Novena Amonestación:
Conflictos y Apostasía
Una serie final de amonestaciones proféticas en las escrituras están relacionadas con el futuro de la Iglesia del Señor. Estas amonestaciones son estremecedoras en sus implicaciones, porque indican que afectará a mucha gente, por lo que Satanás ejercerá su influencia en sus esfuerzos para frustrar la obra del Señor antes del milenio y del primer régimen del Salvador. Muchas de estas amonestaciones proféticas parecen relacionarse cronológicamente al principio del periodo de la Nueva Jerusalén.
Las profecías de las escrituras que hablan de la futura batalla dentro de la Iglesia no son agradables para los Santos de los Últimos Días. Ciertamente, no resulta agradable escribir acerca de ellas. El autor preferiría evadirlas, pero no lo podría hacer sin darles su debida consideración, porque verdaderamente existen y es imposible dar una descripción exacta de los futuros eventos sin considerarlas.
Es probable que algunos se esfuercen por explicarlas para hacerle pensar a la gente que no son importantes y que no necesitan hacer más preguntas, racionalizando lo que las profecías describen como «gran apostasía,» la cual comenzó después de la época del Nuevo Testamento. Tal racionalización podría pasar por alto los principios básicos de la interpretación de las escrituras, ignorando los muchos indicadores internos y de contexto que los pasajes enfocan a un futuro período. Tal racionalización podría también asumir que los eventos profetizados ya ocurrieron, aunque no se pueda citar eventos específicos como el cumplimiento literal.
También podrían haber algunos quienes desafíen la propiedad de un miembro ordinario enfatizando la existencia de tal como un modelo profético, y por alguna razón crean que sus desafíos negaran las citadas escrituras. Por supuesto, ellos pasarían por alto el mandamiento del Señor:
. .. tatito el que sea elder, presbítero, o maestro, así como también el miembro, se dedique con su fuerza, con el trabajo de sus manos, a preparar y a realizar las cosas que he mandado.
Y sea vuestra predicación la voz de amonestación, cada hombre a su vecino, con mansedumbre y humildad
Estas personas también podrían olvidar la escritura de amonestación, «todo hombre tome la rectitud en sus manos y la fidelidad sobre sus lomos, y levante la voz de amonestación a los habitantes de la tierra; y declare, tanto por palabra como por fuga, que la desolación sobrevendrá a los inicuos.» Sin duda, »’conviene que todo hombre que ha sido amonestado, amoneste a su prójimo. .. y preparar a los santos para la hora del juicio que ha de venir.»
En verdad no encuentro ningún placer en estas profecías de futuras pesadumbres en la Iglesia. Ni deseo que sucedan, porque reconozco los problemas, pesadumbres, conflictos y confusión que su cumplimiento inevitablemente trajese. Escribo para prevenir o suavizar su cumplimiento, con el espíritu de un poseedor del sacerdocio que trabaja en el llamamiento universal, «velar siempre por los miembros de la iglesia, y estar con ellos y fortalecerlos; y cuidar de que no haya iniquidad en la iglesia.»
El reino de Dios nunca será destruido
Creo que estas amonestaciones proféticas deberán ser vistas en el contexto de lo que Dios ha revelado con relación a su reino y autoridad en esta ultima dispensación. Daniel profetizó de la naturaleza permanente del reino de Dios restaurado, cuando interpretó el sueño que recibió el rey de Babilonia, Nabuconodosor. Predijo que el Dios del cielo:
.. . levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre.
Una revelación moderna se refiere a la interpretación de Daniel de la visión de Nabuconodosor, estableciendo que «las llaves del reino de Dios han sido entregadas al hombre en la tierra, y de allí rodará el evangelio hasta los extremos de ella, como la piedra cortada del monte, no con mano, ha de rodar, hasta que llene toda la tierra.»
Lo que este reino continuará fue repetidamente enfatizado por el Salvador, quien reveló a la Iglesia en la época de José Smith, «el reino es vuestro, y el enemigo no triunfará.» y «No temáis, pequeña grey, el reino es vuestro hasta que yo vengad Se le reveló a los Santos, «el Padre os ha dado el reino y el poder para vencer todas las cosas que por él no son ordenadas—.» Al profeta José se le rebeló que el «reino que está surgiendo por última vez» y los Santos creen que el Salvador presentará sin mancha al reino, «entregue el reino y lo presente sin mancha al Padre» cuando «Cristo haya subyugado a todo enemigo debajo de sus pies y haya perfeccionado su obra.»
El poder del Sacerdocio restaurado en los últimos días también se estableció con permanencia, porque Juan el Bautista proclamó que el Sacerdocio de Aarón «nunca más será quitado de la tierra, hasta que los hijos de Leví de nuevo ofrezcan al Señor un sacrificio en rectitud.» Y el Señor reveló que es dado «el poder de este sacerdocio, para los últimos días y por última vez, en los cuales se encierra la dispensación del cumplimiento de los tiempos.»
Por lo tanto, a pesar de la apostasía y los conflictos que vendrían entre los Santos por el cumplimiento de las profecías, se esperaba que la Iglesia y el sacerdocio permanecerían y cumplieran las tareas por las cuales se les había llamado y escogido.
A pesar que las profecías en las escrituras amonestan acerca de los futuros tiempos difíciles, el mensaje de las escrituras es tal que la Iglesia sobrevivirá a los problemas que deberá soportar y eventualmente saldrá victoriosa en los últimos días.
Amonestación de Isaías: La tierra será desolada porque ellos han quebrantado el convenio sempiterno (Isaías 24:5-6)
Como se ha visto, las escrituras hablan repetidamente de un periodo en los últimos días llamado «abominación desoladora»—es el tiempo en donde los juicios de Dios vendrán sobre la maldad y reducirán en gran manera la población de la tierra. Las profecías al relatar este periodo se refieren al tiempo de «desolación,» cuando la maldad sea destruida «y su casa les será dejada desierta.»
La profecía de Isaías habla de este futuro evento. El profetiza, «He aquí que Jehová vacía la tierra y la desnuda, y trastorna su faz, y hace esparcir a sus moradores… La tierra será enteramente vaciada, y completamente saqueada; porque Jehová ha pronunciado esta palabra.» Cuando él profetiza de la futura purificación, Isaías revela la razón por la que vendrá sobre los habitantes de tierra, pues «traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno». Esta es su amonestación profética:
Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno.
Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres.
La profecía continúa, describiendo a la gente de la tierra quien permanecerá para seguir esta destrucción:
Se perdió el vino, enfermó la vid, gimieron todos los que eran alegres de corazón.
Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el estruendo de los que se alegran, cesó la alegría del arpa.
No beberán vino con cantar; la sidra les será amarga a los que la bebieren.
Quebrantada está la ciudad por la vanidad; toda casa se ha cerrado, para que no entre nadie.
Hay clamores por la falta de vino en las calles; todo gozo se oscureció, se desterró la alegría de la tierra.
La ciudad quedó desolada, y con ruina fue derribada la puerta.
Resulta una causa inmediata a esta destrucción desoladora que la hace apropiada para citar a la profecía en este contexto, la amonestación de Isaías establece que los hombres cambiarían la ordenanza y quebrantarían el convenio sempiterno. Para hacerlo, parece requerir de la membresia de la Iglesia, ¿cómo puede uno cambiar algo que no tiene, o quebrantar un mandamiento que no ha hecho?
