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LOS VECINOS SE AYUDAN ENTRE Sí
Cualquier organización religiosa del estado diría que Thomas Monson es su amigo.
Élder M. Russell Ballard Quorum de los Doce Apóstoles
A principios de mayo de 1977, el presidente Nathan Eldon Tanner, Primer Consejero de la Primera Presidencia, sorprendió al élder Thomas S. Monson con el pedido de que fuera el presidente del directorio de la Compañía Editorial Deseret News. En ese momento servía en el directorio de Deseret News y en el de la Corporación Internacional Bonneville, la entidad de radiodifusión y televisión de la Iglesia. Él había recorrido un largo camino desde los días en que vendía avisos clasificados.
El presidente Tanner manifestó “plena confianza” en la habilidad del élder Monson para “trazar el destino de Deseret News”1. Habiendo servido como vicepresidente del consejo que el élder Gordon B. Hinckley encabezaba en aquel entonces, el élder Monson era una figura familiar para quienes trabajaban para Deseret News y la imprenta.
El presidente Tanner reconoció cuán pesada era la carga que el élder Monson sobrellevaba y preguntó si había alguna responsabilidad de la que pudiera librarse, a fin de tener más tiempo libre para sus funciones con el periódico. El élder Monson sugirió que lo relevaran de su cargo en el Consejo Rector de la Universidad Estatal de Utah, aunque era un puesto que había disfrutado plenamente durante los siete años previos. El había hablado en ceremonias de graduación, participado en comités de selección de rectores de la universidad, y tomado parte en ceremonias de palada inicial con miras a la construcción de instalaciones en el campus. Cuando el Departamento de Tecnología de la universidad quiso comenzar un curso de imprenta, recurrió a todos los impresores de la ciudad y consiguió que donaran equipos para comenzar el programa. Les dijo a sus ex colegas que no quería sus máquinas viejas, sino las que utilizarían los estudiantes cuando fueran a trabajar en firmas de imprenta.
Oficialmente, pasó a ser el presidente del directorio de la Compañía Editorial Deseret News el 16 de mayo de 1977. El élder Hinckley pasó a ser el presidente del directorio de la Corporación Internacional Bonneville. El élder Monson eligió nuevos miembros para la mesa directiva de Deseret News, quienes, en su mayoría, ya habían trabajado con él en otras labores, incluyendo a James E. Faust, quien llegó a ser vicepresidente del directorio2.
El élder Monson hizo precisamente lo que el presidente Tanner tenía en mente, que dirigiera con vitalidad, discernimiento e inspiración, y empleara el consejo colectivo de quienes integraban el directorio. Uno de tales miembros, Emma Lou Thayne, renombrada poetisa, le escribió una nota varios años después de que él asumiera el cargo: “Es evidente que usted siempre obra con una generosidad de espíritu que es tanto inspiradora como poco común”3.
El cargo administrativo de editor había estado vacante por mucho tiempo. El élder Monson recomendó que Wendell J. Ashton, ex editor general de Deseret News, fuera nombrado editor y vicepresidente ejecutivo, pasando a ser el principal oficial de operaciones de la corporación. “Si ustedes fueran a cruzar las llanuras”, dijo él a los empleados de Deseret News que se habían reunido para conocer a su nuevo líder, “querrían que Wendell Ashton los guiara”4.
En 1985 le pidieron que organizara un comité asesor de impresiones, con el propósito de retirar de la Compañía Editorial Deseret News la operación de la imprenta y fusionarla con los ya existentes Servicios de Imprenta de la Iglesia. Por años, él había intentado persuadir a la Primera Presidencia, al élder Hinckley, y a otros que tenían algo que ver con la administración de la Compañía Editorial Deseret News, a que efectuaran tal cambio. Él afirmó que no era una buena idea que la entidad intentara funcionar como una simple imprenta en un mundo de impresores cada vez más especializado. Él abogó por que la Imprenta Deseret Press se retirara del campo comercial y por que la Iglesia canalizara todas sus impresiones por medio de sus servicios de imprenta para sacar el mayor provecho del costoso equipo.
Los Servicios de Imprenta de la Iglesia funcionarían como una división del Departamento de Administración de Materiales. El élder Monson describió la fusión como la culminación de un sueño por largo tiempo esperado, ya que consideraba que tenía sentido dar el máximo uso al equipo del que disponían5. En su primer año, la división de imprenta de la Iglesia generó ganancias, y el Deseret News pudo encauzar para otras secciones los fondos que antes se empleaban para reemplazar equipo.
