Capítulo 6
¿Qué tan bueno tienes que ser para tener una segunda venida placentera?
Aunque no sabemos si estaremos presentes cuando ocurra la Segunda Venida, sin embargo, la pregunta planteada como título de este capítulo es muy importante.
A lo largo de muchos años de enseñanza y de escuchar a los estudiantes preguntar y responder esta cuestión en discusiones de clase, parece que se puede formular una segunda pregunta que ayude a conducir a la respuesta de la primera. La pregunta es la siguiente:
“Para estar en la presencia de Dios, ¿necesitas ser perfecto, o necesitas estar sin mancha?”
Antes de responder a esta segunda pregunta, quizás deberíamos preguntar cuál de las siguientes afirmaciones es correcta:
- “Ninguna cosa imperfecta puede morar en la presencia de Dios.”
o, - “Ninguna cosa inmunda puede morar en la presencia de Dios.”
Hay muchas referencias en las Escrituras que nos darán la respuesta correcta; por ejemplo (énfasis añadido en negritas):
1 Nefi 10:21
21 Por tanto, si habéis procurado obrar inicuamente en los días de vuestro estado de probación, entonces seréis hallados inmundos ante el tribunal de Dios; y ninguna cosa inmunda puede morar con Dios; por tanto, debéis ser desechados para siempre.
Helamán 8:25
25 Mas he aquí, habéis rechazado la verdad, y os habéis rebelado contra vuestro santo Dios; y aun en este tiempo, en vez de atesorar para vosotros tesoros en el cielo, donde nada corrompe, y donde nada puede entrar que sea inmundo, estáis acumulando para vosotros la ira para el día del juicio.
3 Nefi 27:19
19 Y ninguna cosa inmunda puede entrar en su reino; por tanto, nada entra en su reposo, salvo aquellos que han lavado sus vestiduras en mi sangre, a causa de su fe, y del arrepentimiento de todos sus pecados, y de su fidelidad hasta el fin.
La respuesta, repetida una y otra vez en las Escrituras, es que ninguna cosa inmunda puede regresar a la presencia de Dios. En otras palabras, debemos estar sin mancha, no perfectos. ¡Éstas son muy buenas noticias! Está resumido por Nefi de la siguiente manera (énfasis añadido en negritas):
2 Nefi 33:7
7 Tengo caridad por mi pueblo, y gran fe en Cristo que encontraré muchas almas sin mancha en su tribunal.
Si nos confundimos en nuestro pensamiento entre “sin mancha” y “perfecto”, y decidimos que tenemos que ser perfectos, eso puede llevarnos a mucho desánimo e, incluso, a que algunos miembros lleguen al punto de dejar de intentar vivir el evangelio. Con la ayuda del Salvador y de la Expiación, todos podemos llegar al punto en que seamos hechos limpios, o sin mancha, y así calificar para regresar a la presencia de Dios. La perfección vendrá en su debido tiempo después de que hayamos pasado por el velo, pero Cristo fue el único que fue perfecto durante la mortalidad.
El élder Dallin H. Oaks, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dio un poderoso consejo que nos ayuda a entender que no se espera que seamos perfectos en todas las cosas en esta vida:
Otra idea que es poderosa para levantarnos del desánimo es que la obra de la Iglesia… es una obra eterna. No todos los problemas… se resuelven en la mortalidad. La obra de salvación continúa más allá del velo de la muerte, y no debemos preocuparnos demasiado por la incompletitud dentro de los límites de la mortalidad.
(“Powerful Ideas”, Ensign, noviembre de 1995, p. 25)
El profeta José Smith enseñó que hay mucho progreso que hacer después de pasar por el velo:
Cuando subes por una escalera, debes comenzar desde abajo y ascender paso a paso, hasta llegar arriba; y así es con los principios del Evangelio: debes comenzar con el primero y continuar hasta aprender todos los principios de la exaltación. Pero pasará mucho tiempo después de que hayas pasado por el velo antes de que los aprendas. No todo se comprende en este mundo; será una gran obra aprender nuestra salvación y exaltación aun más allá de la tumba.
(Enseñanzas del Profeta José Smith, p. 348)
Ahora bien, habiendo sido enseñados por las Escrituras y por los profetas vivientes que no tenemos que ser perfectos, sino más bien sin mancha o limpios, queda una gran pregunta:
Pregunta:
¿Qué debemos hacer para que el Salvador pueda limpiarnos?
Podríamos extendernos mucho dando muchas respuestas correctas, como: “guardar los mandamientos,” “seguir a los Hermanos,” “leer las Escrituras,” “hacer nuestras oraciones,” “servirnos unos a otros,” “santificar el Día de Reposo,” y muchas más. Y cada respuesta sería correcta como parte de un maravilloso cuerpo de mandamientos y enseñanzas diseñados para llevarnos de regreso a la presencia de Dios.