¿Qué significa el convenio sempiterno del que se refiere Isaías? Es el evangelio de Jesucristo. Una revelación moderna establece: «… bendito eres por haber recibido mi convenio sempiterno, sí, la plenitud de mi evangelio, enviado a los hijos de los hombres para que tengan vida y lleguen a ser partícipes de las glorias que serán reveladas en los postreros días.» El Salvador se refiere al proceso de unirse a la Iglesia «Cuando los hombres son llamados a mi evangelio eterno, y pactan con un convenio sempiterno.. .» Él habló de «un convenio nuevo y sempiterno …» y dice, «Porque es a causa de vuestras obras muertas que yo he hecho que se establezcan para mí este último convenio y esta iglesia», «convenio en el cual os recibo en confraternidad, con una determinación que es fija, inalterable e inmutable, de ser vuestro amigo y hermano . . .» «mas no recibieron el evangelio, ni el testimonio de Jesús, ni a los profetas, ni el convenio sempiterno,» «Y en cuanto al nuevo y sempiterno convenio, se instituyó para la plenitud de mi gloria; y el que reciba la plenitud de ella deberá cumplir la ley, y la cumplirá, o será condenado, dice Dios el Señor.» El convenio sempiterno, como la misma Iglesia, es un estándar para las naciones.
En la amonestación de Isaías, esos juicios vendrán porque los miembros de la Iglesia transgredirán las leyes del evangelio, cambiarán las ordenanzas y quebrarán el convenio sempiterno por el cual se convirtieron en miembros de la Iglesia. Su hipocresía es muy similar a una amonestación profética que se encuentra en el «Prefacio» del Señor en Doctrinas y Convenios, la cual se discutirá en el siguiente tema.
La amonestación del Señor; Aquellos quienes no prestaren atención al Señor o sus profetas serán desarraigados (D. y C 1:14-16)
El Maestro ha amonestado a su pueblo para que se prepare para su venida cuando su ira caiga sobre los habitantes de la tierra. Vendrá el tiempo cuando el apóstata quien se ha desviado de sus ordenanzas y quebrantaron su convenio sempiterno, será desarraigado entre el pueblo.
… Y será revelado el brazo del Señor; y vendrá el día en que aquellos que no oyeren la voz del Señor, ni la voz de sus siervos, ni prestaren atención a las palabras de los profetas y apóstoles, serán desarraigados de entre el pueblo;
porque se han desviado de mis ordenanzas y han violado mi convenio sempiterno.
No buscan al Señor para establecer su justicia, antes todo hombre anda por su propio camino, y en pos de la imagen de su propio Dios, cuya imagen es a semejanza del mundo y cuya substancia es la de un ídolo . . ,
Está es una de las series de amonestaciones proféticas para un tiempo futuro cuando los Santos serán «desechados». Tiene símilaridad con 3 Nefi 21:20, en la cual establece que el que no se arrepiente será talado dentro del contexto de una destrucción interna en América al momento del establecimiento de la Nueva Jerusalén. Otras profecías consideradas en este capítulo proporcionarán un mejor entendimiento acerca de las posibles razones por las que algunos de los futuros Santos se rehusan a escuchar la palabra del Señor.
Amonestación del Señor; Los rebeldes serán desechados de Síón y los apóstoles y profetas falsos serán reconocidos (D. y C 64:35-40)
Una profecía con relación a los Santos en la Nueva Jerasalén indica que habrá un grupo de rebeldes que serán desechados por los Santos; y muestra que la apostasía inclusive alcanzará los supremos concilios, «los habitantes de Sión juzgarán acerca de todas las cosas,» y «los que no fueren apóstoles y profetas serán descubiertos»:
… Y los rebeldes serán desterrados de la tierra de Sión, y serán expulsados y no heredarán la tierra.
Porque, de cierto os digo, los rebeldes no son de la sangre de Efraín; por consiguiente, serán desarraigados.
He aquí, en estos postreros días, yo, el Señor, he hecho a mi iglesia semejante a un juez que se sienta en un monte, o sea, en un lugar alto, para juzgar a las naciones.
Pues sucederá que los habitantes de Sión juzgarán todas las cosas pertenecientes a Sión.
Y probarán a los mentirosos y a los hipócritas, y los que no fueren apóstoles y profetas serán descubiertos.
Y aun el obispo, quien es juez, y sus consejeros serán condenados, si no son fieles en sus mayordomías; y otros serán instalados en su lugar.
En otras dispensaciones, la Iglesia ha tenido que contender con apóstoles y profetas falsos. Por ejemplo, Juan el Revelador escribió a los Santos de Efeso y comentó «Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo v paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a lo; que dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos;...» El Rey Mosíah, en el Libro de Mormón, indicó que los profetas habíar.
«caído en transgresión.» Y muchos otros pasajes del Antiguo Testamento mencionan acerca de los problemas que causaron los profetas falsos, quienes fueron aceptados como líderes de la Iglesia en aquellos días.
Amonestación del Señor: Cristos y profetas falsos engañarán a los escogidos (Mateo 24:24)
En su gran profecía dada en el Monte de los Olivos, Jesús advirtió acerca de la «abominación desoladora» de los últimos días la cual vendrá sobre la tierra. Describe claramente acerca de este periodo, diciendo:
.. . habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.
Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.
Hasta ese punto vendrán líderes falsos quienes buscarán engañar a los Santos:
Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis.
Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.
En la traducción inspirada de Mateo 24, José Smith explica acerca de la identidad de los «escogidos», mostrando que serán los miembros de la Iglesia, o «los mismos escogidos, que son los escogidos conforme al convenio»:
… si alguien os dijere: He aquí el Cristo, o allí, no lo creáis;
Porque en aquellos días también se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, a tal grado que engañarán, si fuere posible, aun a los mismos escogidos, que son los escogidos conforme al convenio.
Jesús, en su profecía, describe su futura venida en donde los Santos [las águilas] se reunirán siguiendo a un Cristo falso:
… si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis.
Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.
Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.
Explica que su venida final en gloria será después de esta aparición, siguiendo a otras señales en los cielos.
Nefi, otro profeta, también mencionó acerca de la circunstancia de un Cristo falso en el contexto de los últimos días. Dentro de su explicación de los futuros eventos, Nefi mencionó a un Mesías falso quien trabajaría con engaños entre los incautos. Profetizó que los Judíos, en los últimos días, recibirán la palabra de Cristo. Estas palabras habrán de convencerlos, «de que no deben esperar más a un Mesías que ha de venir, pues no ha de venir otro, salvo que sea un Mesías falso que engañe al pueblo . . .».
En resumen: Jesús mismo, advirtió de Cristos y profetas falsos quienes, de ser posible, engañarán a los escogidos o miembros de la Iglesia. Esto precederá una aparición que él hará en donde los Santos estarán congregados lo cual será antes de su venida final en gloria. Nefi. un profeta del Libro de Mormón, también sabía de la aparición de un Cristo falso. Estas amonestaciones proféticas se relacionan estrechamente con D. y C. 64:35-40, la cual revela que los apóstoles y profetas falsos se encontrarán al comienzo de los días del establecimiento de la Nueva Jerusalén.
Amonestación de Pablo: Un hijo de perdición se mostrará como Dios en el templo (2 Tesalonícenses 2:3-12)
El apóstol Pablo también profetizó de alguien quien intentaría engañar a los Santos y advertiría de una «apostasía». En su ministerio, él había enseñado a los Santos en Tesalónica acerca de la venida de Cristo. Aparentemente, algunos de ellos mal interpretaron y creyeron que la segunda venida estaba próxima. Para aclarar sus enseñanzas, Pablo les escribió una epístola en la cual les daba una señal. Cuidadosamente describe un evento en los últimos días el cual precederá la venida de Cristo, y les enseño que el Salvador no aparecería hasta que el evento como señal tomara lugar. Esta es su amonestación profética:
Nadie os engañe en ninguna manera; porque [Cristo viniendo en gloria] no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición,
el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.
¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto?
Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste.
Porque ya está en acción el ministerio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio.
Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida;
inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de miquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.
Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.
La profecía de Pablo tiene varios elementos que requieren ser comentados en detalle:
- Habrá una apostasía por Santos inicuos quienes serán engañados antes de la venida de Cristo (2 Tesalonicenses 2:3, 10-12).
- Un hijo de perdición se revelará, cuya venida es después de la obra de Satanás (2 Tesalonicenses 2:3, 9).
- El hijo de perdición se sentará en el templo de Dios, haciéndose pasar por Dios (2 Tesalonicenses 2:4).
- Cristo destruirá al hijo de perdición con el resplandor de su venida (2 Tesalonicenses 2:8).
1. Habrá una apostasía por Santos inicuos quienes serán engañados antes de la venida de Cristo. Otros pasajes hacen referencia a tal apostasía en el periodo de la Nueva Jerusalén. En 3 Nefi 21:20 se describe a un grupo de personas que no se han arrepentidos y quienes serán desarraigados entre el pueblo del Señor cuando tome lugar el recogimiento de la Nueva Jerusalén.41 Nefi también menciona acerca de un grupo quien será «desarraigado» porque no hicieron caso de las palabras de Cristo, mientras tanto los justos «no serán confundidos». Esto sucederá en los últimos días de la Nueva Jerusalén, porque el pasaje habla de aquellos quienes «combatan contra Sión» durante esta época. El pasaje de D. y C. 64:35 menciona a quienes «serán desterrados de la tierra de Sión,» mientras D. y C. 85:11 declara que aquellos quienes «han apostatado» o han sido «separados de la iglesia» serán expulsados de la Nueva Jerusalén. D. y C. 45:57 también menciona de aquellos quienes habrán de ser «engañados» dentro de la Iglesia en los últimos días. Así hay un modelo definido en la amonestación profética de apostasía y purificación de la Iglesia en los últimos días; y específicamente en la primera fase del periodo de la Nueva Jerusalén. Esta profecía de Pablo es una interesante parte de ese modelo.
2. Un hijo de perdición, cuya venida es después de la obra de Satanás, se revelará. En la batalla pre-mortal en los cielos, Satanás se opuso a Dios. Él fue «arrojado de la presencia de Dios y del Hijo, y fue llamado Perdición, porque los cielos lloraron por él; y era Lucifer, un hijo de la mañana. Los miembros de la Iglesia quienes se rinden a las tentaciones de Satanás, después de tener una completa preparación y un testimonio firme, comienzan a ser «hijos de perdición»:
. . . porque vimos a Satanás, la serpiente antigua, sí, el diablo, que se rebeló contra Dios y procuró usurpar el reino de nuestro Dios y su Cristo;
por tanto, les hace la guerra a los santos de Dios, y los rodea por todos lados.
Y vimos una visión de los sufrimientos de aquellos a quienes hizo la guerra y venció, porque la voz del Señor vino a nosotros con estas palabras:
Así dice el Señor concerniente a todos los que conocen mi poder, y han llegado a participar de él, y se dejaron vencer a causa del poder del diablo, y niegan la verdad y se rebelan contra mi poder.
Estos son los hijos de perdición, de quienes digo que mejor hubiera sido para ellos no haber nacido;
porque son vasos de ira, condenados a padecer la ira de Dios con el diablo y sus ángeles en la eternidad;
concerniente a los cuales he dicho que no hay perdón en este mundo ni en el venidero, habiendo negado al Santo Espíritu después de haberlo recibido, y habiendo negado al Unigénito del Padre, crucificándolo para sí mismos v exponiéndolo a vituperio.
Los Santos de los Últimos Días entienden que pueden tener la preparación suficiente para convertirse en hijos de perdición si se rinden a las artimañas de Satanás. Por ejemplo, el presidente José Fielding Smith enseñó lo siguiente en una conferencia general:
Pienso que me encuentro a salvo al decir que ningún hombre puede convertirse en Hijo de Perdición hasta que conozca la luz: Aquellos quienes nunca han recibido la luz no se pueden convertir en Hijos de Perdición. Serán castigados si se revelan en contra de Dios. Tendrán que pagar el precio por sus pecados, pero esto solo es para aquellos quienes tienen la luz por medio del sacerdocio y del poder de Dios; y a través de su membresía en la Iglesia, quienes serán desechados para siempre de su influencia encontrándose en las tinieblas para residir con el diablo y sus ángeles. Ese es un castigo que no vendrá a aquellos quienes nunca han conocido la verdad. Es terrible lo que podrán sufrir y horrible podrá ser su castigo, pero no están entre el grupo que esta destinado a sufrir la muerte eterna y apartado de toda influencia del poder de Dios.
En la misma conferencia, el presidente Stephen L. Richards mencionó la declaración del presidente Smith y dijo:
Deseo que todos ustedes, quizá no todos, hayan escuchado lo que el presidente Joseph Fielding Smith nos dijo ayer, algo que he creído por mucho tiempo, y me siento contento por tener sanciones a mi comportamiento. Él dijo en pocas palabras que no habrá Hijos de Perdición quienes no posean el sacerdocio. Lo he creído por muchos años porque no creo que el Señor en su misericordia pueda condenar a un hombre a ese indescriptible castigo de ser desechado totalmente del Reino y de todas las gracias, a menos que ese hombre supiese que Jesús fue el Cristo y supiese del poder de Cristo; y tan solo pudiese conocer eso. Creo, por ser poseedor del sacerdocio. Creo que lo más importante de lo que fue dicho en verdad, es que solo los hombres que poseen el sacerdocio de Dios, se encuentran en peligro de tener ese castigo terrible y ser catalogados como desarraigados.
Si alguien debe ser miembro de la Iglesia para ser hijo de perdición, entonces es obvio que este Cristo falso no pueda ser un Papa católico o ni un ministro protestante o ningún evangelista. Él tendrá que ser un Mormón apóstata y no algún forastero desconocido. Esto puede explicar cómo él podría ser capaz de «engañar a los escogidos» y tener acceso al templo. Él parecerá tener el poder del sacerdocio y las «señales y prodigios mentirosos» pero su poder será falso, «por obra de Satanás.»
3. El hijo de perdición se sentará en el templo de Dios, haciéndose pasar por Dios. La existencia de un templo es una parte esencial de esta amonestación profética, y la existencia tangible de esta estructura es un requisito para el cumplimiento literal de la profecía.
Pablo visitó a Tesalónica durante su segundo viaje misional, después viajó a Atenas y a Corinto. Estando en Corinto, escribió ambos epístolas a los Santos Tesanolicences. La Biblia académica establece la fecha de estas epístolas en los años 50 al 51 D.C. Un templo existía en aquella época en Jerusalén. Este templo, conocido como el templo de Herod, estuvo hasta el año 70 D.C, cuando fue destruido por las legiones romanas bajo el comando de Tito. Ningún templo se encontraba sobre la tierra hasta la construcción nuevamente de los templos sagrados en los últimos días, comenzando con el templo de Kirtland a mediados de 1830.
Debido a que el hijo de perdición debe sentarse en el templo para el cumplimiento de la profecía, lo tendrá que hacer cuando un templo exista sobre la tierra. Esto ayudará para determinar el tiempo del cumplimiento de la profecía. Si se cumplió en tiempos remotos, entonces el cumplimiento tubo que haber tomado lugar entre las dos décadas del tiempo de la epístola de Pablo y la caída del templo, de año 50 a 70 D.C.
Pero aquellos que creen que esta profecía se cumplió en tiempos remotos, como parte de la «gran apostasía», no pueden presentar incidentes históricos durante ese periodo por que podría ser un posible cumplimiento. Ciertamente, en el año 70 D.C. sería una fecha extremadamente prematura, una fecha difícil de defender, para haber ocurrido la «gran apostasía».
