Amonestaciones Proféticas Inspiras

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Profecías de la futura hambruna

Juicios por hambre, espada y pestilencia

En Septiembre 21 de 1823, José Smith recibió tres visitas de Moroni, un ángel del Señor. Moroni enseñó al profeta, citando una serie de pro­fecías bíblicas las cuales predicen eventos importantes en los últimos días. Mientras relataba las palabras del ángel visitante, José registró:

Me informó de grandes juicios que vendrían sobre la tierra, con gran desolación causada por el hambre, la espada y las pestilencias, y que esos penosos juicios vendrían sobre la tierra en esta generación.

¡Hambre! ¡Espada! ¡Pestilencia! Estos tres términos se utilizan repetidamente en las escrituras para simbolizar los juicios de Dios. Aunque se utilizan juntos, cada uno representa un aspecto diferente del sufrimiento que el hombre puede traer a sí mismo por su desobediencia a los mandamientos de Dios.

Numerosos y variados ejemplos de estos términos son utilizados juntos en las escrituras. Los hebreos en la época de Moisés suplicaron al Faraón egipcio permitirles ofrecer sacrificios a Dios para que no fue­ran castigados con pestilencia o por la espada. Cuando Israel pecó en los días del rey David, se les dio a escoger entre siete años de hambruna, tres meses de guerra o tres días de pestilencia. La pestilencia se escogió, y 70.000 hombres murieron antes de que la pestilencia fuera abatida.  El rey Salomón habló de hambre, pestilencia y enemigos rodeando Is­rael cuando dedicaba el gran templo que había construido.  Josaf, rey de Judá, oró a Dios para evitar los males de «espada, juicio, pestilencia o hambre»  que vendrían a su pueblo. En los días de Jeremías, Judá se había vuelto tan inicua que Dios prometió que su triple juicio vendría sobre ellos; y aún a Jeremías le prohibió orar por ellos:

Me dijo Jehová: No ruegues por este pueblo para bien.

Cuando ayunen, yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan holo­causto y ofrenda no lo aceptaré, sino que los consumiré con espada, con hambre y con pestilencia.

Jeremías advirtió repetidamente del hambre, la espada y la pestilen­cia que vendría sobre su pueblo por su maldad.  El profeta Ezequiel les proporcionó numerosas amonestaciones acerca de la gente de Jerusalén, siempre relacionando los tres aspectos de los juicios de Dios.

También, el hambre, la espada y la pestilencia se asocian repetida­mente en el Libro de Mormón. Lehi advirtió a su pueblo que serían maldecidos por muchas generaciones y «castigados por la espada y por el hambre, y fueseis aborrecidos.» Abinadí maldijo al rey Noé, dicién-dole que su pueblo sería impelido por hombres y afligidos por hambre y pestilencia.  Amulek advirtió al pueblo de Amrnoníah impedir los juicios de hambre, pestilencia y espada.  Pocos años antes del nacimiento del Salvador, a Nefi se le dio poder para herir a la tierra con hambre, pestilencia y destrucción. Con relación a la generación final Nefita, el Señor reveló, a través de Samuel el Lamanita: «. . . los visi­taré con la espada, y con hambre, y con pestilencia.»

Por lo tanto, la Biblia y el Libro de Mormón contienen una amplia evidencia que el hambre, la espada y la pestilencia son herramientas combinadas de los juicios de Dios sobre los malos. No solo son instru­mentos de venganza divina, también sirven como métodos que utiliza Dios para hacer despertar a su pueblo a la rectitud antes de comenzar a abandonarlos.

Como Nefi lo percibió:

. . . vemos que excepto que el Señor castigue a su pueblo con muchas aflicciones, sí, a menos que lo visite con muerte y con terror, y con hambre y con toda clase de pestilencias, no se acuerda de él.

Futuros juicios profetizados por hambre, espada y pestilencia

También las escrituras hablan del futuro y advierten que el hambre, espada y pestilencia estarán combinados en los juicios de los últimos días los cuales serán derramados sobre la tierra. El Señor ha revelado acerca de su advertencia:

. . . con la espada y por el derramamiento de sangre se han de lamentar los habitantes de la tierra; y con hambre, plagas, terremotos, truenos del cielo, y también con violentos e intensos relámpagos, se hará sentir a los habitantes de la tierra la ira, la indignación y la mano castigadora de un Dios Omnipotente, hasta que la consumación decre­tada haya destruido por completo a todas las naciones;

a fin de que cesen de ascender desde la tierra a los oídos del Señor de Sabaot, el clamor de los santos, y de la sangre de ellos, pidiendo que sean vengados de sus enemigos.

Por tanto, permaneced en lugares santos y no seáis movidos, hasta que venga el día del Señor; porque he aquí, viene pronto, dice el Señor.

Cristo, en su descriptiva profecía en el Monte de los Olivos, enseño:

… se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.

Es la intención del autor analizar cada uno de estos instrumentos del juicio de Dios en los siguientes tres capítulos, juicios que son relevantes en el futuro.

Hambre—ejemplos del pasado

Muy poca gente comprende acerca del número y severidad de las hambrunas que han ocurrido en el transcurso de la historia de la tierra. Muchas hambrunas han tomado lugar en áreas en donde se carece de comunicación con el mundo exterior. Muchas de ellas no han sido docu­mentadas propiamente. La más completa lista publicada incluye 370 hambrunas hasta el año de 1940,  pero muchas hambrunas locales se excluyen de esta lista. La más graves hambrunas incluyen:

1333-37 China—una gran hambruna reportó 4.000.000 muertes en una sola región; podrían haber sido la fuente de la muerte negra europea.
1600 Rusia—se reportó 500.000 muertes; también plaga.
1769-70 India, Bengal—las muertes estiman  un rango de 3.000.000 (1/3 de la población  a  10.000.000).
1837-38 Noroeste de India—con 800.000 muertes.
1846-51 Irlanda—una gran hambruna; con 1.000.000 muertes por inanición y  enfermedades, aún más emigrantes.
1866 India, Bengal y Orisa—con 1.500.000 muertes.
1876-78 India—siendo afectados más de 36.000.000; con 5.000.000 de muertes estimadas.
1876-79 China del Norte—de 9.000.000 a 13.000.000 muertes es­timadas.
1892-94 China—con 1.000.000 de muertes estimadas.
1896-97 India—con 5.000.000 de muertes estimadas.
1899-1900 India—siendo afectados 3.250.000, con 1.250.000 de muertes estimadas.
1920-21 China del Norte—siendo afectados 20.000.000; con 500.000 muertes.
1921-22 U.S.S.R.—siendo afectados 20.000.000 a  24.000.000;con 1.250.000-5.000.000 de muertes estimadas.
1928-29 China, Shensi, Honan, y Kansu—en sólo Shensi hubo 3.000.000 de muertes estimadas.
1932-34 U.S.S.R.—8.000.000 de muertes el el Ukraine cuando el gobierno del U.S.S.R. confiscó las provisiones de granos de los campesinos rurales.
1941-43 Grecia—con una pérdida estimada de 450.000.
1943-44 India, Bengal—1.500.000 de muertes.

