El Poder Dentro de Nosotros

Capítulo 15

Convenios y Señales


Isaías 42:6 declara: “Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, por luz de las naciones”.

De nuevo, en nuestros días el Señor identificó su convenio eterno como una luz para el mundo: “He enviado mi convenio eterno al mundo, para ser una luz al mundo, y para ser estandarte a mi pueblo”. (D. y C. 45:9).

Las Escrituras revelan que nuestro Padre Celestial a menudo ha usado señales o símbolos para guiar y enseñar a su pueblo en cuanto a los convenios en su plan eterno para nosotros. Con frecuencia, estas referencias se repiten, aun en diferentes libros de las Escrituras. Me gustaría comentar sobre diez de estos acontecimientos únicos de la historia sagrada —pasada, presente y futura— que vinculan un convenio con una señal o símbolo.

1. El Arco Iris

El primer convenio concierne a Noé, Enoc, el diluvio y el arco iris:
“Yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestra descendencia después de vosotros; . . . no habrá más diluvio de aguas para destruir la tierra. Dijo, pues, Dios: Esta [arco iris] es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra. . . . Dijo, pues, Dios a Noé: Esta es la señal del pacto que he establecido entre mí y toda carne que está sobre la tierra”. (Génesis 9:9–11, 17).

Revelación posterior amplía los términos de este convenio, enseñando que la Sion de Enoc regresará y que el Señor volverá otra vez a morar en la tierra. (Véase TJS Génesis 9:17–25).

La señal del arco iris es un recordatorio visible y perpetuo de los tres términos de este convenio.

2. La Circuncisión

El segundo convenio es conocido como el convenio abrahámico. Obsérvese lo que Dios dijo al padre Abraham:
“Guardarás, pues, mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones. Este es mi pacto, . . . Todo varón de entre vosotros será circuncidado . . . y será por señal del pacto entre mí y vosotros”. (Génesis 17:9–11).

Abraham primero recibió el evangelio mediante el bautismo (el convenio de salvación). Luego se le confirió el sacerdocio mayor, y entró en el matrimonio celestial (el convenio de exaltación). Finalmente recibió la promesa de que estas bendiciones serían ofrecidas a toda su posteridad mortal.

Incluidas en las promesas divinas a Abraham había seguridades de que Cristo vendría por medio de su linaje, que la posteridad de Abraham recibiría ciertas tierras como herencia eterna, que todas las naciones de la tierra serían bendecidas por su descendencia, y más. Puesto que somos descendientes de Abraham, Isaac y Jacob, generalmente por medio de José, heredamos estas bendiciones. Aquellos que son fieles a los convenios hechos en la casa del Señor recibirán una herencia en el reino celestial.

Cristo después reveló: “El [símbolo] de la circuncisión ha sido quitado en mí”. (Moroni 8:8). La revelación de los últimos días también confirma que esta ley se cumplió en Cristo. (Véase D. y C. 74:3–7). ¡Pero el convenio abrahámico permanece!

3. La Pascua

El tercer convenio concierne a la Pascua. Estas son las palabras del Señor:
“Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas . . . y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto”. (Éxodo 12:7, 13).

El convenio de la Pascua incluía una señal manifestada con fe, la cual libró la vida de los hijos primogénitos.

4. El Día de Reposo

El cuarto convenio concierne al día de reposo. Durante años se nos ha enseñado a santificar el día de reposo y hemos procurado entender y obedecer esta ley. Guardar el día de reposo santo es una señal de un convenio con el Señor. Él decretó: “Ciertamente vosotros guardaréis mis días de reposo, porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico”. (Éxodo 31:13).

Esa expresión de Éxodo fue reiterada por el Señor a través de Ezequiel, quien dijo: “Santificad mis días de reposo, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios”. (Ezequiel 20:20).

