En las Manos del Señor

Capítulo 11
“Absolutamente Extraordinario”


Los nueve años en la BYU

La construcción de edificios, como la nueva facultad de derecho, llegó a ser parte del legado de la administración de Oaks. Resultó que el presidente Oaks sería, al menos en parte, responsable de completar, visualizar, planificar, iniciar o financiar varias docenas de edificios y otras instalaciones físicas necesarias para cumplir con los propósitos de la universidad. También ayudó a impulsar la expansión de edificaciones en el campus de la BYU en Hawái y a planificar el nuevo centro de la BYU que se construiría en Jerusalén.

“He tenido… el privilegio de dirigir la fase final del gran programa de construcción iniciado bajo el presidente Wilkinson,” reconoció el presidente Oaks con satisfacción en una entrevista de 1980. “Con la finalización de los edificios ahora anunciados o en construcción, la universidad estará adecuadamente equipada por primera vez en su historia.”

Al colaborar con todas las mejoras de infraestructura en el campus, el presidente Oaks siempre mantenía la mirada en cómo las instalaciones contribuirían al propósito general de la institución, y no había mejor ejemplo de ello que la facultad de derecho. “Con la precisión y la unidad de un par de hábiles trapecistas, el presidente Dallin H. Oaks y la Facultad de Derecho J. Reuben Clark se unieron en 1971,” reflexionó un periodista. “El momento no pudo ser mejor.”

“No quiero que esto suene como una exageración,” observó con entusiasmo el decano Rex E. Lee acerca de las contribuciones de su mentor, Dallin Oaks, “pero ningún ser humano, como presidente de una universidad, podría haber sido más útil durante los años cruciales y formativos de la facultad de derecho.”

El ex presidente del Tribunal Supremo Earl Warren, para quien Oaks había trabajado como asistente jurídico, falleció en 1974, mientras se construía la facultad de derecho. “He perdido a un gran amigo,” reflexionó el presidente Oaks en ese momento. Como signo del prestigio inmediato de la nueva escuela, cuando se terminó el edificio que la albergaba, el sucesor de Warren, el presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Warren E. Burger, asistió para participar en la celebración de la facultad. Dallin sintió un grado de orgullo personal en la creación de la facultad de derecho y en su trayectoria con el paso del tiempo.

El ascenso de la facultad de derecho de ser solo una idea a convertirse en una institución reconocida fue también un tributo al liderazgo académico general del presidente Oaks. “Absolutamente extraordinario,” declaró el vicepresidente académico Robert K. Thomas al describir el efecto del presidente Dallin Oaks en los estándares académicos de la BYU. “Los altos estándares académicos de esta universidad se deben en gran medida al presidente Oaks,” señaló Thomas. “Él marcó el tono de la universidad.” Durante la administración de Oaks, los informes de acreditación se volvieron abrumadoramente favorables.

La voz del presidente Oaks en temas académicos tenía peso debido a su impecable trayectoria académica y a su continua labor de escritura, enseñanza y servicio en juntas nacionales y en la comunidad. Pero él fue el primero en reconocer que los logros de su administración no resultaron solo de su liderazgo, sino también del trabajo leal y excelente de una multitud de colegas líderes, especialmente Robert K. Thomas y Ben E. Lewis. La familiaridad de ellos con la facultad y los administradores que les reportaban, su conocimiento de la universidad y su superior capacidad de administración y consejo hacia él fueron los contribuyentes más importantes a su éxito como un nuevo presidente que venía de fuera. Aprendió a amar y confiar en cada uno de ellos, y su relación de trabajo, semejante a la de una presidencia de la Iglesia, fue una fuente de gozo para los tres.

Otro factor que contribuyó a su éxito fue el trabajo de su excelente secretaria, Janet Calder, quien ayudó a realzar su labor de muchas maneras durante sus años en la universidad. Además de reclutar a Rex E. Lee, el presidente Oaks también incorporó a otros dos decanos: Jeffrey R. Holland y Merrill J. Bateman, quienes fueron recomendados por Robert K. Thomas. Además de tener un gran impacto en la universidad como decanos, estos tres reclutas llegarían a ser los siguientes tres presidentes de la institución.