Si el cumplimiento no fue culminado antes del año 70 D.C., entonces debe estar en la época de los últimos días comenzando con el templo de Kirtland en el año 1836. Ciertamente, ningún cumplimiento se conoce desde esa fecha al presente, así que debe ser concluido ese cumplimiento en el futuro.
El hijo de perdición se hará pasar por Cristo, exaltándose el mismo sobre todo aquel que es digno. Él ocupará un lugar en el templo de Dios (¿en la Nueva Jerusalén?) y se hará pasar por Dios, engañando al injusto quien carece del espíritu de discernimiento, a través de prodigios mentirosos, y causando su caída.
4. Cristo destruirá al hijo de perdición con el resplandor de su venida. Nuevamente, un elemento de la profecía auxilia en su interpretación. ¿Vino Cristo en tiempos remotos y destruyó un apóstata que se hacía pasar por Dios, o todavía ese evento está por ocurrir en el futuro? La respuesta es obvia, los registros históricos no muestran ningún evento que cumpliese la amonestación profética.55 El evento todavía esta por ocurrir.
Por lo tanto, esta es una profecía extremadamente importante para los Santos de los últimos días. Advierte de un Cristo falso quien tendrá gran influencia sobre el curso de la Iglesia en el futuro y será capaz de engañar a un grupo de inicuos, dirigiéndoles en diferente dirección mediante fuertes aberraciones y enviándolos al infierno después de morir por las cosas malas que hicieron. Para ser un hijo de perdición, debe ser un miembro de la Iglesia, y quien disfrute de tener acceso inmediato al templo en los últimos días. El último mensaje para los miembros de la Iglesia en el futuro fue aplicar la declaración de Pablo: no dejar que «Nadie os engañe en ninguna manera .. .
La amonestación del Señor: Aquellos quienes han sido engañados serán echados al fuego (D. y C 45:56-57)
Como parte de su sermón profético en el Monte de los Olivos, Jesús les dice a sus discípulos la parábola de las diez vírgenes. La parábola se relaciona a diez vírgenes quienes salieron a recibir al esposo con sus lámparas. Pero el esposo tardó, y cinco de las vírgenes se les acabó el aceite de sus lámparas. Cuando el esposo vine, permitió solo a las cinco vírgenes prudentes, quienes se prepararon apropiadamente, dejarlas entrar con él a las bodas.
Los pasajes en las Doctrinas y Convenios añaden representaciones simbólicas en la interpretación de la parábola, e indican que las vírgenes representaban a los miembros de la Iglesia en los últimos días. Está profetizado que algunos de los miembros serán malvados:
Estas cosas son las que habéis de esperar; y hablando según la manera del Señor, están ahora a las puertas, y en un tiempo que está por venir, sí, en el día de la venida del Hijo del Hombre.
Y hasta aquella hora habrá vírgenes insensatas entre las sensatas; y en esa hora se hará una separación completa de los justos y los malvados; y en aquel día enviaré a mis ángeles para extirpar a los inicuos y arrojarlos al fuego inextinguible.
De acuerdo a las amonestaciones proféticas del Señor, los Santos necesitarán tomar al Espíritu Santo como su guía o serán engañados y echados al fuego:
Y en aquel día, cuando yo venga en mi gloria, se cumplirá la parábola que hablé acerca de las diez vírgenes.
Porque aquellos que son prudentes y han recibido la verdad, y han tomado al Santo Espíritu por guía, y no han sido engañados, de cierto os digo que éstos no serán talados ni echados al fuego, sino que aguantarán el día.
Amonestación de Nefi: Satanás pacificará a los habitantes de Síón y los adormecerá con seguridad carnal y los dirigirá al infierno (2 Nefí 28:21-31)
El profeta Nefi amonestó acerca de un evento de serias consecuencias a los Santos en los últimos días. Lo transportó en una época futura cuando las iglesias de los hombres negaran el Espíritu Santo, y vilipedian en contra de lo justo, y en la época de la caída de la gran y abominable iglesia.
Esto se relaciona con la «obra maravillosa» de Dios y del periodo en el cual Dios extenderá su mano para restaurar a los de Israel. Amonestó que en ese periodo, la obra de Satanás tendrá un doble propósito, por una parte «enfurecerá los corazones de los hijos de los hombres, y los agitará a la ira contra lo que es bueno.» La segunda parte de su ataque será dirigido a los Santos mismos, a quienes se esfuerza pacificar dentro de una seguridad falsa.
Está claro que esta segunda parte de su plan preocupa hoy en día a los miembros de la Iglesia, en América e Israel. Por tanto, ¡ay del reposado en Sión! Han «recibido la palabra de Dios» y se les ha enseñado «línea por línea, precepto por precepto.»
Esta es la amonestación profética de Nefi:
Y a otros los pacificará y los adormecerá con seguridad carnal, demodo que dirán: Todo va bien en Sión; si, Sión prospera, todo va bien.
Y así el diablo engaña sus almas, y los conduce astutamente al infier
he aquí, a otros los lisonjea y les cuenta que no hay infierno; y les dice: Yo no soy el diablo, porque no lo hay; y así les susurra al oído, hasta que los prende con sus terribles cadenas, de las cuales no hay
Sí, son atrapados por la muerte y el infierno; y la muerte, el infierno y el diablo, y todos los que hayan caído en su poder deben presentarse ante el trono de Dios y ser juzgados según sus obras, de donde tendrán que ir al lugar preparado para ellos, sí, un lago de fuego y azufre, que es tormento sin fin.
Por tanto, ¡ay del reposado en Sión!
¡Ay de aquel que exclama: Todo está bien!
Sí, ¡ay de aquel que escucha los preceptos de los hombres, y niega el poder de Dios y el don del Espíritu Santo!
Sí, ¡ay de aquel que dice: Hemos recibido, y no necesitamos más!
Y por fin, ¡ay de todos aquellos que tiemblan, y están enojados a causa de la verdad de Dios! Pues he aquí, aquel que está edificado sobre la roca, la recibe con gozo; y el que está fundado sobre un cimiento arenoso, tiembla por miedo de caer.
¡Ay del que diga: Hemos recibido la palabra de Dios, y no necesitamos más de la palabra de Dios, porque ya tenemos suficiente!
Pues he aquí, así dice el Señor Dios: Daré a los hijos de los hombres línea por línea, precepto por precepto, un poco aquí y un poco allí; y benditos son aquellos que escuchan mis preceptos y prestan atención a mis consejos, porque aprenderán sabiduría; pues a quien reciba, le daré más: y a los que digan: Tenemos bastante, les será quitado aun lo que tuvieren.
¡Maldito es aquel que pone su confianza en el hombre, o hace de la carne su brazo, o escucha los preceptos de los hombres, salvo cuando sus preceptos sean dados por el poder del Espíritu Santo!
¿Cuál será la naturaleza de la batalla en ese día? De acuerdo a la amonestación profética, habrán recibido una revelación nueva y no estarán dispuestos a aceptarla. Careciendo de don del Espíritu Santo, dirán: «¡Hemos recibido, y no necesitamos más!» «!Ya tenemos suficiente!» Habrá «aquellos que tiemblan, y están enojados a causa de la verdad de Dios».
