La Fundación del Verdadero Culto

Conferencia General Abril 1969

La Fundación
del Verdadero Culto

por el Élder Alma Sonne
Asistente al Consejo de los Doce


Alguien ha dicho: “El carácter de Jesús es una imagen que se sostiene por sí misma”. No hay nadie con quien se le pueda comparar. Dijo e hizo lo correcto en el momento adecuado y de la manera correcta. No cometió errores en sus enseñanzas y fue grande en acción y en excelencia moral. Su Sermón del Monte vivirá para siempre, pues está fundado en la verdad. Su mensaje al mundo es el evangelio de la salvación.

Liderazgo de Jesucristo
Su vida fue un libro abierto; su ministerio público se dirigió tanto a los ricos como a los pobres. Realizó milagros ante testigos y su testimonio fue escuchado en toda Galilea y Judea. Era el Mesías de quien habían hablado los profetas, pero fue rechazado por su propia gente. Aún hoy, es rechazado, incluso por muchos de aquellos que afirman ser sus seguidores.

La verdadera Iglesia Cristiana acepta sin reservas el liderazgo de Jesucristo. Se han dicho y escrito muchas cosas sobre Él. Su memoria está en todas partes y sus palabras son citadas tanto por creyentes como por incrédulos. No puede y no será expulsado de la tierra, algo que dejó claro durante su ministerio entre los judíos en el meridiano de los tiempos.

Los Santos de los Últimos Días creen en la misión divina del Salvador. El primer principio del evangelio restaurado es la fe en el Señor Jesucristo (Artículo de Fe 1:4). Esta fe es la base del verdadero culto. Sin ella, no podría haber un evangelio de salvación. Él es su autor, y su evangelio es el mismo ayer, hoy y siempre (Hebreos 13:8). Se originó en los cielos y fue restaurado a la tierra en estos tiempos modernos a través de José Smith, el Profeta.

Un plan de vida
En este tiempo de Pascua, recordamos su resurrección, la cual presentó un plan de vida. Eligió a doce apóstoles y los autorizó a predicar su evangelio de salvación y a establecer su Iglesia sobre la tierra. Pronunció el mayor sermón que jamás se haya predicado, lo suficientemente amplio y comprensivo como para llegar al corazón de la humanidad. Su mensaje se aplica a todas las clases, pues “Dios no hace acepción de personas” (Hechos 10:34). Nadie escapará de su amorosa vigilancia. Sus mandamientos son hitos, recordatorios solemnes de nuestras relaciones con nuestro Padre Celestial. Somos sus hijos, su descendencia, y somos responsables ante Él. Le dijo a Abraham: “Y los probaremos aquí, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandará” (Abraham 3:25).

Salvación individual
Creemos en la salvación individual. En otras palabras, el hombre debe esforzarse por un lugar en el más allá si desea obtener la salvación prometida a los fieles. No vendrá sin esfuerzo, sin búsqueda ferviente y la aplicación diligente de los principios y procedimientos descritos en las sagradas escrituras.

Recientemente, hablé con un hombre que no era de nuestra fe. Era elocuente y hablador en su burla de la Palabra de Sabiduría, argumentando que era “una restricción de nuestras libertades personales”. Justificó, por ejemplo, el uso de tabaco. “¿Sabes lo que dice la Palabra de Sabiduría sobre el tabaco?” le pregunté. No estaba seguro. Cité el octavo verso de la Sección 89 de la Doctrina y Convenios, donde se dice que “el tabaco… no es bueno para el hombre” (D&C 89:8).

Esta es solo una de las verdades enseñadas por la Iglesia. Enseñamos un evangelio de verdad. Su misma base es la verdad. No solo es necesario conocerla; también debe ser aceptada e introducida en las vidas de aquellos que aspiran a la vida eterna. Negar la verdad es, por tanto, negar el poder de Dios en el universo.

A menudo cantamos el conocido himno escrito por John Jaques, “¡Oh! ¿Qué es la verdad?”:

“Entonces, di, ¿qué es la verdad? Es lo último y lo primero,
Porque los límites del tiempo los atraviesa.
Aunque los cielos se aparten y las fuentes de la tierra estallen,
La verdad, la suma de la existencia, resistirá lo peor,
Eterna, inmutable, por siempre más.”
(Himnos, No. 143.)

Un evangelio de verdad
El evangelio de Jesucristo, restaurado a la tierra a través del Profeta José Smith, es un evangelio de verdad. Ha sobrevivido a mucha oposición y crítica, pero no ha sido necesario comprometerse. Se erige como un baluarte contra el error y la falsedad. Jesús sabía esto cuando le dijo a Pedro que “las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18). También dijo: “El cielo y la tierra pasarán; pero mis palabras no pasarán” (Marcos 13:31).

El reino milenario será inaugurado cuando el programa de Dios haya alcanzado un cierto punto, conocido solo por Él. Hay mucho que hacer, hermanos y hermanas. Las advertencias a las naciones deben seguir saliendo, pues eventualmente toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesús es el Cristo (Filipenses 2:10-11). La obra de Dios no fracasará. La verdad triunfará incluso ante enormes obstáculos.

Empresa misionera
Las enseñanzas de Cristo son sólidas e inspiradoras; no estaban confinadas a ninguna ambición mundana. Su programa propicia la paz y la buena voluntad, y abogó por una fe que crea valor y fortaleza. Su empresa misionera fue el mayor proyecto jamás lanzado. Cito: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:18-20). O, como lo expresa Marcos: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).

El evangelio puede redimir a la humanidad
Nada menos que el evangelio de Jesucristo puede redimir a la humanidad. El Señor Jesús presentó ante nosotros el único patrón de vida que salvará y exaltará a sus hijos. Sus palabras son siempre oportunas y autoritativas. Las verdades que enseñó y todo lo que hizo constituyen el evangelio en su plenitud.

La expiación llevada a cabo por el Señor en el Calvario es la mayor contribución jamás hecha a la raza humana. Abrió la puerta a la vida eterna y dio a hombres y mujeres la oportunidad de poseer sus cuerpos para siempre. Juan, en su testimonio al mundo, dejó claro cuando dijo: “… todos los que están en sus sepulcros oirán su voz, y saldrán; los que hicieron lo bueno, a la resurrección de vida; y los que hicieron lo malo, a la resurrección de condenación” (Juan 5:28-29).

Que podamos caminar en la luz con Él, oro humildemente en el nombre de Jesucristo. Amén.

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