Una de las formas en que el presidente Oaks elevó el ambiente académico fue insistiendo en el trato igualitario para las profesoras y las estudiantes. “Él veía a las mujeres tan capaces como a los hombres,” observó la profesora Marilyn Arnold. “Era muy, muy abierto en ese sentido y muy, muy solidario.” “La igualdad salarial y el reconocimiento para las mujeres” estuvo “entre los llamados que hizo el presidente Dallin H. Oaks a la facultad de la Universidad Brigham Young el lunes, en la conferencia previa al semestre,” informó el Deseret News el 28 de agosto de 1973, al comenzar el semestre de otoño. “El presidente Oaks dijo a los miembros de la facultad que ‘se pusieran en orden’ si todavía trataban con desdén a académicas calificadas o ignoraban sus consejos o logros por ser mujeres.”

Dallin H. Oaks, Rex E. Lee y Jeffrey R. Holland

“Llevamos a cabo una revisión exhaustiva de la compensación que reciben las mujeres en todas las áreas de la universidad,” declaró el presidente Oaks, “comparándola con la compensación de los hombres con educación y desempeño comparables. Cualquier ajuste necesario se está realizando a más tardar en septiembre.”

El presidente de la universidad también se centró en cómo las mujeres de la comunidad estudiantil se veían a sí mismas y a su futuro. Muchos veían a la BYU como un lugar donde las mujeres iban a encontrar esposo o, como a veces se decía, a obtener su título de M.R.S. (Señora). Como hijo de una madre soltera para quien la educación fue la clave para sostener a su familia y contribuir a la comunidad, Dallin Oaks se convirtió en un defensor de que las mujeres tomaran en serio sus estudios.

Citó las declaraciones de líderes de la Iglesia sobre la mujer y la maternidad, añadiendo: “La orientación primaria de nuestras jóvenes hacia la maternidad no es incompatible con una dedicación diligente a la educación, incluso con sus esfuerzos en programas de estudio de carácter vocacional.” Señaló que la mayoría de las mujeres vivirán mucho más allá de sus años de crianza de hijos. “La educación de una joven,” instó, “debe prepararla para algo más que las responsabilidades de la maternidad. Debe prepararla para todo el período de su vida.”

Además, dijo, puede que las mujeres no se casen como esperan o que se encuentren siendo madres solteras. Hablando desde la experiencia de su propia familia, declaró: “Una madre que debe ganarse la vida para la familia además de cumplir con las obligaciones de la maternidad probablemente tenga tanta necesidad de educación como cualquier persona en el mundo.” Además, “la educación es más que vocacional,” observó. “La educación debe mejorar nuestra mente, fortalecer nuestro cuerpo, aumentar nuestra conciencia cultural y acrecentar nuestra espiritualidad. Debe prepararnos para un mayor servicio a la familia humana. . . .

“En resumen,” concluyó, “no hacemos distinción entre jóvenes hombres y jóvenes mujeres en nuestra convicción sobre la importancia de la educación y en nuestro compromiso de brindarla.”

Mientras mejoraba lo académico en la universidad, construía edificios y cumplía sus innumerables deberes como presidente, Dallin H. Oaks también procuraba ser un esposo y padre afectuoso. En 1975, su esposa, June Dixon Oaks, dio a luz a su sexta y menor hija, Jenny June. El Deseret News informó que era “la primera niña nacida en una familia presidencial de la BYU mientras residían en la casa del presidente en el campus.” Dallin y June presentaron a su nueva hija a estudiantes y profesores en una asamblea universitaria.

“Hemos recibido algunas expresiones de asombro de conocidos que suponían que éramos un poco mayores de lo que realmente somos,” dijo Dallin a la audiencia, “y hasta June hizo algunas bromas. La otra noche, ella explicaba a unos amigos que habíamos esperado trece años por esta especial adición a nuestra familia, esperando todo ese tiempo tener más hijos. ‘Si tenemos que esperar otros trece años para el próximo,’ añadió, ‘me pregunto si podremos obtener beneficios de maternidad con Medicare.’”

“Pero hablando en serio,” continuó, “les aseguro que esta pequeña niña es lo más grande que nos ha pasado en los últimos cuatro años. Creo firmemente que las cosas de significado eterno, aun durante el período de nuestra educación, no son las que el registrador anota en el expediente académico permanente de la universidad, sino aquellas que el secretario de barrio o rama registra en los archivos de membresía de la Iglesia, incluyendo bautismos, matrimonios en el templo del Altísimo y nacimientos de los hijos de Dios.”

