Sintonizar el corazón siguiendo a Jesucristo: El sagrado don de la música de la Primaria
Por la hermana Tracy Y. Browning
Segunda Consejera de la Presidencia General de la PrimariaLas canciones de la Primaria son sermones para los discípulos de Jesucristo, testimonios de la veracidad del Evangelio restaurado y oraciones musicalizadas.
Una de las bendiciones de mi servicio en la Primaria es que mi corazón ha aprendido a amar en idiomas que mi lengua no habla. He hallado gozo al conectarme con otros santos a través del lenguaje compartido de la música sagrada y, especialmente a través de las sencillas canciones de la Primaria, el Espíritu Santo ha trascendido las barreras del idioma y ha llenado mi corazón con Sus susurros. En las voces de los niños, el amor de Dios y de Su Hijo Jesucristo se ha proclamado con una verdad clara y penetrante.
Aunque no crecí en la Primaria, el Espíritu me ha enseñado rápidamente el carácter sagrado de sus canciones, que se han convertido en parte de mi adoración personal. Las canciones de la Primaria han tenido una influencia santa en mi vida y me han elevado el alma, me han enseñado verdades eternas y me han acercado más al Salvador y a Su Evangelio.
El presidente Dallin H. Oaks enseñó en una ocasión que “el cantar himnos es una de las mejores maneras de aprender la doctrina del Evangelio restaurado”. Esas palabras son ciertas para todos nosotros, pero en especial para los niños. La música de la Primaria es una de las herramientas más tiernas de Dios para plantar las semillas del testimonio en el corazón de los discípulos más jóvenes del Salvador. Los padres, los líderes y los maestros alimentan esa semilla al testificar e invitar a los niños a dar testimonio de todo lo que están llegando a saber sobre el Padre Celestial; Su Hijo, Jesucristo; y el Espíritu Santo.
En estos últimos años de servicio, he dedicado tiempo a cantar y a aprender de la música de la Primaria mientras reflexionaba sobre algunas preguntas:
- ¿Cómo pueden las canciones de la Primaria que se aprenden en la infancia convertirse en el lenguaje espiritual que los niños utilizan para testificar durante el resto de su vida?.
- ¿De qué manera el cantar las verdades del Evangelio ayuda a los niños a recordar al Señor como parte de su convenio y los prepara para Sus ordenanzas?.
- Y ¿cómo pueden las canciones de la Primaria ayudar a escribir la ley de Dios en el corazón de estos discípulos más jóvenes?.
Cuando la Primaria se inició en 1878, su primera presidenta, Aurelia Spencer Rogers, observó que “cantar era necesario”. La música siempre ha sido fundamental para enseñar el Evangelio a los niños. Las canciones de la Primaria pueden convertirse en el primer idioma espiritual de los niños porque sus melodías sencillas y memorables dan voz a las verdades del Evangelio. Estas canciones tienen el poder de permanecer con los niños toda la vida, convirtiéndose en parte de su discipulado y una forma natural y normal para ellos de testificar del Salvador.
Enseñar la doctrina de Jesucristo por medio de la música
Las canciones de la Primaria también pueden ser poderosas herramientas para enseñar la doctrina. Algunas canciones narran la vida y el ministerio del Salvador; otras enseñan sobre Sus atributos, tales como Su fe, Su esperanza y Su caridad; y las canciones más sagradas testifican de Su Expiación infinita y del amor que emana de ese acto de salvación.
Un profeta del Señor, el presidente Russell M. Nelson, enseñó: “[La música] puede ejercer una influencia continua para el bien mucho más allá de la infancia de los niños […]. [Tiene el] poder de brindar alimento espiritual; tiene el poder para sanar; tiene el poder de favorecer la adoración, permitiéndonos contemplar la Expiación [del Salvador] y la restauración del Evangelio, junto con sus principios de salvación y ordenanzas de exaltación. La música nos brinda poder para que expresemos pensamientos en oración y demos testimonio de verdades sagradas”.