Como se indicó en la profecía, habrá aquellos quienes confíen en el hombre y escuchen los preceptos del hombre en lugar de seguir los avisos del Espíritu Santo. Esto indica que existirá una batalla en la que los Santos recibirán dirección de al menos dos fuentes diferentes y estarán inciertos a quien seguir. ¿Serán el resultado de las enseñanzas del Cristo falso?69 o ¿de los Santos rehusándose aceptar y hacer caso del Salvador cuando aparezca? o ¿de la batalla entre él «que es fuerte y poderoso» y el hombre quien «extienda su mano para sostener el arca de Dios»?
la amonestación del Señor; Aquellos quienes no escuchen a Cristo cuando él aparezca, serán desarraigados (3 Nefí 20:22-23)
El Salvador mismo, mientras ejercía su ministerio entre los Nefitas en el meridiano de los tiempos, habló de la futura época de la Nueva Jerusalén. Habló del tiempo en que el resto de la casa de Jacob destruirá la tierra y despedazará a sus enemigos, y cuando la espada de la justicia de Dios caiga «sobre todas las naciones de los Gentiles.» Él recogerá a su pueblo, establecerá la Nueva Jerusalén, y aparecerá a su pueblo. Sin embargo, él profetiza que algunos le rechazarán y serán desarraigados:
Y he aquí, estableceré a este pueblo en esta tierra, para el cumplimiento del convenio que hice con Jacob, vuestro padre; y será una Nueva Jerusalén. Y los poderes del cielo estarán entre este pueblo; sí, yo mismo estaré en medio de vosotros.
He aquí, yo soy aquel de quien Moisés habló, diciendo: El Señor vuestro Dios os levantará a un profeta, de vuestros hermanos, semejante a mí; a él oiréis en todas las cosas que os dijere. Y sucederá que toda alma que no escuchare a ese profeta será desatraigada de entre el pueblo.
Entonces habló a los conversos Gentiles de la Iglesia, diciéndoles: «Cuando hayan recibido la plenitud de mi evangelio endurecen sus corazones en contra de mí, haré volver sus iniquidades sobre sus propias cabezas .. .»
Aquí se encuentra un indicador profético; cuando el Salvador aparezca a los Santos en le Nueva Jerusalén, algunos de ellos endurecerán sus corazones y rehusarán escuchar al Señor. De acuerdo al Maestro, serán «desarraigados de entre el pueblo». ¿Será posible que tendrán que poner su confianza en la «carne del brazo» de un Cristo falso, y sean engañados de tal forma que no reconozcan al Cristo verdadero cuando aparezca?
Amonestación de Nefi: Aquellos quienes no escuchen al profeta, serán desarraigados (1 Nefí 22:20-22)
También Nefi citó la profecía de Moisés con relación a la venida de Cristo, la cual Jesús explicó posteriormente. Como el Salvador, él colocó a la profecía en un contexto cronológico del recogimiento de Israel, la caída de la gran abominable iglesia, la época de la Nueva Jerusalén cuando los hombres estén combatiendo en contra de Sión, y la ira de Dios se derramará sobre los inicuos de tal manera que serán destruidos por fuego. Él dijo:
… Y el Señor ciertamente preparará una vía para su pueblo, a fin de cumplir las palabras que habló Moisés, diciendo: El Señor vuestro Dios os levantará a un profeta, semejante a mí; a él oiréis en todo lo que os dijere. Y sucederá que todos aquellos que no quieran escuchar a ese profeta serán desarraigados de entre el pueblo.
- ahora bien, yo, Nefi, os declaro que este profeta de quien habló Moisés era el Santo de Israel; por tanto, juzgará con justicia.
- los justos no tienen por qué temer, pues ellos son los que no serán .
Una vez más el modelo surge: cuando el Señor aparezca en la Nueva Jerusalén, habrá confusión y apostasía. Algunos serán confundidos y rehusarán hacer caso al Señor y serán desarraigados o excomulgados.
La amonestación del Señor: Los apostatas serán desarraigados cuando uno poderoso y fuerte se establezca para poner en orden la casa de Dios (D. y C 85:7-12)
José Smith describió el fuerte impacto físico que sintió cuando recibió una revelación personal la cual está registrada en Doctrinas y Convenios. El registro que sus sentimientos fueron inusuales y sin ninguna característica igual a otras revelaciones que él había escrito. Le sirvió para enfatizar esta profecía importante. Escribió:
Sí, así dice la voz suave y apacible que a través de todas las cosas susurra y penetra, y a menudo hace estremecer mis huesos mientras se manifiesta, diciendo . . ,
También, la revelación que registró es inusual, porque establece acerca de la venida de «uno que es fuerte y poderoso», quien vendrá en los días de la Nueva Jerusalén. Él pondrá en orden la casa del Dios y dispondrá de la herencia de los Santos justos. Cuando esto suceda, habrá apóstatas quienes serán desarraigados de la Iglesia, y se les negará un lugar para vivir entre los Santos:
Y sucederá que yo, Dios el Señor, enviaré a uno poderoso y fuerte, con el cetro de poder en su mano, revestido de luz como un manto, cuya boca hablará palabras, palabras eternas, mientras que sus entrañas serán una fuente de verdad, para poner en orden la casa de Dios y para disponer por sorteo las heredades de los santos cuyos nombres, junto con los de sus padres e hijos, estén inscritos en el libro de la ley de Dios.
mientras que aquel hombre, que fue llamado por Dios y nombrado, que extienda su mano para sostener el arca de Dios, caerá por el dardo de la muerte, como el árbol herido por el fulgente golpe del rayo.
Y todos aquellos cuyos nombres no estén asentados en el libro de memorias, no hallarán herencia en aquel día, antes serán desarraigados y se les señalará su porción entre los incrédulos, en donde es el lloro y el crujir de dientes.
No digo yo estas cosas de mí mismo; por tanto, tal como habla el Señor, así también cumplirá.
Y los del sumo sacerdocio, así como los del sacerdocio menor y los miembros, cuyos nombres no se hallen escritos en el libro de la ley, o se descubra que han apostatado, o que han sido separados de la iglesia, no tendrán herencia entre los santos del Altísimo en aquel día. por consiguiente, les será hecho como a los hijos del sacerdote, cual está escrito en el capítulo segundo, versículos sesenta y uno y sesenta y dos de Esdras.
Son apropiadas diversas observaciones con relación a la profecía. Primero, ¿quién es él «que es fuerte y poderoso»? Es muy probable que sea el mismo Señor. Mientras él es el profeta quien Moisés dijo que vendría, ¿no puede también ser el cumplimiento de esta profecía? Se había establecido claramente que él vendría en los días de la Nueva Jerusalén, así como de la enseñanza de que los Santos inicuos serían desarraigados cuando el Señor apareciere. Además, observe las frases que describen él que es fuerte y poderoso, las cuales son utilizadas en otros contextos para describir a Jehová el Señor, que es Jesucristo. Él es poderoso,, fuerte, sostiene el cetro de poder, y es revestido de luz.
A través de los años, varios apóstatas aseguran ser aquel poderoso y fuerte, sin embargo no ha venido el tiempo, ni el lugar especificado en la revelación; ni han realizado la misión de poner en orden la casa de Dios y disponer por sorteo las heredades de los santos como se estipula en la revelación.
Por lo tanto, no se han opuesto al que caerá, ni han hablado «palabras eternas», ni han mostrado tener las «entrañas» que serán «una fuente de verdad.» No han llegado a la situación de guardar un «libro de la ley de Dios», ni donde los apóstatas se les ha prohibido encontrar una herencia entre los Santos. La profecía se refiere al tiempo y situación en que todavía se encuentran en el futuro, y hasta ahora ninguno «que es fuerte y poderoso» ha sido enviado por el Señor.
El «fuerte y poderoso» no ha puesto en orden la casa de Dios. ¿Puede esta acción tomarse para corregir los errores del hijo de perdición quien se sentará en el templo?
Observe que el «fuerte y poderoso» hablará «palabras eternas». ¿Son estas palabras lo que causará aquellos quienes son los «reposados de Sión» estar «enojados a causa de la verdad de Dios» y diciendo «no necesitamos más de la palabra de Dios, porque ya tenemos suficiente»; como se profetizó en 2 Nefi 28?