Los hijos mayores de Dallin y June, Sharmon y Cheri, se graduaron en la BYU mientras Dallin era presidente de la universidad. Cada una también se casó en el Templo de Salt Lake: Cheri con Louis Eugen Ringger, el 14 de septiembre de 1973, y Sharmon con Jack Donald Ward, dos meses después, el 21 de noviembre. Sharmon tuvo tres hijos y Cheri dos mientras sus padres aún estaban en la BYU. De modo que, además de cumplir con sus responsabilidades como padre, Dallin también ejerció como abuelo mientras dirigía la universidad. Después de la colación de grado de Sharmon, según contó su hermano Dallin D., su padre salió a la calle con su toga académica. “Un hombre mayor pasaba por allí,” relató el joven Dallin. “Miró a mi padre y le dijo: ‘Así que al fin lo lograste, ¿eh?’”

En 1978, un periodista escribió sobre el presidente Oaks: “Aunque el tiempo en familia es limitado, ellos sienten que es tiempo de calidad, dice su esposa.” June le dijo al reportero: “Su madre solía decir acerca de su familia: ‘Los amo con todo mi corazón, pero no con todo mi tiempo.’” El reportero señaló que Dallin Oaks casi nunca se relajaba, salvo cuando estaba con su familia. “June y yo tratamos de jugar tenis juntos un día a la semana durante una hora más o menos,” dijo el presidente Oaks. “Tiene que ser después de las 10 p.m. Es difícil porque ya estamos cansados, pero es el único momento.”

Durante algunos de sus años como presidente de la BYU, Dallin también sirvió como representante regional de los Doce, un llamamiento que más tarde fue reemplazado por el de Autoridad de Área, ahora llamado Setenta de Área. En este cargo, fue asignado a trabajar con estacas en el Valle del Lago Salado, una responsabilidad considerable para alguien tan ocupado como un presidente universitario.

El deporte en la BYU ganó atención nacional durante la administración de Oaks, y el presidente de la universidad fue uno de los mayores fanáticos de los equipos. Equilibrar el creciente entusiasmo por los equipos con la buena deportividad representó a veces un desafío para los hinchas, y el presidente Oaks tenía el deber de ayudar a los estudiantes a moderar sus emociones. Antes de presentar al élder L. Tom Perry, del Cuórum de los Doce, en un devocional universitario, el presidente habló a los estudiantes: “Estuve orgulloso de la multitud en el partido de anoche,” les dijo. “Me sentí orgulloso de que no hubiera abucheos ni silbidos.” Desalentó a los fanáticos de abuchear, pero no quiso apagar su entusiasmo. “Esto no quiere decir que las expresiones de sorpresa y asombro por las decisiones no sean apropiadas,” dijo con una sonrisa. “Un ‘oh’ involuntario podría ser apropiado, pero no un ‘buuu.’”

Cuando el élder Perry subió al púlpito, no pudo resistirse a contar que, en cierto momento durante un partido de baloncesto reciente, escuchó al presidente Oaks exclamar: “¡Oh, oh, oh, NO!”

La audiencia disfrutó mucho la anécdota, y pronto apareció una caricatura en el periódico estudiantil mostrando a un árbitro haciendo una decisión absurda. En la multitud del dibujo, los fanáticos expresaban su decepción con palabras distintas a “buuu.” El presidente Oaks aparecía sentado entre los espectadores, y sobre la multitud, en letras grandes, se leía: “¡oh, Oh! ¡OH, NO!” Mientras tanto, Cosmo—la mascota de los BYU Cougars—exclamaba: “¡Estoy lleno de ‘asombro y sorpresa!’”

Pero el asunto dejó de ser motivo de risa cuando los líderes de la Western Athletic Conference, en la que jugaba BYU, anunciaron que habían llegado a un acuerdo con el Fiesta Bowl y con CBS Television para celebrar el partido de fútbol americano el domingo de Navidad de 1977. Con los Cougars como posibles contendientes al campeonato de la conferencia, la decisión obligaba a BYU y a sus atletas a violar sus normas al jugar en domingo o a no participar en el partido de campeonato.