Como padres, líderes y maestros, nuestra labor incluye ayudar a los niños a tener acceso a esas bendiciones prometidas al enseñarles con intención las verdades del Evangelio que se encuentran en la música. El presidente Nelson también enseñó que “los niños pueden aprender la doctrina cuando están aprendiendo a cantar tanto como pueden aprender la doctrina en una clase”. Esas canciones pueden proporcionar una reserva de sermones llenos de fe que dirijan a los niños al Salvador y los ayuden a desarrollar devoción a Su Evangelio.
Las Escrituras enseñan que las canciones de los justos que nacen del corazón son una delicia para el Salvador. No puedo evitar maravillarme del deleite que producen las voces de los discípulos más jóvenes del Salvador. Sé que sus canciones llenas de oración llegan al cielo como expresiones de fe que invitan al Espíritu Santo a confirmar verdades eternas y, con suavidad y ternura, invitan a otras personas a aceptar el llamado de nuestro Salvador de seguirlo y volver a casa. Como nos ha recordado el élder Henry B. Eyring, es en esos momentos en que sentimos el Espíritu que tenemos evidencia de que la Expiación del Salvador está obrando en nuestra vida.
Grabar la verdad en el corazón
La música de la Primaria puede ser un milagro que acompañe a nuestros hijos a lo largo de toda su vida en la senda del discipulado. Una canción que se aprende a los seis años tiene el poder de permanecer con nosotros y puede regresar décadas después en momentos de decisión, tentación, dolor o gozo. Quizás, en nuestros últimos años, la letra de “El plan de Dios puedo seguir” sirva como un ancla espiritual que refleje el testimonio del apóstol Pablo sobre la certeza de las promesas de Dios para nosotros. O podría recordarnos que, debido a que Dios cumple Sus promesas, Sus convenios ofrecen un fortísimo consuelo y un lugar de refugio, y nos invitan a poner nuestra esperanza y seguridad de forma firme en Jesucristo y en Su poder expiatorio.
Los miembros adultos de todo el mundo, en momentos de dificultad, a menudo recuerdan y recurren a las canciones de la Primaria que aprendieron de niños. Para muchos, esas canciones dieron apoyo a la estructura inicial de su fe en Jesucristo y, a menudo, fueron el primer lugar donde comenzó la conversión a Su Evangelio. Los padres, líderes y maestros nutrieron esa fe a lo largo de los años al enseñar, cantar y testificar a los niños con dedicación.
Una hermana me contó que apreciaba la música de la Primaria y que, después de veinte años, le atribuye a la música el haber acelerado su continua conversión al Evangelio de Jesucristo. Otro miembro testificó que la Primaria sembró un grano de mostaza de fe cuando él era pequeño y fue la razón por la que pudo regresar a la Iglesia del Señor a sus treinta y tantos años. El Salvador prometió: “El Consolador […] os enseñará todas las cosas, y os recordará todo”. La música de la Primaria puede ser una manera de cumplir esa promesa.
Otra canción muy querida de la Primaria captura el poder de la fe sencilla y del testimonio perdurable:
Andaré con Cristo hacia el santo hogar.
Su Espíritu me envuelve, Su amor me llenará.
Abrirá mis ojos, me ayudará a cambiar.
Andaré con Cristo, conmigo Él andará.
Cuando cantan, los niños expresan el deseo de ser discípulos y aprenden el modelo de vivir según los convenios. El Espíritu puede usar la música para grabar verdades eternas en sus tiernos corazones y, con el tiempo, los niños pueden elegir sintonizar y volver su corazón y su vida hacia Jesucristo al hacer y guardar convenios sagrados con Él.
Recordar nuestros convenios y prepararnos para las ordenanzas
La música sagrada puede ayudar a grabar la doctrina de Cristo en el alma y prepararnos para recibir Sus ordenanzas. Vincula la doctrina del Salvador a nuestra memoria y esa memoria a nuestro discipulado en Él.