Todo parece indicar que habrá una batalla entre el «que es fuerte y poderoso» y el hombre quien «extienda su mano para sostener el arca de Dios.» ¿Será este el tiempo en que «los que fueren apóstoles y profetas serán descubiertos,» como se profetizó en D. y C. 64?
De acuerdo con la profecía, la gente será desarraiga, y no se les permitirá tener herencia con los Santos. ¿Es el término «desarraigados» el mismo concepto en 3 Nefi 20:23 y el establecido en 3 Nefi 21:20? ¿Y podría esta relación indicar que «uno que es fuerte y poderoso» es realmente el mismo Señor Jesucristo?
Ciertamente, la profecía describe un futuro evento importante, y su mensaje no puede ignorarse.
Amonestación de Isaías: Vendrá un fuerte y poderoso, pasará una enfermedad desoladora, y el Señor llevará a efecto un acto extraño (Isaías 28:1-22)
Una profecía fascinante por Isaías enlaza frases importantes de los últimos días que se asocian con otra amonestación profética:
¡Ay de la corona de soberbia de los ebrios de Efraín, y de la flor caduca de la hermosura de su gloria, que está sobre la cabeza del valle fértil de los aturdidos del vino!
He aquí, Jehová tiene uno que es fuerte y poderoso; como turbión de granizo y como torbellino trastornador, como ímpetu de recias aguas que inundan, con fuerza derriba a tierra.
Y con los pies será pisoteada la corona de soberbia de los ebrios de Efraín.
Y será la flor caduca de la hermosura de su gloria que está sobre la cabeza del valle fértil, como la fruta temprana, la primera del verano, la cual, apenas la ve el que la mira, se la traga tan luego como la tiene a mano.
En aquel día Jehová de ¡os ejércitos será por corona de gloria y diadema de hermosura al remanente de su pueblo; y por espíritu de juicio al que se sienta en juicio, y por fuerzas a los que rechacen la batalla en la puerta.
Pero también éstos erraron con el vino, y con sidra se entontecieron; el sacerdote y el profeta erraron con sidra, fueron trastornados por el vino; se aturdieron con la sidra, erraron en la visión, tropezaron en el juicio.
Porque toda mesa está llena de vómito y suciedad, hasta no haber lugar limpio.
¿A quién se enseñará ciencia, o a quién se hará entender doctrina? ¿A los destetados? ¿a los arrancados de los pechos?
Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá;
Porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo,
a los cuales él dijo: Este es el reposo; dad reposo al cansado; y este es el refrigerio: más no quisieron oír.
La palabra, pues, de Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá; hasta que vayan y caigan de espaldas, y sean quebrantados, enlazados y presos.
Por tanto, varones burladores que gobernáis a este pueblo que está en Jerusalén, oíd la palabra de Jehová.
Por cuanto habéis dicho: Pacto tenemos hecho con la muerte, e hicimos convenio con el Seol; cuando pase el turbión del azote, no llegará a nosotros, porque hemos puesto nuestro refugio en la mentira, y en la falsedad nos esconderemos.
por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sión por faldamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure.
Y ajustaré el juicio a cordel, y a nivel la justicia; y granizo barrerá el refugio de la mentira, y aguas arrollarán el escondrijo.
Y será anulado vuestro pacto con la muerte, y vuestro convenio con el Seol no será firme; cuando pase el turbión del azote, seréis de él pisoteados.
Luego que comience a pasar, él os arrebatará; porque de mañana en mañana pasará, de día y de noche; y será ciertamente espanto el entender lo oído.
La cama será corta para poder estirarse, y la manta estrecha para poder envolverse.
Porque Jehová se levantará como en el monte Perazim, como en el valle de Gabaón se enojará; para hacer su obra, su extraña obra, y para hacer su operación, su extraña operación.
Ahora, pues, no os burléis, para que no se aprieten más vuestras ataduras; porque destrucción ya determinada sobre toda la tierna he oído del Señor, Jehová de los ejércitos.
Las frases importantes merecen un comentario especial:
«Jehová tiene uno que es fuerte y poderoso» (Isaías 28:2). Observe la relación con D. y C. 85:7, la cual predice la venida de «uno que es fuerte y poderoso» para poner en orden la casa de Dios y disponer de la herencia de los Santos en la Nueva Jerusalén. Su aparición se describe por estar acompañado como un turbión de granizo, un torbellino trastornador, e ímpetu de recias aguas. ¿Los versículos 5 («En aquel día Jehová de los ejércitos será por corona de gloria . . .») y versículo 16 («He aquí que yo he puesto en Sión por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa de cimiento estable; . . . «) indican que Cristo mismo es el «que es fuerte y poderos»?
Ese día el Señor será un «espíritu de juicio al que se sienta en juicio, y por fuerzas a los que rechacen la batalla en la puerta.» (Isaías 28:6). Esta será la época cuando la Iglesia juzgará a las naciones (D. y C. 64:37-38) y durante el periodo cuando los de Sión serán los únicos sin guerra (D. y C. 45:66-71).
«Pasará una enfermedad desoladora» (Isaías 28:15, 18-19). Aunque la gente piense que podrán escapar de esta plaga terrible en los últimos días (a pesar de un falso «pacto con la muerte»), todavía vendrá a ellos. Ellos serán «de él pisoteados» y «y será ciertamente espanto el entender lo oído.» Este castigo también está profetizado en D. y C. 84:58, 96-97; 97:22-26; 5:19; y 45:31. Isaías advierte que habrá una «destrucción ya determinada sobre toda la tierra» (Isaías 28:22).
El Señor hará «su obra, su extraña obra, y para hacer su operación, su extraña operación», (Isaías 28:21). Como se profetizó en D. y C. 95:89-95, el Señor afligirá a la nación y realizará una extraña obra «a fin de que los hombres disciernan a los justos de los malos.» Se discutió previamente la relación de este «extraño acto» y la de «una obra maravillosa y un prodigio.»
La profecía de Isaías 28 no aparece estar dirigida solo a los Santos de América, sino también a «varones burladores que gobernáis a este pueblo que está en Jerusalén.» Ellos son descritos como «ebrios de Efraín, y de la flor caduca de la hermosura de su gloria», y son descritos por Isaías como los que erraron en visión y siendo trastornados por el vino:
Pero también éstos erraron con el vino, y con sidra se entontecieron; el sacerdote y el profeta erraron con sidra, fueron trastornados por el vino; se aturdieron con la sidra, erraron en la visión, tropezaron en el juicio.
Mientras la relación entre Isaías 28 con las otras amonestaciones proféticas de los últimos días no está aparentemente cumplida, es obvio que esta profecía haga referencia a las frases importantes que se encuentran en las escrituras modernas las cuales pueden entenderse únicamente en un contexto del futuro.
La amonestación del Señor: Habrá un azote y el juicio sobre los hijos de Síón a menos que se arrepientan y obedezcan los mandamientos (D. y C 84:54-59)
En el año de 1832 el Señor habló con la voz de amonestación a la Iglesia y les dijo:
… En ocasiones pasadas vuestras mentes se han ofuscado a causa de la incredulidad, y por haber tratado ligeramente las cosas que habéis recibido,
y esta incredulidad y vanidad han traído la condenación sobre toda la iglesia.
Y esta condenación pesa sobre los hijos de Sión, sí, todos ellos; y permanecerán bajo esta condenación hasta que se arrepientan y recuerden el nuevo convenio, a saber, el Libro de Monnón y los mandamientos anteriores que les he dado, no sólo de hablar, sino de obrar de acuerdo con lo que he escrito, a fin de que den frutos dignos para el reino de su Padre; de lo contrario, queda por derramarse un azote y juicio sobre los hijos de Sión.