El 4 de diciembre de 1988, el presidente Monson dedicó el nuevo Centro de Imprenta de la Iglesia, un edificio de 17,200 metros cuadrados, con una enorme prensa rotativa que le permite ahora a la Iglesia imprimir sus propias Escrituras. “A mí me encantan las labores de imprenta de la Iglesia, porque producen materiales que dan testimonio de Jesucristo, el Hijo de Dios”, dijo el presidente Monson a quienes se hallaban presentes en la inauguración. “De la obra producida aquí, emergen páginas que son parte del proceso de conversión que lleva a la gente a conocer el evangelio de Jesucristo”6.
Había otros asuntos que atender en Deseret News. A principios de 1980, como presidente del directorio, el élder Monson comenzó a negociar una renovación del contrato de la Corporación de la Agencia de Periódicos (CAP). Durante treinta años, el matutino Salt Lake Tribune y el vespertino Deseret News habían compartido sus instalaciones de impresión, coordinaban la circulación y compartían el personal de publicidad. El élder Monson ocupaba ahora el lugar que su mentor, el élder Mark E. Petersen, había ocupado varias décadas antes al colaborar en la redacción del primer contrato. En aquel momento, Tom apenas se había integrado al personal de Deseret News. Aunque ambas entidades dividían los costos a partes iguales, el Tribune de los domingos había aumentado su tiraje, mientras que los medios de información electrónicos redujeron el interés en los periódicos vespertinos. Aún así, el contrato que vencería el 30 de septiembre de 1982, había sido una bendición para ambos periódicos.
El élder Monson describió así el desafío que se avecinaba: “La circulación se expandió y el grado de aceptación de los publicistas son tales que nuestra competencia, el Salt Lake Tribune, tiene una posición más fuerte que el Deseret News en las negociaciones. Nosotros tendremos que superarnos al máximo para lograr un acuerdo satisfactorio. Además, necesitaremos la ayuda del Señor”7.
Para iniciar las negociaciones, invitó a John (Jack) Gallivan, por mucho tiempo editor del Tribune, para que se reuniera con él, con el élder James E. Faust, y con Wendell Ashton, el editor del Deseret News, en la oficina del presidente N. Eldon Tanner. Ellos eran competidores, pero amigos. Por años, el élder Monson había trabajado incansablemente en programas de la comunidad, a menudo junto con Jack. El élder Monson salió de la reunión reconociendo que Jack “había tratado de ser un firme negociador para que las ganancias favorecieran al Tribune”8.
Los esfuerzos iniciales para negociar un interés del 50 por ciento en la edición del domingo no produjeron resultados. El élder Monson y sus colegas trataron entonces de comprar el Tribune dominical, pero esa oferta fue rechazada. El élder Monson llevó a un abogado local, Wilford W. Kirton, como principal negociador, con Wendell J. Ashton como asistente. Eso le permitió al élder Monson mantenerse al margen del rigor de las negociaciones.
La intervención de Wilford Kirton provocó confrontaciones entre los dos editores, quienes, a pesar de ser buenos amigos, también eran, naturalmente, rígidos adversarios. Donald Holbrook, abogado del Salt Lake Tribune, se unió al Sr. Gallivan en las deliberaciones. Un año y medio después, el le de junio de 1982, las dos partes firmaron oficialmente un contrato en la oficina del presidente N. Eldon Tanner, renovando el acuerdo entre la Editorial Deseret News y la Corporación Kearns-Tribune. Como recuerdo del acontecimiento, el presidente Monson ha guardado la lapicera que él empleó para firmar el convenio en nombre de la Compañía Editorial Deseret News. Jack Gallivan firmó por el Salt Lake Tribune. El evento fue realmente histórico para ambos periódicos, y ocurrió el mismo día del cumpleaños de Brigham Young, quien había fundado el Deseret News. Ambas partes habían puesto sus mejores esfuerzos para lograr sus objetivos.
