Como en el cielo, así también en la tierra
Jeffrey R. Holland, y Patricia T. Holland
La vida mortal presenta dificultades para todos y con frecuencia descubrimos que echamos de menos la paz y la tranquilidad de los cielos. En la oración a Su Padre, Jesús pidió: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Mientras que esa sociedad ideal no va a llegar hasta el reinado milenario de Cristo, hay cosas que cada persona puede hacer para contribuir a que su vida mortal sea más placentera, más espiritual y más como nuestro hogar celestial.
En Como en el cielo, así también en la tierra, sus autores, Jeffrey R. Holland y Patricia T. Holland, presentan mensajes de manera individual y conjunta que señalan el camino que conduce a una mayor conciencia, aceptación y práctica de la voluntad de Dios en nuestro diario vivir. Muchos de estos mensajes fueron presentados en un principio en reuniones espirituales y en conferencias celebradas en la Universidad Brigham Young, de la cual el élder Holland, actualmente miembro del Quórum de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, fue rector desde 1980 hasta 1989, ayudado por su esposa, Patricia. Con el fin de ilustrar sus temas, ambos comparten experiencias y percepciones de sus propias vidas, de las Escrituras, del consejo de los profetas y de otros grandes pensadores.
“Hasta que podamos estar a salvo en nuestro hogar celestial, con Dios y los unos con los otros”, escriben, “de seguro que no habrá nada mayor a lo que aspirar que el que Su voluntad, Su camino y Su influencia divina puedan sentirse más plenamente en la tierra”.
Prefacio
La vida mortal tiene un generoso número de desafíos para cada uno de nosotros y con frecuencia echamos de menos la paz y la seguridad de los cielos. El Salvador expresó no sólo el deseo de su corazón, sino el de cada uno de Sus discípulos, cuando oró a Su Padre: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra”. Hasta que podamos estar a salvo en nuestro hogar celestial, con Dios y los unos con los otros, de seguro que no habrá nada mayor a lo que aspirar que el que Su voluntad, Su camino y Su influencia divina puedan sentirse más plenamente en la tierra.
Una sociedad tan pura y fuerte probablemente no será posible hasta el reinado milenario de Cristo como Rey de reyes y Señor de señores; pero esto no es excusa para dejar de intentar que “venga [Su] reino” lo antes posible. Y aunque las circunstancias celestiales no aparezcan amplia y generalmente hasta ese segundo advenimiento, existen formas profundas en las que pueden venir personalmente a nosotros, a nuestras familias y a grupos de creyentes que viven el Evangelio en el corazón, en sus hogares y en sus vecindarios.
Ciertamente, la clave de cualquier éxito en esta vida o en la eternidad es la obediencia al Hijo de Dios y a Sus enseñanzas, así como Él fue completamente obediente a la voluntad de Su Padre “en todas las cosas”. Este libro, una recopilación de algunos de nuestros discursos y ensayos, está dedicado a esos aspectos de la vida próximos a nosotros en los que tenemos la oportunidad de hacer que la voluntad de Dios sea nuestra voluntad y que Sus caminos sean nuestros caminos. Está dedicado al ideal de hacer que la vida aquí “en la tierra” sea lo más parecido posible a como es “en el cielo”.
Reconocimientos
Deseamos agradecer a las muchas personas, especialmente a los estudiantes de la Universidad Brigham Young, que estuvieron dispuestas a escuchar estas ideas mucho antes de que estuvieran en formato de libro. El poder trabajar con una gente joven tan notable y entusiasta ha sido uno de los mayores privilegios de nuestra vida.
Damos las gracias a un buen número de secretarias, especialmente a Jan Nelson y a Shauna Brady, quienes con el transcurso de los años produjeron incontables borradores de estos manuscritos. Jan Nelson elaboró también la copia final de este libro. Expresamos un agradecimiento especial a Eleanor Knowles, Editora Ejecutiva de Deseret Book, quien tuvo la idea inicial de este proyecto, y cuya paciencia hizo posible que llegase a ser publicado.
