Entre 1940 y 2000 la población mundial creció desde cerca de 2.5 billones a más de 6 billones. Otras grandes hambrunas han ocurrido du­rante éste período:

1943 China. Entre 3 y 5 millones de personas murieron en la provincia de Henan de hambre como resulatado de la Segunda Guerra Mundial.

1958-60 China. Aproxiamdamente 20 millones murieron cuando el gobierno comunista comenzó su Gran Salto hacia Adelante para reor­ganizar las áreas rurales en comunes, resultando en un masivo descuido y desorganización de la producción agrícola.

1971-73 Etiopía. 1 millón y medio murieron en una sequía que in­dujo al hambre.

Mediados de los 80, una severa escasez de comida amenazó la salud y la vida de 150 millones de habitantes de una sequía amenazante en Sa­hara, África.

En 1980 el Obispo Víctor L. Brown dijo que una encuesta reciente de la Iglesia:

. . . indica que en circunstancias de emergencia, como pérdidas de trabajo, enfermedades, desastres naturales, la familia promedio tenía comida, para 26 semanas; ropa, para 52 semanas; agua, para dos sema­nas; y combustible para 4 días. Esto ni se acerca a un año de proviciones.

Las encuestas también indican que las reservas financieras son bajas. Solamente el 17% podría vivir por más de un año si sus reservas fueran recortadas y un 45% reportó que solamente les alcanzaría para tres meses.

El presidente Thomas S. Monson, en 1986, mientras comentaba sobre el estatus de los programas para la reseva de comida en la Iglesia, indicó que las encuestas mostraron serios desgastes en el número de fa­milias quienes tienen proviciones para suplir un año de necesidades. El observó que la mayoría de los miembros planean hacerlo, y muy pocos han comenzado.

Una encuesta en Utah County, Utah en diciembre de 1998, revela los resultados de la pregunta «Tiene usted algo de comida reservada en su casa?» Ochenta y cuatro por ciento dijo si, y un quince dijo no, mien­tras que el uno por ciento restante dijo no se. Al 84% que dijo si, luego se le preguntó cuánto tiempo podría sobrevivir con su familia, y la res­puesta fue:

Menos de una semana: 5% De una a dos semanas: 10% Dos semanas a un mes: 16% Uno a tres meses: 20%

Las siguientes sumas son del resultado de la encuesta:

Algunos del 56% (más de la mitad del 86% cuya respuesta fue sí) sería afortunado para hacerlo através de una semana a lo mejor 90 días, sin tener que ir al almacén, 16% puede estar sin ir, por tres a seis meses, el 19% podría estar sin comprar comida de seis meses a un año. De ésto nosotros vemos que de el 84% que respondió en la encuesta que ellos tiene provisiones de comida, solamente el 31% podría sobrevivir a un período de seis a doce meses de duración. Solamente el 8% dijo que ellos sobrevirían sin comprar por más de un año.

Sin embargo, significantes progresos se han producido en las últimas tres décadas.

The Freedom House (Casa de Libertad) en el reporte anual del año 2002, en el cual se encuestaron 192 países, resulta que 85 son libres (44%), 59 países parcialmente libres (31%) y 48 países no son libre (25%). (Ver el sitio web http://www.freedomhouse.org).

La más severa de las hambrunas en el pasado ha matado más de un tercio de la población en las áreas afectadas.

¿Cuáles son las causas de las hambrunas? Existen diferentes ra­zones:

La pérdida de cultivos. Sequía es la causa más usual, sin casi lluvia en áreas afectadas de tres a siete años. Otros factores climáticos in­cluyen el frío durante el cultivo y el prematuro periodo de cultivo; exceso de lluvia, a menudo dando como resultado inundaciones; insec­tos, enfermadades en las plantas y la prematura helada o nevada lo cual acorta el periodo de cultivo.

La guerra y los disturbios civiles. La incomunicación y aislamiento de ciudades han originado muchas hambrunas. Las armadas que in­vaden evitan que los cultivos se siembren o se cosechen. A menudo, los alimentos se utilizan como amias.

Las catástrofes naturales. Huracanes, inundaciones, terremotos y erupciones volcánicas pueden ser el resultado de la destrucción de cul­tivos, alimentos almacenados y la pérdida de recursos para obtenerlos.

¿Qué sucede a las personas cuando realizan huelgas de hambre? Por supuesto, el efecto inmediato es la pérdida de peso. Después de dos a tres meses en una dieta diaria de 1,600 calorías, la pérdida de peso es del 25%. La actividad se reduce. Ocurre somnolencia general. La mente comienza a ser dominada por el deseo de alimentos. Otras sen­saciones son tediosas. Los índices de natalidad caen y los bebes que nacen muertos se incrementa. Hay diarrea continua, la cual es la causa inmediata de muerte. El estómago se inflama, los brazos y piernas comienzan a ser delgados, el cabello se vuelve gris, los ojos comien­zan a tener una mirada penetrante. La epidemia de enfermedades infecciosas: cólera, malaria, viruela, tifoidea y gripe a menudo acompañan a la hambruna.

La gente empieza a buscar alimentos. Comen pasto, serrín, las cortezas de los árboles. Mastican pedazos de madera. Los precios se dis­paran, los alimentos comienzan a ser imposibles de comprar. Los valores morales se pierden. La gente comete asaltos y robos. Los padres venden a sus hijos. Algunos se convierten en asesinos y caníbales.