Al final, el Tribune obtuvo gran parte de lo que quería, y al Deseret News se le hicieron concesiones para publicar su propia edición dominical y otra el sábado por la mañana. Los dos compartirían los servicios de noticias nacionales que habían sido exclusivos del Tribune; la Corporación de Agencia de Periódicos aumentaría sus esfuerzos de promoción del Deseret News de la tarde, y la distribución de las ganancias resultaría en un 58 por ciento para el Salt Lake Tribune y un 42 por ciento para el Deseret News, con la opción unilateral de parte del Deseret News de extender el convenio de treinta años al finalizar en 2012. Además, el Deseret News tenía el derecho de dirigir su propio programa de promoción e invertir sus propios fondos, en correlación con la CAP. El Sr. Gallivan serviría como presidente de la Corporación de la Agencia de Periódicos, con el élder Monson como vicepresidente, Wendell Ashton como secretario y Arthur Deck, editor gerente del Tribune, como miembro del directorio.
El élder Monson estaba “muy satisfecho”, y confesó: “No recuerdo ninguna asignación que haya desempeñado que haya requerido más tiempo o más energía que ésta en particular”9. Consideró la exitosa negociación del contrato con la Corporación de la Agencia de Periódicos una de sus más sobresalientes contribuciones como oficial de la Compañía de Publicación del Deseret News. En 1983, ese arreglo proporcionó un dividendo de accionista a la Iglesia, el primer dividendo en efectivo del contrato operativo mancomunado10.
No cabía la menor duda de que Thomas S. Monson se desenvolvía muy bien en círculos fuera del medio de la Iglesia. Conocía la comunidad y se había relacionado con muchas personas diferentes como miembro de la industria de periódicos e imprenta, como así también en grupos cívicos. Todos lo conocían como un líder muy capaz, sociable y respetado. Era razonable y vanguardista. Podía captar lo que se necesitaba y sabía quién podía lograrlo. En las ceremonias universitarias de graduación, eventos especiales del estado y dedicación de edificios, generalmente era él quien ofrecía la primera o la última oración, y el obispo católico pronunciaba la otra.
El élder Monson siempre se sintió privilegiado “de estar en compañía de hombres y mujeres prominentes en nuestro estado, muchos de los cuales no son miembros de nuestra fe, pero sí poseedores de un gran espíritu comunitario e inclinación cívica”11. Disfrutaba el desafío de relacionarse con gente del mundo de los negocios y siempre reconocía el riesgo de que a líderes de la Iglesia se les pusiera en un pedestal.
“Él no era el tipo de persona a quien le gustaba hablar en todo momento o que insistía en promover sus propios intereses”, observó Duane Cardall, reportero de la estación de radio y televisión KSL. Pero tampoco era retraído a la hora de defender “lo que consideraba justo”12.
Los dos años de negociaciones entre el Tribune y el Deseret News no interfirieron en la sincera amistad que el élder Monson tuvo con Jack Gallivan y Don Holbrook. Él y Jack mancomunaron esfuerzos en un buen número de otras causas comunitarias. Solían almorzar en el Alta Club y hacían planes para atender alguna necesidad en la comunidad, desde mejorar las condiciones del sector del Pioneer Park—el antiguo vecindario del élder Monson—hasta revitalizar la zona céntrica de la ciudad. Jack solía invitar al élder Monson a servicios, celebraciones y funciones en la Catedral de la Madeleine, donde Jack desempeñaba un papel prominente, y los Monson asistían. Tras asistir a la misa fúnebre en honor a Grace Ivers Gallivan, la esposa de Jack, los Monson recibieron una emotiva nota de Jack que decía: “Atesoro su amistad”. El élder Monson se refería ajack como “el paladín ecuménico de Utah”13, “un hombre de integridad y honor. También es un hombre de profundo juicio e intelecto”14.
Cuando ajack se le otorgó la distinción de “Gigante en nuestra ciudad”, el presidente Monson le hizo entrega del galardón. En el año 2001, el presidente Monson asistió a la ceremonia de fin de cursos de la Universidad Brigham Young, donde Jack Gallivan recibió un doctorado honorario. El presidente Monson había sido la fuerza impulsora para que Jack recibiera dichos honores. Jack se mostró efusivo y agradecido por tal reconocimiento. Si Jack u otro miembro de su familia se encontraba enfermo de cuidado, a él o a ella se le recordaba en las oraciones del élder Monson.