BYU anunció de inmediato que no jugaría, y el presidente Oaks criticó a los directivos de la conferencia por su decisión motivada por el dinero. “Debido a nuestras creencias sobre la santidad del día de reposo, nuestros equipos deportivos nunca han competido en domingo, y nunca lo harán,” afirmó el presidente con firmeza. Expresó su pesar de que “la NCAA [National Collegiate Athletic Association] esté programando cada vez más sus competencias para campeonatos en domingo y que aparentemente esté dispuesta a certificar juegos de tazón en domingo,” descalificando de ese modo “a algunos equipos de la competencia porque se adhieren a un principio religioso.”

Resistir la conformidad con los ideales mundanos y la presión para que todas las universidades fueran iguales se convirtió en una característica de la administración de Oaks. En el otoño de 1974, el vicepresidente de los Estados Unidos, Nelson Rockefeller, visitó la BYU en sustitución del presidente Gerald Ford. El vicepresidente leyó un mensaje del presidente Ford que elogiaba a la BYU “por sus altos estándares de erudición, moralidad, integridad y patriotismo.” Declaró: “Mientras la universidad privada más grande del país se prepara para su celebración centenaria, perpetúa una tradición ejemplar.”

Presidente Oaks con el presidente de los Estados Unidos, Gerald R. Ford, 1978

Estas palabras de elogio de los funcionarios más altos del país, sin embargo, no impidieron que los burócratas federales intentaran microgestionar la BYU y forzar a la institución privada a conformarse como si fuera una universidad pública. El presidente Oaks dedicó una parte sustancial de su administración a usar sus habilidades legales y de liderazgo para resistir tales presiones. Durante su mandato, ayudó a defender a la BYU de tres grandes amenazas planteadas por los administradores federales. Irónicamente, dado el énfasis del presidente Oaks en mejorar la educación y el salario de las mujeres, las dos primeras amenazas surgieron por la igualdad de trato hacia ellas.

En la primavera de 1975, funcionarios del Departamento de Salud, Educación y Bienestar de los Estados Unidos afirmaron que, entre otras cosas, las normas de vestimenta y dignidad personal de BYU violaban la ley federal de educación. El presidente Oaks respondió diciendo que no se oponía a los principios de igualdad y justicia social. Pero cuando los burócratas se concentran más en esos temas que en la educación misma, dijo, “los educadores se encontrarán cediendo controles institucionales vitales a los funcionarios del gobierno”, quienes pueden perder de vista el verdadero propósito de las universidades.

Se opuso a la idea de que las universidades privadas que reciben “aunque sea de manera indirecta, un solo dólar de dinero federal” se sometan por ello a revisión y regulación de “cada decisión, actividad, instalación, política educativa o comunicación de esa institución.” Hacerlo eliminaba gran parte de la diferencia entre universidades públicas y privadas y empujaba a algunas instituciones a desaparecer. “Nosotros, como la universidad privada más grande del país,” prometió el presidente Oaks, “seremos líderes en la lucha para detener esto.” Como presidente de la American Association of Presidents of Independent Colleges and Universities, el presidente Oaks dirigió con valentía la lucha contra los excesos burocráticos.

El segundo y principal desafío legal para la universidad comenzó poco después del primero. En julio de 1976, una joven intentó alquilar un apartamento en un complejo fuera del campus aprobado por BYU para albergar a estudiantes. Al igual que los dormitorios de BYU, el complejo estaba dividido en secciones separadas para mujeres y hombres. Cuando supo que la parte destinada a mujeres estaba llena, solicitó quedarse en la sección de hombres y se le negó. Viendo esto como discriminación sexual, recurrió al gobierno, y el caso llegó hasta el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, que envió agentes del FBI para investigar.

El Departamento de Justicia escribió a BYU y a treinta arrendadores de la zona, amenazando con demandar si la política de vivienda dividida de la universidad no cambiaba en el plazo de un mes. Una revista informó: “Los funcionarios de la Universidad Brigham Young se enteraron primero de la demanda por los arrendadores que recibieron la carta antes que ellos. Estaban impactados. Parecía que el gran gobierno intentaba entrometerse y destruir la orientación religiosa única de la universidad.”