Porque, ¿han de contaminar los hijos del reino mi tierra santa? De cierto os digo que no.
El Maestro entonces instruyó a los miembros de la Iglesia en cómo deberían predicar, diciéndoles, «He aquí, os envío para reprobar al mundo por todos sus hechos inicuos, y para enseñarle acerca de un juicio que ha de venir.» Y entonces explicó cómo ese juicio sería:
… ¡ay de aquella casa, o aldea, o ciudad que os rechace a vosotros, vuestras palabras o vuestro testimonio concerniente a mí!
¡Ay, vuelvo a decir, de aquella casa, aldea o ciudad que os rechace a vosotros, o vuestras palabras, o vuestro testimonio de mí!
Porque yo, el Omnipotente, he puesto mis manos sobre las naciones para azotarlas por sus iniquidades,
Y se derramarán plagas, y no serán quitadas de la tierra hasta que haya cumplido mi obra, la cual se ha de acortar en justicia, hasta que me conozcan todos los que quedaren, desde el menor hasta el mayor, y sean llenos del conocimiento del Señor, y vean ojo a ojo, . . .
La amonestación del Señor: Sión será visitada con aflicción, pestilencia, plaga, espada y fuego sí falla al obedecer lo que yo he mandado (D & C 97:21-26)
Otro pasaje amonesta del azote de desolación que vendrá sobre la tierra en los últimos días; y da una amonestación condicional a Sión de los últimos días y sus habitantes. Se les promete a los Santos que ellos pueden escapar de los juicios si hacen «todas las cosas» que Dios ha mandado; sin embargo son amonestados acerca de los juicios severos que vendrán si fracasan al no someterse a una total obediencia.
Por tanto, de cierto, así dice el Señor: Regocíjese Sión, porque ésta es Sión: LOS PUROS DE CORAZÓN; por consiguiente, regocíjese Sión mientras se lamentan todos los inicuos.
Porque he aquí, la venganza vendrá pronto sobre los impíos, como el torbellino; y ¿quién podrá escapar de ella?
El azote del Señor pasará de noche y de día, y su rumor afligirá a todo pueblo; sí, y no cesará hasta que venga el Señor;
porque se ha encendido la indignación del Señor en contra de sus abominaciones y todas sus obras inicuas.
Sin embargo, Sión escapará si procura hacer todo lo que le he mandado.
Mas si no procura hacer lo que le he mandado, la visitaré según todas sus obras, con penosa aflicción, con pestilencia, con plagas, con la espada, con venganza y fuego devorador.
Junto con esta amonestación profética está una profecía acerca de la gloria de Sión en los últimos días o la Nueva Jerusalén. Pero inclusive esa profecía está condicionada a la rectitud y menciona acerca del peligro por el cual el templo de la Nueva Jerusalén podría ser profanado:
Y si mi pueblo me edifica una casa en el nombre del Señor, y no permite que entre en ella ninguna cosa inmunda para profanarla, mi gloria descansará sobre ella.
Sí, y mi presencia estará allí, porque vendré a ella; y todos los de corazón puro que allí entren verán a Dios.
Mas si fuere profanada, no vendré a ella, ni mi gloria estará allí; porque no entraré en templos inmundos.
Y ahora bien, he aquí, si Sión hace estas cosas, prosperará, y se en sanchará y llegará a ser gloriosa en extremo, y muy grande y muy
Y las naciones de la tierra la honrarán y dirán: Ciertamente Sión es la ciudad de nuestro Dios, e indudablemente Sión no puede caer ni ser quitada de su lugar, porque Dios está allí, y la mano del Señor está allí; y él ha jurado por el poder de su fuerza ser su salvación y su alto
La amonestación del Señor: Ocurrirá una enfermedad desoladora y los hombres se matarán el uno al otro con la espada (D. y C 45:31-33)
El Señor ha hablado más con relación a la futura desolación de la tierra en la sección 45 de Doctrinas y Convenios. En la generación en la cual el tiempo de los Gentiles se cumpla, Dios derramará su «plaga desoladora» o una «enfermedad desoladora.» Este será el periodo en que los hombres «endurecerán sus corazones» y «tomarán su espada y se matarán unos a otros»:
Y vivirán hombres en esa generación que no morirán hasta que vean una plaga arrasadora, porque una enfermedad desoladora cubrirá la tierra.
Pero mis discípulos estarán en lugares santos y no serán movidos; pero entre los inicuos, los hombres alzarán sus voces y maldecirán a Dios, y morirán.
Y también habrá terremotos en diversos lugares, y muchas devastaciones; sin embargo, los hombres endurecerán su corazón contra mí y levantarán la espada el uno contra el otro, y unos a otros se matarán.
El Salvador ha caracterizado a este periodo (después de que se cumpla el tiempo de los Gentiles) como el tiempo cuando el dispersado resto de Israel se congregue nuevamente a su tierra prometida y haya guerras mundiales y tiempo de confusión:
Y en ese día se oirá de guerras y rumores de guerras, y toda la tierra estará en conmoción, y desmayará el corazón de los hombres y dirán que Cristo demora su venida hasta el fin de la tierra.
Y el amor de los hombres se enfriará, y abundará la iniquidad.
Amonestación del Señor: Una plaga desoladora emanará hasta que la tierra quede varía sí no se arrepienten (D, y C 5:18-19)
La advertencia de una desolación en la tierra en los últimos días se reveló a José Smith aún inclusive antes de que la Iglesia fuera restaurada. Como en muchas otras amonestaciones proféticas, esta fue condicional. Describe lo que pasará si la gente «endurece sus corazones» y si «no se arrepienten»:
y su testimonio también saldrá para condenar a los de esta generación, si endurecen sus corazones en contra de ellos;
porque se desatará una plaga asoladora entre los habitantes de la tierra, y seguirá derramándose de cuando en cuando, si no se arrepienten, hasta que quede vacía la tierra, y sus habitantes sean consumidos y enteramente destruidos por el resplandor de mi venida.
Después de dar la amonestación profética, el Maestro aseguró de la naturaleza literal de la profecía, comparándola con la destrucción de Jerusalén (en el año 70 D.C.) y proclamando, «se verificará mi palabra en esta ocasión como se ha verificado antes.»
Amonestación del Señor: La ira de Dios estará entre aquellos quienes blasfemen en su casa (D. y C 112:24-26)
Mucho se ha dicho en este capítulo acerca de los futuros conflictos que se incrementarán en la Iglesia, primordialmente en los primeros días del establecimiento de la Nueva Jerusalén. También, este último pasaje se enfoca en ese tema y advierte que habrá en su santa casa quienes blasfemen en contra de Dios. La venganza del Señor se derramará sobre estos apóstatas y de ahí saldrá:
He aquí, la venganza viene presto sobre los habitantes de la tierra, un día de ira, de fuego, de desolación, de llanto, de lloro y de lamentación; y como un torbellino vendrá sobre toda la faz de la tierra, dice el Señor.
Y empezará sobre mi casa, y de mi casa se extenderá, dice el Señor;
primero entre aquellos de vosotros que habéis profesado conocer mi nombre, dice el Señor, y no me habéis conocido, y habéis blasfemado en contra de mí en medio de mi casa, dice el Señor.
Ese juicio comenzará en la casa de Dios fue predicho por el apóstol Pedro en tiempos bíblicos; además el pasaje de 1 Pedro tiene una relación importante116 con D. y C. 112:24-26 y con D. y C. 63:34. Él vio que habrá una «fuego de prueba»117 y advirtió que el justo «con dificultad se salva.»118 Esta es su profecía:
Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?
Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?
De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.