En febrero de 1993, el presidente Monson se reunió con Jack Gallivan; con el Obispo William Weigand, de la Diócesis Católica de Salt Lake; con el Cardenal Roger Mahony, Arzobispo de Los Ángeles; y con Agostino Cacciavillan, Pro-Nuncio Apostólico a los Estados Unidos, para los servicios dedicatorios de la recién remo-delada Catedral de la Madeleine. El presidente Monson recibió el excepcional honor de tomar la palabra durante el almuerzo realizado como parte de los servicios dedicatorios, siendo él el único clérigo en el programa que no era católico. La Iglesia había extendido una mano de fraternidad a la comunidad católica al donar una cantidad considerable de dinero para colaborar en la extensa remodelación del edificio, el cual originalmente se había dedicado en 1909. La presencia del mismo sobre la calle South Temple se remontaba a los prósperos días de la minería de plata en las circundantes montañas Wasatch. Jack, al igual que otros, se sentía complacido con la presencia de su amigo en la misa. Pat Shea, un destacado abogado que había ayudado a la Iglesia con cierto trabajo legal y que era católico, citó un poema de Robert Frost para expresarles agradecimiento al presidente Monson y a la Iglesia por su participación:
Todos trabajamos juntos, le dije sinceramente, ya sea aquí mismo o en sitios diferentes15.
Para el presidente Monson, un negocio nunca es sólo un negocio. A quienes conoce—aun competidores—los transforma en amigos. El y Donald Holbrook, el abogado del Tribune, quien presidía el Consejo Rector de Educación del Estado, el cual el élder Monson integraba, cultivaron una íntima amistad.
El presidente Monson habló en la parroquia católica de St. Ambrose en los funerales de los dos hijos de Don, cuyos fallecimientos inesperados, con varios años de diferencia entre sí, destrozaron a sus padres. El presidente Monson fue uno de los primeros en visitar el hogar de los Holbrook cuando se enteró de los hechos. Su objetivo fue sencillamente “ayudarlos”16.
En otra ocasión, cuando a uno de los socios de Don lo iban a apartar como presidente de misión, el presidente Monson le hizo una seña a su amigo y le dijo: “Don, usted es un élder, ¿no es cierto?”. Don, quien se había criado como mormón pero se había casado con una católica y, por consiguiente, no había sido activo en la Iglesia, respondió: “Sí, señor”.
Haciéndole una seña, el presidente Monson le dijo: “Venga, ayúdenos a apartar a su socio”.
Don, complacido con la invitación, se acercó. Más tarde, el presidente Monson reconoció: “Esa fue quizás la primera vez que participó en una bendición. Para mí fue una experiencia agradable verlo formar parte del círculo”17.
En el año 2005, por tercera vez, el presidente Monson honró a otro miembro de la familia Holbrook en los servicios realizados en la parroquia St. Ambrose. Don había fallecido víctima de cáncer.
La atención que el presidente Monson brindó a Don Holbrook y ajack Gallivan no es nada fuera de lo común. Hay un sinnúmero de personas que han recurrido a él, que se han visto beneficiadas por su bondad, acciones y palabras, y que han sido rescatadas por su mano constante. Quienes han observado a Thomas S. Monson durante los años pueden ver en él un modelo de ceñirse al Espíritu sin demorar. El no se detiene para mirar el reloj o verificar sus compromisos; él sólo responde y sigue la inspiración a dondequiera que ésta lo lleve.
“Ese ha sido el ministerio de Thomas S. Monson durante más de cincuenta años”, dice el élder Jeffrey R. Holland. “El Evangelio es llegar a la persona necesitada; podría ser una necesidad espiritual, una necesidad temporal; podría ser la viuda acerca de quien él habla con frecuencia; podría ser la jovencita rescatada, o un joven del Sacerdocio Aarónico”18.
El presidente Monson ha hablado acerca de los isleños del Pacífico Sur, a cuyos esfuerzos de pescadores los ha impulsado un sencillo principio: “Oramos y vamos”. Al servir a otras personas, él sigue la misma norma. El élder Ballard, cuando servía como presidente de misión en Canadá, llamó al presidente Monson y le preguntó “si podía pasar por el hospital a visitar a su padre, si tenía tiempo”. El élder Monson siempre tenía tiempo para ayudar a alguien que necesitara ayuda. Entonces fue esa misma tarde. El 27 de diciembre de 1982, habló en el funeral del padre del élder Ballard19.