Dado que todos los Santos fieles, y todos los que desean llegar a ser fieles, se esfuerzan constantemente por hacer estas y muchas otras cosas buenas, debe haber una respuesta sencilla, básica, que brinde ánimo a los de corazón honesto, sin llegar a ser abrumadora. Debe haber un principio simple que nos dé confianza de que podemos calificar para que el Salvador nos limpie. Y sí lo hay. Se encuentra en el Libro de Mormón, como sigue (énfasis añadido en negritas):
Alma 34:33, 36
33 Y ahora bien, como os dije antes, habiendo tenido tantos testigos, os ruego que no posterguéis el día de vuestro arrepentimiento hasta el fin; porque después de este día de vida, que nos ha sido dado para prepararnos para la eternidad, he aquí, si no aprovechamos nuestro tiempo mientras estemos en esta vida, entonces viene la noche de tinieblas, durante la cual no se puede hacer obra alguna.
36 Y esto lo sé, porque el Señor ha dicho que no mora en templos impuros, mas en el corazón de los justos mora; sí, y también ha dicho que los justos se sentarán en su reino, para no salir más, y que sus vestiduras serán blanqueadas mediante la sangre del Cordero.
La palabra “aprovechar” en el versículo 33, arriba, se convierte en una palabra clave. Si “no aprovechamos” nuestro tiempo, estamos en problemas. Por otro lado, si aprovechamos, con sinceridad, damos lugar a que el Salvador nos limpie mediante Su Expiación (versículo 36). Siendo hechos limpios, quedamos sin mancha. Estando sin mancha, se nos permite estar en la presencia de Dios, donde, como señaló José Smith en la cita anterior, podemos seguir progresando hasta llegar a ser perfectos.
El élder Marvin J. Ashton, del Cuórum de los Doce, enseñó que el énfasis en el evangelio de Cristo está en la dirección y la diligencia, no necesariamente en la velocidad. Él enseñó la importancia de la mejora continua. En una conferencia general en abril de 1989, dijo lo siguiente:
“La rapidez con que avancemos por el camino estrecho y angosto no es tan importante como la dirección en la cual estemos viajando.”
En Resumen
¿Qué tan buenos tenemos que ser para tener una Segunda Venida placentera? ¿O un Día de Juicio pacífico? ¿O un encuentro con el Salvador al morir?
Respuesta: Tenemos que estar esforzándonos sinceramente por ser justos. No importa en qué punto del camino estemos hacia la presencia del Padre; si deseamos ser buenos y estamos mejorando con sinceridad, entonces permitimos que el Salvador nos limpie. Y así, podemos encontrarnos con Cristo y ser recibidos en la presencia del Padre (D. y C. 45:3-5).
SOBRE EL AUTOR
David J. Ridges enseñó en el Sistema Educativo de la Iglesia durante treinta y cinco años y ha enseñado durante varios años en la Semana de Educación del Campus de BYU. También enseñó clases de religión para adultos y clases “Conozca su Religión” para Educación Continua de BYU durante muchos años. Ha servido además como escritor de manuales de currículo para la Escuela Dominical, seminario e instituto de religión.
Ha servido en muchos llamamientos en la Iglesia, incluyendo maestro de la Escuela Dominical de Doctrina del Evangelio, obispo, presidente de estaca y patriarca. Él y la hermana Ridges sirvieron una misión de tiempo completo de dieciocho meses, capacitando misioneros mayores de CES y ayudando a coordinar sus asignaciones en todo el mundo.
El hermano Ridges y su esposa, Janette, son padres de seis hijos y residen en Springville, Utah.
EL REGRESO DE LAS DIEZ TRIBUS PERDIDAS, UNA NUEVA JERUSALÉN SIENDO EDIFICADA, MENSAJEROS CELESTIALES DESDE MÁS ALLÁ DE ESTA VIDA…
Puede sonar como fantasía, pero según las Escrituras, todas estas cosas realmente sucederán antes de que nuestro Salvador venga de nuevo. De hecho, estas señales fueron diseñadas por el Señor para alertar a los verdaderos creyentes acerca de Su inminente regreso. La pregunta es: “¿Reconocerás tú las señales?”
David Ridges, autor de la exitosa serie Gospel Studies Made Easier, combina los acontecimientos actuales con la profecía antigua para iluminar cómo las señales de los tiempos ya se están cumpliendo en nuestros días. Al compilar cuidadosamente sus más recientes investigaciones y las palabras de los profetas modernos, Ridges presenta estas señales en un formato claro y fácil de seguir, perfecto tanto para una consulta rápida como para un estudio más profundo.
Para ayudarte a entenderlas rápidamente, estas señales están categorizadas como:
- Cumplidas
- En proceso de cumplirse
- Aún por cumplirse
No entres en pánico. Lee Las Señales de los Tiempos y obtén la paz mental para asumir una actitud positiva hacia la vida en los últimos días.
