Considere los efectos terribles del hambre, como se describe en la Biblia:

Y hubo gran hambre en Samaría; a consecuencia de aquel sitio; tanto que la cabeza de un asno se vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de estiércol de paloma por cinco piezas de plata.

Y pasando el rey de Israel por el muro, una mujer le gritó, y dijo: Salva, rey señor mío.

Y él dijo: Si no te salva Jehová, ¿de dónde te puedo salvar yo? ¿Del granero, o del lagar?

Y le dijo el rey: ¿Qué tienes? Ella respondió: Esta mujer me digo:

Da acá tu hijo, y comámoslo hoy, y mañana comeremos el mío.

Cocimos, pues, a mi hijo, y lo comimos. El día siguiente yo le dije: Da acá tu hijo, y comámoslo. Mas ella ha escondido a su hijo.

Cuando el rey oyó las palabras de aquella mujer, rasgó sus vestidos, y pasó así por el muro; y el pueblo vio el cilicio que traía interiormente sobre su cuerpo.

El profeta Jeremías describió una hambruna de su época:

¡Cómo se ha ennegrecido el oro! ¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo! Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles.

Los hijos de Sión, preciados y estimados más que el oro puro, ¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero!

Aun los chacales dan la teta, y amamantan a sus cachorros; La hija de mi pueblo es cruel como los avestruces en el desierto.

La lengua del niño de pecho se pegó a su paladar por la sed; Los pe-queñuelos pidieron pan, y no hubo quien se lo repartiese.

Los que comían delicadamente fueron asolados en las calles; Los que se criaron entre púrpura se abrazaron a los estercoleros.

Porque se aumentó la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma, que fue destruida en un momento, sin que acam­paran contra ella compañías.

Sus nobles fueron más puros que la nieve, más blancos que la leche; Más rubios eran sus cuerpos que el coral, su talle más hermoso que el zafiro.

Oscuro más que la negrura es su aspecto; no los conocen por las calles; Su piel está pegada a sus huesos, seca como un palo.

Más dichosos fueron los muertos a espada que los muertos por el hambre; Porque éstos murieron poco a poco por falta de los frutos de la tierra.

Las manos de mujeres piadosas cocieron a sus hijos;

Sus propios hijos les sirvieron de comida en el día del quebran­tamiento de la hija de mi pueblo.

Cumplió Jehová su enojo, derramó el ardor de su ira. Y encendió en Sión fuego que consumió hasta sus cimientos.

Sin embargo, la moralidad degenerada que viene con la hambruna esparcida es quizá descrita mejor por el historiador Josefo, quien rela­cionó los eventos que tomaron lugar en Jerusalén cuando la ciudad fue asediada por los romanos en el año 70 D.C.:

. . . La insensatez de la rebeldía también incrementó junto con la hambruna, y ambas miserias se incrementaban cada día más y más; porque no había grano en ninguna parte donde solía haber, sin embar­go los ladrones entraban corriendo, y buscaban en las casas de los hombres; y entonces, si lo encontraban, los atormentaban, porque habían negado tenerlo; y si no lo encontraban, los atromentaban aun peor, porque suponían que ellos lo habían escondido cuidadosamente. La señal que ellos utilizaban para saber si tenían o no alimentos, era basada en la apariencia de los cuerpos de estos miserables e infelices; ya que, si veían que estaban en buena forma, ellos suponían que no les faltaban alimentos; pero si estaban delgados y débiles, se marchaban sin más buscar; no pensaban en matarlos, porque veían que muy pron­to morirían por la falta de alimentos. Ciertamente, había quienes vendían lo que tenían por una medida; la cual era trigo, si eran ricos; pero si eran pobres, era cebada. Cuando esto se hacia, se encerraban en secreto en sus dormitorios de sus casas, y comían el grano que habían adquirido; algunos no lo molían, debido a la necesidad que ellos tenían, y otros lo utilizaban para hornearlo, de acuerdo a su necesidad y al miedo dictado a ellos: ninguna mesa estaba puesta para alimentos, sacaban el pan del fuego lo más rápido que podían, casi crudo, y lo comían apresuradamente.

No había cuestión miserable y ninguna señal que justificara sus la­grimas en sus ojos, como los hombres que se sostenían en pie, mientras el más poderoso tenia más de lo que necesitaba, y el débil se lamenta­ba [por lo que no tenían]. Pero el hambre era mas dura que otras pasiones, y destruía a nada más que la modestia; por lo que se tenia reverencia ahora no se tenia respeto; a tal grado que los niños les jala­ban los bocados a sus padres cuando comían lo que salía de sus bocas, y lo que todavía era más penoso, las madres lo hacían a sus infantes; y aquellos quienes eran los más respetados estaban pereciendo bajo sus manos, pues no se apenaban por tomar de ellos la ultima gota de lo que podría preservar sus vidas: y mientras comían de esta manera, no les importaba ser vistos por lo que estaban haciendo; pero las disputas vinieron a ellos inmediatamente, y se arrebatan lo que habían otros dejado; porque cuando veían cualquier casa cerrada, para ellos era una señal que la gente adentro tenia alimentos; por lo tanto rompían las puertas para abrirlas, y corrían hacia adentro, y tomaban lo que la gente estuviese comiendo casi de sus gargantas, y a la fuerza esto se hacia: los ancianos, quienes tomaban sus alimentos rápidamente, se les golpeaba; y si las mujeres escondían lo que tenían en sus manos, les jalaban los cabellos por lo que hacían; no había ninguna consideración para los ancianos o para los infantes, sin embargo recogían del suelo a niños cuando veían que sostenían bocados que habían obtenido, y los azotaban al suelo. Pero hacían más barbaridades crueles aquellos a quienes habían prevenido su venida, y habían comido lo que «iban a disfrutar, como si hubiesen sido defraudados injustamente de sus dere­chos. También inventaban métodos terribles de tortura para descubrir donde se encontraban los alimentos: tapaban los pasajes de las partes privadas de los débiles y miserables, y les empujaban estacas afiladas; y un hombre era forzado a soportar lo más terrible inclusive para es­cuchar, para hacerlo confesar que él había tenido una rebanada de pan o que había descubierto un puñado de cebada, se escondía este alimen­to; y todo esto se hacia cuando estas torturas no se esperaban; porque la cosa que había sido menos bárbara tenia la necesidad de forzarlos a hacerla bárbara; sin embargo esto era hecho para mantener su enojo en ejercicio, y para preparar provisiones para los siguientes días. Estos hombres también se encontraban aquellos quienes entraban a la ciudad de noche, guardianes Romanos, para buscar plantas y hierbas que crecieran sin ser cultivadas; y cuando pensaban que habían evadido al enemigo, se les despojaba de lo que habían traído con ellos, aunque ellos suplicaran repetidamente, e invocaran el nombre de Dios, para que les dieran parte de lo que habían traído; sabían que no les darían ni por lo menos migajas, y estaban contentos de que solo fueran despoja­dos y no asesinados al mismo tiempo.