Como líderes de la Primaria, tenemos la oportunidad y la sagrada responsabilidad de asegurarnos de que la música en la Primaria se enseñe con gozo, con comprensión doctrinal y con el Espíritu. Esto incluye invitar a los niños a prestar atención a lo que sienten mientras cantan y ayudarlos a reconocer que esos sentimientos provienen del Espíritu Santo. Esto contribuye a preparar a nuestros hijos para las ordenanzas sagradas, como el bautismo y la confirmación, además de inspirar el recuerdo de sus convenios al renovar periódicamente sus promesas a Dios.
En la Última Cena, después de que el Salvador instituyera la Santa Cena, Mateo registra que “cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos”. Cada semana, los miembros bautizados y confirmados de la Iglesia restaurada del Señor, incluidos los niños bautizados de tan solo ocho años, se preparan para tomar la Santa Cena del Señor. Al cantar música sagrada, las congregaciones de los hijos de Dios tienen la oportunidad de preparar su corazón para esa sagrada ordenanza de tomar sobre sí mismos Su nombre, recordarlo siempre y guardar Sus mandamientos.
Testimonio final
Queridos amigos, testifico que las canciones de la Primaria enseñan verdades y doctrina eternas que nos conducen a Jesucristo y a Su Evangelio. Los invito a considerar qué verdades fundamentales se han grabado en su corazón por medio de las enseñanzas sencillas de estas canciones y a testificar de esas verdades a los discípulos más jóvenes del Salvador al enseñarles las buenas nuevas del Evangelio a través del canto.
Sé que Dios nuestro Padre, en Su amor infinito, envió a Su Hijo Amado a la tierra para enseñarnos, para mostrarnos el camino y para redimirnos mediante Su Expiación.
Sé que la vida y el ministerio del Salvador son reales y personales. Las Escrituras están llenas de relatos sobre Sus sanaciones, Su bondad y Sus milagros.
Sé que el Padre Celestial escucha y contesta las oraciones sinceras de Sus hijos, sin importar su edad, circunstancias o idioma. Él escucha las silenciosas súplicas de nuestro corazón.
Testifico que, en Getsemaní, Jesucristo cargó con el peso de nuestros pecados, pesares y dolores. Él sufrió voluntariamente debido a Su amor por nosotros e hizo posible que fuéramos perdonados y regresáramos a casa.
Sé que somos literalmente hijos de Dios, creados a Su imagen y dotados de potencial divino, y que se nos invita a regresar a vivir con Él si escogemos seguir a Jesucristo.
Sé que Jesucristo es nuestro ejemplo perfecto y que, cuando lo seguimos al servir, perdonar y amar a los demás, nos volvemos más semejantes a Él día tras día.
Y sé que los santos templos del Señor son Su casa aquí en la tierra. En ellos hacemos convenios sagrados, recibimos bendiciones eternas, aprendemos más sobre Él y sentimos más Su presencia. El templo es un lugar de aprendizaje, paz y preparación para nuestra vida.
Testifico que los esfuerzos que hacemos para enseñar y cantar estas canciones de la Primaria a nuestros niños no son simplemente una parte bonita de nuestra tradición religiosa. Son sermones para los discípulos de Jesucristo, testimonios de la veracidad del Evangelio restaurado y oraciones musicalizadas. La música sagrada puede hacer brillar la luz de Cristo en el que oye y derramarla en el corazón del que canta. Queridos amigos, Jesús todavía nos manda que brillemos. Testifico de ello en el sagrado nombre de Jesucristo. Amén.
Un enfoque doctrinal y enseñanzas
La hermana Tracy Y. Browning nos abre una ventana espiritual hacia el poder invisible y transformador de la música sagrada, especialmente la de la Primaria. Su discurso es un homenaje al lenguaje universal del Espíritu, expresado a través de melodías sencillas que se convierten en sermones, testimonios y oraciones. Ella confiesa que no creció en la Primaria, pero aprendió, al servir, que las canciones de los niños son uno de los medios más puros por los que Dios enseña doctrina y graba fe en el corazón.
La narrativa de la hermana Browning nos lleva a comprender que el canto no es solo una actividad agradable o una tradición tierna; es un acto sagrado de adoración y de aprendizaje. En las voces de los niños —dice ella— resuena la voz del cielo. A través de canciones como “Soy un hijo de Dios”, “Sigue al profeta” o “Andaré con Cristo”, los niños aprenden a reconocer al Padre, al Salvador y al Espíritu Santo, incluso antes de poder expresar con palabras lo que sienten. La música se convierte así en el primer idioma espiritual de la vida de fe.
