Ellos Dan Testimonio
Presidente Joseph Fielding Smith
Del Consejo de los Doce Apóstoles
Informe de la Conferencia, octubre de 1956, págs. 19–22
Como testigo de la misión del Señor Jesucristo, me dirijo no sólo a los que están reunidos aquí, sino también a los que se hallan dispersos en otras partes, muchos de los cuales tal vez no sean miembros de la Iglesia.
El Señor dijo que «por boca de dos o tres testigos se establecerá toda palabra», y Él siempre ha tenido testigos que puedan dar testimonio de esta verdad por medio de la revelación divina y designación.
Cuando envió a los misioneros en los primeros días después de la restauración del evangelio, el Señor dijo que los enviaba para que «[fuesen] preparados en todas las cosas cuando [los] volviese a enviar para magnificar el llamamiento al cual [los había] llamado, y la misión con la cual [los había] comisionado.
«He aquí, os envié a testificar y a amonestar al pueblo, y corresponde a todo hombre que ha sido amonestado, amonestar a su prójimo. «Por tanto, quedan sin excusa, y sus pecados recaen sobre su propia cabeza.» (DyC 88:80–82)
Así que las palabras que son pronunciadas por aquellos que han sido comisionados y tienen la autoridad para dar testimonio de la verdad son obligatorias no sólo para los miembros de la Iglesia, sino también para todos aquellos a quienes llega este mensaje.
Con respecto a la aparición del Libro de Mormón, el Señor dijo que Él escogería testigos. Debería haber tres testigos especiales que darían testimonio al mundo, y dijo Él: «Y no habrá otro que lo vea, sino unos pocos, según la voluntad de Dios, para dar testimonio de su palabra a los hijos de los hombres; porque el Señor Dios ha dicho que las palabras de los fieles hablarán como si viniesen de los muertos.
«Por tanto, el Señor Dios proseguirá a sacar a luz las palabras del libro; y por boca de cuantos testigos le parezca bien, establecerá su palabra; ¡y ay de aquel que rechace la palabra de Dios!»
(2 Nefi 27:13–14)
No me tomaré el tiempo para leer los testimonios de los Tres Testigos ni de los Ocho Testigos del Libro de Mormón. Estos se publican en cada ejemplar de ese libro. El testimonio de Oliver Cowdery, David Whitmer y Martin Harris fue que, en presencia de un ángel, contemplaron el registro del cual se tradujo el Libro de Mormón y tuvieron el privilegio de examinarlo en presencia de ese ser celestial. Y la voz del Señor les habló desde los cielos, exhortándolos a dar testimonio de esta verdad a toda nación, tribu, lengua y pueblo. (Testimonio de los Tres Testigos, Libro de Mormón)
Otros ocho testigos vieron las planchas, aunque no en presencia de un ángel. (Testimonio de los Ocho Testigos, Libro de Mormón) Estos son los testigos mencionados en el Libro de Mormón, a quienes el Señor dijo que llamaría para dar testimonio de la veracidad de este Libro de Mormón.
Todos aquellos que han oído hablar del Libro de Mormón, todos aquellos que lo han leído, han tenido la oportunidad de leer los testimonios de Oliver Cowdery, David Whitmer y Martin Harris, quienes dieron un testimonio solemne de la veracidad de este registro, es decir, de que fue revelado. Si se rehúsan a leerlo (aun después de que se les haya llamado la atención sobre este hecho: que el Señor ha hablado, que Él ha entregado hoy en manos del mundo el registro de aquel pueblo que vivió antiguamente) y se apartan y lo rechazan, tendrán que dar cuenta de ello ante el tribunal de juicio de Dios.
Y ¡ay de aquellos que se atreven a combatir estas revelaciones!
Doy testimonio ante ustedes de que el Señor me lo ha dejado muy claro por medio de revelación que he recibido, y muchos de ustedes que están presentes también pueden testificar igualmente que estas cosas son verdaderas. Y ese es el privilegio de toda persona sincera que se esfuerce en leer con espíritu de oración y con el deseo de saber si el libro es verdadero o no; y recibirá ese testimonio conforme a la promesa que hizo Moroni, quien selló el registro para salir a la luz en la Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos (Mormón 10:4).