Mientras trabajaba entre la gente de la China continental, observé que sus calendarios, como los nuestros, distinguen los domingos en números rojos mientras que los de los otros seis días de la semana están impresos en negro. El domingo, las tiendas generalmente están cerradas y en los hospitales solo se realizan operaciones de emergencia. Cuando pregunté a mis colegas médicos por qué consideraban el domingo diferente de otros días, me respondieron: “Porque hemos aprendido de la cultura occidental que la gente parece ser más productiva si descansa el domingo”. Cuando pregunté si había algún significado religioso en su trato especial del domingo, mis anfitriones indicaron que no estaban conscientes de ninguno. ¡Qué día tan glorioso será cuando este maravilloso pueblo sea bendecido por guardar el día de reposo santo por la razón correcta! Es la señal del hombre a Dios, reconociendo que Él es el Señor.

5. El Cruce del Jordán

El quinto convenio concierne a los israelitas, que cruzaron las aguas del Jordán cuando Josué los condujo a ese río desbordado en tiempo de inundación. Ellos tuvieron plena fe en que Dios “amontonaría” las aguas del río Jordán, tal como lo había hecho antes cuando el Mar Rojo se abrió para Moisés y sus seguidores.

Después de que el pueblo cumplió con éxito este acto de fe, facilitado por un milagro del Señor, se les mandó que un hombre de cada tribu tomara una piedra y erigiera un monumento para significar este acontecimiento. Josué colocó doce piedras en el lugar donde los sacerdotes se habían puesto en pie respondiendo al mandato del Señor: “para que esto sea señal entre vosotros” (Josué 4:6), una señal de su convenio con el Señor, quien los libró y los llevó con seguridad a su destino.

6. El Nacimiento de Jesús

El sexto convenio concierne al nacimiento de Jesucristo. Recuerda la profecía de Isaías, frecuentemente citada en la época navideña: “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Inmediatamente antes de esas palabras está este significativo preámbulo: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal”. (Isaías 7:14; 2 Nefi 17:14).

El mensaje de la Navidad también contiene este pasaje familiar: “Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto os servirá de señal: hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre”. (Lucas 2:11–12).

El nacimiento del Hijo de Dios fue un convenio hecho desde antes de la fundación del mundo. Tuvo otras señales celestiales: “He aquí, os doy una señal de la venida de Cristo; porque he aquí, habrá grandes luces en el cielo, de modo que la noche anterior a su venida no habrá oscuridad. . . . Y aparecerá una nueva estrella. . . . y esto también os será por señal”. (Helamán 14:3, 5; véase también 3 Nefi 1:21–22).

Este acontecimiento maravilloso fue proclamado con señales maravillosas dadas tanto en el viejo como en el nuevo mundo.

7. La Muerte de Jesús

El séptimo convenio es el sacrificio expiatorio y la crucifixión de Jesucristo. El acontecimiento más importante que haya ocurrido en la historia de este mundo fue conmemorado con señales celestiales. Un profeta predijo una señal de su muerte: “Y acontecerá que se oscurecerá el sol y rehusará daros su luz; y también la luna y las estrellas, y no habrá luz sobre la faz de esta tierra . . . por el espacio de tres días, hasta el momento en que él resucite de entre los muertos”. (Helamán 14:20).

Los relatos de testigos presenciales de la impresionante realidad de esas señales quedaron registrados en otros versículos de las Escrituras. (3 Nefi 8:3; 11:2).

Estos siete convenios, señales y símbolos pertenecen a la historia pasada. Los siguientes tres conciernen a nuestro tiempo y al futuro.

8. Los que Querrán Engañar

El octavo convenio se relaciona con la falsedad. Cuando se le preguntó al Salvador: “¿Cuál será la señal de tu [segunda] venida?”, Él enumeró muchas señales. Pero la primera que mencionó fue: “Mirad que nadie os engañe”. (Mateo 24:3–4; JS–Mateo 1:5). Luego advirtió que se levantarían falsos profetas y engañarían a muchos, y que “si fuere posible, engañarán aun a los escogidos, que son los escogidos según el convenio”. (JS–Mateo 1:22; énfasis agregado).