Siete años de hambruna

¿Cuánto dura una hambruna cuando Dios la envía? Aunque las ham­brunas registradas en las escrituras y en la historia han continuado por varios períodos, un intervalo de tiempo ha sido especificado en las es­crituras y por profetas modernos, por lo tanto no puede ser ignorado. Siete años ha sido la duración proclamada por los profetas de Dios. Este lapso es aterrorizador, porque excede a la duración de las mayores ham­brunas que han reclamado la vida de millones en los pasados años. Si una hambruna viene sobre la tierra en el futuro y se extiende hasta siete años, seguramente dejaría desolada a muchas partes de la tierra.

Probablemente la hambruna mejor conocida en las escrituras es la de los siete años de muerte que vino en la época de José, quien fue vendi­do en Egipto. Dios favoreció al faraón egipcio con dos sueños proféticos,  que advirtieron que a siete años de prosperidad le seguirían siete años de hambruna. José interpretó los sueños, diciéndole al Faraón, «Dios ha mostrado a Faraón lo que va hacer»:

Las siete vacas hermosas siete años son; y las espigas hermosas son siete años: el sueño es uno mismo.

También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas, son siete años; y las siete espigas menudas y marchitas del viento solado, siete años serán de hambre.

Con esta amonestación profética como su guía, el Faraón estableció un vasto programa de almacenamiento de alimentos, en el cual sufi­ciente alimento estaba disponible para cuando viniese esa hambruna, «el hambre estaba por toda la extensión del país»  y «el hambre era grande en la tierra.»  José, quien fue puesto a cargo del programa, de­sarrolló una función inspirada. Posteriormente le dice a su hermano «porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros.»

Siete años de hambre son mencionados en otros ejemplos en las es­crituras. Por ejemplo, cuando el profeta Gad le da al rey David a escoger entre hambre, guerra o pestilencia como castigos que vendrían sobre Is­rael, su pregunta fue «¿Quieres que te vengan siete años de hambre en tu tierra?»

Siete años de hambre vino al área de Palestina en los días de Eliseo, y el profeta le advierte a la mujer sumanita, «Jehová ha llamado el ham­bre, la cual vendrá sobre la tierra por siete años.»

Los Mormones resistieron diversas hambrunas durante los primeros días del establecimiento de Utah. Los Santos continuamente aconsejan desde aquella época almacenar alimentos para sobrevivir en tiempos de hambre y privaciones. Lo que se debe enfatizarse es que el consejo e in­strucción que se les dio a los Santos fue que deben almacenar un abastecimiento de alimentos para siete años.

Por ejemplo, Heber C. Kimball, advirtió en su discurso, en el año de 1857, lo siguiente: «después de su testimonio, vendrá el testimonio de terremotos, de hambre, de fuego y de desolación: vendrá sobre el mundo y comenzará en mi casa, dice el Señor, con esta sección quién se rebelará en contra de él en medio de su casa .. . Estas calamidades están por venir». Los siguientes pasajes son parte de su discurso:

Hermanos y hermanas, este es el tiempo de preparación. Si no están temporalmente a salvo en estos valles, yo no lo estaré. Si toman el camino que trae pesar a este pueblo, tendremos que estar apesadum­brados . . .

Hermanos, vayan y construyan sus almacenes antes de que su grano sea cosechado y guardado; y nunca nos detengamos hasta que poseamos un abastecimiento para siete años. Tal vez pienses que no veremos el tiempo en que lo necesitaremos. ¿Pueden comprender que grato sería saber que tenemos suficiente grano para sobrevivir por siete años?. . .

Estarán despreocupados, hermanos, y dejarán que el mal venga sobre nosotros, cuando les advirtamos de los futuros eventos que vienen … Les estamos diciendo de lo que los profetas han dicho, de lo que el Señor ha dicho a José. Despertar ahora, despertar, Oh Israel, y guarda tu grano y almacénalo. Os digo que hay contrariedades que vienen al mundo . . .

¿Las hay en los Estados Unidos? Sí las hay. Ellos tendrán que comer ese platillo; y cuando el hambre, pestilencia e inanición venga sobre nosotros en un grado menor, se incrementará sobre ellos, y no podrán asistirlo . . . Guardaremos el grano por siete años, y miles de ellos nos venerarán por un pequeño trozo de pastel.

Dos meses después, el presidente Kimball nuevamente se refirió a la instrucción de almacenamiento de alimentos para siete años:

Esta es una parte de nuestra religión, guardar alimentos y adminis­trarlos para nosotros mismos y para los que nos rodea; porque el día esta cerca cuando ellos vengan por miles y por millones, con hambre, para tener un poco de pan. El tiempo se acerca a nuestra puerta . . .

Os digo, despertar, si Santos de Sión, mientras el llamado es hoy, di­ficultades y vicisitudes vienen sobre ustedes como un ladrón en la noche.

Supongan que no se avecinan, ¿les afectaría guardar las cosechas de la tierra para siete años? ¿Les afectaría si tuvieran sus armas, es­padas y arpones en buena condición de acuerdo a las leyes de los Estados Unidos?