Consideré oportuno, sin embargo, traer aquí dos testimonios y leerlos, uno de David Whitmer y otro de Oliver Cowdery. Cuando los lea, lo haré a partir de las copias que realicé de las fuentes originales. No se trata de una copia de una copia, sino de una copia del documento original, la cual leeré ante ustedes.
Este es el testimonio de David Whitmer, dado en Richmond, Misuri, el 19 de marzo de 1881, copiado del documento original, el cual fue publicado en el Richmond Conservator en esa fecha: “A todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos a quienes llegue este escrito—“Habiéndose dicho por un tal John Murphy, de Polo [Condado de Caldwell], Misuri, que en una conversación que tuvo conmigo el verano pasado, yo había negado mi testimonio como uno de los tres testigos del Libro de Mormón—
“Con el fin de que él me entienda ahora, si no lo hizo entonces, y para que el mundo conozca la verdad, deseo ahora, estando como quien dice al atardecer de la vida, y con temor de Dios, una vez por todas hacer esta declaración pública: “Que nunca en ningún momento he negado ese testimonio ni parte alguna de él, el cual hace tanto tiempo fue publicado con ese libro, como uno de los tres testigos.
“Los que mejor me conocen, saben que siempre me he adherido a ese testimonio—Y para que nadie sea engañado o dude de mi posición actual con respecto a lo mismo, afirmo nuevamente la veracidad de todas mis declaraciones hechas y publicadas en aquel entonces.
“El que tenga oídos para oír, oiga: No fue una ilusión. Lo que está escrito, está escrito, y el que lee, que entienda…
“Y si algún hombre duda, ¿no debería leer cuidadosa y honestamente y comprenderlo antes de atreverse a juzgar y condenar la luz que resplandece en las tinieblas y muestra el camino hacia la vida eterna, según lo señalado por la mano de Dios?
“En el Espíritu de Cristo, quien dijo: ‘Sígueme’; porque ‘yo soy la vida, la luz y el camino’. Someto esta declaración al mundo. Dios, en quien confío, sea mi juez en cuanto a la sinceridad de mis motivos y la fe y esperanza que hay en mí de vida eterna.
“Mi sincero deseo es que el mundo se beneficie por la declaración clara y sencilla de la verdad.
“Y toda la honra sea para el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que es un solo Dios. Amén.
David Whitmer, Sr.”
“Los abajo firmantes, ciudadanos de Richmond, Condado de Ray, Misuri, donde David Whitmer, Sr., ha residido desde el año 1838, certificamos que hemos estado largo e íntimamente relacionados con él, y sabemos que es un hombre de la más alta integridad y de verdad y veracidad indudables.—Dado en Richmond, Misuri, este 19 de marzo del año 1881.
W. Doniphan
George W. Dunn, Juez del Quinto Circuito Judicial
T. D. Woodson, Presidente del Banco de Ahorros del Condado de Ray
Jacob O. Child, Editor del Conservator
H. C. Garmen, Cajero del Banco de Ahorros del Condado de Ray
W. A. Holman, Tesorero del Condado
J. S. Hughes, Banquero, Richmond, Mo.
James Hughes, Banquero, Richmond, Mo.
D. P. Whitmer, Abogado
James W. Black, Abogado
L. C. Cantwell, Director de Correos, Richmond, Mo.
Geo. I. Watson, Alcalde
Jas. A. Davis, Recaudador de Impuestos
J. Hughes, Juez de Sucesiones y Presidente de las Cortes del Condado de Ray
Geo. W. Trigg, Secretario del Condado de Ray
H. W. Mosby, M.D. (Doctor en Medicina)
Thos. McGinnis, Ex Alguacil del Condado de Ray
W. R. Holman, Comerciante de Muebles
J. P. Quisinberrey, Comerciante
Lewis Slaughter, Registrador de Escrituras
G. W. Buchanan, M.D. (Doctor en Medicina)
A. K. Reyburn
También se publicó el siguiente editorial en el Richmond Conservator: “En otra parte publicamos una carta de David Whitmer, Sr., un antiguo y bien conocido ciudadano de Ray, así como una aprobación de su reputación como hombre, firmada por varios de los ciudadanos más prominentes de esta comunidad, en respuesta a ciertas acusaciones injustificadas hechas contra él.