Eso significa que cada uno de nosotros, los escogidos del Señor —los escogidos según el convenio— estaremos sujetos al engaño y a la decepción de aquellos que intenten desviarnos de nuestro compromiso de seguir al Salvador. Esta palabra de advertencia, esperamos, será suficiente para los sabios.

9. El Convenio Eterno

El noveno convenio: Cada miembro de la Iglesia está bajo convenio de andar conforme a los mandamientos de Dios. Las Escrituras modernas revelan señales que corresponden a este convenio. ¿Alguna vez te has preguntado por qué nos arrodillamos en la oración? La Escritura responde: “Y que se ponga de rodillas en oración ante Dios, en señal o en memoria del convenio sempiterno”. (D. y C. 88:131). El convenio eterno es el evangelio de Jesucristo. (Véase D. y C. 66:2).

Las Escrituras también afirman que el “amén” que pronunciamos al final de una oración es una señal del convenio eterno. Cuando decimos audiblemente “amén” al concluir las palabras de quien ha hablado, puede considerarse como una señal de un convenio eterno. (Véase D. y C. 88:135).

10. Los Últimos Días

El décimo convenio es multifacético y se relaciona con los acontecimientos de los últimos días y el gran reinado milenario del Señor. ¿Sabías que el Libro de Mormón es una señal de ese convenio? El encabezamiento del capítulo 29 de 3 Nefi declara: “La aparición del Libro de Mormón es una señal de que el Señor ha comenzado a reunir a Israel y a cumplir sus convenios”.

En ocasiones, los medios de comunicación han difundido historias sobre los inicios de la Iglesia y la venida a la luz del Libro de Mormón. Lo que esos reportes no suelen mencionar es que el Libro de Mormón salió a la luz en cumplimiento de profecías, tanto antiguas como modernas, y que fue traducido por el don y el poder de Dios, siendo declarado el libro más correcto sobre la faz de la tierra. Los reporteros también pueden omitir que este libro es una señal del convenio de Dios al mundo de que los últimos días están por cumplirse. Pero no seremos responsables ante los informes de prensa, sino ante esta Escritura: “No supongáis que podéis torcer la diestra del Señor hacia la izquierda, para que no ejecute juicio en el cumplimiento del convenio que ha hecho a la casa de Israel”. (3 Nefi 29:9).

El Señor enumeró otras señales de su convenio de volver otra vez: “Oiréis de guerras y rumores de guerras. . . . Habrá hambres, y pestes, y terremotos. . . . Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. . . . Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. (Mateo 24:6–14).

Al pueblo del continente americano, el Señor añadió: “Os doy una señal . . . que yo os recogeré de vuestra larga dispersión, oh casa de Israel. . . . Esto es lo que os doy por señal . . . que se cumpla el convenio que el Padre ha hecho con su pueblo, oh casa de Israel”. (3 Nefi 21:1–4).

En aquel día habrá una obra maravillosa entre el pueblo. Las tribus perdidas regresarán y se edificará la nueva Jerusalén.

Como preludio final al convenio de su venida, se verán otras señales: el sol se oscurecerá, la luna se oscurecerá y las estrellas caerán del cielo. (Véase Mateo 24:29–30; D. y C. 88:87, 93; JS–Mateo 1:33).

Somos un pueblo de convenio. Las señales y los símbolos de los convenios de Dios con nosotros están por todas partes. Acabamos de repasar diez de ellos, pero hay más, sí, muchos más.

Sepan que el precioso Libro de Mormón es una señal de los últimos días. Aquellos que sirven como misioneros están cumpliendo la señal del convenio de Dios hecho a Abraham, de que todas las naciones de la tierra serían bendecidas por su descendencia. Los Santos de los Últimos Días son custodios del sacerdocio y del evangelio de Jesucristo. Ellos llevarán esa palabra al mundo, no solo para la salvación de las personas, sino también como participantes de la señal de que todas las naciones de la tierra oirán el mensaje del evangelio antes del convenio de la Segunda Venida.


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