El elder George A. Smith recordó a los Santos del consejo de guardar provisiones para siete años, explicó cómo debería hacerse; y advirtió de la insensatez de venderlas cuando deberían estar almacenadas para fu­turas necesidades:

. . . Deseo llamar la atención a la conferencia sobre el texto de pre­sidente Young con relación al almacenamiento de nuestro trigo. Es una cuestión de suma importancia. Hace alguno años, el presidente Young aconsejó a la gente, guardar provisiones por siete años, de lo que estoy de acuerdo. Hubiésemos comenzado hace tres años, y guardado pan por más de un año y tendríamos por encima de un año de provisiones. El año siguiente hubiéramos añadido otro año de provisiones y así con­tinuado hasta completar nuestro almacén para siete años . . . Sé que algunos de nuestros hermanos pensaron que este consejo era exagera­do; consideraron que no era necesario almacenar tal cantidad de harina; y algunos de ellos, en lugar de cortar madera y hacer mejores reci­pientes para la preservación de su trigo, cambiaron sus ingresos por animales de carga, y transportaron su harina al norte, al este y al oeste; y no solo eso, pero en muchos casos ellos lo tiraron, si podían solo transportarlo a la mitad de su precio. Cientos y miles de sacos de hari­na fueron llevados lejos de aquí, cuando deberían haber sido almacenados.

El presidente Brigham Young, mientras hablaba acerca de la cabal función que deberían realizar los obispos, comentó acerca de la instruc­ción de almacenar alimentos para siete años:

Hemos dicho mucho a la gente con relación al almacenamiento de provisiones por los últimos años. Esta es nuestra responsabilidad ahora; ha sido nuestra responsabilidad por años. ¿Cuántos de nuestros obispos han almacenado provisiones para un año, dos años o siete años?. . . Cada obispo debe ser un ejemplo a su barrio. Si el obispo de un barrio almacena trigo para su familia para un año, dos años o siete años, el caso que fuere, sus vecinos a su izquierda o derecha serían capaces de hacer lo mismo; probablemente harían buenos recipientes y tratarían de llenarlos.

El presidente Young les recordó a los Santos acerca del consejo de almacenar para al menos siete años; y les amonestó que no podían es­perar que Dios continuara dándoles cosechas abundantes si no almacenaban sus alimentos:

Hace algunos años, el hermano Kimball aconsejo a su gente del almacenar provisiones para dos años, y después para cuatro, seis y siete años. Lo he hecho y ahora estoy ocupándome de él. Algunos tiene tanta fe que aunque el gran número de saltamontes esté alrededor, con­fían que tendrán una abundante cosecha, porque las travesías han hecho juntar a los pobres de esta estación. Ellos dicen que el Señor no inspi­raría a sus siervos a traer al pobre de las naciones para causarle sufrimiento de hambre. Y al creerlo, ellos irán y venderán el ultimo celemín de trigo por casi nada, confiando que Dios proporcionará lo que ellos desean. Mi fe no es de esta clase; es prudente. Si el Señor pro­porciona buenas cosechas en esta estación y nos dice que almacenemos esa abundancia, no creo que incremente sus bendiciones sobre nosotros si tontamente malgastemos aquellas que nos ha dado. Yo creo que él bendecirá la tierra para el bienestar de su pueblo; y la cultivaré y trataré de obtener una cosecha de ella; pero si soy negligente al no tomar ventaja de estas bondades del Señor, o no utilizarlas en la forma apropiada, o tratar ligeramente su misericordia, no necesito es­perar que continúen sobre mí de la misma manera. ¿Mis hermanas aquí, ustedes han recogido espigas alrededor de los campos por los pasados años? Y cuando han tenido que tirar las espigas, ¿han llevado el grano al almacén y vendido a nuestros enemigos, en lugar de tirar­lo? ¡Y todavía esperan ser bendecidos continuamente con abundancia! No tengo tanta fe en esto. Tengo una fe prudente, una fe sustentada, en la que puedo construir mis esperanzas; y creo que no estaré desilu­sionado. Me esfuerzo y trabajo duro pero no desperdicio mi esfuerzo.

Hablando de la necesidad para los Santos de proveer para sus propias necesidades, Brigham Young comentó sobre la necesidad de un abastecimiento de comida abundante, en preparación cuando llegue el día en que la gente venga a los Santos por alimentos. Él amonesta a los Santos y les dice que deben trabajar para ser bendecidos ellos mismo, y no solo esperar que Dios satisfaga sus necesidades. Nuevamente, un abastecimiento de siete años se menciona:

… ¿no resulta ser de lo más inconsciente tirar y desperdiciar el ali­mento que el Señor nos ha dado, y cuando vengamos requerirlo, lloraremos ante él por lo que hemos desperdiciado y malgastado? El Señor nos ha bendecido todo el tiempo, y nos pregunta el porque no nos hemos bendecido nosotros mismos.

¿Mis hermanos, sería esto edificante para ustedes, a partir de ahora? Muchos han tomado este consejo, y están preparados. Desde el año pasado, tengo mi abastecimiento para elaborar pan para siete años; pero tengo que ocuparme de él, y me ocuparé de él hasta el último celemín, y trataré mi fe con mis hermanos. ¿Pero seremos merecedores de una recompensa de Dios o del hombre? ¿Quién merece la recom­pensa? ¿Las personas quienes se cuidan por ellas mismas o las que siempre confían en la gran misericordia del Señor para que él las cuide? Es usual esperar que el Señor nos proporcione fruto cuando no planta­mos árboles; o cuando no aramos y sembramos y guardamos el trabajo de cosecha, debemos llorar ante el Señor para salvarnos, así como pedirle que nos salve de las consecuencias de nuestra propia torpeza, desobediencia y despilfarro. Se dice, por algunos, que el Señor no les dirá a sus siervos que reúna a su pueblo para que sufran de hambre. Eso es verdad; pero el Señor ha dicho: «Reúnan al pobre de las naciones»; y a la gente de aquí, «Reúnanla y guarden la cosecha que yo he puesto a su alcance y prepárense para el día en que se requieran. «Supongan que cientos de miles o millones de gente hambrienta viniesen aquí, y solo tengamos grano para un par de años, con hambruna alrededor; ellos ofrecerán su oro y su plata, y su plato, y sus cosas más preciadas por comer pan; y ustedes lo den hasta que todo se termine. Entonces podrán sentarse y mirar las riquezas que han obtenido, hasta que todos perezcan juntos con el hambriento.

Así será, a menos que la gente actúe más sabiamente de lo que ellos hacen ahora.