No fue diferente con Helen Ivory, una de las viudas que el presidente Monson conocía del Barrio Sexto-Séptimo. El élder y la hermana Monson fueron a visitarla en un hogar de ancianos. Allí, una empleada les indicó dónde estaba el comedor, y les dijo que Helen se sentaba ahí, que no hablaba con nadie, y que apretaba una tarjeta y un sobre con las manos y se los llevaba a la boca y los besaba regularmente. Ellos arrimaron unas sillas junto a Helen y le dijeron tiernamente: “Aquí estamos”. Le hablaron de los días en el Barrio Sexto-Séptimo, pero ella no respondió. Finalmente, Francés persuadió a Helen que les dejara ver el sobre que apretaba en sus manos. Al tomarlo, reconoció enseguida que era una tarjeta de Navidad que ella misma le había mandado a la hermana Ivory20.
Cuando el élder Monson fue al Hospital de los Veteranos de Guerra para darle una bendición a su querido amigo Hyrum Adams, estuvo con él una hora. Fue una conversación muy conmovedora. Al partir, el élder Monson sintió que había “hecho más bien en esa visita que en toda una semana de reuniones en las oficinas de la Iglesia”21.
“Con frecuencia vivimos físicamente juntos”, ha enseñado el presidente Monson, “pero afectivamente distantes. Hay personas dentro de la esfera de nuestra propia influencia que, con las manos extendidas, claman: ‘¿No hay bálsamo en Galaad?’”22.
Aunque él quizás hubiera preferido bendecir a los enfermos y a los débiles, era también adepto a atender las numerosas tareas que usualmente se acumulaban sobre su escritorio. En 1978 sirvió en el Comité de Estudios Eclesiásticos, encargado de reestructurar el volumen de trabajo de la Primera Presidencia y del Quorum de los Doce. El comité lo presidía el élder Hinckley, sirviendo los élderes Monson, Perry y Haight como miembros. Los cuatro hombres “analizaron los deberes de los Doce, de los Setenta, de la Presidencia de los Setenta, de los representantes regionales, y de todo lo concerniente a la supervisión de la obra en todo el mundo”. El élder Monson reconoció que ése era un “comité muy importante” que tendría un gran impacto en la obra23.
Al cabo de varios meses de reuniones, el comité presentó un plan para transferir una considerable porción de los deberes que en esa época atendían los Doce a los Presidentes del Primer Quorum de los Setenta, lo que permitiría a los Apóstoles “dedicarse más a sus llamamientos y a la administración general de la Iglesia, y colocar a la Presidencia del Primer Quorum en una verdadera posición de presidencia sobre los miembros de su quorum y ciertamente sobre la obra”24.
En 1984, bajo la presidencia del élder Monson, el comité reestructurado, llamado en aquel entonces Comité de Estudios Organizativos, estudió el progreso de la Iglesia y las necesidades correspondientes que atañían al liderazgo. El élder Monson fue magistral en su función, ofreciendo equilibrio y memoria institucional a medida que el comité consideraba muchas opciones. En una reunión realizada en junio de 1984, el comité propuso lo que el élder Monson veía como uno de los cambios más significativos que se habían presentado durante sus veinte años como miembro del Quorum de los Doce: la creación de presidencias de área para regular los asuntos de la Iglesia en trece áreas geográficas, siete en los Estados Unidos y seis en otras partes del mundo. De ese modo, reemplazaron a los administradores ejecutivos en varias naciones. En los años subsiguientes, el número de áreas aumentaría a medida que la Iglesia progresaba. Tiempo después, se descontinuaron las presidencias de área en Estados Unidos y en Canadá, donde existe un liderazgo más experimentado, pero han seguido funcionando en todas las demás áreas.
Después de esa reunión de junio, habiendo la Primera Presidencia y los Doce aceptado efusivamente la recomendación, el élder Bruce R. McConkie expresó un “encomio especial” de parte del comité y de otros miembros de los Doce “por el eficiente y apto liderazgo proporcionado por el élder Thomas S. Monson en recientes deliberaciones que culminaron con el anuncio de la Primera Presidencia de cambios administrativos a efectuarse en el futuro cercano”25.
