tenía interacción alguna después de la ceremonia del sellamiento. Por otra parte, en sellamientos conyugales, las parejas permanecían juntas y procreaban hijos.

PERFECCIONAMIENTO DEL SACERDOCIO.

En enero de 1846, los líderes de la iglesia en Nauvoo decidieron no esperar hasta la primavera para dejar Nauvoo, acordaron comenzar su éxodo en febrero, debido a rumores de que su partida seria saboteada. La decisión de salir de Nauvoo y dejar el templo, aumentó el deseo en los santos de recibir las ordenanzas. El 12 de enero de 1846, Brigham Young registró, “La ansiedad por recibir las ordenanzas manifestada por los santos y nuestro deseo por administrarlas era tal, que me entregué totalmente a la obra del Señor en el templo de día y de noche. . . regresaba a casa una vez por semana”.

A parte de los lavamientos, unciones, investiduras y sellamientos, también se efectuaron adopciones al sacerdocio. Brigham explicó que si el sacerdocio hubiese permanecido a través de las generaciones, la ley de la adopción no habría sido necesaria porque todos habrían sido incluidos en el convenio. En su diario, Wilford escribió en cuanto a las instrucciones de Brigham y profundiza en el aspecto de la implementación: “El presidente Young dijo que el sacerdocio había existido sobre la tierra en las diferentes épocas y que cuando el sacerdocio no estaba disponible, el hombre debía sellarse a una línea continua hasta llegar a nuestro padre Adán. Se tendría que sellar el hombre para unir cada eslabón de principio a fin y a para que los hijos [nacidos antes de que sus padres recibieran su investidura] sean sellados a sus padres. . . . Pero no puede efectuarse en ningún lugar que no sea el templo”.

Wilford explica a los santos más adelante que, José Smith desciende de los lomos de José de la antigüedad y que como su descendiente literal, es heredero por nacimiento, de las llaves del sacerdocio. Cuando José Smith fue adoptado a la línea del sacerdocio, por virtud de su ordenación al sacerdocio de Melquisedec por Pedro, Santiago y Juan, eliminó la brecha que se había creado durante las dispensaciones de apostasía y cuando el sacerdocio fue quitado de la tierra.

Era de esperarse, que al igual que las personas debían ser adoptadas en la casa de Israel por medio del bautismo, para heredar las bendiciones de Abraham, también debían ser adoptadas o unidas a José como el cabeza de ésta dispensación, para recibir las bendiciones de la plenitud del sacerdocio. Los santos solían pensar en aquel entonces, que una vez sellados a sus padres dentro de la iglesia, entonces se podían sellar a sus antepasados a la línea de José Smith por adopción. Al hacerlo, reconectaban a sus familias sobre la tierra a la línea eterna del sacerdocio a través de “los padres en el sacerdocio” de José, “hasta Adán”.

En la práctica, la integración del linaje del sacerdocio con los rituales del sellamiento, significaban que además de los sellamientos entre esposos, esposas e hijos, se debía establecer un enlace del sacerdocio, a través de una ordenanza aparte. En 7 de enero de 1846, Brigham Young dedicó el altar, alrededor del cual se arrodillaban durante la ordenanza del sellamiento. Cuatro días después, solemnizó el primer sellamiento de un hijo a sus padres y las primeras adopciones de hombres al sacerdocio. Hubo un total de 211 personas que fueron adoptadas y más de setenta hijos fueron sellados a sus padres en el templo de Nauvoo en 1846.

La edad relativa de los individuos no era factor en la adopción al sacerdocio; se basaban más en la rectitud y también la habilidad de un hombre de ser líder de su familia biológica y adoptada para guiarlas a la exaltación en las eternidades. La mayoría de los que eran adoptados por un líder del sacerdocio, elegían unirse a la línea de miembros del cuórum de los doce junto con sus esposas, tal fue el caso de John y Leonora Taylor, Willard y Jennetta Richards, Brigham y Miriam Young y Heber C. y Vilate Kimball.

Cinco mujeres se sellaron a José Smith postumamente por la eternidad, a la misma vez que se sellaron a sus maridos para la mortalidad en el templo de Nauvoo. Sin embargo, sólo existe un registro de adopción postuma de un hombre a José en Nauvoo. El 3 de febrero de 1846, John M. Bernhisel escribió que se había sellado “al presidente José Smith (martirizado) para ser su hijo por la ley de adopción y llegar a heredar todas las bendiciones pertenecientes a la exaltación, conferidas a José Smith”. El hecho de que John se sellara solamente a José por adopción y no a José y Emma como pareja, resalta la singularidad de tales eventos. Emma Smith no participó en las ordenanzas del templo después de la muerte de su marido.

Las adopciones al sacerdocio y los sellamientos de hijos a padres no se volvieron a efectuar por un lapso de treinta y un años. Los santos tendrían que esperar hasta que se terminara de construir otro templo en el año de 1877 para así poder efectuar dichas ordenanzas.