Mucho de los Santos carecen de almacenes de alimentos adecuados

¿Y qué tan obedientes son los Santos con relación al consejo de al­macenamiento de alimentos el cual se les dio por más de un siglo? Las estadísticas no están disponibles para contestar a esta pregunta. Sin em­bargo, los resultados de un estudio realizado por los SUD’s (Santos de los Últimos Días) en Utah, en la Universidad del Estado de Utah, se pre­sentó en la reunión de bienestar en la Conferencia General de Octubre en 1975. El obispo H. Burke Peterson, primer consejero a la presiden­cia del obispado, presentó las estadísticas, las cuales fueron reunidas como muestra representativa:

Cinco porciento de los miembros de la Iglesia tienen un abasteci­miento de productos derivados de carne para un año, tres porciento lo tienen de frutas o vegetales secos o enlatados, cerca del 18 porciento lo tienen de granos para un año y solo tres familias de cien tienen un abastecimiento de comida enlatada y de leche en polvo para un año.

«En promedio, cerca del 30 porciento de la Iglesia tienen un abastecimiento de alimentos para dos meses. El resto tienen muy poco o nada,» dijo el obispo Peterson.

Los reportes de la reunión indicaron que «solo más de la mitad de los 5.000 barrios de la Iglesia en todo el mundo tienen proyectos de bienes­tar,»  El programa de bienestar de la Iglesia está diseñado para asistir solo a los necesitados, cerca del cuatro porciento de la Iglesia, y sería insufi­ciente abastecer las necesidades de una parte grande de la Iglesia a la hora de una gran emergencia.  La posición de la Iglesia es que los miembros sean responsables por satisfacer sus propias necesidades en futuras emer­gencias. Nuevamente refiriéndose al reporte del elder Peterson:

Él dijo que era «extremadamente importante» que los líderes locales y los miembros hicieran gran énfasis sobre almacenamiento en el hogar para un año en el abastecimiento de alimentos, ropa, y si fuera posible, combustible, así como el cultivo en los huertos familiares y el confeccionar su propia ropa.

Él dijo, «En general, convertirse en personas auto-suficientes tan pronto como sea posible como preparación para los tiempos difíciles que vienen».

El obispo Peterson dijo que la Iglesia tiene un total de 671 proyec­tos de producción, incluyendo 143,000 acres de cultivo, pero esto es tan solo para cubrir las necesidades actuales.

Él dijo, «La preparación familiar, con la producción y almace­namiento en el hogar, debe ser la manera en que la mayoría de las familias de nuestra Iglesia podrían cuidarse ellas mismas».

Él dijo que el barrio, la estaca y los proyectos de producción mul-tiestacas están solo como «un programa de respaldo» para ayudar aquellos quienes no pueden cuidar por ellos mismos.

Las proferías de la hambruna en tiempos de un futuro conflicto

Los profetas de la Iglesia restaurada han advertido repetidamente de las hambrunas que vendrán en los últimos días. En particular, se han en­focado a la hambruna que se experimentará, en América durante un periodo de conflictos internos antes de regresar al condado de Jackson, EE.UU.

Diversas de estas profecías mencionan de la venida de mucha gente para obtener alimento de los Santos en lo alto de las montañas. Por ejemplo, José Smith advirtió:

Estoy preparado para decir por la autoridad de Jesucristo, que no pasarán mucho años antes de que los Estados Unidos presenciaren la escena de derramamiento de sangre que no tiene semejanza en la his­toria de nuestra nación; pestilencia, granizo, hambruna y terremotos arrollarán la maldad de esta generación de toda la faz de la tierra, para abrir y preparar el camino de regreso a las tribus de Israel del país del norte.

En julio de 1839, el profeta José mencionó de una visión que había recibido, que advertía de los serios conflictos internos en los Estados Unidos que los miembros de las familias lucharán a muerte unas a otras. Su referencia de la hambruna, al final de la visión, indica que la gente estaría luchando para obtener alimentos en una época de extrema caren­cia; y explicó por que los miembros de las familias tomarán sus vidas a favor de sus seres amados:

Habrá aquí y habrá allá una estaca [de Sión] para el recogimien­to de los Santos. Algunos habrán clamado por paz, pero los Santos y el mundo tendrá un poco de paz de aquí en adelante. No dejemos que esto nos detenga de ir a las estacas; porque Dios ha dicho que huyamos sin perder el tiempo, o estaremos dispersados, uno aquí y otro allá. Tus hijos serán bendecidos y tú en medio de amigos donde podrán ser ben­decidos. El evangelio puede reunir a muchos de toda clase.

Yo profetizo, que aquel hombre quien no se apresure después de que tenga la oportunidad de retirarse, será abatido por la maldad. Las guerras se aproximan; no debemos tardar; porque no se requiere sacri­ficio. Tenemos que hacer más fuerte a Sión y hacerlo nuestro principal objetivo. Cuando las guerras vengan, tendremos que huir a Sión. El lamento se apresura. Las últimas revelaciones dicen, «No habrá tiempo para analizar a la tierra, hasta que estas cosas vengan». Vendrá como viene el cólera, la guerra, el fuego y los terremotos; una pestilencia después de la otra, hasta que Anciano de Días venga, entonces el juicio les será dado a los Santos.

Cualquier cosa que hayan escuchado acerca de mí o de Kirtland, tome nota de esto; porque habrá un lugar de refugio, la maldad utilizará sus grandes energías para atrapar a los Santos. Deben aprender de aque­llos hombres como Daniel que oraban tres veces al día en la casa del Señor. Busquen a la presidencia y recibirán instrucción. Cada hombre que este temeroso, codicioso, será llevado a una trampa. El tiempo esta cerca, cuando ningún hombre tenga paz a no ser de Sión y sus estacas.

Veo a los hombres acosando las vidas de sus propios hijos, y el her­mano asesinando a su hermano, la mujer matando a su propias hijas, y las hijas buscando por la vida de sus madres. Vi armadas peleando contra armadas. Vi sangre, desolación y fuego. El Hijo del Hombre ha dicho que la madre estará en contra de la hija y la hija en contra de la madre. Estos acontecimientos están a nuestras puertas. Seguirán a los Santos de Dios de ciudad en ciudad. Satanás se enfurecerá, y el espíritu de la maldad esta furioso ahora. No sé que tan pronto estas cosas suced­erán; pero al verlas, ¿Debería clamar por paz? ¡No! Alzaré mi voz y testificaré de ellas. Por cuánto tiempo tendréis buenos cultivos para que el hambre no venga, no lo sé; cuando el árbol del higo se vaya, sa­biendo que el verano esta muy cerca.