Presidente de la BYU, Dallin H. Oaks, con el presidente de la Iglesia, Spencer W. Kimball

Una vez más, el presidente Oaks y su administración—respaldados por los líderes de la Iglesia que integraban la Junta Directiva de la universidad—se negaron a dejarse atropellar. “Como institución patrocinada por la Iglesia, la Universidad Brigham Young enseña los más altos estándares de moralidad cristiana y espera que sus estudiantes y profesores vivan de acuerdo con esos estándares,” escribió al Departamento de Justicia. “Las garantías de libre ejercicio de religión de la Primera Enmienda protegen nuestro derecho de enseñar estos principios morales y de hacer de ellos un requisito para la inscripción y el empleo en esta comunidad educativa.”

El asunto se convirtió en una controversia nacional, y finalmente la BYU y el Departamento de Justicia llegaron a un acuerdo que permitió a la universidad mantener su norma de vivienda para los estudiantes, pero no para los no estudiantes, lo que resultó en una solución satisfactoria. Hablando del presidente Oaks, H. Hal Visick, consejero general de la BYU, elogió: “Ha tenido un gran impacto desde el punto de vista legal. Tiene una reputación en todo el país porque ha estado dispuesto a ponerse de pie y dejarse contar.”

El tercer desafío surgió en 1979 por parte del Servicio de Impuestos Internos (IRS), que exigió que la BYU entregara los nombres de todos los donantes de la universidad, insinuando que la mayoría había sobrevalorado drásticamente sus donaciones. “La BYU, como otras instituciones que reciben contribuciones caritativas, no participa en determinar el valor de los donativos que recibe,” explicó acertadamente un vocero de la universidad. Buscando preservar los derechos de las instituciones privadas, el presidente Oaks se resistió a la solicitud, observando que la escuela cumplía con todas las exigencias legales, pero que esto era una “expedición de pesca con bajo presupuesto.” También reaccionó con firmeza: “Rechazamos como falso cualquier insinuación del IRS de que la mayoría de los donantes de bienes a la BYU hayan reclamado deducciones exageradas por sus donaciones.”

Las dos partes se enfrentaron en el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para Utah. A través de los abogados de la universidad, el presidente Oaks presentó un memorando y una declaración jurada afirmando que la solicitud iba en contra de la ley federal y del precedente judicial. Solicitó que se negara la demanda del IRS. Finalmente, el tribunal estuvo de acuerdo. “El caso tiene importancia más allá de la BYU,” señaló Hal Visick, “porque si el fallo hubiera sido en contra de la universidad, habría significado que cualquier organización benéfica estaría sujeta a revelar los nombres de todos sus donantes simplemente con la alegación de que algunos pocos no describieron con precisión sus donaciones en sus declaraciones de impuestos.”

Ese no sería el fin de los desafíos de la universidad con funcionarios gubernamentales excesivos. “Mi actitud,” dijo en una ocasión el presidente Oaks, “es que el ejército burocrático nunca se desmoviliza, que si resuelves una batalla, simplemente desplazarán sus fuerzas a otro frente.” Al dirigirse a otros educadores de universidades e institutos relacionados con iglesias en junio de 1979, instó a una resistencia continua contra las fuerzas que destruirían a las escuelas independientes y la diversidad y libertad que representan. “No estamos aquí para resolver nuestras diferencias sino para preservarlas,” dijo a la audiencia. “El papel distintivo de las universidades relacionadas con iglesias es la diversidad.” Si se cede a la presión de “un gobierno cada vez menos dispuesto a tolerar diferencias,” advirtió, “nuestro sector educativo y, en última instancia, toda nuestra sociedad se homogeneizará—tan monótona como el mortero y tan uniforme como un campamento militar.”

Hablando de los desafíos legales que enfrentó la universidad en ese período, Jeffrey R. Holland declaró: “Dallin Oaks fue el mejor hombre en la Iglesia para lidiar con eso y tuvo un éxito notable. Fue un presidente muy fuerte, y es un capítulo decisivo en la historia de la BYU.”

Con todo lo que hizo Dallin H. Oaks para defender a la universidad, y con todas las veces que apareció en entornos formales, también logró mantener la actitud amistosa y el buen humor que habían caracterizado la mayor parte de su vida. Cuando llegó el momento de iniciar la construcción de la torre de carillón que anunciaría el centenario de la escuela en 1976, se vistió de negro al estilo del siglo XIX, con todo y sombrero de copa alta, y participó en la ceremonia de colocación de la primera piedra junto con un equipo de caballos Clydesdale.