El élder Monson se sintió “humilde y honrado” por el gesto del élder McConkie, y más tarde escribió en su diario personal: “Según lo que yo sé, ésa es la primera vez que formalmente se ha realizado, secundado y ejecutado una propuesta al encomiar a cualquier miembro de los Doce”26.
La Primera Presidencia había creado un Departamento de Servicios de Bienestar en abril de 1973, combinando servicios de salud, servicios sociales y servicios de bienestar en un solo cuerpo correlacionado. Al Comité General de Servicios de Bienestar se le había encargado que atendiera los asuntos principales de cada uno de los servicios. Cinco años más tarde, se anunció un Comité Ejecutivo de Bienestar con el presidente Marión G. Romney, otro experimentado “hombre de bienestar”, como presidente; el élder Monson, otro “hombre de bienestar”, como primer vicepresidente, y el Obispo Presidente Víctor L. Brown como segundo vicepresidente, para liderar los esfuerzos para intensificar la visibilidad de los principios y los programas de bienestar en la Iglesia.
El programa de bienestar había sido por mucho tiempo un punto de enfoque para el élder Monson, quien de joven obispo había sido instruido acerca de las bendiciones del programa de bienestar de la Iglesia. En el segundo semestre de 1979, los oficiales de la Iglesia capacitaron a líderes durante conferencias de estaca en cuanto a principios de bienestar, mostrándoles una nueva película titulada: “Los Servicios de Bienestar: Otra perspectiva”. En un discurso de conferencia general, el élder Monson pidió que los miembros realizaran “esfuerzos de preparación personal y familiar, incluyendo el almacenamiento de alimentos”. Recalcó la “constante necesidad de que los cabeza de familia tengan un empleo. Además, es siempre prudente tratar de mejorar las condiciones de empleo”.
En su mensaje, también recomendó que debemos incrementar nuestra participación en proyectos de bienestar, dando como ejemplo su experiencia cortando remolacha. “Estoy agradecido por haber aprendido a trabajar en las plantaciones de remolacha de la granja de nuestra estaca”, dijo. “También agradezco que hoy ya no tenemos que trabajar de la misma manera. Aquella granja no estaba situada en una zona fértil, sino en el sector industrial de Salt Lake City. Sin embargo, testifico que cuando la dedicamos a tan sagrado servicio, la tierra fue santificada, la cosecha bendecida y la fe recompensada”27.
El presidente Monson puede ver la mano de Dios en un campo de remolacha, tal como lo hace en un hogar donde la rectitud supera las dificultades cotidianas mediante la genuina fe en Jesucristo. Como un ejemplo de tal hogar, él ha empleado la experiencia personal de Randy Spaulding, del norte de Utah, quien, cuando era un jovencito, le escribió una carta al presidente Monson en la que describía el comienzo gradual de una enfermedad que llevó a su padre de ser un hombre saludable y fuerte, a “una persona debilitada e incapacitada”. Su padre fue confinado a una silla de ruedas prácticamente desvalido, pero nunca preguntó él ni su esposa, “¿Por qué nos sucedió esto a nosotros?”. Randy escribió: “¡Oh, cuánto quisiera poder volver atrás en el tiempo y llevarlo al estanque de Betesda y pedirle a nuestro Maestro que nos tuviera misericordia, a fin de que también mi padre pudiera levantarse y caminar”28.
En la oficina del presidente Monson se reciben muchas cartas como ésa. “Recordemos”, aconseja él, “que no fueron las aguas del estanque de Betesda lo que sanó al hombre enfermo. Más bien, su bendición se manifestó mediante el toque de la mano de Maestro”29.
Para el presidente Monson, bienestar es esa ternura que se brinda a quien la necesita. También se traduce en granjas y almacenes, órdenes de obispos, centros de empleo, y capacitación laboral. Las granjas y otras propiedades de la Iglesia en las que antes trabajaban los miembros son ahora parte de un próspero negocio agrícola que suministra productos para el sistema de bienestar. El élder Monson dijo: “Los cambios son inspirados y muy acertados”. Sin embargo, él sostiene: “El mejor almacén es el de cada familia”30.
En 1981, Ronald Reagan, en aquel tiempo Presidente de los Estados Unidos, asignó al élder Monson a integrar la “comisión de iniciativas del sector privado”. Durante más de un año, el élder Monson hizo repetidos viajes a Washington, D.C., para reunirse con otros 34 líderes de negocios, religiosos, de minorías, de entidades sin fines de lucro y de gobierno para presentar la idea de “vecinos que ayudan a vecinos”.