Una poderosa profecía hecha al final de la guerra civil por elder Orson Hyde, el presidente del quorum de los doce, declara que la es­casez de alimentos será la razón del futuro conflicto en los Estados Unidos. La profecía fue declarada en el año de 1865 en Nephi, Utah, EE.UU.:

El águila de la guerra ahora tomará su vuelo y se posará en los ban­cos del río Rhine, regresando a su nativo brezal cuando no este el hombre blanco del norte peleando por la liberación del hombre de color del sur, pero estará el hombre blanco del norte y el hombre blanco del sur peleando por pan, para sus esposas e hijos.

Brigham Young advirtió del hambre que ocurrirá en América y en el mundo cuando el testimonio de los elderes acabe de darse [el tiempo de los Gentiles se cumpla] y Dios derrame sus juicios:

«¿Piensan que hay calamidad en otros países ahora entre la gente?» No mucha. Todo lo que hemos escuchado y experimentado solo es ape­nas un prefacio del sermón que será predicado. Cuando el testimonio de los elderes termine de ser dado y el Señor les dirá, «Venid a casa; ahora predicaré mis propios sermones a las naciones de la tierra,» todo lo que ustedes saben puede apenas ser llamado un prefacio del sermón que será predicado con fuego y espada, tempestades, terremo­tos, granizo, lluvia, rayos y relámpagos y espantosa destrucción. ¿Qué importa la destrucción de unos cuantos carros ferroviarios? Escuchareis que las ciudades impresionantes, idolatradas por la gente, ahora hundi­das en la tierra y los habitantes sepultados. El mar se saldrá de sus fronteras, cubriendo a grandes ciudades. El hambre se esparcirá sobre todas las naciones y la nación se levantará contra nación, reino contra reino, y estado contra estado; en nuestro país y en tierras extranjeras; y se destruirán la una con la otra, sin importarles la sangre y vidas de sus prójimos, o la de sus familias o la de sus propias vidas. Serán como los Jareditas quienes precedieron a los Neritas en este continente, y se des­truirán cada una hasta destruir al último hombre, por la ira que el diablo colocará en sus corazones, porque han rechazado las palabras de la vida y se les han dado palabras de Satanás para hacer cualquier cosa que es­cuchasen hacer con ellas. Puedes pensar que lo poco que han escuchado ahora es extremadamente grave; porque el pueblo leal de Dios verá días en que preferirá cerrar sus ojos debido al pesar que vendrá sobre las malas naciones. Los corazones de los fieles serán llenados con pesar y angustiad

Orson Pratt también advirtió de la futura batalla que tomará lugar en América, y dijo, con relación al abastecimiento de alimentos:

. .. Habrá mucho derramamiento de sangre, populachos, disturbios dirigidos por bandas y destrucción y saqueo a países que harán sufrir a la gente y los persuadirán para tratar de alcanzar cualquier vocación local a cualquier grado de seguridad. ¿ Qué es lo que pasará a millones de agricultores en la tierra? Dejarán sus cultivos y permanecerán sin cultivar, y huirán antes de que las aunadas vengan de lugar en lugar a destruirlos; y por lo tanto quemarán y saquearán al país completo;.. .

En otro discurso sobre el futuro período de la batalla interna, el elder Pratt también habló acerca del abastecimiento de alimentos:

Vendrá el tiempo cuando no habrá seguridad para tratar de obte­ner paz en cultivos o en la agricultura. Sin embargo, estos serán olvidados, y la gente pensará que es necesario ir de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo y escapar por sus vidas. Así el Señor visitará al pueblo, si no se arrepienten.

Toma un poco de imaginación contemplar lo que podría pasar al abastecimiento de alimentos nacional si esta situación tomase lugar por lo menos en una estación. Para perder una cosecha nacional traería una hambruna de proporción ¡nunca antes vista!

El elder Heber C. Kimball anticipó que las futuras hambrunas, las cuales formarían parte de los juicios derramados por Dios, «serán lo más terrible y severo que haya venido a las naciones de la tierra»:

… Cada hombre que tiene un cultivo necesita un almacén hecho de roca y cal, para guardar sus granos contra ratones, ratas y otros bichos de cuatro patas; así como los de dos patas, tengo mas temores por los de dos patas que los de cuatro.

Planeen construir buenos almacenes, cada hombre que tenga un cul­tivo, y no se detengan hasta obtenerlo. Y no olvide pagar su diezmo antes de poner el grano en el almacén. Guarden lo suficiente para siete años, calculen de cinco a diez en cada familia; y después calculen que habrá en sus familias de cinco a diez personas de lo que ahora tienen, porque irán en aumento . . .

Cuando almacenemos nuestros granos estaremos a salvo, indepen­dientemente del mundo, en caso de que hubiese hambre, ¿no es así? Sí lo estaremos; porque tendremos manera de sobrevivir con nuestros pro­pios recursos. Cuando las hambrunas comiencen a venir sobre la tierra, seremos muy capaces de sentirlos primero.

Si los juicios deben comenzar en la casa de Dios, y si los justos ape­nas serán salvados, ¿cómo será para con los inicuos? ¿Busco por hambrunas? Sí, la más terrible y severa que nunca haya venido sobre las naciones de la tierra . . ,

El élder Kimball profetizó que vendría un tiempo cuando los Santos «serán obligados a depender de sus propios recursos» y que la gente de los Estados Unidos vendrá a ellos por pan para comer:

Guarden en sus almacenes y tomen sus sedas y artículos finos y cambíenlos por grano y por las cosas que necesitan; y el tiempo vendrá cuando seremos obligado a depender de nuestros propios recursos; porque el tiempo no está, tan lejos cuando la cortina se caiga entre nosotros y los Estados Unidos. Cuando el tiempo venga, hermanos y hermanas, desearán haber comenzado antes para hacer su propia vesti­menta. De cierto os digo, Dios requiere que nosotros vayamos a producir en casa; y prolongarlo tanto ustedes lo deseen, pero lo tienen que hacer.