El pasaje de D. y C. 112:24-26 y la profecía de Pedro son amonestaciones siniestras por impíos pecadores quienes blasfemarán contra Dios, Ellos harán el bien al hacerle caso a lo que aconseja Pedro, «De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.»
Resumen
- Las escrituras contienen numerosas profecías proféticas de un futuro periodo de batallas y apostasía dentro de la Iglesia. Claves cronológicas en estos pasajes y su contexto indican que la apostasía ocurrirá primeramente en el periodo de la Nueva Jerusalén.
- El Señor reveló que es la responsabilidad de cada hombre y miembro de la Iglesia amonestar a otros de los juicios que vienen. Tienen que amonestar a los habitantes de que la «desolación sobrevendrá a los inicuos». También se les mandó «preparar a los santos para la hora del juicio que ha de venir».
- A pesar de la posibilidad de los problemas en el futuro que ocurrirán dentro de la Iglesia, resulta desagradable reflexionar, discutir o escribir acerca de ellos, lo cual no puede evitarse por aquellos que se están esforzando por obedecer los mandamientos. Los poseedores del Sacerdocio tienen la responsabilidad de «velar siempre por los miembros de la iglesia, y estar con ellos y fortalecerlos; y cuidar de que no haya iniquidad en la iglesia.»
- A pesar de que debemos soportar las contiendas y apostasía, el reino de Dios «nunca será destruido» ni «dejado a otro pueblo». A pesar de las dificultades, se deben soportar pues continuaran creciendo hasta «que cubran toda la tierra». El Reino ha venido «por última vez» y los Santos se les ha dado la promesa divina que «el enemigo no los vencerá».
- Hay dieciséis amonestaciones profeticas que se citan en este capí Hay profecías hechas por:
- Isaías (Isaías 24:5-6).
- El Señor (D. y C. 1:14-16).
- El Señor (D. y C. 64:35-40).
- El Señor (Mateo 24:24).
- Pablo (2 Tesalonicenses 2:3-12).
- El Señor (D. y C. 45:56-57).
- Nefi (2 Nefi 28:21-31).
- El Señor (3 Nefi 20:22-23).
- Nefi (1 Nefi 20:20-22).
- El Señor (D. y C. 85:7-12).
- Isaías (Isaías 28:1-22).
- El Señor (D. y C. 84:54-59).
- El Señor (D. y C. 97:21-26).
- El Señor (D. y C. 45:31-33).
- El Señor (D. y C. 5:18-19).
- El Señor (D. y C. 112:24-26).
- Muchas de las profecías están relacionadas al periodo de los últimos días llamado «abominación desoladora.» Este es el tiempo cuando los juicios de Dios vendrán sobre el inicuo y reducirán grandemente la población de la tierra, dejando partes desoladas.
- Isaías profetizó que la maldición del Señor dejará a la tierra desolada debido a que los habitantes transgredieran las leyes, cambiarán las ordenanzas y quebrantarán el sempiterno convenio. El convenio sempiterno es la plenitud del evangelio. Una persona puede romper un convenio solo si ha hecho convenio; y puede cambiar una ordenanza sólo si tiene ya la ordenanza—todo parece indicar que habrá trasgresión entre los futuros Santos—lo que ocasionará los juicios de las profecías de Isaías. Esta interpretación se reafirma por la profecía del Señor con relación a los futuros Santos quienes «serán desarraigados», él revela que se desviarán de sus ordenanzas y quebrantarán sus convenios sempiternos (D. y C. 1:14-16).
- Los Santos serán «desarraigados» si «no oyeren la voz del Señor, ni la voz de sus siervos.» Todo parece indicar que la confusión existirá debido a un Cristo, profetas y apóstoles falsos; además de otros líderes de la Iglesia quienes serán desenmascarados en los últimos días de la Nueva Jerusalén. De ser posible, ellos «engañarían a los escogidos,» o a otros miembros de la Iglesia. Los habitantes de Sión juzgarán acerca de todas las cosas pertenecientes a Sión, y probarán quienes son mentirosos e hipócritas.
- Los rebeldes apóstatas serán desterrados de la tierra de Sión, y serán expulsados y no heredarán la tierra.
- Un tiempo de tribulaciones ha de venir más severo que cualquier otro que la tierra haya visto o soportado. A menos que este periodo se reduzca, ninguna alma se salvará. El Señor ha revelado que el tiempo se acortará por causa de los elegidos.
- Un hijo de perdición se sentará en el templo de Dios, haciéndose pasar por Dios. Mostrará señas y prodigios y engañará a los inicuos. Cuando Cristo aparezca, destruirá al hijo de perdición. (Se asume que esta será la manifestación de Cristo en la Nueva Jerusalén, antes de su venida final en gloria.)
- Los líderes de la Iglesia han enseñado que el requisito para poder ser hijo de perdición es ser miembro de la Iglesia. Los hijos de perdición son aquellos quienes conocen el poder de Dios y quienes han recibido el Espíritu Santo, después niegan la verdad y desafían al poder de Dios. De acuerdo a D. y C. 76:45-48, habrá muchos hijos de perdición.
- El fuego se menciona repetidas veces en las profecías conrelación a la abominación desoladora. De acuerdo a las profecías, muchos inicuos serán destruidos por fuego. Este no es el fuego que acompañará a la venida final de Cristo en gloria.
- Para evitar ser engañado durante este periodo de apostasía, será necesario que los Santos tomen como guía el Espíritu Santo. El Espíritu es el espíritu de discernimiento.
- Satanás pacificará algunos de los habitantes de Sión con segundad carnal y los dirigirá al infierno. Todo parece indicar que confiarán en los preceptos de los hombres y rehusarán recibir nuevas revelaciones cuando se le sean dadas. Lo que es más inquietante es que ellos rehusarán aceptar las amonestaciones profeticas y no prestarán atenciór. al Salvador cuando aparezca entre los Santos en la Nueva Jerusalén Aquellos quienes rehusen a escucharlo serán desarraigados.
- En el pasaje, «enviaré a uno poderoso y fuerte», significa que probablemente el Salvador mismo vendrá a la Nueva Jerusalén para es tablecer orden en la casa de Dios y preparar las herencias de los Santos Él podría frustrar el dominio del hijo de perdición quién se sentará en ti templo de Dios. El elegido por Dios extenderá su mano «para sostener el arca de Dios» y caerá. A los apóstatas se les negarán herencias en la nueva Sión, lo cual parece indicar que estos eventos surgirán relativamente al comienzo del periodo de la Nueva Jerusalén.
- La venganza de Dios en los últimos días dará comienzo en su casa, y de ahí emergerá. Comenzará con los hombres quienes hayan blasfemado en medio de su casa.
- En las escrituras, repetidas profecías registran de una «plaga arrasadora» o «enfermedad desoladora» la cual procederá y continuará hasta la venida del Señor. Habrá una «destrucción ya determinada sobre toda la tierra». Los hijos de Sión pueden liberarse de ella si se arrepienten, recuerdan los nuevos convenios (que se encuentran en el Libro de Mormón), viven los mandamientos de Dios y traen fruto idóneo para el reino del padre. A Sión se le ha advertido que si los Santos fracasan al hacer «todas las cosas» que el Señor ha mandado, ellos serán visitados «con plagas, con la espada, con venganza y fuego devorador.»
- El Señor advirtió que si el templo de la Nueva Jerusalén es profanado, no entrará y su gloria no estará ahí, ya que él no habita en templos inmundos.
- Cuando la plaga arrasadora sea derramada, los inicuos endurecerán sus corazones, tomarán su espada y se matarán unos a otros. Los discípulos de Dios estarán en lugares santos y no serán apartados.
