“No hay duda de que el Sr. Whitmer, quien fue uno de los Tres Testigos de la autenticidad de las planchas de oro, de las cuales afirma que Joe Smith tradujo el Libro de Mormón (una copia de ellas la tiene ahora en su poder junto con los registros originales)” —permítanme hacer una pausa aquí para decir que él no tenía los registros originales; lo que el editor quiso decir era que tenía una copia del manuscrito del Libro de Mormón, el cual se usó en la traducción del registro— “está firmemente convencido de su origen divino, y aunque no hace ningún esfuerzo por imponer sus opiniones o creencias, simplemente desea que el mundo sepa que, en lo que a él concierne, no hay ‘variación ni sombra de cambio’.
“Habiendo residido aquí por medio siglo, es con no poca satisfacción que señala su historial, con la conciencia de no haber hecho nada que desacredite su carácter como ciudadano y creyente en el Hijo de María que justifique semejante ataque en su contra, venga de donde venga; y ahora, con los lirios de setenta y cinco inviernos coronándolo como una aureola, y con su peregrinación terrenal casi finalizada, reitera su declaración anterior y dejará al porvenir resolver el problema de que él fue sólo un testigo pasajero de su cumplimiento.”
De una carta escrita por Oliver Cowdery, otro de los tres testigos, a su cuñado Phineas Young, con fecha 23 de marzo de 1846, desde Tiffin, Ohio, copio lo siguiente: “He abrigado una esperanza, y es una de las más queridas: que pueda dejar un carácter tal que aquellos que crean en mi testimonio, después de que yo haya partido, lo hagan no sólo por amor a la verdad, sino que no tengan que sonrojarse por el carácter privado del hombre que dio ese testimonio.
“He sido muy sensible con este tema, lo admito, pero es natural que así sea; tú también lo serías bajo las mismas circunstancias, si hubieras estado en presencia de Juan con nuestro difunto hermano José para recibir el Sacerdocio Menor, y en presencia de Pedro para recibir el Mayor, y contemplaras el futuro y presenciaras los efectos que estos dos deben producir—sentirías lo que nunca has sentido antes, si hombres malvados conspiraran para disminuir el impacto de tu testimonio sobre la humanidad, una vez que hayas partido a tu tan anhelado descanso.”
Saben, cuando Oliver Cowdery escribió esa carta, no era miembro de la Iglesia; se había alejado de ella por alguna transgresión. Sin embargo, no pasó mucho tiempo después de escribir esta carta a su cuñado antes de que encontrara el camino de regreso al cuerpo de la Iglesia.
Cuando el profeta José Smith estaba en la cárcel de Carthage con su hermano Hyrum, John Taylor y Willard Richards, el profeta pidió que se escribiera una carta a Oliver Cowdery preguntándole si no había ya comido bastante de las algarrobas (véase Lucas 15:16). No sé qué fue de esa carta, pero evidentemente debió haberse escrito, y poco después del martirio, Oliver Cowdery regresó a Nauvoo, y luego continuó su jornada a través del Territorio de Iowa hasta el campamento de los Santos de los Últimos Días en Kanesville, donde suplicó ser recibido nuevamente en la Iglesia, testificando allí de nuevo —testimonio que creo es bastante conocido— que no pedía regresar por ningún cargo ni posición, sino únicamente para ser un humilde miembro de la Iglesia, y volvió a dar testimonio de las mismas verdades a su regreso.
Una última palabra: si Oliver Cowdery hubiera estado mintiendo y la historia no fuera verdadera, en el momento en que miembros inestables estaban abandonando la Iglesia, nunca habría ido a Nauvoo, entre los enemigos del pueblo, ni habría continuado su camino hacia el oeste para encontrar al cuerpo de los Santos de los Últimos Días, cuando todos los demás pensaban que ellos ya habían sido destruidos.
Que el Señor los bendiga, lo ruego, en el nombre de Jesucristo. Amén.

