Verán también el día en que desearán tener guardado su grano, si no lo hacen ahora; porque verán el día, si no cuidan las bendiciones que Dios les ha dado, se convertirán en sirvientes, lo mismo que el mundo hará.

Se lo hemos dicho antes. Han sido exhortados, año tras año, a prepararse para tiempos difíciles: se les ha dicho esto lo suficiente. Les hemos dicho que cuando tiempos difíciles vengan nuevamente, no ten­drán el privilegio que tuvieron la última vez de comerciar, sin embargo pagarán por todo lo que obtengan. Esto pasará. Supongo que hay mu­chos que no lo creen. Para los cuales es como una tono que golpea al oído, pasa y se olvida.

Les probaré que pondré mi fe con mis obras y almacenaré para mi familia y amigos que están en los Estados Unidos, y seré con ellos lo que José fue para la gente en la tierra de Egipto. Cada hombre y mujer será un salvador si hacen lo que digo. Pueden escribirlo y enviarlo a los Estados Unidos; para que sea publicado.

. . . es menester ser ahorradores y prepararse porque el tiempo se acerca. El día vendrá cuando la gente de los Estados Unidos venga cargando sus fardos bajo sus brazos, viniendo a nosotros por pan para comer. . .

Si hacen lo correcto, guardan los mandamientos de Dios, puedo decir con toda propiedad que cualquier hombre, profeta o apóstol hizo, nunca buscarán alimentos, o ropa o casas o tierras; y ningún poder sobre la tierra podrá lastimarlos. No habrá poder que detenga nuestra prosperidad; porque la incrementaremos, mientras otro poder sobre la tierra que es opuesto a esta obra y a nuestro Dios caerá. Lo sé. Amén.

Y este fue elder Kimball quien profetizo que «El día vendrá en que ustedes (extraños) tendrán que venir a nosotros por pan para comer; y seremos sus salvadores aquí sobre el Monte de Sión.»

También dijo cómo la gente vendrá a lo alto de las montañas en este tiempo de futuro peligro. Hablando a la llegada de la segunda compañía de carretas, él profetizo:

Habrá millones de millones que vendrán en el mismo camino, solo que ellos no tendrán carretas, porque tomarán sus fardos bajo sus bra­zos; y tendrán sus hijos a sus espaldas y huirían, y el pueblo de Sión tendrá que enviar consuelo, porque ellos vendrán cuando los juicios vengan a las naciones.

Entonces, la hambruna ha sido claramente representada en la pro­fecía como un instrumento en los juicios de Dios sobre la maldad en los últimos días. Aunque los Santos se les ha ordenado tener extensos abastecimientos a la mano, parece que muchos han fallado en hacerlo. ¿Podrían demandar misericordia a Dios cuando el hambre venga si han fallado en obedecer el consejo de aquellos quienes se les ha dado? De acuerdo a las amonestaciones profeticas citadas, las hambrunas serán severas, y será grande la responsabilidad de los Santos. Podría ser mejor poseer un adecuado almacén de alimentos, en obediencia a los man­damientos, será el factor que separe a los Santos del justo y el injusto, los imprudentes y los sabios, en los últimos días.


Resumen

  1. El ángel Moroni advirtió a José Smith que los juicios están por venir sobre la tierra por hambre, espada y pestilencia. Estos tres térmi­nos se utilizan repetidamente en las escrituras para simbolizar el cumplimiento de los prolongados juicios de Dios.
  2. Ejemplos del Antiguo Testamento y el Libro de Mormón de­ muestran la utilización de estos términos. En muchas de las situaciones mencionadas, la venganza divina fue inmediata y completa, dejando la destrucción y la desolación a su paso.
  3. El hambre, la espada y la pestilencia sirven como instrumentos en la venganza de Dios y como un método para hacer reaccionar a su pueblo a la obediencia cuando la rectitud comienza a alejarse de ellos.
  4. Dios ha advertido que los habitantes de la tierra se lamentarán por su mano castigadora la cual será manifestada a través de espada, ham­bre y plagas; hasta que el consumo que él ha decretado llegue al fin total en todas las naciones. Los Santos estarán en lugares sagrados cuando
    estos eventos sucedan.
  5. Las hambrunas pasadas han matado a millones de gente, algunas veces matando violentamente hasta un tercio de la población.
  6. Las causas de la hambruna incluyen la pérdida de cultivos, gue­rra, disturbios civiles y catástrofes naturales.
  7. Los efectos físicos de la hambruna incluyen la perdida de peso, somnolencia, aburrimiento emocional, diarrea, epidemias de enfermedades infecciosas cuando se reduce la resistencia del cuerpo, el es­tomago inflamado, y el cabello se vuelve gris.
  8. Ejemplos del comportamiento humano en otras hambrunas se citan en la Biblia y por Josefo. Ellos muestran los problemas económi­cos causados por una escasez de alimentos; canibalismo, robo y asesinato y una decadencia general en valores morales.
  9. En diversos sucesos que narran las escrituras, la duración de las hambrunas enviadas por Dios fue de siete años. Los primeros lideres de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días instruyeron a los Santos a almacenar alimentos suficientes por siete años, y así estar
    preparados para futuras hambrunas. Ellos advirtieron a los Santos que no pueden esperar que Dios los bendiga con cosechas abundantes y ade­cuados abastecimientos de alimentos, si los Santos no trabajan para satisfacer sus propias necesidades, y si no guardan un abastecimiento para siete años en lugar de vender lo que producen.
  10. Una encuesta reportada en una conferencia general en el año de 1975 mostró que la mayoría de los Santos de los Últimos Días no obe­decieron el consejo que se les dio de almacenar aumentos. Solo el 30% de la Iglesia tenia un abastecimiento adecuado para dos meses. Aproxi­madamente tres por ciento tenia un abastecimiento de alimentos para un año.
  11. Las profecías dadas por los primeros lideres de la Iglesia ad­vierten de la futura hambruna durante el periodo de batalla interna en los Estados Unidos, e indican que la carencia de alimentos se pudo deber a la contención en esa época. Las futuras hambrunas son profeti­zadas como las más severas que habrán de venir a la tierra.

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