La hermana Browning también nos recuerda que esas melodías se quedan grabadas en la mente y el corazón, y que regresan cuando más se necesitan: en la adolescencia, en momentos de dolor, o en la soledad. Ella comparte testimonios de adultos que, décadas después, aún encuentran consuelo en una canción aprendida en su niñez. La música, en ese sentido, es una forma de revelación constante: el Espíritu usa las palabras cantadas para recordarnos convenios, fortalecer la esperanza y devolvernos a Cristo.
El mensaje también es una invitación a los padres y líderes: enseñar con gozo, con comprensión doctrinal y con el Espíritu. No basta con cantar por cantar. Cada canción debe convertirse en una lección espiritual que despierte en los niños el deseo de seguir al Salvador y prepararse para Sus ordenanzas. La hermana Browning nos hace ver que cantar puede ser un acto de preparación para el bautismo, la Santa Cena, o incluso la adoración en el templo.
Finalmente, su testimonio corona el discurso: cantar en la Primaria es enseñar el Evangelio restaurado con música; es sembrar fe, esperanza y devoción que durarán toda la vida. Jesús, el Maestro de maestros, sigue pidiéndonos que “brillemos”, y una de las formas más dulces de hacerlo es cantar para Él.
Enfoque doctrinal
El enfoque doctrinal del mensaje de la hermana Browning se centra en tres verdades interrelacionadas:
- La música como instrumento de revelación y testimonio.
La música sagrada tiene poder para comunicar doctrina y despertar el Espíritu Santo en quien la escucha o la canta. Es una manifestación del don divino de la enseñanza por el Espíritu. El presidente Dallin H. Oaks enseñó que cantar himnos es una de las mejores formas de aprender el Evangelio, y este principio se aplica especialmente a los niños, que reciben la verdad con pureza. - La música como memoria espiritual de los convenios.
En las Escrituras, el cantar se asocia con recordar. Moisés enseñó un cántico para que Israel no olvidara la ley del Señor; Cristo y Sus apóstoles cantaron un himno antes de ir al Monte de los Olivos. De igual modo, las canciones de la Primaria graban la ley de Dios en el corazón infantil y preparan a los niños para hacer y guardar convenios sagrados. La música, entonces, es un vehículo del Espíritu para sellar la doctrina en el alma. - La música como adoración que acerca al Salvador.
Al cantar sobre Cristo —Su vida, Su Expiación, Su amor—, los niños y los adultos no solo recuerdan Su ejemplo, sino que lo invitan. Cada nota entonada con fe se convierte en una oración, y cada estrofa en un acto de discipulado. Por eso la hermana Browning enseña que las canciones son “sermones para los discípulos de Jesucristo, testimonios de la veracidad del Evangelio y oraciones musicalizadas”.
En síntesis, la doctrina detrás de su mensaje es que la música sagrada sintoniza el corazón con Cristo, y esa sintonía nos prepara para recibir revelación, hacer convenios y perseverar en la fe.
El discurso de la hermana Browning nos recuerda que, en un mundo ruidoso, el Señor sigue hablándonos en melodías sencillas. Las canciones de la Primaria no solo enseñan a los niños, sino que renuevan a los adultos. Son recordatorios vivientes de que la fe no se hereda: se canta, se siente y se comparte.
Cuando cantamos con el corazón, abrimos un canal por donde el Espíritu Santo puede obrar. En los momentos de prueba, esas canciones regresan para susurrarnos esperanza, testificar de Cristo y reafirmar que somos hijos de Dios.
El sagrado don de la música es, en realidad, una invitación divina a mantener el alma en armonía con el Salvador. Y cuando esa melodía interior se afina al compás de Su amor, el corazón entero se convierte en un instrumento vivo que declara:
“Andaré con Cristo; conmigo Él andará.”
