En su primera reunión, el presidente Reagan describió su deseo de dar participación al sector privado de una manera más vigorosa para resolver las necesidades de la comunidad. Entonces señaló al élder Monson y dijo: “Aquí sentado a la mesa está el élder Monson, quien representa a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, una organización que verdaderamente sabe cómo velar por los suyos”31. Entonces explicó cómo la Iglesia había establecido su propio programa de bienestar durante la gran Depresión. El élder Monson se quedó sorprendido por la distinción, pero se sintió satisfecho “por el cordial reconocimiento” brindado a la Iglesia32.
El presidente Reagan, quien cuando era gobernador de California había visitado algunas plantas de conservas de la Iglesia y había quedado muy impresionado “con el espíritu independiente de los mormones”, pidió consejo al élder Monson y a otras personas para resolver un problema particularmente irritante que, dijo él: “me ha venido preocupando mucho”. El esperaba que “resurgiera el característico espíritu de generosidad estadounidense”, en un torrente sin precedentes de buenas obras, y esperaba que la comisión pudiera concretar su visión33.
Como parte de su asignación, se invitó al élder Monson a reunirse con todos los principales líderes religiosos del país, para explicarles el programa de bienestar de la Iglesia. También participaron otros tres líderes religiosos: uno de la iglesia católica, uno de la iglesia evangélica, y uno de la fe judía. La reunión fue “una verdadera manifestación de amor fraternal y bondad”. El élder Monson empleó el desastre de la represa Tetón como ejemplo, preparó un folleto para dar una breve explicación del plan de bienestar y mostró la película sobre ese tema. Entonces explicó que el derrumbe de la represa Tetón en el sudeste del estado de Idaho, ocurrido el 5 de junio de 1976, había devastado varias comunidades a lo largo del valle del río Snake. Una muralla de agua de un volumen de más de 300 mil millones de litros con una altura de entre 4 y 6 metros, por poco arrasa con las comunidades de Tetón y Newdale, pero azotó con toda sus fuerzas Sugar City, Salem y Hibbard, destruyendo más del 50 por ciento de las casas y dañando todas las estructuras en esos pueblos rurales. St. Anthony, Roberts y otras comunidades también quedaron inundadas. Cuarenta mil personas, más del noventa por ciento de ellas miembros de la Iglesia, tuvieron que abandonar sus hogares. Por muchos meses, llegaron al rescate más de 35.000 miembros de la Iglesia de estados vecinos y camiones llenos de provisiones de los almacenes de la Iglesia, disponibles para responder de inmediato al desastre34.
William Verity, el titular de la comisión del presidente Reagan y oficial ejecutivo principal de una de las compañías de acero más grandes de la nación, le escribió al élder Monson para decirle cuán impresionado había quedado con “las buenas obras y el espíritu de la Iglesia mormona”. Describió la película como “formidable” y terminó su nota diciendo: “Si todos nosotros pudiéramos hacer un aporte tan bueno como el de la iglesia mormona, nuestros problemas se acabarían”35.
En diciembre de 1982, la comisión del presidente Reagan finalizaba su labor. El élder Monson se sentía honrado por haber servido a su país en tal función y por haber hecho una contribución a la debida preservación de los principios de bienestar.
La ayuda humanitaria, que llegaría a convertirse en un sello distintivo del sistema de bienestar de la Iglesia en los años siguientes y un punto de enfoque predilecto del presidente Monson, tuvo sus comienzos en 1985, cuando a los miembros de la Iglesia de los Estados Unidos y de Canadá se les pidió que observaran un día especial de ayuno y que fueran generosos al donar sus ofrendas de ayuno, las cuales se utilizarían para ayudar a la gente hambrienta de Etiopía. El élder Monson dijo: “Me hace feliz ver ese programa humanitario donde aquellos que lo necesitan pueden recibir la ayuda sin importar que sean o no miembros de la Iglesia. Creo que debemos realizar más este tipo de esfuerzo”36. La Iglesia recaudó $6.800.000 dólares en donaciones. Así nacía una nueva era de bienestar.
