ÚLTIMAS ORDENANZAS EN NAUVOO.

El 2 de febrero de 1846, Brigham Young anunció que era tiempo de preparase para salir y que debían cesar las ordenanzas del templo. A pesar del anuncio, había un grupo numeroso de santos esperando a Brigham cuando llegó al templo al siguiente día. Intentó alentarlos diciéndoles que una vez que se establecieran de nuevo, se construirían más templos en los cuales podrían efectuar las ordenanzas y también les informó que preparaba sus carretas y “me marcho”. Caminó una corta distancia alejándose del templo suponiendo que el grupo se dispersaría, pero cuando se volvió, el templo estaba “lleno hasta rebosar”. Entendió el mensaje e intenso deseo de los santos por recibir las bendiciones del templo e inmediatamente resumió la obra administrando otras 295 ordenanzas ese día.

El éxodo de los santos inició el 4 de febrero, no obstante, la obra del templo continuó día y noche durante las próximas 48 horas y según los registros del templo de Nauvoo, más de 600 personas recibieron sus ordenanzas el último día, el 7 de febrero. De esa manera, el templo en el que trabajaron durante cinco años para construirlo, se utilizó solamente durante cuarenta y seis días. En ese corto periodo de tiempo, entre el 10 de diciembre de 1845 y el 7 de febrero de 1846, más de 5,600 santos, recibieron su investidura.

En referencia a este momento, Brigham Young explica el cargo que José Smith le dio aquel día en el que administró la primera investidura en mayo de 1842. Dijo, “Después de haber terminado, el hermano José se me acercó y me dijo, ‘Hermano Brigham, no lo hemos hecho de la mejor manera, pero hicimos todo lo posible considerando las circunstancias en las que estamos, quisiera que se encargara de organizar y sistematizar todas las ceremonias y sus señales, símbolos, penalidades y palabras clave.”’ Brigham sentía que ya había hecho lo que se le había pedido, mientras administraba las ordenanzas a los santos en Nauvoo entre 1842 y 1846. Cada vez que oficiaba, dijo que “recibía algo más”, de manera que al oficiar en el templo de Nauvoo, “entendieron y supieron cómo organizarías”. Aunque las circunstancias en el templo no habían sido las ideales, Brigham creía, “Efectuábamos nuestras ceremonias de la manera correcta”.

UNA GRAN RESPONSABILIDAD.

Pasarían treinta y un años para que se construyera el siguiente templo en Saint George Utah. En dicho templo, se efectuarían por primera vez, todas las ordenanzas tanto para los vivos como para los muertos. A pesar de que José vivió lo suficiente para establecer el marco fundamental para la redención del género humano, fue asesinado meses después de que las ordenanzas y principios sagrados se revelaran, antes de que los efectos se materializaran y antes de que la administración comenzara para ambos, los vivos y los muertos.

Si hubiese cesado la revelación con la muerte de José Smith y si las ordenanzas hubiesen permanecido como él las introdujo, la misión de Elías hubiese fracasado. La obra de Dios, “Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” se hubiese frustrado. Pese a los esfuerzos de José de compartir el conocimiento que se le había revelado, reconoció que los santos aun no estaban preparados. El Señor revelaría instrucción adicional y los santos debían estar preparados para recibirla.

Lo que a la opinión de algunos era algo incompleto o preguntas sin respuestas, eran realmente indicadores del progreso en el desarrollo continuo del Evangelio restaurado, el cual se venía desenvolviendo desde 1820. Brigham Young estaba entre los del primer grupo que recibió las ordenanzas del templo a manos de José Smith en mayo de 1842. En esa ocasión, José le pide a Brigham organizar y perfeccionar las ceremonias según el patrón revelado del cielo. Obediente a las palabras del profeta, Brigham supervisó y dirigió la obra del templo durante los intensos días en Nauvoo y presidió las limitadas ordenanzas efectuadas en la casa de investiduras y en otros lugares temporales entre 1847 y 1877. La función de Brigham de comunicar las ordenanzas del templo así como el poder sellador era una obligación sagrada y una pesada carga sobre él. No obstante, aunque la presidencia de Brigham duro treinta años y fue critica para la sobrevivencia de la iglesia, tan solo vivió durante cuatro meses, después de que iniciara la administración de ordenanzas en el templo de Saint George en 1877.

Al igual que con José Smith, si Dios hubiese cerrado los cielos después de la muerte de Brigham Young en agosto de 1877, la obra se hubiese frustrado debido al conocimiento limitado de los santos en cuanto a la inmensidad del plan de salvación de Dios. A medida que los santos maduraban en su conocimiento del Evangelio restaurado, a medida que el número de miembros crecía y a medida que la iglesia se expandía en el área geográfica, se hicieron necesarios algunos cambios en la organización de la iglesia. A la misma vez, se adaptarían ciertas ordenanzas del templo, otras se refinarían, otras se suspenderían y otras se descontinuarían.

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