Una vez, en un partido en el Marriott Center, apareció disfrazado como la mascota de la escuela, Cosmo, envuelto como una momia, y permitió que los estudiantes lo llevaran por el gimnasio en un ataúd. “Al sonido de un chirrido espeluznante,” informó el periódico estudiantil, “la tapa del ataúd comenzó a abrirse lentamente. Una momia de Cosmo salió, y cuando fue desenvuelta y ‘decapitada’, ¿quién aparece sino Dallin Oaks, haciendo la señal de ‘somos el número uno’ con los brazos extendidos?” Un editor estudiantil escribió: “El presidente Dallin Oaks es un hombre de gran dignidad. Pero incluso con esa dignidad, evita la imagen de ‘persona estirada’. No solo se ha ganado nuestro respeto, sino que creo que ha demostrado ser ‘uno de nosotros’.”

Presidente Oaks disfrazado como la mascota de la BYU, Cosmo

Cuando se estableció en la universidad el Instituto de Alimentos y Agricultura Ezra Taft Benson, el presidente Oaks participó en un concurso de ordeño junto con el propio presidente Benson, quien entonces presidía el Quórum de los Doce Apóstoles. El presidente Benson se sentó al lado derecho de la vaca Holstein, el lado del que estaba acostumbrada a ser ordeñada, y el presidente Oaks se colocó en el lado opuesto. “Sin embargo, el concurso solo había transcurrido unos segundos cuando se hizo evidente que la vaca era la participante menos entusiasta,” escribió un reportero. “Con una rápida patada, derribó no solo el balde de ordeño del presidente Oaks, sino también al propio presidente. Él cayó hacia atrás dando una voltereta poco elegante, mientras el presidente Benson, sentado al otro lado de la vaca, reía ante la escena.”

El presidente Oaks dio numerosos discursos e inspiradoras charlas devocionales, y no solo hablaba: vivía lo que predicaba. “Ustedes pertenecen a una comunidad de trabajadores y hacedores,” dijo a los estudiantes, “no a una comunidad de soñadores o ascetas, esperando piadosa y pasivamente el milenio.” En un discurso anual a los alumnos, dio los cuatro requisitos del éxito: “ser dignos, buscar el conocimiento, trabajar arduamente y ayudar a los demás.” “Trabajen primero y jueguen después,” repitió, citando su propio lema. Ese dominio propio, explicó, era un “gran secreto de la vida.”

Dallin H. Oaks practicaba lo que enseñaba, siendo un buen samaritano y tomando tiempo para servir a los demás, aun siendo el hombre más ocupado en el campus. Cuando una pareja visitante de Pensilvania quedó inconsciente en un accidente de tráfico cerca de su casa universitaria, el presidente Oaks llamó a una ambulancia y fue en auxilio de los heridos. Cuando el conductor de la ambulancia llegó solo, el presidente manejó el vehículo para que el conductor pudiera atender a los heridos durante el trayecto al hospital.

Mientras Dallin Oaks se desempeñaba como presidente de la Universidad Brigham Young, sus palabras hablaban con fuerza y sus acciones aún más. No es de extrañar que el cuerpo estudiantil le otorgara su Premio a la Hombría Ejemplar, concedido anualmente a un hombre “que ha alcanzado el éxito por medio de su propio valor y esfuerzo, y cuya vida se considera un modelo para que los hombres de la BYU lo emulen.”


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8 Responses to En las Manos del Señor

  1. Avatar de Desconocido Anónimo dice:

    muchas gracias ♥️ por favor si tuvieran el libro en inglés podrían compartirlo también ♥️

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  2. Avatar de Wahington originalthoroughly0a773cf265 dice:

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    Este es mi correo washingtonpalacios28@gmail.com

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  3. Avatar de Desconocido Anónimo dice:

    La primera parte fue maravillosa!

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  4. Avatar de Desconocido Anónimo dice:

    Hola, podrías decirme como puedo descargar el Libro por favor

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  5. Avatar de Wahington originalthoroughly0a773cf265 dice:

    Muchas gracias por el libro lo busque por algún tiempo , y ahora podre disfrutarlo , gracias por su trabajo al traerlo a nosotros .

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